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La condena de tu amor

🔒 Capítulo #49. “Amigo”

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Alex

Miércoles, 14 de diciembre de 2016.

—¿Cuándo vas a borrar esa sonrisa de tonto de tu tonta cara? —preguntó Derek mientras arrojaba su puño enguantado hacia mi cara, pero lo esquivé una vez más.

—No lo sé, tal vez nunca. —Traté de llegar a su estómago, pero se giró a tiempo del impacto.

—Muy bien, entonces tendré que sacártela a golpes. No puedo joder mi reputación de chico malo al andar con un blandengue que siempre sonríe —bromeó a la vez que se lanzaba sobre mí tratando de acertar un golpe, pero previne su movimiento tacleándolo hasta el suelo. Ambos chocamos bruscamente por la caída, pero solo podíamos reír a carcajadas.

—Me alegro por ti, me alegro de verte feliz. —Extendió su mano chocándola con la mía. Me senté en el suelo acorchado del ring de boxeo quitando los guantes de mis manos, Derek me siguió haciendo lo mismo.

—¿Me vas a contar de una vez que fue lo que pasó entre tú y Carol? —indagó. Aún no le había contado nada, porque tenía miedo de revelar mi realidad al mundo y que la burbuja de cristal se volviera a romper.

—Estamos juntos otra vez. —Derek tenía razón, estaba sonriendo como un idiota, pero no lo podía evitar, me sentía el hijo de puta más afortunado del mundo.

—¿En serio? ¿Qué hiciste? —Él estaba feliz por mí también.

—La intercepté hace tres semanas en el parque donde suele a hacer running con Betty, básicamente la obligué a no escapar y escucharme. Le conté toda la verdad de todo lo que había pasado, no dejé ningún detalle fuera. Me dijo que le diera tiempo para pensar, así que simplemente esperé. —Su risa interrumpió mi relato.

—¿Simplemente esperaste? Con la poca paciencia que te caracteriza. ¡Oh, ya recuerdo! Fue en ese tiempo donde estabas todo nervioso y enérgico en el campo, anotando goles y fastidiando a Josh, ¿verdad? —Sí, fue un tiempo de incertidumbre, pero valió la pena la espera, mi chica está a mi lado una vez más y lleva en su cuello el símbolo de nuestro lazo.

—Bueno, a la semana nos volvimos a encontrar y aceptó darnos una nueva oportunidad. Estamos dando pasos de bebé, como si no nos conociéramos en lo absoluto, pero prefiero que sea así. Si ella se siente segura de esta manera por mí no hay ningún problema. —Si Carol quería ir despacio iríamos despacio, con tal de tenerla el resto me daba igual.

—Muy bien, no cometas los mismos errores Alex. Si esa es la mujer de tu vida agárrala con las dos manos y los dos pies también, pero no la dejes escapar, no hagas como yo. —Desvió los ojos mirando el tatuaje en su muñeca derecha. La flecha que él y Betty compartían desde hace más de dos años.

—Hombre, porque no intentas hablar con ella, dialogar la situación. —Resopló resignado.

—¿Crees que no lo he intentado? Varias veces traté de verla, hablar con ella, pero siempre me esquivaba o se refugiaba en el tal Marco de las narices que cada vez me molesta más. Hace tres días la vi en una cafetería y no perdí la oportunidad, sé que Betty detesta las escenas públicas, así que aproveché el momento, sabía que no me gritaría ni rechazaría. Compré una rosa en la calle, entré al local, le arrebaté la bandeja de las manos al camarero y llegando a su mesa dije: “Un capuchino con leche y miel para la chica más dulce de este lugar, y una rosa de parte de este idiota que quiere hablar contigo”.

—Joder, hasta yo me derretiría con semejante frase. —Mentira, no lo haría, pero debía de subirle el ánimo a mi compañero.

—Ya, pero no conoces a Beatriz Dames. Levantó la cabeza de su MacBook, me miró con la más pura de las indiferencias, miró alrededor como si no me notara y simplemente asintió como invitación a sentarme. Lo hice y comencé a hablar, pero a mitad de frase me interrumpió, dijo la verdad más dura pero certera, y ahora que lo pienso, estoy de acuerdo con ella. 

» Cuando me miró tenía los ojos encharcados en lágrimas que no derramó porque mi chica es una guerrera dura de los cojones, dijo: “Te amo Derek, con todo mi maldito corazón, desde que tengo seis años y te vi tocar el piano por primera vez, pero nuestra realidad es jodida y dolorosa para mí. Estoy cansada de que fracasemos una y otra vez, mi alma no aguanta una estocada más. Sé que esto no es lo que quieres, pero creo que… debemos de separarnos para siempre. Sigue tu camino, busca una nueva chica que te quiera y te deseo que seas muy feliz. Lo siento”. Se levantó y se fue, dejándome con la boca abierta y las esperanzas esparcidas por todo el lugar, como si hubieran detonado en una bomba.

—Mierda hombre, lo siento mucho. ¿Qué piensas hacer? —Pobre de mi amigo, no levantaba la cabeza mirando un punto fijo en el suelo. No lo abrasé porque sé que necesitaba este momento para él.

—Pues lo que dijo, mantenerme alejado, seguir adelante ¿Qué más puedo hacer, obligarla? —Me miró, su cara arrugada de preocupación, enojo, tristeza, un cóctel de sentimientos jodidos, y yo celebrando mi unión con Carol, soy un estúpido.

—Derek, sabes que soy una mierda dando consejos, pero sí te puedo hablar desde mi punto de vista. Ustedes se aman como pocas veces he visto a dos personas amarse, tan intenso y verdadero que me daban envidia a la vez que se me erizaba la piel. Yo en tu lugar no me rendiría tan fácilmente, esa es la mujer de tu vida, a la que siempre le has querido poner un anillo en el dedo. ¿Cuántas veces has pensado eso con otras chicas? Ella está dolida aún, acababan de volver y reventó la burbuja por mi maldita culpa. Dale tiempo, pero no te des por vencido, te prometo que tarde o temprano ustedes volverán a ser la pareja de oro. No pueden vivir alejados el uno del otro, esa es una realidad —dije lo que pensé era lo mejor para él.

Derek sonrío abrazándome, sabía que necesitaba estas palabras de ánimo y fuerza, y aquí me tenía a mí para ser su apoyo como él ha sido el mío. Le deseaba la mejor de las felicidades, ya fuera junto a Betty o no, tal y como la tenía yo junto a mi ángel.

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