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La condena de tu amor

🔒 Capítulo #38. “Te extraño”

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Carol

Viernes, 10 de junio de 2016

Hoy hace cinco años que mi padre murió, hoy se cumplen cinco años desde que lo alejaron de mí. No importa el tiempo que pase, no importa cuánto crezca y me desarrolle en la vida, siempre lo extrañaré, siempre querré tenerlo a mi lado, dándome los mejores consejos y sosteniendo mi mano.

—Hola papá. Sabes, ya terminé la escuela preparatoria, con una nota muy buena, y lo más probable es que vaya a estudiar a Harvard como siempre quisimos. Por fin podré cumplir mi sueño y ser la mejor abogada que pueda existir. Te prometo que me esforzaré muchísimo cada día, no te defraudaré. —Sequé las lágrimas que rodaban por mis mejillas.

—Conocí a un chico, estamos juntos y me siento muy bien con él. Espero te agrade también, se llama Alex y… creo que lo amo, papá. —Suspiré—Te extraño mucho, siempre estarás en mi corazón, siempre —besé mis dedos y los puse sobre la lápida con el nombre de mi padre.

Más lágrimas escaparon de mis ojos. Aunque ya no esté conmigo siempre será mi ejemplo a seguir. Siempre lo miraré a él.

Esta mañana, no pude evitar llorar al recordar todo lo sucedido, y saber que nunca más podría ver su rostro, ni sentir sus labios en lo alto de mi cabeza, sus manos abrazándome y su savia voz guiando mis pasos. No envejecería a mi lado, ni podría entregarme en la iglesia el día de mi boda, tampoco cargaría a sus nietos. Todo el tiempo Alex me sostuvo en su pecho, fue mi confidente cuando quise hablar y desahogarme, fue mi apoyo y paño de lágrimas. Estoy muy agradecida por tenerlo conmigo.

Nos encontrábamos en Boston, habíamos venido los cuatro a visitar la tumba de mi padre. David compró un centenar de flores, de todos los colores existentes y las pusimos todas a su alrededor.

Justo ahora estaba sola, mientras hablaba con él. Decidieron darme un poco de privacidad mientras esperaban en una cafetería cercana, ya mi madre se había despedido junto a David, solo faltaba yo.

Tomamos el primer vuelo del día rumbo a Boston y ya era hora de regresar a Chicago, esta noche sería la graduación del último año y Alex y yo teníamos que prepararnos. Estaba ansiosa y feliz por dar el gran paso y comenzar la universidad. Este, entre otras cosas, fue un buen año. Conocí al hombre de mi vida, ¿qué más puedo pedir?

Levantándome sacudí las hojas pegadas a mi ropa y la voz que escuché a mis espaldas detuvo mis pies en el lugar.

—Hola mariposilla. —Al voltear, la cara redonda y los ojos amables del tío Ben me devolvieron la mirada

Justo como cuando era una niña corrí hacia él, arrojándome a sus brazos. Ben no era mi tío real, pero, aunque no nos unieran lazos de sangre era mi tío en mi corazón. Una persona muy importante en para mí, mi segundo padre.

—¡Tío Ben, te he extrañado mucho! —Me levantó por los aires, ambos riendo de alegría.

—Y yo a ti pequeña mariposita —dijo mientras me abrazaba, para luego dejarme en el suelo. Su voz rasposa y gruesa por los miles de cigarros que había fumado en su vida, pero las palabras llenas de amor.

—¿Viniste a visitarlo? —pregunté lo que ya sabía.

—Tengo que darle el reporte anual a mi compañero. —Ambos reímos con lágrimas colgando de las pestañas.

—¿Viniste con Lara? —indagó

—Si, me espera en una cafetería cercana. Sabes, tío Ben, mi madre me dio una caja llena de las cosas favoritas de papá donde encontré una carta escrita por él. ¿Sabes algo de esto? —indagué un poco. Tal vez el tío Ben conocía del contenido de la carta.

—Oh, sí. Tu padre estuvo un mes escribiendo esa carta, pensó mucho lo que te diría, no quería equivocarse ni en una sola palabra. Nuestro trabajo es de constante riesgo y él sabía que en cualquier momento cualquier cosa podría pasar. Desgraciadamente ocurrió y como legado te dejó esa carta —aclaró mis dudas a la vez que removió mi corazón.

—Me dijo una vez, que el día que la carta llegara a tus manos no la abrieras hasta que llegara ese momento donde ya no tengas fuerzas y te sientas morir en la desesperación, ese es el momento preciso donde necesitarás a tu padre —explicó para luego poner su mano en mi cabello despeinándome como siempre hacía

—Gracias tío Ben, gracias por haberme dicho algo tan importante para mí. —Agradecí mientras besaba su mejilla

—Siempre estaré aquí para ti mariposilla. —Nos despedimos y le dejé en su momento a solas con mi padre.

El mensaje que papá le dijo que me diera, había cambiado muchas cosas en mis pensamientos. Definitivamente lo necesitaría en mi peor momento, las sabias palabras de mi padre serían mi aliento de vida cuando ya no tenga fuerzas. Así que decidí guardar esa carta y seguir adelante.

Fui hasta donde se encontraban Alex, David y mamá. Al verme mi madre vino hasta mí y me dio un fuerte abrazo. Sabía que ella también había llorado esta mañana, tenía los ojos rojos cuando bajé a desayunar y la vi.

—¿Cómo estás? —preguntó.

—Bien, ¿y tú? —No respondió, solo sonrió apenas y volvimos a la mesa.

—¿Están listas para irnos? El vuelo sale dentro de dos horas —preguntó David con una sonrisa amable en el rostro.

—Sí, gracias por haber hecho todo lo necesario para que hoy pudiéramos estar aquí, David. Gracias de verdad. —expresé mi gratitud con una pequeña sonrisa. Fue gracias a David que pudimos conseguir cuatro asientos en el primer vuelo que salía para Boston esta mañana. Pero ya era hora de volver a casa.

(…)

—Hola Carol, ¿cómo estás? —preguntó Betty al encontrarnos en el Spa, en el que me había citado.

Habíamos acordado vernos aquí para prepararnos juntas para esta noche. Desde la mañana me había enviado un montón de mensajes alentándome y dándome ánimos, y había llamado dos veces para ver cómo estaba. Era la mejor amiga que se puede pedir.

—Estoy bien Betty, no tienes que preguntarme cada veinte minutos —bromeé mientras le daba un abrazo.

—Bien, pues entremos. Hoy se trata de nosotras y vernos bien para esta noche —chilló emocionada tomando mi mano y entrando juntas al lugar.

Era una mierda que el día más feliz, el día de mi graduación, coincidiera con el aniversario de la muerte de mi padre. Pero estoy segura de que él no hubiese querido que hoy yo estuviera triste o no celebrar. Así que, en su nombre, disfrutaré de este día.

Betty había insistido muchísimo para que viniéramos a este lugar. A mí, la verdad es que no me importaba mucho la peluquería y manicura, pero ella tenía razón, debíamos vernos bien. Nos graduamos de la High School solo una vez, así que tenía que ser por todo lo alto.

(…)

—Me encanta este color en las uñas, hace que mis manos y pies se vean muy sexis, el tuyo también te favorece mucho —dijo Betty mientras se miraba las manos.

Nos encontrábamos en una cafetería, luego del relajante momento que habíamos tenido en el Spa. Al salir fuimos a la tienda de vestidos y zapatos para completar el conjunto de esta noche, y ahora estábamos tomando un café.

—Tu sí que te verás sexy con ese vestido que te compraste. Derek babeará todo el suelo cuando te vea. —Reí mientras le daba un sorbo a mi café.

—Esa es la idea —respondió, con una sonrisa coqueta en la cara mientras me guiñaba un ojo.

—Mi piel está súper suave, y el cabello lo tengo más sedoso que en toda mi vida. —Toqué mi cabello y mis brazos, mi cuerpo nunca había estado tan arreglado.

En el Spa, nos habían dado un masaje con aceites aromáticos especiales que dejaba la piel como la de un bebé. Luego en la manicura y pedicura hicieron magia con nuestras uñas. Las mías estaban cubiertas con esmalte dorado y las de Betty de rojo oscuro, le encantaba ese color.

Nos teñimos el cabello de nuestros colores naturales y nos lo rizamos un poco. Luego en la tienda, Betty compró un vestido del mismo color de sus uñas, era largo hasta las rodillas y de una sola manga, ajustado, junto a zapatos de tacón alto, negros. Se veía realmente hermosa con el puesto.

Mi vestido era esta vez hasta el suelo, pero holgado, color dorado con brillantes. Una gran falda partía de mi cintura hasta el suelo y la parte superior era ajustada, con la espalda al descubierto. Escote corazón y zapatos de tacón alto, plateados.

—Alex alucinará cuando te toque, ya verás. —Asintió efusivamente con la cabeza—. Por cierto, ¿sabes si se presentaron para la entrevista de Harvard?

—Alex no me ha dicho nada, pero de verdad espero que los acepten. Podremos estar los cuatro juntos y mantener nuestras relaciones sin kilómetros de distancia entre nosotros. No quiero separarme de él, lo extrañaría mucho. —De verdad esperaba que los cuatro pudiéramos entrar a la misma universidad sin problemas. O mi corazón sufriría por estar lejos de Alex.

—Creo que ya es hora de que vayamos a prepararnos, son las cinco de la tarde y la fiesta comienza a las ocho de la noche. ¿Dónde lo hacemos en tu casa o en la mía? ¡Oh, eso sonó mal! —dijo, tapándose la boca con las manos, riendo descarada.

—En mi casa, creo que será mejor —contesté riendo también por lo que había dicho.

—Bien, hoy será el mejor día de nuestras vidas, graduadas de la preparatoria, rumbo a Harvard. Derek y yo estamos juntos nuevamente y tú eres feliz con Alex, ¿qué cosa mala pudiera pasar?

Pero como les he dicho, lamentablemente sí que se termina la felicidad, y para mí, sería de la peor manera, una vez más.

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