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Gabriel

🔒 Howard Edevane

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Howard

—Howard, cariño, ¿Dónde están? —la voz de Dona se manifestó desde el pasillo.

Me encontraba en el living, maravillado por haber cumplido mi misión, lo había logrado, John estaba dando sus primeros pasos al fin.

—Por acá, tienes que ver esto, ¡Date prisa! —exclamé con emoción. El ruido de sus tacones reverberó por el sitio y cuando llegó hasta nosotros, ahogó un grito de júbilo.

John tenía tan solo diez meses, casi once, era un pequeño de piel blanca como el algodón y cabello castaño oscuro como el de mi amada Dona, sus ojos expresivos y esa sonrisa con hoyuelos me llenaban el corazón, era tan bello como su hermana mayor.

Habían trascurrido los meses, primero pasamos por la etapa del embarazo, luego el parto y no tardamos mucho para cumplir nuestro sueño de casarnos, una boda cómo siempre debió haber sido, teniendo a mi hermano Demian, como mi padrino de bodas, todo fue perfecto, Skylar y Nicholas se hicieron cargo de John mientras pasábamos nuestra luna de miel en Roma, recorriendo lugares increíbles, pero sobre todo, viviendo momentos inolvidables al lado de mi esposa.

—¡Oh por Dios! —exclamó, se agachó lo suficiente y extendió los brazos hacia nuestro pequeño—. Ven con mami, John, ven. —Abrió y cerró sus manos mientras una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, sus ojos centellaron azulino y nuestro hijo rio, disfrutaba de nuestra magia, y estaba seguro de que disfrutaría de todas las maravillas de este mundo.

John dio un par de pasos temblorosos y cuando estuvo por tropezar, Dona lo tomó entre sus brazos y lo llenó de besos.

—¡Oh mi bebé! Ya eres un niño grande.

—Y uno muy listo, además.

—Igual que su padre. —afirmó, se incorporó cargando a John y se acercó para depositar un beso sobre mi mejilla.  

—Tú siempre has sido más lista que yo, cariño.

—Antes de que Skylar, Maia y Nicholas lleguen, quiero decirte algo muy importante. —manifestó en tono serio, fruncí el ceño, un tanto desconcertado, no comprendí el por qué de su cambio de humor. Sus labios formaron una fina línea y no apartó sus ojos de John.

—Me estás provocando una gran agonía con tu silencio.

—Howard, sé que quizás te sorprenda o sea demasiado porque John aún es muy pequeño, pero… —Tomó una profunda exhalación y volvió sus ojos hacia mí—. Otro Edevane viene en camino, Howard, estoy embarazada. —sus palabras salieron atropelladas, lentamente, mi rostro se descompuso en un gesto de sorpresa pura para luego comenzar a dar saltos.

—¿De verdad? —pregunté aún incrédulo, me acerqué a ella y la tomé por sus mejillas—. Dime que no es una broma.

—¡Claro que no lo es! Seremos padres de nuevo Howard.

—¡Oh, Dona! Me haces el hombre más feliz del mundo una vez más. —exclamé, envolví a ambos en un abrazo y besé sus cabezas—. Te amo tanto, los amo tanto a los tres.

De pronto, una neblina negra se formó en medio del living, sonreí al sentir el aura de mi hija, Nicholas traía en sus brazos a mi nieta, quien al verme agitó sus manos, físicamente, era una combinación perfecta de ambos, una pequeñita preciosa la cual me esforzaba día con día para obtener el título de abuelo favorito, aunque Mark siempre intentaba quitármelo.

—Alguien aclama a su abuelo. —señaló Sky, me acerqué tomando a mi nieta en brazos.

—Bonjour cher. —saludé a la bebita, quien sonrió.

—¿Cómo está mi hermano el más lindo del mundo? —preguntó Sky. Dona me dio una mirada y asentí a su pregunta no formulada.

—Dentro de poco no podrás hacer esa pregunta. —subrayó mi esposa.

—¿Por?

—Skylar, hija. —la llamé, sentí un aleteo en la boca de mi estómago, la emoción se manifestaba de formas indescriptibles, y la felicidad era un sentimiento difícil de ocultar—. Dona y yo queremos decirles que otro bebé está en camino.

—¿Qué? Esperen un momento. —intervino Nicholas desconcertado—. ¿Cómo se enteraron? Era lo que veníamos a decirles.

—¿Disculpa? —cuestioné.

—Papá, Nicky y yo queríamos decirles que serán abuelos de nuevo, ¡Estoy embarazada! —chilló, mis ojos se abrieron cuál platos, esto sí que no me lo esperaba.

—¡Wow! ¿De verdad?

—Si tía Dona, pero no comprendí a lo que te referías.

—Hija… —suspiró y se acercó a mí entregándome a John, luego tomó a Sky por las muñecas—. Vas a tener otro hermano, también estamos esperando.

El rostro de Skylar se volvió un poema, mi atención fue a Nicholas que estaba tan sorprendido cómo ella, contuve la respiración por segundos que me parecieron malditamente eternos y justo cuando creí que todo se había ido a la mierda, dio un grito de felicidad para luego abrazar a Dona y saltar juntas.

—¡Qué genial! Esto es increíble.

—¿No estás molesta, cariño?

—Por supuesto que no, mamá, esto es cómo en la película de: El padre de la novia, tan cómico cómo hermoso ¡Felicidades!

—Gracias cariño y felicidades a ustedes también. —espeté, me acerqué a Nicholas y palmeé su hombro con mi mano libre.

—Supongo que ahora estarás muy ocupado, Howard.

—Algo así, quizás le dé la oportunidad a Mark de llevarse el premio, pero solamente por un tiempo. —bromeé, Nicholas rio y lo seguí.

Este era uno de esos días, normal, feliz, épico, rodeado de mi familia y con la seguridad de que siempre habrá un mañana para todos nosotros, estando siempre unidos y amándonos por la eternidad.   

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