Amaia
— No me dejes, por favor — susurró asustado, dejándome más nerviosa aún.
¿Podría dejarlo?
¿Podría no hacerlo?
¡Oh dios!
Esto no tiene arreglo.
— No hay manera de arreglar esto Aidan. Te has callado algo tan enorme, que no hay forma de arreglarlo. Y justo por eso, se ha hecho mas grande aún. Esto es un asco sin solución.
Me quité la camisa, quedando desnuda para ponerme mi ropa y salir de allí. Tenía que hablar con los demás implicados.
El me arrebató el vestido y me empujó a la cama, cayendo el encima de mi, apresando mi cuerpo con el suyo, poderoso y viril.
— Aídan, no lo hagas — lo sentía contra mi, bien duro y me asustaba. Ya no podría volver a sentirme así.
¡Que fuerte todo!
— No voy a hacer nada — rozó su nariz con la mía — solo quiero saber, si de veras crees que podemos renunciar a esto.
Mi respiración se agitaba, por su contacto. Mis pechos duros y tiesos contra el. Un sexo pegado al otro y si hacía un solo movimiento, me lo metería dentro de un solo golpe.
— No podemos. Quítate por favor — le pedí al borde del llanto.
Quería llorar, gritar, morir ahora mismo era lo que quería.
Es que lo adoraba, hasta la locura. Lo amaba por encima de lo que fuera… incluso de esto.
Aferré mis piernas a él, y entró hasta el fondo de mí. Se quedó allí quieto y yo no me atrevía a abrir los ojos.
Había pasado del cabreo, al susto, de ahí al deseo y ahora, me encontraba llena de amor, tanto, que acababa de confirmar mi teoría anterior, fuera como fuera, nada me impediría estar con el.
O sí, no sé. Ya no sé nada.
Nos miramos a los ojos y ambos, en perfecta sincronía, comenzamos a movernos haciendo del acto sexual, algo incestuoso en este momento.
— No voy a renunciar a ti Amaia. Nunca — me giré sobre su cuerpo y lo monté, poniendo mis manos en su pecho y el me guiaba, sujetando con fuerza brutal mis caderas.
Nos besamos. Nos mordimos. Nos amamos descontrolados, como si no hubiese un mañana, como si el tiempo juntos se hubiera agotado y ya no pudiéramos hacerlo otra vez.
Y es que así era. En el fondo, yo me estaba despidiendo de mi marido. Quisiera el o no, ya no podíamos estar juntos.
Suficientes pecados llevaba en mis espaldas ya, como para vivir en el, por mantener un matrimonio con mi propio primo.
Su boca estaba sobre la mía, degustando el grito que me sacó el orgasmo que compartimos, cuando las ausentes lágrimas se hicieron presente.
El me abrazó, aún dentro de mí. Me aferré a su cuerpo con miedo de la vida que me esperaba sin el.
Aún no quería dejarlo ir.
Necesitaba unos minutos más.
¿Que haría cuando estuviera con otra?
¿Cuando me presentara como su prima, a la chica que tuviera el placer de poder ser su mujer?
— Aunque creas que soy un cabrón, y lo soy — puntualizó en mi oído — esto era justo lo que quería evitarte. Me parte el alma verte sufrir.
— Aídan lo que has hecho es difícil de asimilar — nos rozabamos aún desnudos y los vellos de todo mi cuerpo se alzaban festejando aquel incestuoso momento — no solo nos involucra a nosotros. Es mi hermana y el tuyo, los que peores consecuencias tendrán.¿Hace cuánto lo sabes?
— Me lo dijo Alicia el día que la entregué a Douglas — lo miré a los ojos y me levanté de encima de él.
Me dolió alejarme de su contacto. Pero su repuesta me daba esperanzas y era hora de empezar a hacer las cosas correctamente.
— Aídan, por dios.¿Cómo puedes confiar en lo que diga esa mujer?
— Hay una prueba de ADN positiva Amaia. Somos primos — concluyó y se me escapó un quejido de dolor y asco.
Entré al baño a limpiar mi cuerpo y el entro detrás de mí, poniéndose el boxer.
— ¿No vas a dejarme, verdad? — me detuve frente al espejo y coloqué mis manos sobre el mármol antes de mirarlo.
— ¿En serio eso es lo único que te importa?
— Sí Amaia, cuando sepa que seguirás siendo mía, me preocuparé por lo demás. Entérate de una vez, que no me importa nada más que tenerte, en todo el jodido planeta.
Me acerqué a él y puse mis manos en sus hombros, el puso las suyas en mis caderas y me pegó a su cuerpo. Ambos aprovechabamos cada momento de contacto piel a piel.
— Gracias.— susurré
— ¿Por qué? — inquirió
— Por amarme tanto, por ponerme siempre por delante de todo, aunque eso esté mal. Por ser tú y dejarme ser tu mujer. Por obligarme a serlo, por hacerme tuya nada más verme aquel día en la dimensión, por impedir que me alejara de ti, por tratar de que sea madre incluso a mis espaldas, por sacarme de cada lío en el que me meto y te arrastro— lo besé despacio y concluí — gracias por ser mío y hacerme tuya. Pero lo que has dicho es demasiado. Tenemos que aprender a dejarnos.
— Amaia, no voy a hacer eso. No voy a dejarte ni dejaré que me dejes. Así fueras mi hija, te seguiría amando y no renunciaría a tí. Me lastima como nada, que tú sí te plantees dejarme. Siempre he sabido que te he amado mucho más de lo que tú me amas a mí, pero que aceptes estar sin mí, me hace daño, como nada nunca lo ha hecho.
Dió la vuelta y salió del baño.
Me recosté sobre mis codos en el lavabo y cubrí mi cara llena de lágrimas con mis manos.
¿Cómo lidiariamos con todo esto ahora?
¿Que mierda haríamos?
¿Como le diré a mi hermana?
Cuando sentí la puerta cerrarse de un tirón, supe que ese hombre que tanto amo, se había ido.
Al final, él, me había dejado a mí.
Aitana
Cuando estábamos listos para irnos para casa de Sila, mi carismático cuñado llamo a mi adorado marido y nos pidió que no nos fuéramos, que estaba llegando y tenía algo urgente que decir.
— Espero que no sea nada grave, porque ya no sé cuánto más, puedan aguantar mis nervios. Es de a diario el puto estrés — lancé la cartera al sofá y me senté a esperar.
— Con lo que dijo Sila, estoy tan feliz, que nada puede hacer que eso cambie angel. ¿Por qué no follamos mientras el llega? — ya de había sentado a mi lado y me metía la mano por debajo del vestido.
— Porque tengo que llamar a mi hermana, y cuando hable con ella ya el tuyo habrá llegado. No me seas insaciable Ash — le aparté la mano y busqué mi móvil para llamar a mi hermana.
No me contestó, me envió un sms diciendo que estaba llegando.
— Estos dos deben haber peleado, ¿Será que se van a divorciar?
Mientras yo decía aquella absurda pregunta, Ashton se carcajeaba y decía entre risas…
— ¿Mi hermano darle el divorcio a Amaia? — se reía sin parar — ay nena por favor, no me hagas reír tanto, que me orino.
— Pero que idiota puedes llegar a ser Ash — lo empujé y me levanté hacia la puerta, había un taxi parqueando — es mi hermana la que llegó, deja que sea yo la que le diga lo que dijo Sila.
— Vale,¿Viene sola Amaia? — Ash frunció el ceño asombrado.
— Si, que raro.
Cuando ella pagó su taxi y entró, sus ojos rojos de llanto buscaron los míos que también había dejado caer alguna lágrima, pero de felicidad.
Me abrazó directamente y hasta Ashton se nos acercó intimidado por lo que le pudiera suceder a mi hermana.
— ¡Hey, cariño! ¿Que pasó? — como Aídan le haya hecho alguna otra cosa, yo es que lo mato.
Y resultó que un rato más tarde, cuando ella nos contó todo lo que había pasado, mis ganas de matarlo fueron sustituidas por un pánico al futuro sin Ashton, que solo en eso podía pensar.
— Entonces todos somos primos. Incluso tu y Ashton y Aídan y yo. Hay dios, no puedo creerlo. — me senté en el sofá nuevamente y traté de asimilar todo — Y Alicia.
¡¡Joder!!
¿Pero que clase de burla del destino es está?
— ¿Dónde está Aídan, Amaia? — pregunto Ash.
— No lo sé — respondió ella, abatida.
— Dijo que estaba viniendo y no ha llegado — Ashton actuaba como si no le hubiesen dicho algo tan grave como esto.
— ¿Cómo puedes estar tan tranquilo Ashton? — encogió los hombros, como restándole importancia — ¿No te das cuenta que te has acostado y casado con un familiar tuyo, que tú hijo será tu primo segundo? ¿Acaso no ves toda la repugnancia que es esto?
Se me acercó y se detuvo delante de mí. Lo ví agacharse y me perdí en sus ojos verdes. Dios, que guapo era.
— Primero que nada Aitana — enumeró con sus dedos — ya todos deberían saber que no hay que creer en lo que diga Alicia — mi hermana le prestó atención ahora — segundo, ya es un poco tarde para preocuparse de lo que somos cuando follamos y tercero — mostró otro dedo — sinceramente no me interesa si compartimos ADN, porque no voy a dejar de amarte, ni de ser tu marido, ni de tener a mi hijo contigo. Así que si, tienes razón angel — pellizco mi nariz como siempre hacia — no me doy cuenta de nada, porque sea como sea ya no tiene remedio. Y si tú y Aídan, no lo ven así, pues son bien estúpidos. Yo no pienso cambiar mi vida porque dice una loca que soy primo de mi mujer.
— Hay una prueba de ADN Ashton, no es tan simple así — decía mi hermana, cansada.
— No creo nada que venga de un Miller. Vamos ahora mismo a hacernos las pruebas nosotros y ya después veremos. — se levantó y me llevó con el, me dejé tomar de la cintura — pero no dejaré de amarte porque seas lo que seas mío. Mientras seas mía, no le interesa lo demás Aitana. No puede importarme porque ya es muy tarde para apartarme de tí. Así que nos hacemos las pruebas todos, y si es negativo fantástico, pero si es positivo afróntenlo, porque no me va a importar nada, ser primos o hermanos.
No pude evitar que besara mi boca, porque no quería dejar de hacerlo.
Que Dios nos perdone si todo esto es cierto, o moriré pecando a gusto, pero Ashton tenía razón. No puedo dejar de amarlo porque ahora una loca, asegure que somos familiares consanguíneos.
En medio de nuestro rápido beso, tocaron a la puerta y al ser de cristal, se veía a dos agentes de la policía que si estaban allí, era para traer alguna mala noticia.
Mi marido y yo, nos dimos la vuelta, yendo al encuentro de Amaia que ya había abierto.
— Buenos días señora — dijo el policía y mi hermana solo asintió asustada — ¿Aquí vive Aídan Douglas?
Ashton apretó mi mano y Amaia logró susurrar un miedoso… ¡sí!
— Yo soy su esposa — continuó ella como pudo.
— Lo sentimos mucho señora — el otro policía veía como mi hermana derramaba lágrimas sin saber aún, que había pasado y Ash se acercó al hombre para escuchar el resto de la noticia, que desató los momentos más dolorosos que he vivido jamás.
— Tiene que venir con nosotros a identificar el cuerpo de su marido…