Anastasia
—A veces aún recuerdo cada detalle de lo que sucedió ese día y siempre me causa el mismo dolor y sufrimiento, es una pesadilla constante de la cual no puedo salir, mientras que otras veces es como si tuviese un velo que cubre mis ojos y solo puedo recordar unos cuantos fragmentos —comento pasando de largo y evitando mirar a Damien a la cara.
»Cuando mis padres me vendieron a ese burdel, yo no sabía lo que sucedía, estaba tan temerosa que no quería despegarme de mi madre, bueno, si es que se le puede llamar de esa forma a la mujer que te trajo a la vida, pero que también hizo de tu vida un infierno solo por unas cuantas monedas. Ni los animales son capaces de eso con sus crías, muchos de ellos dan su vida, en cambio, a mí me sacrificaron como un vil trozo de carne.
Flashback
—¿Ea este virgină (es virgen)? —inquiere la mujer mirándome de arriba abajo como si fuese un vil objeto.
—Sí, aún lo es.
—Es demasiado joven, su cuerpo aún no se desarrolla como debería —comenta la mujer—, bueno, no importa, me parece que con unos cuantos arreglos se verá más grande de lo que es, además, al ser virgină los hombres pagaran más por ella.
En cuanto mis padres escuchan esto su semblante cambia drásticamente, mi madre me separa a la fuerza de ella y me mira sin remordimiento por lo que están por hacer.
—De ahora en adelante te quedarás aquí Fedora, este lugar será tu hogar desde hoy —comenta mi madre con una mueca de desagrado en su rostro.
—Yo… no quiero quedarme aquí —le suplico mirando todo a mi alrededor con cierto temor.
—No te estamos preguntando Fedora, por lo menos para algo serviste, ya que durante todos estos años solo fuiste una carga para nosotros, es justo que pagues, por ello —comenta mi padre.
—¿Cerramos el trato? —inquiere la mujer con una amplia sonrisa en su rostro.
—Sí, esperamos que el dinero que nos dé por ella sea realmente alto, véala bien, es demasiado hermosa y cuando sea mayor lo será más, una belleza como esta no podrá encontrarla en cualquier lado —insiste mi madre.
—De eso no me cabe la menor duda, en ese caso síganme y tu querido cocon (capullo) por tu propio bien, espero que no me des problemas o de lo contrario la pasarás muy mal —le hace una seña a alguien y sin darme cuenta una mujer me toma bruscamente del brazo para después arrastrarme hasta el piso superior de este asqueroso lugar.
—Como te dijo Deniska debes de comportarte a la altura, esta será tu habitación —me informa abriendo una puerta—, toma un baño y en cuanto termines te estaré esperando aquí, hoy mismo comienzas, así que date prisa.
—¿C-cómo? ¿A qué se refiere? —pregunto con la voz entrecortada.
—Date el maldito baño y no te tardes, no me gusta golpear la mercancía, eso podría hacer que paguen menos por ti —me amenaza acercando su rostro al mío de tal forma que puedo ver las cicatrices que surcan su piel.
Me avienta dentro de la habitación y cierra la puerta de golpe, me encamino a la otra puerta y la abro encontrándome con un pequeño baño, tomo una ducha rápida dejando que la lluvia artificial se lleve mis lágrimas y cuando siento que en cualquier momento puede regresar esa mujer y sacarme a la fuerza, cierro el grifo y me envuelvo una toalla alrededor de mi cuerpo.
Cuando salgo ya me está esperando y la mirada que me lanza me paraliza, haciéndome temblar al instante.
—¡Date prisa! —me ordena—, no tenemos todo el día, te pondrás esto.
Me lanza un vestido tan ceñido al cuerpo que estoy segura de que no podré respirar con normalidad, junto a este veo un conjunto de ropa interior tan provocativo que no me creo capaz de poder usarlo, los tomo con manos temblorosas y comienzo a vestirme bajo su atenta mirada.
—¡Siéntate aquí! Voy a maquillarte para tratar de ocultar esas enormes bolsas que se formaron debajo de tus ojos.
Hago lo que me pide y dejo que haga con mi rostro lo que se le dé la gana, cuando al fin termina me gira para quedar de frente al espejo y lo que veo me deja horrorizada, no me parezco en nada a la Fedora que he visto a lo largo de todos estos años.
—Hice lo que pude, eres hermosa, sí, pero tuve que hacerte ciertos arreglos para que parezcas más grande de lo que eres.
—Y-yo no quiero trabajar aquí —le suplico y al instante mis ojos comienzan a aguadarse.
—¡Con un demonio! ¡No llores! —me grita levantando su mano y jalándome de mi brazo hasta hacer que me ponga de pie—. Ponte esos zapatos.
Hago lo que me pide y bajamos sin perder tiempo, no sé cuánto tiempo pasamos arriba, pero lo que veo ahora no se parece en nada a lo que vi cuando llegué con mis padres.
—Ya está lista Deniska.
—Es perfecta —alaba con una sonrisa—, estás de suerte cocon, han llegado unos clientes muy especiales y justo te adecuas a sus gustos.
—¿Piensas llevarla con ellos? —inquiere atónita la otra mujer.
—Sí, creo que se darán un gran festín con ella.
—Pero…
—Pero nada Zoa, sabes que son unos clientes muy exigentes y justo hoy que vinieron no puedo dejar de presentarles mi nueva adquisición.
—Creo que primero deberíamos de entrenarla un poco.
—¡Tonterías! Vamos cocon, no tengo tu tiempo —comenta dirigiéndose a mí.
Me toma del brazo y me lleva hasta un gran salón, pasamos entre la gente y cuando llegamos a una enorme puerta de madera les indica a los hombres que están custodiándola que abran.
—Les he traído lo que han pedido —informa la mujer a los cinco hombres que se encuentran sentados en unos mullidos sofás.
—Esta vez te luciste Deniska, es hermosa —exclama uno de ellos relamiéndose los labios de forma tan grotesca que siento arcadas.
—Más te vale que los trates bien, de lo contrario la golpiza que te espera te dejará en cama por días —me informa la tal Deniska antes de dejarme con esos hombres.
—¿Cómo te llamas preciosa? —inquiere uno de los hombres acercándose hasta donde me encuentro y pasando sus brazos por mis hombros—, hueles delicioso, preciosa —comenta después de tomar un mechón de mi cabello y llevarlo hasta su nariz.
—Fedora Matveyeva, pero p-por favor suélteme —le pido con la voz entrecortada.
—¡Shh, princesa! Te aseguro que no te pasará nada malo, por el contrario, vas a disfrutar como nunca —comenta al tiempo que me avienta sobre uno de los sillones haciendo que los otros hombres suelten una enorme carcajada que resuena por todo el lugar.
—No seas tan rudo con ella Pyotr —dice riendo otro de ellos y la mirada que me lanza me hace temblar de la cabeza a los pies—, creo que por ser el cumpleañero merezco probarla primero, ¿no creen?
—Solo por esta vez Vladímir, pero el siguiente seré yo —responde otro de ellos.
El hombre que dijo ser el cumpleañero se acerca a paso lento y con el temor de que me haga algo malo tomo la botella que reposa en la mesita, la golpeo con la orilla de ésta y cuando la rompo amenazo al hombre.
—N-no se le ocurra acercarse —le digo sosteniendo la botella.
—Deja eso preciosa, no querrás lastimarte —se vuelve a acercar y cuando trato de darle un golpe con ella el tipo lanza un grito de dolor debido a que esta le hizo un corte un tanto profundo en la parte interna de su brazo izquierdo—. ¡Maldita perra! Si antes pensaba ser amable, ahora será peor para ti.
Sin poder esquivarlo levanta su brazo ileso y me arrebata la botella al tiempo que me da un fuerte puñetazo en la cara, mi vista se oscurece y al instante siento como posa su peso sobre mí, para después dar comienzo a mi maldito infierno en vida.
Fin de flashback
—Tu tío fue el primero en destrozarme, su cara denotaba cuanto disfrutaba de hacer eso, por lo que se veía que no era la primera vez que hacía algo semejante. ¿Sabes?, durante todo ese tiempo, el cual se me hizo eterno, suplicaba en mi interior por qué mis padres se arrepintiesen y volviesen por mí, que me salvarán de las garras de esos desgraciados, pero mis súplicas fueron en vano.
»A la fecha cierro mis ojos y siento su asqueroso aliento inundando mi olfato, creo que por más que lo intenté nunca podré olvidarlo, ni después de asesinar a tu tío mis pesadillas han desaparecido, así que, sí Damien, como puedes ver no me arrepiento y si tuviese la oportunidad de hacerlo lo haría nuevamente sin dudarlo ni un segundo. Creo firmemente que era el final que merecían después de todo el daño que provocaron —le confieso mirándolo a los ojos sin remordimiento alguno.
—Yo no sabía nada de esto —se excusa bajando la mirada.
—Tú no sabes… —trago el nudo que se ha formado en mi garganta e intento continuar—, tú no sabes nada, al igual que el resto de las personas que me han juzgado, no saben cómo me sentí después de aquello, el asco que me daba mirarme al espejo y sentirme culpable por lo que me sucedió —confieso temblando de rabia—. Cada día que pasaba me odiaba por seguir viva y más odiaba a Konstantin por arrebatarme de las garras de la muerte, tú no sabes cuantas veces lo maldije por prolongar mi agonía, sin embargo, ese hombre por más cruel que fuese con los demás fue el único que me brindo más amor del que alguna vez imaginé que podría recibir.
»Algunas veces me encerraba en mi habitación y lloraba detrás de mi puerta presa de mis propios demonios, pero ¿sabes qué hacía Konstantin, aunque lo más justo es decir qué hacía mi padre? —guardo silencio unos segundos y dado que no responde prosigo con mi relato—: se sentaba detrás de mi puerta y me consolaba, me anima a seguir adelante, me decía «Ana no puedes ser débil, se lo mereces a esa pequeña que aún yace en el fondo de ti, debes de salir adelante y vengarte de esos hombres, tal vez eso no te dará la paz que necesites, pero por lo menos salvarás a otras chicas de que sufran el mismo destino que tú».
»Cuando me dijo esas últimas palabras fue que tomé la decisión de vengarme de ellos, cazarlos uno por uno y hacerlos sufrir de tal forma que recordarán hasta su último respiro todas las atrocidades que hicieron —siseo con frialdad—. Lamentablemente, mis verdaderos padres no pudieron ser castigados por mi propia mano, murieron pocos meses después de que me vendieron, debido a que su ambición fue más grande, huyeron con todo el dinero que ganaron por venderme a aquel asqueroso lugar.
»Pensaron que podrían burlarse de sus acreedores y huir como si no les debiesen nada, por lo que puedes ver eran realmente estúpidos, pero que se podía esperar de seres tan despreciables que son capaces de canjear a su hija, sangre de su sangre, solo por un montón de billetes. ¿Ahora comprendes por qué soy así? ¿No piensas decir nada? —insisto conteniendo mis ganas de romper en llanto.
—Yo no…
—¡Deja de repetir lo mismo! —grito exasperada—, antes de juzgar a alguien como tú lo hiciste conmigo, Damien, deberías de conocer la razón de los demonios internos que cada uno guarda en su interior. Aunque claro, eso es algo que tú nunca podrás comprender, no sabes que se siente que tus padres te hagan lo que los míos a mí, que se siente ser ultrajado de tal forma que con cada maldito segundo de agonía desees morir para que de esa forma se acabe tu sufrimiento, tú… simplemente no sabes nada —sollozo limpiando la lágrima que rueda por mi mejilla.
Antes de que Damien pueda decir algo para defenderse aparece Ben y con un pequeño movimiento de su cabeza sé que es momento de marcharnos.
