Isabella estaba saliendo del baño, poniéndose crema. Thomas estaba en la cocina, preparando unos filetes con patatas.
Ella lo abrazó por la espalda.
— Cariño te dije que patatas no, debo cuidar mí figura — protestó ella e hizo un mohín con sus labios perfectos. Tenía una bata blanca de toalla, su cabello muy rubio aún húmedo y sus ojos azules lo miraban con picardía.
Él se dió vuelta y se agachó para darle un beso. Thomas era un hombre de más de 1.85 muy apuesto, alto y delgado pero fibroso. Se cuidaba yendo al gimnasio aunque tenía un metabolismo y físico privilegiado.
Su cabello era castaño y sus ojos verdes. Su piel de un tono apenas bronceado. Un par de tonos más oscuro que su esposa que era muy blanca.
Parecían una pareja normal, ordinaria, feliz. Pero no lo eran. Eran los dueños del prime Time del programa más visto de Canadá. Tenían un show de noticias, y entrevistas. Eran más que un simple programa de televisión, o un noticiero. Ellos brindaban entretenimiento. Y eran la pareja más amada de Canadá. Los Brangelina canadiense de la pantalla chica.
Eran jóvenes, atractivos y su pareja parecía sacada de un cuento de hadas.
Él era un joven presentador en ascenso y ella la chica del clima cuando se conocieron.
Un día la compañera de Tom faltó, y la pusieron a ella. Y el público los amó.
Al principio la cadena sugirió que, dado que ambos eran solteros, se vería bien como publicidad y para ganar más público que salieran algunas veces.
Resultó que eso que comenzó como una táctica publicitaria se transformó en algo real.
Su boda fue televisada, asistieron mil personas. Se casaron en una isla.
De eso habían pasado cuatro años.
Thomas sonrió. Luego de separarse de los labios de su esposa.
— Para ti habrá pasto, por supuesto — dijo y señaló con la cabeza el bowl con ensalada.
Ella se acercó a la mesa, tomó un tenedor y pinchó un buen trozo de lechuga.
— Mmmm delicioso…— dijo ella y le guiñó un ojo.
El sacó la sartén del fuego y se acercó riendo cómplice.
— Tu eres deliciosa — la abrazó, bajó sus manos hasta su trasero y la acercó a él. Le dió un beso en el cuello.
— Mmmm primero comamos…
— A ti te voy a comer…como un lobo feroz — dijo simulando una voz gruesa y comenzó a hacerle cosquillas mientras ella se revolvía.
Ella comenzó a correr y el la siguió, hasta que la atrapó.
Más tarde, Thomas estaba recogiendo la mesa.
Mientras su esposa estaba en la habitación frente a una pequeña mesa haciéndose su tratamiento de belleza nocturno.
Se revisó la piel del rostro de forma exhaustiva.
Cuando Thomas fue a la habitación, se giró para verlo.
— Estuve pensando…— le dijo ella mientras meditaba en lo que iba a decir.
Las vacaciones de verano estaban cerca.
— Quizá podríamos tomarnos un par de días e irnos a nuestra casa de verano…¿ qué te parece? — le decían “de verano” porque era una casa en un barrio privado, un nuevo desarrollo inmobiliario a una hora de allí aproximadamente donde solo vivía gente VIP como ellos. Desde que la habían adquirido en parte también como inversión, prácticamente no habían ido.
Habían estado intentando tener un hijo y todos los tratamientos que habían hecho más la sobrecarga laboral los había estresado, y por ende había repercutido negativamente en su pareja.
— Un cambio de aire nos haría bien, ¿no te parece? — dijo y se levantó. Se acercó a él que estaba sentado en la cama y la abrazó por la cintura.
— ¿ Te parece? ¿Y el programa??? — le preguntó mirándola dudoso.
— Podríamos dejar un par de programas grabados …nos haría bien amor — ella se agachó y le dió un tierno beso en los labios.
— La casa ha estado cerrada un tiempo, deberíamos llamar al servicio de limpieza primero…
— Yo podría ir, limpiar, acomodar todo y esperarte como a ti te gusta — le dijo seductora. Y él subió las manos por sus muslos.
— Limpiar no se te da bebé…
— ¿ Y que se me da ? — contestó ella y le dió un beso caliente mientras un gemido nacía de la profundidad de la garganta de Thomas.
Ella se separó apenas y sonrió.
— Por favor …tomemos un descanso … — protestó ella y se mordió sexy los labios …y él, como siempre que ella hacía eso, no pudo decirle que no.
Dos semanas más tarde, el viernes por la noche Thomas había tomado la carretera. Se le había hecho tarde en el estudio, y debió ultimar unos detalles más que lo entretuvieron. Cuando se dió cuenta era de noche.
—¿ Y cuando vienes? — le había escrito Isabella.
— Estoy saliendo cariño, espérame como sabes que me gusta 😉
— ¿ Tiene hambre el lobo feroz?
— SIEMPRE
Colocó el celular en el soporte y puso en el GPS las coordenadas de la casa que estaba a una hora de Toronto.
Pensó que Isabella tenía razón, el descanso les vendría bien. Ambos habían estado bajo mucha presión.
Puso la radio e intentó distraerse. Él había sido el de la idea de ser padres…creía que ya era tiempo. Ambos tenían 38 años. Ella al principio no había estado convencida pero al final terminó cediendo. Thomas tenía un hermano mayor, había sido un hijo “de la vejez” y no quería eso para él. Quería poder disfrutar a sus hijos cuando aún no andaba con bastón.
Él amó a sus padres, que habían muerto hacia unos años con meses de diferencia, pero sintió que le faltó más. Su hermano le llevaba 17 años y tampoco pudo crecer junto a él, su relación era prácticamente nula.
Isabella había crecido en un hogar de acogida.
No creía estar errado en no querer demorar más el inicio de su familia.
Estaba distraído cuando el celular sonó. Era un número desconocido.
Thomas levantó la llamada.
— ¿ SII??
— Perdón, tenemos agendado este teléfono…lo llamo del Barrio Country West…¿hablo con el señor Wagner, Thomas Wagner?
— ¿ Si, quién habla? — Thomas se empezó a inquietar.
— Disculpe señor…necesitamos que se presente urgente… — le dijo el hombre del otro lado de la línea con voz grave.
— ¿ Pero qué pasó? Yo estoy yendo para allí, mí mujer Isabella está en la casa, puede hablar con ella si es algo urgente…
— Señor solo venga lo antes posible por favor…
— ¿Pero porque, que pasó, Isabella está bien???
— Estaremos esperándolo cuando llegue…
Le cortaron el teléfono, maldición.
— LLAMAR A ISABELLA — dijo fuerte. Y su teléfono marcó. Pero el teléfono de ella le daba directo al contestador…
Thomas se puso nervioso, y quiso sacar el teléfono del sostén donde estaba pero se le cayó.
— CARAJO
Thomas se agachó a buscar el aparato, y cuando se levantó, vió que el auto se le fue al otro carril y estaba por colisionar con uno que venía de frente. Era de noche, estaba en una ruta con muchas curvas. Tomó el volante y lo giró pero perdió el control. El auto comenzó a hacer trompos pero a esa velocidad, terminó dando una vuelta en el aire, se abrió el Airbag, sintió un fuerte golpe que lo dejó sin aliento y Thomas se desmayó.