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Gabriel

🔒 Demian Edevane

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Demian

—¡Hey! Grandote, ¿Puedes ayudarme un poco? —preguntó Kali Ann asomando su cabeza desde la entrada de la cocina.

—¡Voy! —respondí en voz alta—. No seas tramposo y deja pausada la partida, Jake.

—Pero ¿Qué pasa si Hannah presiona un botón? —preguntó mi hijo encogiéndose de hombros, al igual que mi hermano Will, le encantaban los videojuegos, pero no le gustaba perder y por consecuencia, teníamos nuestras batallas campales para que siguiera las reglas, sin embargo, era un buen niño, uno muy protector con su pequeña hermana. Entrecerré los ojos y sonreí, Jake era tan ocurrente como su madre, y tenía razón en algo, un descuido y Hannah podía hacer volar el mundo, a pesar de solamente tener dos años, era bastante inquieta, seguro es porque la consiento demasiado.

—Hannah, cariño. —me acerqué a ella y la tomé en brazos—. Vamos a ayudar a mami, así tu hermano no tiene excusas. —inquirí, ella sonrió y se aferró a mí. Juntos caminamos hasta la cocina y justo ahí pude ver a Kali con sus manos enguantadas.

—Necesito que me ayudes a probar esto, he hecho tantas recetas que ya no me saben las cosas y…

—¿Hiciste brownie? —la interrumpí mirando el recipiente de cristal, mis ojos se abrieron cuál platos y mi nariz percibió el intenso aroma a chocolate, luego de las galletas con chispas, esta era mi segunda golosina favorita y que mi esposa se haya esforzado en prepararlo para mí me provocó un mariposeo en el estómago.

Levanté mi mirada encontrándome con la de ella, me ofreció una sonrisa y me acerqué.

—No te preocupes, traigo los guantes por costumbre, ya está tibio, puedes probar un poco con cuidado. —me advirtió, a pesar de que éramos inmortales y que nuestro cuerpo era resistente, seguía teniendo ese comportamiento tan humano.

Era fantástica, muchas personas seguían buscándola por ayuda, no le temían, la respetaban por ser bruja y yo era el marido orgulloso de esta increíble mujer, que seguía con sus costumbres y utilizaba sus libros, incluyendo el grimorio de san Cipriano, para ayudar a los demás.

—Nena, esto huele increíble.

—También compré helado, espero la receta de Laura haya funcionado. —expresó nerviosa, al mismo tiempo que se mordió el labio, en ese momento únicamente pude pensar en ella y chocolate, muy probablemente mi lengua recorriendo ciertas zonas.

Sentí cierta incomodidad en mis vaqueros y bajé a Hannah dejándola andar. Tomé el molde de las manos de Kali y me aproximé a la encimera tomando una cuchara.

—¿En serio, grandote? ¿Una cuchara? —cuestionó con diversión cruzándose de brazos. Esa pose solamente logró que mi miembro creciera más al ver sus pechos más erguidos que de costumbre.

—Creo que hay que ser prácticos, además no voy a perder tiempo buscando un jodido cuchillo, esto seguro sabe a cómo huele. —declaré, tomé un trozo con la cuchara y lo probé, paladeé lentamente su sabor, cerré mis ojos disfrutando y no pude evitar soltar un gemido, cuando nuevamente dirigí la atención a mi esposa, ella me observaba con su boca abierta y sus mejillas sonrojadas—. Esto sabe increíble. —aseguré aún con la boca llena, se abalanzó a mí y entrelazó sus manos sobre mi nuca, de un salto envolvió sus piernas en mis caderas, sorprendiéndome.

—¡Demonios! ¿Cómo te atreves a gemir de esa manera frente a mí cuando tengo horas queriéndote arrancar la maldita camisa?

—¡Kali Ann!  —farfullé nervioso, Hannah rondaba por algún lugar de la cocina mientras Jake aguardaba en el living. Carraspeé en un intento por aclarar mi garganta—. No digas eso frente a Hannah.

—Ella no lo entiende aún, anda, mueve el culo, quiero que bailes entre mis piernas. —dijo despreocupada.

—¿Tan deseosa estás?

—Tanto que esta noche ellos se irán con Kole, tú y yo tendremos una maravillosa cena a la luz de las velas.

—¡Wow! Mi brujita quiere provocarme.

—Tómalo cómo una celebración de pre aniversario de bodas, amor. —comentó melosa.

—Yo te daré tu regalo hasta mañana.

—Contigo cabalgando me conformo. —siseó en tono coqueto, no pude más que sonreír de medio lado, añoraba más que nada el tenerla solamente para mí, amo a mis hijos, pero quiero tiempo de calidad con mi esposa, sin una pequeña que se escabulla en nuestra cama, ni peluches sobre mi cabeza, ni Jake llamando a nuestra puerta temprano el fin de semana para desayunar.

—Quizás tú termines siendo mi sexy jinete, nena.

—Anda, te serviré un poco más de brownie con helado y terminaré de hacer la maleta de nuestros niños. —bajó sus piernas con cuidado poniéndose sobre sus pies, se giró en sus talones y me atreví a darle un suave azote—. ¡Demian!

—Solamente es una prueba de lo que te espera esta noche.

—Te amo, grandote.

—Y yo a ti, brujita.

—¡Papá! —gritó Jake desde el living—. ¡Hannah des pausó la partida!

—Tranquilo, juega con ella, Jake. —respondí y antes de que Kali pudiera irse, dejé mi energía fluir apareciendo frente a ella—. Quiero comer helado, pero desde tu cuerpo.

—¡Uy! Eso es tentador.

—¿Toda la noche? —pregunté imaginándome mil y una escenas calientes al lado de esta mujer que me puso a sus pies desde el primer instante, una mujer que jamás le temió a la muerte, por el contrario, se enamoró de ella y juntos crearon vida, aceptando un pacto de amor eterno. —Toda, señor Edevane.

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