Damien
Tomo las llaves de mi auto para salir con rumbo al cuartel y justo cuando cierro la puerta de mi casa, escucho que alguien grita mi nombre, me giro y veo la cara angustiada de Yasha que corre hacia mí.
—Qué bueno que te encuentro, te estuve llamando desde hace una hora, pero nunca tomaste mi llamada —me recrimina poniendo su mano en su pecho en un intento por respirar con normalidad.
—¡Lo siento! Ayer terminé sin batería y me olvidé de encenderlo, pero dime, ¿qué sucede? Te noto un poco extraña.
—El General Kazakov nos ordenó dirigirnos al zoológico Novosibirsk.
—¿Por qué? —inquiero confundido.
—Esta mañana encontraron el cuerpo del Primer Ministro, Stanislav Yershov —responde después de guardar silencio por algunos segundos.
—¿Cómo que su cuerpo?, ¿qué hacía allí?, ¿cómo fue que murió? —Yasha desvía su mirada, por lo que insisto—: ¿cómo fue que sucedió Yasha?
—L-lo encontraron en la jaula de los leones.
—¡Con un demonio! —mascullo sosteniéndome de la puerta de mi casa.
—Será mejor que vayamos, ya nos están esperando —asiento ante sus palabras y subo a mi auto, mientras Yasha sube al suyo para dirigirnos al zoológico.
Cuando llegamos al lugar, vemos que todo está acordonado y que no se permite el paso a ningún visitante, bajamos de nuestros autos y nos dirigimos a la entrada, dónde los soldados que permanecen apostados en sus lugares nos reconocen y nos permiten acceder al lugar.
—¿Qué tan lejos queda la jaula de los leones? —cuestiono a uno de ellos antes de seguir nuestro camino.
—No se preocupe, Coronel, uno de nuestros hombres ya los está esperando para llevarlos —me informa, llamando a señas a otro de sus compañeros.
Lo seguimos en silencio y cuando llegamos al lugar indicado no puedo evitar lanzar un gruñido, veo todo alrededor y localizo por lo menos veinte cuerpos en bolsas de plástico, sin embargo, el que más me impacta es él que pertenece al Primer Ministro, el cual es fácil de reconocer por la forma en que el General Kazakov lo observa con el rostro desencajado.
—¡Coronel! —saluda con un ronco susurro.
—¡General! Lo siento, vinimos en cuanto nos enteramos —le informo poniéndome en cuclillas y pidiendo que me dejan ver su cadáver—, ¿cómo fue que se dieron cuenta? ¿Quién los encontró?
—Uno de los encargados de vigilar las cámaras del lugar.
—¿Y cómo es posible que no hayan escuchado las detonaciones? —inquiero con el ceño fruncido.
—Al parecer drogaron a todo el personal a cargo —responde apartando su mirada de los restos del Primer Ministro.
—¿Cómo que los drogaron?
—Como lo escucha Coronel Pavlov, cuando uno de ellos despertó en el piso, no tuvo ninguna duda de que algo extraño había sucedido y más, cuando a su alrededor el resto de sus compañeros aún no despertaba, se comunicó con su jefe inmediato y pidió refuerzos por temor a que alguien siguiese escondido en el zoológico.
—¿Cómo fue que encontraron los restos del Primer Ministro en la jaula de los leones?
—Hicieron una búsqueda rápida en cada una de las áreas, para verificar si tal vez habían intentado robar alguna de las especies aquí resguardadas y traficar con ellas más adelante, sin embargo, cuando llegaron a toda esta zona —explica señalando con su mano un radio de más de cinco metros donde se divisan algunas cámaras en las jaulas—, vieron los cuerpos de todos nuestros soldados asesinados, desechando por completo esa teoría.
»El encargado siguió con la tarea que se le encomendó y justo cuando las cámaras dieron con la jaula de los leones, se dio cuenta de que había una persona con ellos. Cuando llegaron los refuerzos, procedieron a sedar a los leones y así fue como pudimos rescatar los restos del Primer Ministro.
—¿Cuál es su teoría en cuanto a cómo sucedieron las cosas? —inquiero observando a los soldados asesinados.
—Al parecer hubo una confrontación entre ellos y así fue como terminaron —responde mostrándonos las diferentes heridas que se aprecian en cada uno de los cuerpos.
—¿Y en cuanto al Primer Ministro?
—Uno de sus hombres fue quien lo hirió, pero la razón de que lo haya encerrado en la jaula de los leones aún no tiene explicación, tal vez tenía algún tipo de rencilla contra él, por lo que solo podemos suponer como sucedieron las cosas.
—¿Pudieron investigar algo sobre cómo fue que los drogaron a todos sin que se diesen cuenta? —nos interrumpe Yasha mirando al General Kazakov con los ojos entrecerrados.
—De momento no, ya revisamos las cámaras de seguridad, aunque como era de esperarse borraron toda la evidencia de cómo sucedieron las cosas; pero en uno de los cuerpos encontraron una botella con el fármaco que los hizo dormir, por lo que nuevamente solo podemos suponer que tenía algún cómplice que se hizo pasar por trabajador y así fue como ingreso sin que se diesen cuenta.
—Aunque también está la opción de que él no sea el verdadero culpable y sea otra persona —murmura Yasha tan bajito, que solo yo puedo escucharla, la observo durante algunos segundos, pero dado que no vuelve a interceder desvío mi mirada de ella.
—¿Y las balas corresponden con las que portaba cada hombre? —inquiero observando las armas.
—Sí, según los registros rápidos que se hicieron todas poseen el mismo número de serie.
—Daremos una vuelta por todo el lugar para ver si encontramos alguna pista —le informo al General Kazakov.
—Adelante Coronel, de hecho, yo debo marcharme y ver como lidiamos con estas muertes, en cuanto se filtren a los medios de comunicación no tendremos ni un segundo de paz y más al tratarse de alguien como lo fue el Primer Ministro —expresa restregando su mano contra su cara.
—En ese caso lo dejamos General.
Nos despedimos de él y de inmediato pido a uno de los soldados que nos den unos guantes de látex para observar los casquillos que han recolectado.
—¿Y te has visto con Ana últimamente? —después de algunos minutos inquiere Yasha con la voz un poco temblorosa.
—¿Por qué quieres saber de ella? —la cuestiono dejando lo que estoy haciendo para posar mi mirada en ella.
—Solo es curiosidad —responde encogiéndose de hombros.
—Sí, la veo muy seguido, solo que en los últimos días ha sido un poco complicado para ella, debido a sus negocios tuvimos que postergar todas nuestras citas.
—¡Oh, vaya! —comenta pensativa.
—Lo siento Yasha, es solo que me es un poco extraño hablarte sobre ella, después de lo que sucedió entre nosotros.
—No te preocupes, lo que sucedió entre nosotros es algo que ha quedado en el pasado.
Guardamos silencio por algunos minutos en los que nos dedicamos a observar todos los casquillos y este solo es roto por Yasha quien parece un tanto confundida.
—Pues si tenía razón el General, todos tienen el mismo número de serie.
—¿Esperabas encontrar algo diferente?
—No, es solo que…
—Espera un momento Yasha —la interrumpo observando el rostro de uno de los hombres abatidos—, ¿reconoces a este tipo? —pregunto en un susurro para que solo ella pueda escucharme.
Yasha lo observa por algunos segundos y cuando por fin lo reconoce posa su mirada en el hombre que está tendido a un lado de él.
—Ellos pertenecen al Servicio Federal de Seguridad, ¿por qué omitieron esta información? ¿Será que aún no los reconocen?
—Los están haciendo pasar a todos como si fuesen parte del cuartel cuando no es así —murmuro al tiempo que señalo la etiqueta que han puesto a la bolsa.
—No lo sé, esto es muy extraño.
Ambos levantamos la mirada y observamos a todas las personas que se encuentran recolectando tantas pruebas como sean posibles, pero por la forma en que estos nos lanzan miradas furtivas nos percatamos de que ellos en realidad lo hicieron de forma premeditada.
—Será mejor que revisemos los alrededores —propongo, poniéndome de pie y ayudando a Yasha a levantarse.
—¿Ya han terminado Coronel?
—Sí, subteniente Markov, pero la Teniente y yo deseamos revisar los alrededores.
—Adelante, aunque no creo que encuentren algo de utilidad, nuestros hombres han peinado la zona y no hay algo que nos pueda aportar datos concretos sobre cómo sucedieron las cosas.
—Gracias subteniente Markov, por favor continúen con sus labores.
Nos despedimos de él y cuando estamos lo suficientemente lejos como para que nadie pueda escucharnos, Yasha es la primera en hablar.
—Si el Servicio Federal de Seguridad se llega a enterar de esto, estaremos en serios problemas, nuestra gente está mintiendo —chilla un tanto histérica.
—Baja la voz Yasha, no es bueno que ellos se den cuenta de que sabemos la verdad.
—¿Y por qué guardar silencio? —inquiere fulminándome con la mirada.
—Es bastante simple, nada de esto es normal, todos sabemos que el Primer Ministro siempre tuvo sus manos metidas con el Servicio Federal de Seguridad.
—¿Y eso qué? —insiste dando un pisotón.
—Me parece que no quieren que se sepa ante todos qué integrantes del Servicio Federal de Seguridad estuvieron inmiscuidos en algo como asesinar al Primer Ministro.
—Sí es que fueron ellos, pero antes prefieren que las personas piensen mal de nosotros —se queja con un atisbo de furia en sus ojos.
—Solo es una suposición Yasha, pero es algo que tú y yo debemos de averiguar.
—Desconfío de ellos, pero también desconfío de cierta mujer…
—Espera, ¿qué es eso? —inquiero poniéndome en cuclillas y tomando lo que parece un casquillo.
Lo pongo a la altura de mis ojos y para sorpresa mía, el número de serie no corresponde con ninguno de los anteriores que revisamos.
—Alguien más estuvo aquí, además, de nuestros hombres y los del Servicio Federal de Seguridad —asegura Yasha observando sobre mi hombro.
Escuchamos unas ligeras pisadas que se acercan y cuando miramos detrás de nosotros, nos percatamos que el subteniente Markov, se encuentra a unos cuantos metros, retiro mi guante con mucho cuidado y envuelvo el casquillo, para después guardarlo sigilosamente en mi bolsillo.
—Coronel Pavlov, ¿encontraron algo? —nos cuestiona el recién llegado con el ceño fruncido.
—No, subteniente. Estábamos observando todo por si encontrábamos algunas pisadas en esta zona, queríamos verificar si nuestros hombres tomaron esta ruta para llegar a donde perecieron todos. ¿Alguna de las entradas fue forzada? —inquiero en un intento por desviar su atención.
—No, revisamos todo, pero al parecer entraron sin ningún problema.
—¿Qué hay de las cámaras que se encuentran en los alrededores? Supongo que alguno de los edificios más cercanos pudo captar algo.
—Ya estamos en ello, aunque debemos de conseguir los permisos pertinentes para pedirles que nos dejen revisar sus registros.
—Eso podría tardar varias horas —mascullo acariciando mi barbilla—, lo único que nos queda es esperar. La Teniente y yo, nos retiramos, por favor, cualquier cosa que sea relevante para el caso, háganoslo saber de inmediato subteniente Markov.
—Cómo ordene Coronel.
Nos despedimos del hombre y retomamos nuestro camino hasta la entrada del zoológico, una vez afuera nos damos cuenta de que al parecer instruyeron a los soldados para que espíen nuestra conversación, por lo que evitamos hablar sobre lo que encontramos hace unos minutos.
—La distancia entre esos edificios y el zoológico es demasiada —reflexiona Yasha mirando de un lado al otro cuando llegamos hasta el estacionamiento—, ¿crees que hayan podido grabar algo?
—Dudo que hayan entrado por aquí, lo más seguro es que lo hayan hecho por la parte trasera y de ese lado es casi imposible que podamos obtener algún video.
La acompaño hasta su auto y antes de que cierre la puerta le entrego el guante junto con el casquillo que encontramos.
—Quiero que busques a qué lote pertenece, pero hazlo desde tu casa, no quiero que los del Servicio Federal de Seguridad se den cuenta de que tenemos esto, ahora menos que nunca podemos fiarnos de ellos.
—No te preocupes, Damien, lo haré lo mejor que pueda. Te aseguro que en unos días tendremos algo más concreto que solo teorías —se despide con una leve sonrisa que no llega hasta sus ojos y después subo a mi auto, para dirigirme al cuartel.
