
Froto mis sienes en busca de alivio, el día fue una completa mierda y aún no acaba. Debo pasar a la que era mi casa para recoger cosas que necesito.
No quiero toparme con Elsa pero necesito ir y terminar con esto de una buena vez. Por suerte todo en mi nuevo lugar esta listo, puedo relajarme por ese lado.
―¿Te quedas? –cuestiona Olga.
―No, ya me voy. Debo recoger unas cosas en casa de Elsa.
―¿Quieres que te ayude?
―No, yo puedo con eso.
―Bien, nos vemos mañana.
―Hasta mañana.
Tomo mis cosas y cierro la puerta de mi oficina, camino por los pasillos que ahora están tranquilos. Bajo hasta el estacionamiento y busco mi coche, hago todo tan automáticamente que apenas me doy cuenta que he llegado. Dudo en bajar de mi auto y entrar, no sé como voy a encontrar a Elsa.
Tomo un gran respiro y lo hago, camino hasta la puerta y saco mis llaves, espero que no haya cambiado la chapa. Por suerte la llave abre y puedo entrar.
―¿Elsa?
Camino buscándola pero no hay señales de ella. La casa esta recogida, no hay platos sucios, basura o botellas. La luz de la contestadora parpadea, sin pensarlo presiono el botón.
“Hola Elsa, soy Eli, supe que regresaste al trabajo, estoy de viaje con mamá pero cuando vuelva quiero verte, te extraño mucho”
¿Eli? ¿Quién carajos es Eli? Camino hasta la habitación y tomo papeles y cosas que necesito llevarme, encuentro una foto, ahí estamos los tres, la mujer de mi vida y nuestro pequeño guerrero. Siento el corazón partirse en dos. Odio esa noche, me odio por no poder hacer nada.
―¿Qué haces aquí?
Me giro para verla, confieso que me sorprende verla así, peinada, maquillada, bien vestida. Se ve hermosa.
―Vine por unos papeles.
―¿Y los encontraste?
―Sí, los encontré.
―Entonces vete Elías.
―¿Quién es Eli? –cuestiono.
―Mi hermana. –responde fríamente.
―No sabía que tenías hermanas, es ridículo.
―Es media hermana por parte de mi padre, su madre y la mía no nos dejaban vernos, pero eso no nos impidió estar comunicadas.
―Nunca la mencionaste.
―No tenía porque Elías. Es mi vida.
Noto que se pone incómodo y trato de cambiar de tema aunque me intriga el por qué nunca la mencionó.
―Te ves hermosa Elsa, me alegra que estes de vuelta en el trabajo.
―Si claro, dejaré de ser una carga para ti. –responde con rabia.
―Nunca dije eso, te amo Elsa, eres mi vida entera.
―Pues tú dejaste de ser la mía.
―No nos hagas esto.
―¿Yo? ¿Me pides que yo no nos haga esto? ¡Idiota! Esto acabó por tu culpa.
―Sé que soy culpable, lo admití desde siempre, creí que estaríamos juntos superandolo.
―Esas cosas nunca se superan, esas cosas siempre duelen. ¿Cómo llamas a alguien que perdió a sus padres? –cuestiona.
―Huérfanos.
―¿Cómo llamas a alguien que perdió a su hijo? –susurra–. ¿Acaso tiene nombre? Claro que no, ¿sabes por qué? Por qué algo tan doloroso no puede tener nombre. Ahora si encontraste lo que querías es mejor que te vayas. Tu presencia me hace mal.
―¡Eres mi esposa!
―No, no lo soy. No hay anillo, no hay papeles, no somos nada más que dos personas que compartieron a alguien que ya no está. Tuvimos un hijo Elías, eso era lo único que teníamos en común, ahora que se fue, nada nos une.
Sus palabras se clavan en mi como agujas, hiriendo y calando en lo profundo de mi pecho. Sin querer decir más tomo mis cosas y salgo de ahí. Duele, duele mucho todo lo que pasó, cometí errores eso lo sé, pero no era mi intención. Yo amaba a mi hijo, era lo mejor de la vida, no fue mi intención, nunca lo fue.