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Hank: Inmortal

🔒 Capítulo 14: Pistas

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Hank

Mientras Chuy llamaba a unos cuantos de sus contactos para buscar información sobre una «Vampiro francesa» por la zona, los tres nos dirigimos a la casa de los Smith. Una terrible jaqueca me atacó y no podía pensar más que en Krista, rebusqué en mis bolsillos hasta lograr tomar el móvil y abrí la galería para consolarme con una de sus fotografías, sin poder evitarlo, solté un suspiro al ver esa sonrisa radiante que opacaría al mismo sol, esos ojos grises tan expresivos… Ella era hermosa, simplemente perfecta y yo un maldito desgraciado que la había puesto en peligro.

A medida que transcurrían las horas, la culpa me aplastaba más y más. El corazón se me atascó en la garganta cuando deslicé mi dedo sobre la pantalla y apareció uno de los videos.

«¿Estás ahí, cariño? Hola, extraño, te amo»

Su voz provocó que mis ojos se cristalizaran y me sumí en silencio en un intento por contener el llanto, cerré los ojos y respiré profundo, sin poder sacar de mi cabeza el timbre de su voz y sus últimas palabras en casa de los Smith.

—¿De verdad? —cuestionó Chuy al sujeto que se encontraba al otro lado de la línea. Mientras yo acompañaba a Trent en el lado del copiloto, nuestro peculiar «Compadre» venía en el asiento del pasajero, con sus piernas estiradas, quedando casi recostado.

—Oye —llamó mi atención Trent, dándome un leve vistazo para volver su atención hacia la carretera—, la vamos a encontrar.

—Gracias, viejo.

—De acuerdo —prosiguió Chuy en lo suyo—, entonces en el fuerte Macomb, ¿cierto? ¿Cuántos más había?

—Este tipo tiene manías de investigador privado —señalé meneando mi cabeza.

—Te dije que era bueno en lo que hacía —respondió Trent con una media sonrisa dibujada en su rostro, revolví de nuevo dentro de mi bolsillo y mis dedos rozaron un papel, al sacarlo me percaté de que se trataba de la nota de Josephine, sentí como la ira se manifestó de una forma tan corrosiva que mi sangre hirvió dentro de mis venas, como un potente veneno que a la más mínima provocación podría alcanzar la letalidad.

Debía encontrar la manera de salvar a Krista, ponerme de rodillas y disculparme por todo lo que le había ocultado, luego de ello, podría mandarme al carajo si lo deseaba, pero necesitaba redimirme trayéndola a salvo a casa.

Guardé la nota de vuelta en su sitio, no había notado lo tensa que estaba mi mandíbula hasta que sentí un ligero malestar. Respiré profundo una vez más para relajarme un poco y Trent frenó el auto en seco, de no ser porque traía puesto el cinturón, me hubiese estrellado contra el parabrisas.

—¡Mierda! —maldijo, miré hacia el frente luego de que el aturdimiento por la sacudida cedió y justo ahí aparecieron tres tipos, fruncí el ceño al notar que se trataban de vampiros.

—Tres contra tres —dijo Chuy con cierta fascinación mórbida.

—No podemos entretenernos mucho tiempo, compadre, hay que ir por lo que necesitamos para que aquella demente no nos controle y poder cazarla —le aclaró Trent, Chuy no expresó nada más, bajó del auto cerrando de un portazo y pronto llegó a la parte frontal, encarando a los tipos.

—¡Vamos, hijos de puta! —vociferó haciendo ademanes con sus manos, no podíamos quedarnos aquí sentados, salí del auto enseguida, llegando a su lado—. ¡Bienvenido a la fiesta, compadre! Es hora de la diversión —mencionó ofreciéndome un guiño.

Los tipos frente a nosotros tenían miradas vacías que podían provocar escalofríos de solo ver esas cuencas por completo negras, la piel más lívida de lo usual con sus venas formando surcos de color negro por su rostro, cuello y brazos, su expresión era semejante a la de un animal salvaje con colmillos dos o tres veces más grandes que el promedio, nariz minúscula y mandíbulas alargadas, pero esas garras de un color negro semejante a la obsidiana lucían terriblemente afiladas, listas para rebanar todo a su paso.

El calor había escapado de ellos, ni siquiera parecían tener voluntad para controlar sus cuerpos, no hablaban, no se movían de forma natural, eran como zombis y de sus bocas escurría un líquido de un color rojo tan oscuro que me hizo recordar esa masa sanguinolenta que emergió de Adam. Estos tipos estaban siendo controlados por Josephine.

—No tardaré con ellos —aseguró Chuy, liberando su esencia vampírica, en un parpadeo, ya se encontraba frente a uno de ellos, lo tomó por la cabeza y lo arrojó contra un muro de contención haciendo que este quedara deshecho.

—Sabes que no podemos matarlos, ¿cierto? —le indiqué esquivando un ataque de uno de nuestros rivales, él asintió y se encaminó hacia el otro tipo.

—Pero podemos reprogramar sus cerebros a base de un buen golpe —afirmó.

—¿Cómo lo sabes? —pregunté desconcertado, él tomó a otro de los vampiros y lo golpeó tan fuerte con el puño, que pude escuchar su cráneo romperse, un sonido por completo escalofriante que llegó al grado de erizarme la piel. Su puño quedó bañado en sangre y algunos trozos de hueso terminaron desperdigados por el suelo.

—Lo vi en una película —se burló y atrapó al último de nuestros atacantes. Al estilo de las películas del legendario Chuck Norris, le propinó una patada giratoria directo en la mandíbula, un alarido salió de lo profundo, desgarrando la garganta del pobre tipo y Chuy lo tomó del cuello rematándolo contra el asfalto.

Me quedé patidifuso, sin poder moverme de mi sitio ante el asombro, el tipo era una bestia en esto del combate, mi boca había caído abierta y no pude articular palabra alguna. Chuy miró hacia mí, volviendo a la normalidad, se incorporó sacudiendo sus manos y palmeó mi hombro al llegar a mi lado.

—Mueve el culo, compadre, estos cabrones se repondrán rápido, solo los eché a dormir.     

—De verdad, ¿fuiste un vampiro?

—Sí, Jesús, fui uno que peleó en la guerra civil y por mucho tiempo, cuidé el trasero de Hank sin saber que él era más viejo que yo —respondió Adam a nuestro nuevo amigo que pareció estar más que maravillado con todo esto.

Luego de que llegamos a casa de los Smith, Chuy invadió a mi amigo con preguntas que en lugar de saciar su curiosidad, las respuestas la aumentaban más y más y con justa razón, «el santo Smith» había sido héroe de guerra, tenía una historia increíble de su pasado y si a eso le sumábamos el mundo de virtudes que el poseía, me dejaba en ridículo, haciéndome parecer más ese amigo envidioso que no había sido nada más que un Snob degenerado que su única gracia era la de follar con cualquier chica que se atravesara en el camino.

Adam había logrado tomar una unidad de sangre de Hayley, misma que en este momento yacía sobre la mesita de centro del living, dividida en tres botellas plásticas, diluida en alcohol a modo de maceración para extraer todas las propiedades del plasma y usarlos en nuestro beneficio.

Mientras tanto, Hayley tomaba un descanso, recostada en la habitación, no porque se sintiese mal, más bien, Adam solía ser demasiado sobreprotector.

—John llamó hace un rato —manifestó Adam, clavando sus ojos azules hielo en mí—, dijo que iría tras una pista a las afueras de Nueva Orleans, cerca de Metairie —completó. Chuy negó con la cabeza y reclinó su cuerpo hacia adelante, descansando sus antebrazos sobre las piernas. Su gesto pasó de divertido a serio en segundos, revelando su tensión en la línea de su mandíbula y la base de su cuello.

—Es una pista falsa —afirmó con voz ronca, todos miramos en su dirección y nos barrió con la mirada, expectante a nuestras preguntas.

—¿Cómo lo sabes? —interrogó Trent, Chuy levantó la cabeza y me miró directo a los ojos, el tipo estaba dispuesto a ser sincero y debía tener sumo cuidado con lo que dijera.

—Mientras veníamos acá, llamé a uno de mis informantes, dicen que hay movimiento en el fuerte Macomb, una mujer desconocida y al parecer cinco tipos más, llevaban a alguien que parecía ser chica, tenía la cabeza cubierta por una bolsa de papel y estaba sujeta de pies y manos, por el olor, están seguros de que era una humana y el resto vampiros.

Mis dientes chirriaron, me levanté con la furia bullendo en mí, la tenían como una vil rehén, seguramente dispuestos a torturarla. Me pasé ambas manos por el cabello y caminé en círculos, mientras la frustración me invadía.

—Hank, no se te ocurra hacer una estupidez.

—¡Es mi esposa, Adam! —vociferé fiero—. Yo la metí en esto, debo ir a salvarla cueste lo que cueste y…

—Y si vas tú solo, son capaces de matarla —aseguró, se puso de pie y me obligó a mirarlo, tomándome por las mejillas con fuerza—, seguramente ocuparías su lugar y nos joderían a todos, comprendo por lo que estás pasando, yo estuve en una situación similar y lo sabes, pero en una estrategia de guerra, los arranques impulsivos quedan fuera de la jugada.

Cuando estuve por protestar, Trent y Chuy se pusieron a sus espaldas.

—No se te ocurra dar un paso fuera de casa, compadre, debemos considerar muchas cosas antes.

—¿Cómo qué? —siseé, sacudiéndome para liberarme del agarre de Adam—. La matarán si no nos movemos rápido.

—Cabe la posibilidad de que ya hayan hecho algo con ella, Hank —mencionó Trent, helándome la sangre. Mis ojos se abrieron cuál plato, para al instante, volverse con un gesto ceñudo, dispuesto a atacar.

—¡Retráctate! —gruñí.

—No —increpó, cruzándose de brazos—, ¿no has pensado que quizás en venganza, esa mujer la vuelva vampiro? —preguntó, negué con la cabeza, no en respuesta a su pregunta, más bien, había sido para negarme a esa posibilidad, no creía que fuera a caer tan bajo, no estaba dispuesto a que aquello ocurriera.

—Es verdad, la mejor venganza es aquella que se prepara con tiempo y se sirve en frío.

—No estoy para tus metáforas, Chuy —inquirí con tono compungido, me dejé caer de rodillas, sosteniendo mi cabeza entre las manos.

Si Josephine habría sido capaz de eso, Krista y ella tendrían un vínculo, no cómo amantes, sino como el de sirviente y señor. Su lealtad quedaría atada a esa maldita mujer que era la encarnación de un monstruo y la perdería para siempre.

—Debo ir por ella, salvarla, quizás matando a Josephine pueda liberarla —musité mientras los ojos se me colmaron de lágrimas.

—¿No lo saben? —cuestionó Chuy. Levanté mi cabeza para mirarlo y, de igual modo, todos centraron su atención en él—. ¡Joder! Al fin llegó mi momento de brillar.

—¡Habla de una vez, carajo! —le exigió Adam y Chuy se aclaró la garganta.

—El vínculo se puede romper.

—No, Chuy, el vínculo jamás se rompe, es por ello que Josephine está ligada a mí, es por eso mismo que vino a atormentarme como una amante dolida y…

—¿Tienes idea de por qué un progenitor luego de transformarte no te da de beber de nuevo su sangre? —arqueé una de mis cejas y sus labios se curvaron en una media sonrisa—. Solo bebes al transformarte porque al hacerlo de nuevo, rompes el vínculo, incluso el de amantes inmortales, tú ya conociste a alguien que no tiene vínculo con su progenitor.

—¿Quién? Chuy, tus acertijos están matándome —expresé, pasándome ambas manos por el cabello.

—Rosa —respondió, recordé el nombre de la chica del mostrador enseguida—, yo la transformé, la encontré muriendo en la línea, quería cruzar para poder ver a un médico, tenía cáncer, el traficante la dejó en el camino y ella deseaba vivir para ayudar a su familia, es la mayor de cinco hermanos, así que le di una oportunidad y luego del primer día, le di un poco más de mi sangre y listo.

—No, eso es imposible, Jesús, el vínculo siempre está presente —intervino Adam—. Thomas Blake, mi progenitor, lo dejó escrito en sus diarios y…

—Sé quién es Thomas Blake —interrumpió Chuy, fulminándolo con la mirada—, James me habló de él, y créeme, mi progenitor no era un estúpido ni mucho menos alguien cualquiera, el tipo fue miembro de la orden mucho antes de que esos aristócratas creídos se unieran. Vladius y James fueron transformados por la misma persona.

—Está más que claro que James no es un nombre de la época antigua, Chuy —expuso Trent, y cómo ya era costumbre, nuestro invitado sonrió de medio lado, seguramente, tenía algo que decir y estaba comenzando a irritarme su jodida actitud.

—Su nombre real es Salomon, sí, cómo aquel antiguo rey sabio, fue creado en el año doscientos después de Cristo, y se los puedo presentar cuando lo deseen, pero deben saber que me enseñó bien.

Me estreché el puente de la nariz entre los dedos, solté una pesada respiración y tragué con dificultad, una parte de mí deseaba arrancarle la maldita cabeza, estaba por completo desesperado por ir tras Krista, sin embargo, Adam tenía razón y no quería jugármela con eso de romper vínculos, no me fiaba de las palabras de Chuy.

—No puedo dejar a Lizzy y a mis hijos solos, esa mujer sabe dónde vivimos, hablaremos con John Anderson y nos quedaremos en un sitio seguro, ustedes tres deberán revisar la zona en el fuerte Macomb.

—Adam —llamé su atención—. De verdad, te necesito en esto —indiqué a modo de súplica, sus labios se fruncieron y negó con su cabeza, derrotado.

—Así como para ti, primero es Krista, para mí lo es Elizabeth y nuestra familia, sabes que te apoyo en la medida de lo posible, para muestra, ahí —señaló hacia las botellas— está tu arma principal, comprende que soy humano y estoy desarmado para enfrentar a esas criaturas solo.

—Puedo ofrecerte algo de ayuda, compadre —manifestó Chuy. Adam le palmeó el hombro enseguida y negó con su cabeza.

—En verdad, te lo agradezco, Jesús, pero aquí mi buen amigo debe lidiar con sus problemas y no involucrar a más inocentes.

—¿Me estás mandando al carajo? —mascullé, él entornó los ojos y se giró en sus talones, encaminándose hacia el pasillo.

—Solo hago lo que un hombre debe hacer por su familia, John Talbot, aún recuerdo lo que le hiciste a Lizzy —dijo sin siquiera dirigirme una última mirada al subir por las escaleras.

—Adam tiene razón, viejo.

—No lo defiendas, Trent —refunfuñé, experimentando cierta decepción.

Cuando Hayley fue secuestrada por Lancaster para ser llevada ante Vladius, Adam se puso fuera de sí, le ofrecimos nuestro apoyo, yo estuve siempre para él y… «No, Hank, fuiste un desgraciado que estuvo unos días encerrado con Krista en una habitación follando mientras él y Thomas se encargaron de todo» Me regañé a mí mismo, quedándome frío ante aquel recuerdo.

Siempre fui un pésimo amigo, en más de una ocasión él se encargó de todo, también de los negocios, mientras yo me perdía en alguna aventura, solo hasta que llegó Krista, comencé a volverme más responsable, era comprensible que me diera la espalda ahora, le oculté demasiado, hice un numerito fragmentando nuestra confianza… Le hice daño a Hayley.

Cerré los ojos un momento y suspiré, para casi de inmediato volver a la realidad, encaminándome a la mesita para tomar las botellas.

—Vámonos, ya tenemos lo que necesitábamos de aquí, hay que trazar un plan.  

Estaba sentado dentro del auto, mientras Trent y Chuy se hacían con las «provisiones» de la gasolinera, la noche comenzaba a caer, ya habían pasado dos días desde el secuestro de Krista, no había logrado descansar ni un poco, y no lo haría hasta encontrarla.

Mi móvil vibró en mis bolsillos, lo saqué de su sitio y fruncí el ceño al percatarme de una llamada desde un número desconocido, vacilé en responder, sin embargo, una corazonada me obligó a hacerlo. Deslicé mi dedo sobre la pantalla y me llevé el auricular a la oreja.

—¿Quién? —pregunté con un bufido desdeñoso.

—¡Hank! ¡Hank, por favor, tienes que ayudarme! ¡No tengo mucho tiempo! ¡Hank! —la voz de Krista me erizó el vello de la nuca, parecía por completo desesperada, aterrorizada. Mi cuerpo comenzó a temblar y miré por la ventanilla del auto en dirección hacia donde se encontraban mis compañeros.

—Kris, ¿dónde estás? Voy por ti ahora mismo, pero necesito que… —una carcajada malévola se manifestó desde el otro lado de la línea, fruncí el ceño y sentí esa ira acrecentarse en mi interior al reconocer el tono.

—¿En verdad creíste que sería tan sencillo, John? —preguntó Josephine.

—¿Dónde está? —gruñí—. Sí le haces daño juro que…

—¡Shh! Me aturdes, imbécil —siseó con su peculiar acento francés—. El juego está comenzando, y tu mujer la está pasando muy bien —ronroneó, puse atención más allá de su voz y me tensé al escuchar gemidos, no había duda, se trataba de Krista—. Ahora mismo está follando con uno de mis muchachos, a ella le gusta, ¿sabes? Se le da bien eso de comportarse como una verdadera puta.

—¡Quítale tus jodidas manos de encima! —vociferé, tomando con fuerza el móvil.

—No, en primer lugar, no la estoy tocando, y en segundo, solo es un juego John, si quieres que ella salga con vida, podemos hacer un intercambio.

—¿Qué clase de intercambio?

—Su vida por la del pequeño Benjamin Lui.

—¡Estás demente! —chillé—. ¡Es solo un niño!

—Y también es hijo de la cruz negra, su sangre puede serme de mucha utilidad, tienes dos días para traer al niño acá o tu linda esposa se convertirá en comida para vampiros.

—No te atreverías, aún me debes lealtad, Josephine.

—A ti, y del mismo modo te recuerdo que yo soy tu compañera inmortal, no ella, por lo tanto, la haré sufrir, ¿qué te parece si te envío algunas fotografías ahora mismo? Un chico español al cual acabo de reclutar, le está dando profundo por el culo, chérie y tú eres voyeur como yo, quizás te excites.

—¡Basta! —grité soltando un manotazo contra el volante—. ¿Dónde estás?

—Fuerte Macomb —indicó, cortando la llamada. Me quedé petrificado, por completo ingrávido, no podía hacer ese intercambio, fuera de que se trataba del hijo de mi mejor amigo, era solo un niño, Josephine era una desquiciada y seguramente lo torturaría hasta la muerte, no tenía alma, mucho menos corazón, no solo quería que perdiera a Krista, sino también que dejara todo destruido a mi alrededor para de alguna forma aislarme, pero ¿qué podía hacer?

El móvil comenzó a vibrar y al ver la pantalla, exploté en cólera, había fotos de Krista posando completamente desnuda, en algunas más aparecía de manera parcial el cuerpo de un tipo que no logré reconocer. Una parte de mí quería arrojar el móvil lejos, sin embargo, algo me lo impedía.

El hijo de puta apareció prendado de su coño cual lobo hambriento bebiendo de ella, por el ángulo no logré ver el rostro del pelinegro, y lo único que se mostró de Krista eran sus pechos, parte de su vientre plano, y claro, sus piernas largas y torneadas, además de sus manos que se aferraban a la melena del desconocido. Mi miembro saltó dentro de mis vaqueros, era claro que la deseaba, pero la ira en mi interior reclamaba la cabeza del tipo que en la siguiente imagen apareció penetrándole el coño rosado, húmedo y de labios hinchados, con la verga, era un closet up de esa parte de la anatomía de ambos dónde los fluidos le daban cierto brillo a su piel. En una especie de arranque masoquista, deslicé mi dedo una vez más por la pantalla, en esta apareció una foto más del rostro de Krista en pleno éxtasis, me iba a volver loco, esas muecas eran mías, única y exclusivamente para mi deleite, Krista era mía y juraba por el maldito infierno que le arrancaría las pelotas y la polla al hijo de puta y se las daría de comer a los cocodrilos que habitaban en el Mississippi.

En mi cabeza se estaban hilando más de mil formas en que torturaría al cabrón que se atrevió a tocar lo que era mío.  

—¿Hank? —me llamó Trent al abordar el auto. Todo mi cuerpo estaba temblando por la rabia, no obstante, no podía desquitarme con mis aliados, debía ser inteligente y aguardar a que el momento idóneo llegara.

—Vamos al fuerte Macomb en este jodido instante.

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