Categorías
Secretaria y Sumisa

🔒 Capitulo 4. Auxiliar

Log in or Register to save this content for later.

William estaba insultando por lo bajo.

Él solía ser una persona agradable e incluso divertida. Pero había días en la oficina que se lo llevaba el demonio y toda amabilidad se evaporaba. Y ese era uno de esos días.

Su asistente personal, la que seguía los gráficos para el análisis técnico de la bolsa de valores con los precios del mercado se había accidentado. ¿Como podría cerrar operaciones y dirigir a sus agentes si no estaban listos esos gráficos?

— ¡Como carajos se supone que haga mi trabajo así!— le ladró a la mujer de unos 50 y tantos años, que era su secretaria y dirigía su oficina con mano de hierro.

La mujer de cabello corto y mirada adusta lo miró seria bajándose las gafas de leer por el puente de su nariz. Era de las pocas personas que tenían permiso en esa oficina para decirle las cosas de frente. Había estado con él desde el principio, cuando era un simple agente de bolsa tratando de hacerse camino en el mundo de las finanzas.

— Insultando seguro que no vamos a llegar a ningún lado — William se sonrojó. La mujer era como una madre para él y tenía el permiso para decirle ese tipo de cosas y más también.

— Cuándo se te pase el berrinche hablaré con la oficina de recursos humanos para que consigan a alguien — acotó.

William resopló y se encerró en su propia oficina, dando un portazo.

Su secretaria, Betty, levantó el teléfono y tal como dijo habló con Recursos Humanos.

— Hay una chica, nueva…es contable y la tomamos como auxiliar. En su currículum decía que tomó un curso de finanzas…es muy buena con los números, si quieres te la puedo mandar.

— Hazlo ya— respondió Betty a la mujer de Recursos Humanos.

Ellos estaban ubicados en un edificio de los más antiguos dentro del distrito financiero de Londres. Tenía solo doce pisos y los últimos siete les pertenecían a ellos, Finance Wallace. Recursos humanos estaba en el octavo y ellos en el último, el piso doce.

Simi se había adaptado muy bien al ritmo de la empresa. Trabajaba en el sexto piso mientras Rosie era secretaria de uno de los agentes más importantes de la compañía en el séptimo. Pero la mayoría de los días almorzaban juntas. También regresaban juntas a casa, lo cuál le hizo todo más llevadero.

El jefe de Rosie era un joven muy atractivo por el que la joven estaba completamente deslumbrada. Y solían bromear con eso. Se llamaba Trevor. Era un joven que no llegaba a los treinta, castaño de ojos castaños también.

A Simi no le gustaba, era demasiado suave para su gusto pero Rosie se pasaba horas suspirando por él.

Ella en el sexto hacia el trabajo sucio, era el trabajo duro de contabilidad. Y de vez en cuando le tocaba algún reemplazo. Sabía que había gente que odiaría ese trabajo pero ella se sentía en el cielo. Siempre se le habían dado bien los números y la mujer que la había contratado no la juzgó por la apariencia.

Aún así Simi trataba de no llamar la atención. Usaba faldas por la rodilla, con sacos que tapaban su trasero y camisas hasta el cuello de estilo victoriano. Su única indiscreción eran sus zapatos de taco. Tenía una colección completa que le había sido heredada de su madre. Para completar el look se había comprado unas gafas de montura de Carey de estilo gatuno. Y el cabello siempre lo llevaba en un moño apretado o una trenza que no permitía ver realmente su belleza, la textura suave y apenas ondulada ni ese rico color oscuro como el ónix.

A pesar de todo el atuendo, había sentido algunas miradas cuando algún operador venía a dejarle una carpeta con cifras para que la analizara.

Había uno en particular que sí había llamado su atención. Era un hombre de cabello muy rubio y sonrisa compradora, haciendo juego con unos ojos celestes verdosos más o menos de la edad de Trevor, de hecho eran amigos con éste.

Solía hacerle alguna broma, comentario sobre el día, o algún halago sobre su perfume o la forma en que lucía. Pero ella aún se sentía tímida y solía sonrojarse frente a él sin saber que decirle bien.

Ahora la jefa de Recursos Humanos la había mandado a llamar y Simi no entendía porqué.

Se dirigió con prontitud a la oficina de la mujer.

Tocó la puerta con suavidad.

— ¿Quién es?

— Soy Simi … ehhh Simone Collins — respondió ella.

— Pasa

Simi abrió apenas la puerta. La mujer tenía algo más de 40. Según lo que sabía estaba casada con un maestro de escuela y tenía dos hijas. Era amable pero hacia su trabajo con rectitud, y no era de las personas que juzgaban a simple vista.

Cuando le otorgó el puesto, Simi la había mirado con inmenso agradecimiento. Y se lo había dicho.

— Muchas gracias por esta oportunidad

La mujer la había mirado compasiva. Ella tenía hijas adolescentes que en algún momento también entrarían en el mercado laboral.

— No tienes nada que agradecerme. Tienes un currículum impecable, no importa que no tengas experiencia. Eres buena para los números, tus calificaciones son de las mejores que he visto y…— la mujer hizo una pausa — …si algo me ha enseñado este trabajo es que no debo juzgar a las personas por su envase…

Ahora estaba nuevamente frente a ella, ¿Acaso había hecho algo mal que la había mandado a llamar? Sin darse cuenta, Simi puso una mirada de susto en la cara.

— Ven Simone, siéntate — la invitó a sentarse en la silla al otro lado del escritorio.

Simi tomó asiento.

— Te mandé a llamar porque necesitan a alguien como tú en el piso 12 — dijo e hizo una pausa mientras Simi tragaba saliva nerviosamente.

— Veo que estás nerviosa, y haces bien. ¿Sabes quién está en el piso doce? — le preguntó uniendo sus manos sobre el escritorio.

— Si…el jefe — Ella lo había visto de lejos un día mientras salían a comer con Rosie. Se le veía una persona jovial, aunque tenía una especie de aura de poder y aunque parecía relajado a Simi le había recorrido un escalofrío por la espalda con solo verlo.

— Exacto. Él es el dueño de esta empresa. CEO, o llámalo como quieras — hizo una pausa y la miró directo a los ojos — No te dejes llevar por ese aspecto jovial y despreocupado que tiene…es una persona obsesiva y exigente en su trabajo. Su asistente, quién hacia los gráficos de análisis técnico tuvo un accidente. Necesita un reemplazo urgente y yo pensé en tí. ¿Crees que puedas hacerlo? — ella había visto análisis técnico de los mercados financieros en la facultad. Había sido una materia optativa, que de alguna forma llamó su atención. No era un trabajo difícil, y representaba un agradable desafío.

— Si, por supuesto que puedo — dijo con seguridad. Aunque pensándolo bien, no sabía realmente dónde se estaba metiendo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *