Amaia
No había forma de evitar mi asombro. Ni de cerrar mi boca. Ni de evitar retroceder la mente en el tiempo y verme, junto a Muriel, su cuerpo casi sobre el mío, mirando como Andrew y Dalila follaban sobre aquel escritorio de clase del internado. Sus manos cerrando mi cintura, con su boca seduciendome al oído, provocando una de las primeras explosiones posesivas de Aídan.
No pude evitar recordar, como también Muriel, fue la persona en la que confié, el día del juego en el club con aquellos cuatro hombres, entre los que el mismo, era uno de ellos.
El mismo Muriel, que me salvó de Andrew, cuando me manoseó y casi me ultraja aquella misma noche.
Por razones que desconocía, pero que aún estaba a tiempo de aclarar, Muriel me había ayudado en pocas ocasiones, pero lo había hecho. Y ahora, había tratado de matar a mi marido, escondiéndose detrás de un atentado a Archer.
Todo esto tendría que ser aclarado. Si embargo, Camila también cruzaba mi mente.
Ella, a diferencia de él, logró crearme empatía por lo que le había sucedido con Denim y Simon, sin embargo, nunca debí confiar en ella. Nunca debí creerle a una mujer, que mandó a matar a otra, sin mostrar ningún remordimiento después de hacerlo.
A pesar de haber aceptado lo que había hecho, muy en el fondo, cuando analizas la acción inhumana de asesinar, dejas de tener una buena opinión de las personas que la realizan, sobre todo, cuando ni siquiera esperaron que la justicia actuara.
Yo también, tuve un impulso asesino y me entrené para matar. Sin embargo, este mundo no es para mí.
Cuando llegó el momento no pude matar a Andrew, ni a Thomas y desde luego, cuando acabe este asunto de Leticia y el maldito Muriel, dejaré la agencia dónde finalmente ni he trabajado y volveré a la universidad, una vez que nazca mi hijo.
— ¡Vamos nena! — ni siquiera había escuchado, cuando Aídan había dado órdenes a todos.
Yo me había recostado sobre una pared y me introduje en mi pasado, analizando como los malos, nunca se muestran buenos. Hay que saber ver, incluso con las luces apagadas.
Nos subimos al auto, que había llegado y en el otro, se fueron Irina, Tanya y Archer.
— ¿Dónde van Aídan? — pregunté con mi cabeza recostada sobre la ventanilla a mi derecha.
— Archer las lleva a la agencia, allí les harán preguntas y cerrarán este caso. Nikolay ha muerto, el resto de su gente está perdida, los que no han muerto quedaron dispersos y sin jefe ni organización. Un problema menos pequeña.
No disimulé mi alegría, porque no la sentía.
Sí, era un paso de avance y era una fantástica noticia para nosotros. Aídan estaba oficialmente, fuera de la mafia rusa. ¿Pero y el halcón blanco?
¿Y Leticia?
¿Y mi madre?
Tantas y tantas preguntas más, me llenaban la cabeza de niebla. Niebla que no me dejaba ver el final del camino.
— ¿Que pasó con mi madre Aídan? — la rubia que iba en el asiento trasero, no emitía sonido alguno — ¿Y Andrew?
El puso una mano sobre mi rodilla, confortando con sus masajes mi piel y siguió conduciendo con la otra.
¡Dios, que caliente es!
— Tu madre, está siendo procesada por posibles nexos con la mafia, el haber venido esta noche hasta la mansión de un mafioso, la hace cómplice de injustificadas cosas, además de haber sacado a Andrew del hospital, estando bajo custodia del gobierno. Ella sale en las grabaciones del hospital, sacándolo en secreto y ayudada por un par de rusos de Nikolay.
Me parecía mentira, que mi mamá, pudiera ser la misma persona de la que hablaba Aídan ahora mismo.
Entre tanta plática, llegamos a la casa de Sila, nos bajamos con una Alicia silente y entramos.
Una señora abrió la puerta y nada más entrar, corrí hasta mi hermana y la abracé aliviada de verla bien.
Aitana no disimuló su molestia al ver a Alicia, ni Ash sus ganas de abrazar a su hermana, sin embargo se contuvo.
Aídan y el, se fueron a hablar afuera y Carter, no dejó de mecer en sus piernas a Sila,como si fuera un bebé.
—.¿Que pasó? Cuéntenme que les hizo Camila y dónde está ahora — les pedí y así supe lo que había pasado.
Camila, se había ofrecido para pasar los días con ellos y supuestamente, darles apoyo a las chicas. Le pidió a la inocente Sila, que despidiera al servicio y ella cocinaría. Así fué, como les echó un somnífero en la cena, que con tan buena suerte Ash no probó, porque se sentía mal.
Cuando las chicas se durmieron, Ashton había dicho que se iba al club, pero se quedó y vió por casualidad, como Camila abría la puerta a unos hombres para que se llevaran a las chicas.
Sin que Camila lo notara, el llevó a ambas mujeres hasta la habitación de pánico de la casa y se metió dentro con ellas, activó el sistema y los matones junto a Camila, quedaron atrapados dentro de la casa, hasta que un enloquecido Carter llegó y junto con su seguridad, entraron a la casa, mandando a Camila con Douglas para ser procesada y los otros dos hombres, que asumen que trabajen para el halcón blanco. Aunque aún no se confirma.
— Maldito sea ese hombre. ¿Que demonios quiere? — grité molesta.
— Poder Amaia — me contestó Alicia — quiere dinero y poder. Por lo que oí desde siempre, se muere por ser alguien conocido en este asqueroso mundo. Ahora que Nikolay está muerto y Aídan, supuestamente también lo está, con Carter fuera y Simón preso, asume que podrá hacerse notar.
Alicia no había tenido tiempo ni de asombrarse de ver a Aídan vivo, y Sila tampoco, cosa que me confirma mi teoría de que Carter y ella lo hablan todo.
Cuando Ash y Aídan regresan, el primer hermano le hace un cariño en la mejilla a su hermana y va con su enojada esposa.
Aídan vino hasta mí y me tiró del brazo, se sentó y me puso sobre el. Tan típico.
Sila y Carter, tenían la misma posición que nosotros. ¡Que vergüenza!
Alicia se sentó, cuando Carter dijo algo verdaderamente inesperado…
— Aprovechemos que están todos para contarles, lo último que corroboré de la investigación de Leticia Miller. — el llevaba días y semanas investigando el pasado y presente de Leticia, para comprobar que en realidad era hermana de mi madre, además de saber dónde estaba ahora mismo y poder capturarla, aunque ella sola se puso en contacto cuando supo, no sabemos cómo, que Aídan vivía. Ahora, la única forma de tener acceso al maldito dinero, era a través de el, así que decidió exigir una boda con Alicia. Esa sería su manera de manejar la herencia controlando a su hija y supuestamente mantener el imperio Miller.
Aitana, no dejaba de mirar con genio a una Alicia que se veía como fuera de lugar, entre las tres parejas.
Sila, no apartaba la vista de los azules ojos de su marido y Ash, besaba el pelo de mi hermana, mientras Aídan, me metía mano sin pudor.
Su mano daba vueltas por mis nalgas, aprovechando que estaba sentada sobre el y con una pierna cruzada, recostada sobre su pecho. Su otra mano, se había colado entre mis muslos, a una altura permitida en público, pero igual me ponía a mil, sentirlo tan cerca de mi entrepierna.
— Primero que nada, como ya saben, Leticia y Lynda, no son hermanas, solo se criaron como tal, pero Lynda es adoptada — por fin, veía la luz al final del túnel. Alguien en quien confiamos, nos ratifica los resultados de ADN, no somos primos.
— ¡Dios, que alivio de noticia! — dijo mi hermana a lo que Ashton resopló. Ese era el, dándole igual todo.
Aunque los resultados lo habían asegurado, todavía no sabíamos de dónde había sacado Leticia aquello.
— Sin embargo descubrí, que esa mujer sigue sumando puntos a su vileza — apuntó Carter, besando los nudillos de la rubia hermosa — ella tuvo un bebé, a los trece años y logró esconderlo nueve meses de sus padres, lynda la ayudó a dar a luz y ambas abandonaron al bebé en el oscuro cementerio en el que nació. Se fueron corriendo y un enterrador, descubrió a la criatura y llamó a la policía. Tiempo después ese niño fue adoptado por unos padres, que trataron de hacer lo que pudieron, pero el bebé abandonado terminó hundido en la delincuencia y ahora está, justo delante de ustedes. Resumiendo el sordido cuento.
El silencio y el impacto, se habían hecho eco en todos los que estábamos allí. No solo por la alegre noticia, sino por la confirmación, de que mi madre, no es una buena persona. Alguien que apoya y participa de algo así, no se califica como humano. Porque no lo es.
— ¡No lo puedo creer! ¿Eres nuestro hermano? — dijo Alicia, tan asombrada como yo.
Él, tan frío y desconfiado cómo es, asintió pero no mostró señal de empatizar con su hermana.
Sin embargo con Ash y Aídan, se abrazaron y mientras ellos se reconocían como hermanos, nosotras dábamos saltos juntas, Aitana, Sila y yo.
Al fin éramos una verdadera familia, nuestros hijos serían verdaderos primos y nuestros hombres, hermosos hermanos.
Era un poco triste ver a Alicia apartada de las muestras de afectos, pero hay acciones en la vida, que traen consecuencias muy justas…