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Novio sustituto

Capítulo 3: Boda

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Las familias volvieron a guardar silencio ante la afirmación de Sophia, mientras que el corazón de Leonardo latió fuerte dentro de su pecho, como si fuese un semental a pleno galope.

—Sigo pensando que esto es una locura —habló Salvatore Jr., ante el silencio de los demás en la sala.

He tomado una decisión Salvatore y espero contar con tu apoyo, como siempre, ahora si me disculpan debo vestirme para la ocasión.

Sophia salió fingiendo una seguridad que estaba lejos de sentir, su corazón dolía por la traición sufrida y su cuerpo temblaba por lo que estaba a punto de hacer. Leonardo no era un mal hombre, todo lo contrario. Era puro amor y hoy lo demostraba una vez más al sacrificar su libertad por su hermano.

Negó mientras llegaba a su habitación, para poder vestirse. El sonido de un par de tacones le anunciaba que no estaría sola para poder arrepentirse, o para insistir y hacerle arrepentir de su decisión.

—¡No puedes hacer esto hija!, tú no estás enamorada de Leonardo, ¿eres siquiera consciente del daño que pueden causarse? ¡Han sido amigos toda una vida! ¡¿cómo dormirás con él, si no lo amas?! —cuestionó Victoria, tratando de hacerle cambiar de opinión a su hija.

Sophia ni siquiera había pensado en eso, desde que Leonardo le hiciera la propuesta y se ofreciera a ser el novio sustituto de la boda, solo había podido pensar en la posibilidad de negarse o de aceptar tan descabellada idea.

Mientras ella cavilaba y pensaba en una respuesta para darle a su madre. Allegra se paseaba en la habitación de Leonardo con el rostro enojado por la locura que su hijo estaba a punto de hacer.

—¡No puedo permitir que hagas esto hijo! —expresó deteniéndose frente a él, quien se acomodaba la pajarita del traje de novio.

—Lo he decidido mamá y no voy a dar marcha atrás —respondió con una seguridad que, Allegra jamás había visto en su hijo.

—¡Es la novia de tu hermano! —gritó como último recurso para hacerlo entrar en razón.

—Es la ex novia de mi hermano, Leandro no tiene sentimientos por ella, o de lo contrario no la habría engañado quien sabe Dios con quien y mucho menos la hubiese dejado plantada a pocas horas de la boda. ¡Es un cobarde!

Allegra apretó sus manos en dos puños, no podía defender a Leandro después de lo que había hecho, ella misma estaba indignada y le caería a golpes si llegara a presentarse frente a ella, pero esto que discutía con Leonardo era otra situación, mucho más delicada.

—Es tu vida y tus sueños los que se verán afectados con tu decisión Leonardo, ¿qué sucederá si te enamoras de otra mujer? ¿Le serás infiel a Sophia? ¿La dejarás sola? —cuestionó sentándose sobre la silla vacía, llevando sus manos a su rostro para tratar de calmar su llanto que se desbordaba por sus mejillas.

—Eso no sucederá mamá, puedes estar segura que no estoy sacrificando nada, todo lo contrario, y aunque lo que te voy a decir puede cambiar el concepto que tienes de mí, aun así, te lo diré —cerró los ojos e hizo una breve pausa antes de continuar —. Estoy enamorado de Sophia desde hace muchos años.

Allegra levantó el rostro para ver a su hijo, estaba espantada de la situación.

—¡¿Quéee?! —gritó incorporándose como si un resorte la impulsara fuera de la silla.

—No voy a mentirte mamá, me enamoré de ella desde que era prácticamente una niña, pero callé mis sentimientos, y por mucho tiempo me sentí como un desalmado por desear a la mujer de mi hermano, pero esto es diferente, no lo estoy haciendo por egoísmo o por querer arrebatarle a mi hermano la felicidad —Leonardo caminó para acercarse a su madre —. Lo hago porque él no la ama, y porque está, no solamente es mi oportunidad de conquistarla, sino también de salvar su honor, soy un Giordano mamá y como tal voy a evitar que Sophia pase esta humillación y se convierta en la burla de la sociedad, así ella no me ame jamás —sentenció.

 Allegra estaba impactada con la confesión de su hijo, pero sobre todo su decisión de ayudar a Sophia y correr el riesgo de que ella no se enamorara de él.

—Supongo que nada de lo que te diga te hará desistir de casarte con ella —dijo en tono resignado—. Solo espero que ninguno de ustedes sufra con esta decisión tomada —añadió antes de levantar las manos para arreglar la pajarita.

Leonardo tomó las manos de su madre entre las suyas y las llevó hasta sus labios donde depositó un beso en cada una de ellas antes de sonreírle con ternura.

—Trataré de conquistar su corazón y de hacerla feliz, pero si no llego a lograrlo, te aseguro que renunciaré y dejaré que ella busque su propia felicidad —prometió y Allegra le creyó conocía muy bien a su hijo para saber que era un hombre de palabra.

Minutos más tarde Leonardo bajó acompañado de su madre, para salir a la iglesia, había logrado que su primo hiciera los cambios respectivos de nombres, conocía la historia de sus padres y no quería repetirla.

Lucca observó a Leonardo con orgullo, pues solo un verdadero caballero haría lo que él estaba a punto de hacer para salvaguardar el nombre de Sophia y el de su propia familia después de la canallada que Leandro había cometido.

—En un principio esto me pareció un completo absurdo, pero no sabes cuan agradecido estoy contigo por esto que harás. No tendría cara para volver a ver a las familias involucradas si no fuera por ti —expresó conmovido y ajeno a los sentimientos que Leonardo albergaba en su corazón por Sophia.

—Es hora de irnos —manifestó Leonardo sintiéndose incómodo al no confesarle también a su padre la verdad.

Entretanto Sophia se miró una vez mas en el espejo, su vestido se adhería perfectamente a su cuerpo, el velo cubría su rostro delicadamente maquillado, para cubrir el rastro de su llanto de horas atrás.

—Aun puedes arrepentirte cariño.

Sophia se giró al escuchar las palabras de su padre.

—No voy a hacerle a Leonardo lo que Leandro hizo conmigo, soy una mujer de palabra —declaró con seguridad.

—No te sientas obligada hija…

—Te amo papá, pero te pido que respetes mi decisión —pidió con una ligera sonrisa que no llegó a iluminar sus ojos.

Salvatore sonrió sin alegría y extendió su brazo para que ella pudiera tomarlo y salir de la habitación para asistir a la iglesia.

Minutos más tarde, el auto estacionó frente a la Catedral de San José, el primero en descender del auto fue Salvatore quien extendió su mano para ayudar a Sophia a bajar, mientras Victoria se hacía cargo de acomodar el vestido y el velo.

—¿Segura? —preguntó Victoria una vez más, esperando que esta vez su hija desistiera.

—Sí.

Sophia no añadió nada mas, observó la decoración de la iglesia desde afuera, pero no prestó mucha atención. Buscó con la mirada a su familia reunida, amigos y socios de sus padres que no conocía, hasta que su vista se posó sobre la figura de su prima Isabelle quien apartó la mirada tan pronto como ella le sonrió.

—¿Hija?

Sophia miró a su padre que le extendía el brazo, caminó hacia el altar cuando la marcha nupcial se escuchó, el cuerpo le temblaba y cada paso que dio en dirección de Leonardo hacía a su corazón estremecerse. Mas no apartó la mirada de Leonardo, «Leonardo» le gritó su conciencia para no hacerse ilusiones, Leandro simplemente se había marchado.

Leonardo sonrió al verla llegar, como todo un caballero le extendió la mano la cual Sophia tomó y ante la mirada de todos los presentes le dejó un tierno beso sobre los nudillos que provocó sorpresa en la novia.

El sacerdote dio la bienvenida y el anuncio de la unión que se llevaría a cabo en esos instantes, Sophia no sabía si los invitados o sus conocidos fueran conscientes del cambio en el nombre del novio, no quiso prestar atención, o no tendría el valor para continuar. Se concentró en la celebración.

—El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.

Las palabras del sacerdote continuaron, mientras que los presentes escuchaban atentos. Sophia dio un pequeño brinco al sentir la presión de la mano de Leonardo sobre sus dedos.

—Por favor, digan sus votos —pidió con amabilidad, mientras ellos se ponían de pie.

—Yo, Leonardo Giordano Ferrer, te recibo a ti, Sophia Victoria Rinaldi Santoro, como esposa y me entrego a ti y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

Sophia tragó el nudo que se había formado en su garganta al escuchar las palabras de Leonardo, cerró los ojos brevemente antes de decir sus propios votos.

—Yo, Sophia Victoria Rinaldi Santoro, te recibo a ti, Le- Leonardo Giordano Ferrer—hizo una breve pausa para coger aire—, como esposo y me entrego a ti y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

El corazón de Leonardo latió fuerte dentro de su pecho al escuchar la aceptación de Sophia, sonrió sin poder evitarlo.

—Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia —anunció el sacerdote.

Sophia se estremeció al escuchar las palabras del religioso, su piel se erizó bajo su vestido de novia, cuando Leonardo levantó el velo para descubrir su rostro. Sus miradas se encontraron y como si todo sucediera en cámara lenta, los labios de Leonardo descendieron sobre los labios de Sophia quien cerró los ojos e involuntariamente abrió los labios para recibirlo.

Sophia Victoria no estaba preparada para el escalofrío que ese beso hizo sentir a su cuerpo y mucho menos para frenar los latidos acelerados que su corazón sintió, al sentir la mano de Leonardo aferrándose a su cintura.

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