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Novio sustituto

🔒 Capítulo dos. Una locura

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Sophia se alejó de Leonardo al escuchar su petición y lo miró como si le hubieran salido dos cabezas. 

—¡No puedes hablar en serio! Es… ¡es una locura! —exclamó levantándose del piso.

Leonardo sabía que su propuesta era la locura más grande que estaba cometiendo, y no por él, pues amaba a Sophia con cada fibra de su ser y su mayor anhelo era evitarle cualquier sufrimiento de ser posible, deseaba ahorrarle la vergüenza de enfrentarse sola a los invitados y anunciar que la boda se suspendía porque el novio había actuado como un cobarde y la había abandonado.

—Lo sé, sé muy bien que esto es una locura Sophia, pero es la única opción que puedo darte, te quiero y no quiero verte sufrir, pero no voy a presionarte. Únicamente tú puedes aceptar o rechazar mi ofrecimiento.

Sophia caminó hacia el ventanal, para ver el jardín hermosamente decorado para la ocasión, el corazón le dolió al darse cuenta que para Leandro no había sido importante, ni siquiera se había molestado en tomar la responsabilidad de sus actos, escapando como un verdadero cobarde. Pero lo amaba, lo amaba tanto que sentía que iba a morir de dolor, su corazón posiblemente no volvería a enamorarse nunca más, porque esta experiencia la dejaría marcada para siempre.

—Sophia…

—No creo que sea una buena idea Leonardo, no te amo —respondió sin verlo a la cara.

La sinceridad de Sophia hirió el corazón de Leonardo, porque él no podía dejar de amarla y posiblemente sería él quién más sufriría en esta historia, pero quería tener una oportunidad, para ganarse el amor de Sophia, incluso estaba dispuesto a perder su orgullo por ella.

—¿Tanto lo amas Sophia? —preguntó dolido.

Sophia bajo la mirada ante la pregunta de Leonardo, lamentablemente para ella, amaba a Leandro tanto que no podía explicarlo.

—Sí —respondió sin más.

—Entonces… ¡Sal y diles que no habrá boda! —espetó molesto por el rechazo de Sophia, él solo deseaba protegerla y amarla como se merecía. «¿Por qué no podía darse cuenta de que él la estaba amando más que a sí mismo?» se preguntó.

—Leonardo yo…

—No te preocupes Sophia, solo quería ayudarte, pero comprendo que mi parecido con Leandro solo te haga sentir más dolor, no puedo evitarlo, no pude elegir qué rostro tener —se giró para abandonar la habitación con el corazón roto. Pero antes de que pudiera salir, sintió la tibia mano de Sophia sobre su mano.

—Espera Leonardo —pidió dudando de lo que estaba a punto de hacer.

—No Sophia, no puedo obligarte a aceptar esta locura, tienes razón al negarte a aceptar mi ofrecimiento —respondió con tristeza.

Sophia lo miró con intensidad, su pecho se apretó con fuerza, ¿qué razones tenía Leonardo para hacerle ese ofrecimiento? ¿Era consciente de lo que perdería por casarse con ella? estás y otras más preguntas llegaron a su mente por lo que se apresuró a decir:

—Leonardo, no quiero que te sientas obligado a ser el reemplazo de tu hermano, el amor no funciona así, además perderás tu libertad por mi causa y yo no sería capaz de perdonar una infidelidad así no haya amor entre nosotros —comentó tratando de hacerle ver la magnitud de su decisión.

—Estoy muy consciente de todo Sophia, aun así, si tú estás dispuesta seré el novio de esta boda y te prometeré amor y fidelidad para siempre —la sinceridad en las palabras de Leonardo le hicieron sentir a Sophia un gran vacío en el estómago, llevándola a pensar que en realidad él sentía algo por ella.

—Leonardo, tú… tú…

—Te quiero Sophia —respondió incapaz de confesar el profundo amor que sentía por ella.

—Quizá podemos divorciarnos más tarde —dijo al quedarse sin argumentos y aceptando aquella más que descabellada idea.

—Lo haremos cuando tú quieras —aceptó Leonardo, deseando en el fondo de su corazón que ese momento jamás llegara.

Sophia sonrió en medio de su dolor, se ahorraría hoy el mal trago de cancelar su boda, pero ¿Qué sucedería después de decir acepto?

—Vamos a hacerlo y por favor, no te enamores de mí —pidió Sophia sin pensarlo.

—No te preocupes, eso no sucederá.

Por supuesto eso no podía ocurrir, porque Leonardo ya estaba locamente enamorado de ella, tanto que amarla más, era imposible.

—¡No puedo permitir esta burla, Lucca!

Sophia se estremeció al escuchar la voz furiosa de su padre proveniente de la sala, miró con ojos suplicantes a Leonardo, quien le sonrió con ternura.

—Me haré cargo de todo, si no estás de acuerdo con algo solo tienes que mover la cabeza disimuladamente y sabré comprender —susurró mientras bajaban por las escaleras.

—¿Estás seguro de esto, Leonardo? —preguntó insegura.

—Sí.

Sophia asintió confiando en Leonardo, como siempre lo había hecho. Lo que la llevó a pensar, «¿Por qué no se había enamorado de él?»

—¡Leandro no pudo hacer tal cosa! —exclamó Allegra angustiada por Sophia y por su propio hijo. Lucca lo mataría de llegar a ponerle las manos encima y ella misma estaría tentada de darle unas cuantas buenas bofetadas, ella había criado a un hombre responsable y con valores, no un desalmado que dejaba a una mujer embaucada el día de su boda.

—¡Pues lo ha hecho, Allegra! tú hijo ha dejado a mi hija plantada a pocas horas de la boda —Salvatore estaba rojo de la furia y Victoria temía que fuera a darle un infarto ahí mismo. Ella estaba tan indignada como el resto de la familia, pero Leandro no era su mayor preocupación, su hija sí.

—Alguien tendrá que dar la cara a los invitados, darle las gracias por su presencia y anunciar ¡Que no habrá boda! —agregó Salvatore Jr., el hermano de la novia.

—Nadie hará nada —la voz de Sophia se hizo escuchar, mientras su corazón temblaba de miedo por lo que a continuación Leonardo iba a anunciar.

—¿Qué dices hija?

Victoria caminó con premura hacia ella, entendía que estuviera en shock y que posiblemente era la razón por la cual se negaba a cancelar la boda, pero no había otra opción, sin novio no había boda.

—Lo que han escuchado, Sophia y yo vamos a casarnos.

 El silencio reinó en la sala, ninguno de los presentes pudo emitir palabra alguna durante unos largos minutos que fueron eternos para Sophia, hasta que…

—¿Qué diablos significa esto Leonardo? —preguntó Lucca evidentemente alterado.

—Lo que has escuchado papá, no puedo permitir que Sophia pase vergüenza por culpa de mi hermano, voy a casarme con ella, seré el novio sustituto en esta boda —le respondió sin mostrarse nervioso, todo lo contrario, cada una de sus palabras eran tan seguras que Sophia sintió la misma seguridad en su corazón, aunque no lo amaba, lo quería y mucho, eran amigos.

—¡Dios mío! ¡Todo esto es una jodida locura! —exclamó Salvatore mientras se mesó el cabello con las manos en evidente frustración.

—No puedo permitir esto Leonardo, no puedes ser el sustituto de tu hermano, te agradezco el gesto, pero solo alargarías el sufrimiento de mi hija —habló Victoria recuperando la voz.

Sandro y Verónica se miraron y sonrieron con complicidad al recordar que su historia había comenzado exactamente de esa manera.

—No veo cual es el problema —habló el patriarca de los Santoro por primera vez desde que todo el asunto había iniciado.

—¡Papá! —gritó Victoria al escuchar las palabras de su padre.

—Escuchemos a tu padre Victoria —pidió Verónica con seriedad.

—Leonardo sinceramente te agradezco esto que estás haciendo por mi nieta, sin duda eso habla muy bien de ti y de tus padres, pues han educado a un hombre respetable y de honor, no puedo decir lo mismo de tu hermano, pero lo que queda claro es que él ha tomado su decisión independientemente de las enseñanzas de tus padres —hizo una breve pausa —. Si estás dispuesto a casarte con mi nieta, será así, ya pasado un tiempo podrán solicitar el divorcio si no se sienten cómodos el uno con el otro, de momento lo más importante es respetar lo que Sophia quiere hacer y como familia debemos escucharla y apoyarla.

—¡Abuelo, todo esto es un absurdo! —Salvatore Jr. Se sentía enfurecido por el proceder de Leandro y la actitud de Leonardo solo empeoraba el asunto. Su hermana no era una cosa que se tiraba y tomaba cuando los hermanos Giordano quisieran.

—Ya me has escuchado Salvatore, se hará lo que tu hermana decida que se haga. ¿Quién eres tú para interponerte en su deseo? —cuestionó con seriedad Alessandro.

Salvatore se tragó su enojo y volteó su rostro hacia otro lado con evidente enfado, pues nunca le había llevado la contraria a su abuelo en todos sus años de vida.

—Entonces… ¿Te casarás? —preguntó Alessandro a su nieta, mientras todos los presentes aguardaban expectantes la respuesta de Sophia.

Victoria esperaba que su hija se negara a este absurdo, mientras Allegra negaba con un movimiento de cabeza, no podía creer que sus hijos estuvieran a punto de repetir su historia.

Sophia los miró a todos, jamás creyó que el mejor día de su vida se convertiría en esto, si no fuera por Leandro, ella habría sido la mujer más feliz del mundo, pero el muy cobarde había decidido escapar sin importarle nada más, ¿qué razón tenía para continuar amándolo o serle fiel? Y sin pensarlo respondió:

—Sí, voy a casarme con Leonardo.

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