Isabella
Estaba ansiosa por algo y no sabía el motivo. Tomé el brazo de Zaid una vez que me lo ofreció. La hermosa mujer que se acercó, nos guio a una mesa en un área privada, al caminar entre los comensales, Zaid estaba como escudo humano dirigiéndome al lugar. La mujer se detuvo y nos señaló el espacio.
—Gracias—dijo Zaid en un tono serio, la mujer intentó sonreírle, pero él de manera sutil la ignoró, ella me miró y luego de manera rápida nos dejó para que nos acomodáramos.
—Debiste, aunque sea sonreírle de manera amable por su atención. —le dije aceptando el gesto de separarme la silla para que me sentara, él presionó sus labios y negó al mismo tiempo que tiró de la silla para sentarse —no frente a mí— sino a mi lado.
—Solo sonreiré a mi esposa, a mi mujer, no tengo por qué sonreírle a otra mujer. —sus palabras me dejaron callada, —Así como espero que tu sonrisa sea solo para mí.
—Hay de sonrisas a sonrisas, Zaid. —él arqueó una ceja. —Hay sonrisas que son por educación y…—detuve mi oración cuando John apareció en la entrada al privado, pareció estar inquieto, Zaid lo miró y arrugó su ceño.
—¿Qué pasa?—preguntó a John.
—Tiene una llamada importante. —dijo de inmediato.
—Pero si no ha sonado su celular—repliqué arrugando mi ceño, John no dijo nada, pero al parecer Zaid entendió, asintió rápido, John salió, entonces él me miró y me sonrió. —Esa sonrisa es de «No preocuparé a mi esposa» —él alzó sus cejas, como si hubiese dado en el clavo.
—Atenderé la llamada. No tardo, además, —se aclaró la garganta y me entregó el menú que ya esperaba a lado de nuestros platos, —Ordena para mí… —hizo un ruido con la garganta, mirando la lista de comida, no se decidía tan rápido y luego negó con impaciencia. —Lasaña. —dejó el menú al lado del plato y levantó su mirada hacia mí. —No tardo, Habibati. —se inclinó y dejó un beso en mi frente para después ponerse de pie de un elegante movimiento, se ajustó la americana y salió del privado, sin antes dejar órdenes de que custodiaran la puerta un par de hombres que eran de la nueva escolta de seguridad.
—Bien. —murmuré, tomé mi celular y mensajeé al grupo de mensajería de la familia.
«¿Cómo están?» «Ya cenaron?» Pero nadie respondió, miré el reloj y no era tan tarde como para que estuviesen dormidos, entonces, esa ansiedad que cargaba, creció, así que decidí marcarles. Un tono, dos tonos, y nada, mi corazón empezó a latir apresuradamente, pensando mil escenarios en mi cabeza, marqué a cada uno, pero ninguno contestó. «¿Por qué no contestan?» «No jueguen con mis nervios» pero de nuevo nadie respondió, no se veían ni en línea. No me di cuenta de que me había empezado a mordisquear la uña con mi diente, al grado de haberla roto sin querer.
Dediqué a mi mente a mirar el menú para ver que ordenar, les daría tiempo a que vieran mis mensajes, de no hacerlo cuando llegase Zaid, le diría a él.
—¿Pasta? ¿Pollo a la parmesana? —Entre más miré la lista, más inquieta me sentí. Solté un bufido, empezando a irritarme, la puerta se abrió y apareció Zaid. Tenía el rostro cargado de tensión. —¿Qué es lo que pasa?—quise saber, pero él negó.
—No es nada, ¿Ya has ordenado? Tengo ahora sí, pero mucha hambre.—se sentó a mi lado, dejó otro beso ahora contra mi coronilla y prestó atención a su menú de nuevo.
—¿«No es nada»?—dije irritada. Él asintió.
—Tenía que revisar un tema de seguridad. Pero ya quedó arreglado.
—¿Pasa algo?—intenté que me dijera algo, pero él negó. —¿Realmente no está pasando algo, habibi?—negó de nuevo, entonces estiré mi mano y toqué su pecho, del lado de su corazón, él se sorprendió al grado de alcanzar mi muñeca, pero no la retiró. Sentí su corazón latir tan rápido que me alerté. Intenté retirarla, pero él negó.
—¿Qué es esta táctica, señora Ashgar?—Alcé mis cejas con sorpresa al escuchar el tono que usó. Intenté de nuevo retirarla, pero él siguió evitándolo.
—Tu corazón late rápido. Esa es una señal de tensión al omitir información, —hice una pausa—Se nota el aumento de tu frecuencia cardiaca. —dije de manera sincera.
—¿Quieres decir que estoy mintiendo y que por eso tengo mi corazón acelerado?—no mostré una señal en respuesta, supuse que mi silencio sería quien le diera esa respuesta. Al entenderme, suavizó su rostro, acarició mu muñeca, buscó mis nudillos y los acarició brevemente con sus labios, soltó un largo suspiro y me soltó sutilmente la muñeca. —Bien, pienso que es innecesario preocuparte cuando tengo todo bajo control.
—Entonces si pasa algo. —murmuré sin dejar de mirarlo.
—Sí. John ha sospechado que nos han estado siguiendo. —alcé mis cejas, me tensé, pasé saliva con dificultad, ahora a quien se le ha acelerado el corazón y revuelto de nuevo el estómago, era a mí. —¿Entiendes que no quería mentirte? Solo era no preocuparte. —hizo una pausa—Pero todo está bien, habibati, no hay señales de nada, solo una simple sospecha.
—¿John ha revisado todo?—pregunté ahora preocupada. —¿Crees que nos están vigilando o algo así? —Zaid buscó mi mano de nuevo y dejó un par de besos contra mis nudillos. Al terminar, me miró.
—Quiero que estés tranquila, ¿Sí? ¿Ya has decidido?—negué. —¿Quieres que te ayude a pedir algo? Es comida italiana, tiene mucha variedad, ¿Qué opinas de pizza?—negué al no sentir atracción por comer pizza, miré de nuevo el menú y elegí pechuga a la parmesana. Se lo mostré y él asintió. —Pediré lo mismo. —no me había dado cuenta de que el mesero esperaba afuera del privado, en cuanto había dicho Zaid «Adelante», la puerta se abrió y apareció el hombre. Zaid le informó lo que pediría y luego nos quedamos a solas.
—Estás preocupado. —dije al notar aquella tensión en su rostro. Zaid desvió la mirada al menú que estaba al costado de su plato, y presionó con fuerza su quijada. —¿Quieres irte a casa?—eso me recordó que mis hermanos no había contestado, miré a Zaid para preguntarle si sabía de ellos, pero habló primero.
—Cenemos y luego podremos ir a casa, —él se aclaró la garganta al mirarme de nuevo—Además, ¿Cuándo fue la última vez desde que estamos casados que hemos cenado juntos? No quiero que tengamos una rutina aburrida, sin una cita a cenar. Quiero tener momentos a solas contigo. Además, has enfermado. Quiero consentirte un poco.
—Bien, —le sonreí. —Pero, dime algo, —él acarició con la yema de sus dedos, mis nudillos. —¿Sabes algo de mis hermanos?—él asintió.
—Sí, hace una hora informaron que dormirían temprano, para que no nos preocupáramos. —entonces sentí ese alivio.
Llegó la cena, comimos tan bien y en una conversación tan amena que el tiempo pasó muy rápido. Zaid nos guio para ir a pagar a caja y de ahí salir del local, cuando sentí la necesidad de ir al servicio de damas.
—Espérame, iré al servicio rápido. —él asintió y entregó su tarjeta de crédito a la cajera. Le pregunté a la cajera por donde estaba y me señaló por donde. Entré al servicio de damas y entré al último cubículo, hice pis, terminé y al salir, fui directamente al lavamanos, estilo minimalista, por mi urgencia, no me había dado cuenta de que había alguien más en el servicio, así que levanté la mirada en el espejo para mirar, y entonces me quedé congelada en el tiempo. El reflejo en el espejo me mostró unos ojos familiares, ya que usaba el hiyab.
—Buenas noches, señorita Sánchez. —hizo una breve pausa, su voz era como un susurro a través de la tela que cubría también su boca. —Oh, lo siento, ahora es… Señora Ashgar.
«Azahara»