Una vez afuera me recargo en la pared y dejo salir un hondo suspiro, al tiempo que cierro los ojos por un momento.
—¿Estás bien? ¿Te duele algo? —inquiere Fiară con preocupación levantando mi barbilla y mirándome fijamente.
Guardo silencio unos instantes y cuando siento que mi entereza no va a flaquear respondo.
—Estoy bien, solo un poco cansada por todo lo que ha sucedido en estos últimos días, así que no te preocupes, no es nada que una buena noche de sueño reparador no solucione —pierdo contacto visual con él y cambio la expresión de mi rostro para no preocuparlo, ¿cómo decirle que lo que me duele es el alma? Y ese dolor nunca podrá desaparecer hasta el día en que muera o cobre mi venganza—. Muéstrame dónde están esos infelices —le pido haciendo a un lado mi dolor y dejando a la superficie esa máscara de frialdad que tanto me caracteriza.
—Están un piso más arriba —comenta derrotado al ver que de mi boca no volverá a escuchar una palabra de sufrimiento.
Subimos al siguiente nivel donde se encuentran más de nuestros hombres y cuando llegamos a la habitación, donde permanecen los tres infelices que intentaron asesinarme hace unas horas, pido que nos dejen a solas.
—Creo que últimamente todos se sienten con las suficientes pelotas como para intentar asesinarme —les comento entrecerrando mis ojos y sonriéndoles amablemente—, puede que si son capaces de saciar un poco mi curiosidad sea benevolente y los deje vivir, solo tal vez.
—No somos tan imbéciles como para caer en tu trampa —responde uno de ellos.
—Difiero contigo, a mi parecer son bastante imbéciles al pensar que podrían intentar asesinarme y que no les haría pagar por ello, dado que gracias a su estúpido acto de, ¿cómo podríamos llamarlo? —medito—, ¿heroísmo?, ¿suicidio? Dejaron una horrible marca en mi pierna y, por lo tanto, sufrirán más para morir que el estúpido de Viktor y su familia.
—Yo opino que más que Danko y Terek muñeca —menciona Ben con una cruel sonrisa dejando al descubierto sus dientes.
—¡Cierto! Me había olvidado de que esos dos idiotas murieron repentinamente hoy por la tarde, fue muy lamentable su partida, aunque bueno nadie los va a extrañar —comento con una ligera mueca—, les preguntaré por turnos —miro a los tres hombres y mi mirada se centra en el que parece ser el líder—: ¿con quién se estuvo reuniendo Viktor hace meses?
—No te pienso decir nada, veo que Viktor tenía razón, eres una pobre estúpida si piensas que te diremos algo, antes muerto que traicionar mis principios —escupe sus palabras, al instante Ben toma el látigo que nuestros hombres le entregaron antes de desaparecer por esa puerta, levanta su brazo y literal le parte la mejilla por la mitad.
Después de varios intentos fallidos, el infeliz sigue negándose a hablar, por lo que le pido a Ben que se haga a un lado y sin una pizca de remordimiento lo mando con el creador.
Cuando vemos que ninguno de esos infelices dirá ni una sola palabra, termino aún más frustrada de lo que ya me encuentro, salgo de la habitación donde permanecen sus cuerpos sin vida y bajo hasta donde me esperan mis hombres.
—Con Jereni ya saben qué hacer y en cuanto a los cuerpos de esos tipos quiero que se deshagan de ellos como si nunca hubiesen existido, también busquen si tienen familia y quiero que los vigilen, ante cualquier movimiento extraño háganselo saber a Fiară, él sabrá qué hacer con ellos. Quiero que dejen este lugar tan limpio que nadie se dé cuenta de lo que sucedió aquí, ¿entendieron? —inquiero caminando hacia la salida.
—No se preocupe, jefa, este sitio quedará tan limpio que nadie lo relacionará con nosotros.
—Eso espero —sentencio con frialdad.
—Es obvio que esos desgraciados están protegiendo a alguien importante —comenta Ben en cuanto subimos a la camioneta.
—¿La cuestión es a quién? El Coronel Pavlov ya no es un problema y Pyotr Orlov es otro que muy pronto le hará compañía.
—No lo sé muñeca, pero puede que tenga relación con lo que te…
—Ahora no quiero recordar eso Ben, de momento quiero que planeemos la mejor forma de lograr que El gran Pyo acepte tener una cena de negocios con nosotros.
—Lo he estado pensando y sería bueno hablar con él sobre el negocio de trata de blancas, antes de que decidas meterme una bala, déjame decirte que solo le haremos creer que estamos interesados; sé que tú nunca podrías entrar en ese tipo de negocio y yo te apoyaré hasta el final —se explica Ben levantando las manos en un intento por frenar el golpe que estaba por darle en la mandíbula.
—¡Lo siento Ben! —me disculpo un tanto avergonzada—, sabes que soy un poco susceptible con ese tema —comento bajando mi mano—. En ese caso organiza todo
—Lo sé muñeca y yo nunca podría hacer algo que te lastime de esa manera, confía en mí —me pide tomando mi barbilla con su enorme mano.
—Confío en ti, lo sabes de sobra, tanto que sé que mi vida a tu lado nunca peligraría, es únicamente que todo lo que ha sucedido me tiene un poco ansiosa —le confieso después de tragar el nudo que se ha formado en mi garganta.
—Te entiendo, pero confía en que lograremos nuestro objetivo, hemos aguardado todos estos años, así que podemos esperar unos cuantos meses más y sabemos que la recompensa valdrá la pena.
—Por cierto, quiero que les informes a todas las mujeres del servicio lo que sucedió con Jereni —le pido después de unos segundos de silencio.
—¿Con qué fin? —inquiere con el ceño fruncido.
—Para que les quede claro y como una advertencia de que la siguiente que intente pasarse de lista, esté consciente de que lo que le sucedió a Jereni solo fue un juego de niños, con lo que podrá sufrir por su traición, no pienso volver a tolerarlo —comento recargándome en el asiento.
—Les haré llegar tus palabras.
Después de un largo viaje al fin puedo subir a mi habitación donde ya me está esperando mi nana dando vueltas como si fuese un león enjaulado.
—¿Qué te sucede nana? —inquiero cerrando la puerta detrás de mí.
—¡Por Dios, mi niña! —grita antes de pararse frente a mí y apresarme entre esos cálidos brazos que tantas noches me colmaron de consuelo.
—¡Estoy bien! —expreso tratando de alejarme de ella.
—Nada de que estás bien, vi tu ropa llena de sangre —me recrimina apretándome más fuerte contra su pecho.
—No me paso nada, pero si tú continúas así moriré por asfixia —le comento y al instante siento como mis pulmones comienzan a llenarse de oxígeno cuando sus brazos aflojan su agarre.
—¡Anastasia Gerasimova! Es la última vez que te solapo que salgas sin tus escoltas, la próxima vez soy capaz de subirte hasta tu habitación, así sea jalándote de la oreja —me regaña rompiendo en llanto—, no sabes lo que sentí cuando llegaron esos hombres a la mansión con la firme intención de asesinarte, di gracias de que no estuvieses en ese instante, pero cuando llegue aquí y vi tu ropa llena de sangre, pensé que…
—¡Tranquila nana! Estoy bien, solo fue algo superficial, además un hombre me salvo —comento acariciando su espalda.
—¿Quién era ese hombre? —inquiere alejándome de su cuerpo y limpiando sus lágrimas.
—Únicamente sé que se llama Damien, pero gracias a él estoy viva, aunque quisiera seguir platicando contigo, créeme que deseo descansar, ha sido un día realmente largo y difícil.
—Lo sé mi niña, pero quería comprobar por mí misma que estabas bien. Nunca pensé que alguien cercano podría traicionarnos, hasta que se llevaron a Jereni me di cuenta de que ella fue la responsable, después de todo lo que tú hiciste por ella.
—Hay personas que no saben ser agradecidas nana, pero Jereni no volverá a poner en peligro nuestras vidas, así que quiero que tú también te vayas a descansar —le pido dándole un pequeño beso en la mejilla.
—Está bien mi niña, pero sabes que cualquier cosa que necesites estoy aquí cerca.
—Lo sé nana, pero en verdad necesitas descansar, a las dos nos hará bien —me da un beso en la frente seguido de un rápido abrazo y después sale de mi habitación.
Me dejo caer en la cama y observo el techo con nostalgia recordando cómo ha cambiado mi vida a lo largo de todos estos años, ¿qué habría sucedido sí hubiese muerto esa fría noche de invierno? Es una pregunta que siempre ronda mi mente y de la cual nunca podré obtener respuesta.
Siento como unas cálidas lágrimas ruedan por mis mejillas hasta desaparecer en el nacimiento de mi cabello, después de unos segundos donde me permito ser de nuevo esa chiquilla, limpio las gotas que aún penden de mis pestañas y entierro en el fondo de mi corazón todo ese dolor, tomo mi ropa de cama y antes de dormir comienzo a planear mis siguientes movimientos.
[…]
Los siguientes días pasan sin ninguna novedad, algo que sé no durará por mucho tiempo y justo como por obra del destino, estoy terminando de colocarme mis pendientes cuando Ben toca a la puerta de mi habitación.
—Muñeca, ¿puedo pasar?
—¡Adelante Ben! —respondo lanzándome una última mirada en el espejo—. ¿Qué sucede? —inquiero en cuanto me percato de que su semblante no es el mismo de siempre.
—Tengo malas noticias —responde chasqueando la lengua.
—¿Ahora que sucedió?
—¿Recuerdas a los hombres que siguieron al sospechoso que se reunió con Danko y Terek? —asiento ante su pregunta por lo que prosigue—, encontraron sus cuerpos en Kaluga a las orillas del río Oká.
—¿A todos? —inquiero sin poder creerlo.
—Sí, eran veinte de nuestros mejores hombres —me confiesa bajando los hombros, un tanto derrotado, por qué sé que en el fondo le duele cada que uno de los nuestros muere.
—¡Esos hijos de perra! —grito y sin poder contenerme, tomo el perfume de mi tocador y lo lanzo contra el espejo haciendo que miles de cristales vuelen por el aire.
—¡No hagas eso, Ana! —me reprende Ben jalando mi brazo, al tiempo que me gira para cubrirme con su enorme cuerpo—, te podrías haber lastimado.
—¡Con un demonio Ben! Lo que menos me importa ahora es ese maldito espejo, estoy furiosa, esos desgraciados se atrevieron a asesinar a mis hombres, se consideran muy valientes como para desafiarme —respondo aún con el rostro en su pecho.
Después de unos segundos me suelta y observa todo el desastre que cause en mi habitación.
—Les pediré que vengan a limpiar.
—Eso puede esperar, lo que quiero es que busquemos más hombres.
—Pero será peligroso, se podrían enterar de que estamos reclutando y mandarnos a algún traidor, no quiero que vuelva a suceder lo mismo de Viktor.
—Eso no será posible.
—Por Dios Ana, eso ni tú te lo crees —me interrumpe con un bramido.
—No me has dejado explicarte lo que haremos, es obvio que no podemos confiar en los hombres de aquí, esos por unos cuantos rublos son capaces de vender a su madre.
—¿Entonces dónde los conseguiremos?
—Viajaremos a Italia, ahí podremos reclutar unos cuantos hombres, ellos lo pidieron así. Asesinaron a mis hombres de forma que la guerra ha comenzado, además, de que deseo hacerle una visita a nuestro escurridizo amigo, él muy imbécil se niega en cooperar con nosotros; por más que he intentado convencerlo, sigue con lo mismo y ya no responde a mis llamadas.
—Ese otro desgraciado tal parece que no sabe que cuando La muñeca quiere algo lo consigue así sea por la fuerza.
—Tú y yo viajaremos a Italia, pero antes quiero que investigues a ese hombre, todos sus sucios secretos, hasta el más mínimo detalle nos puede servir en el futuro para que si se niega a cooperar con nosotros se atenga a las consecuencias.
—Perfecto muñeca, déjalo en mis manos, en cuanto tenga la información sobre ese hombre te lo haré saber.

2 respuestas a «🔒 7. La guerra ha comenzado»
Ana es de armas tomar, no le tiembla el pulso. Que será lo que le ocurrió de niña?
Sí, es una mujer bastante fuerte y sanguinaria 😳