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Gabriel

🔒 Capítulo 9: Confesiones.

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La mentira gana bazas, pero la verdad gana el juego.

Sócrates.

Gabriel

—Tu silencio está matándome. —dijo Faith guardando su móvil en el bolso. Mi cuerpo se sentía pesado por la tensión, acababa de quizás meter la pata a fondo y una parte de mí luchaba por no mentirle, ocultar la verdad era una mentira por omisión y yo me jactaba de ser honesto siempre.

Con lo que ha pasado con la hija de Howard, el maldito Radna haciendo de las suyas con energía oscura y su legión de esbirros e íncubos y Ralph queriendo tomarme por el cuello en búsqueda de un libro legendario, estoy hasta las narices de problemas y si a eso le sumamos mi reciente uso de poder para deshacerme de un esbirro, debía buscar una manera de mantenerme a raya para no perder mi estadía en la tierra, de hecho, me estaba devanando los sesos en búsqueda de una solución, la cual se reducía a dos caminos, la razón o el corazón y debía ser cauteloso de cual debería de tomar.

—Faith, lo que te debo explicar es difícil. —subrayé sin apartar los ojos del camino, mis manos se aferraron al volante hasta que mis nudillos se tornaron blancos, miré por el rabillo del ojo en su dirección, estaba encogida sobre el asiento—. Pero primero debo saber, ¿Cómo estás?

—Tengo un miedo de muerte. —declaró haciendo que la sangre se me fuera a los pies, tragué en seco, después de todo, esta podría ser la última vez que tendría a Faith conmigo, si no le borraba la memoria, no quería hacerlo, ella merecía la verdad, prefería dejarla ir a ser un egoísta, si eso no era amor, no comprendía lo que era, tenía un debate mental.

—Entiendo. —dije con pesar.

—No, no lo entiendes. —replicó dándome un apretón sobre la pierna para llamar mi atención, de ella emanó desesperación, podía ver su aura alterada, una que iba del índigo al turquesa, sinceramente, era la primera vez que veía ese color de aura en un humano—. Todo esto, lo que está pasando… —hizo una pausa y soltó una sonora exhalación, la atmosfera se tornó tensa—. Gabriel, la chica que había sido mi mejor amiga, se transformó en un monstruo y me amenazó con comerse mi corazón, tú la detuviste con una sola mano y le hiciste algo que la dejó KO y no solo eso, ayer por la noche en tu departamento, cuando nos hiciste desaparecer…

Frené de golpe, me quedé rígido, el miedo me invadió enseguida, un escalofrío me estremeció y lentamente giré mi rostro hacia su dirección, mi pulso se aceleró, tenía razón, no entendí nada en lo absoluto, por alguna extraña razón, ella recordó lo sucedido, mis habilidades no habían funcionado, de hecho, haciendo una revisión a mi memoria, ella había notado la iridiscencia de mis ojos, cosa que los humanos no podían ver, incluso, podría apostar mis alas a que ella me vio cuando aparecí detrás del asaltante. Ella era única, no me refería solo en belleza. Mis manos temblaron y carraspeé en un intento por aclarar mi garganta.

—¿C-cómo lo…?

—Déjame terminar. —farfulló haciendo ademanes con sus manos—. Veo halos alrededor de ti, incluso alrededor de Briggith y del Doctor Simmons, siento presencias, veo tus ojos brillar y pareciera que soy la única que lo hace, luego eso de desaparecer ¡Joder! ¿Sabes? Estoy que me cago de miedo, esto no había ocurrido antes, nunca. —declaró, mi rostro se encogió, me sentí compungido, me estaba doliendo, no quería que me temiera, yo daría todo por protegerla, ¡Dios! No comprendía como es que todo esto pasó tan rápido, pero la amaba con toda mi alma y no podía soltarla así, sin embargo, no me caracterizaba por ser egoísta, haría lo que ella me pidiera. Solté una pesada respiración y miré en su dirección, una arruga surcó su frente, sus ojos verdes reflejaron preocupación y algo más que no supe interpretar.

—Faith, si no quieres que esté cerca, yo…

—¡Shh! —me silenció colocando sus dedos sobre mis labios—. No tengo miedo de ti, sino de que te marches. —aclaró suavizando su expresión, suspiré de alivio, pero no bajé la guardia del todo esperando a que continuara con su explicación—. Tú quisiste hacer ese truco conmigo con tus ojos, pero solamente sentí un cosquilleo, no ocurrió nada, fingí por miedo, no porque pensara en que me harías daño, por supuesto que no, mi temor fue que te marcharas, tal y como quieres hacerlo ahora, más a sabiendas de que no pudiste lavar mi cerebro con tus ojos hipnóticos, porque si bien, todo lo que pasó es malditamente extraño, imagino que el no caer en tus trucos lo es aún más. Lamento sí te lo oculté, te amo y no estaba lista para que estallara la bomba y…

Ahora fui yo quien la silenció tomando sus labios con un beso apasionado que correspondió sin un atisbo de duda, la necesitaba, sentirla, tenerla de esta forma tan íntima, porque si bien, no era un buen augurio que mis poderes no funcionaran en ella, tampoco creía en las casualidades, ella era especial, la quería a mi lado y el saber que no me teme, me da pie a liberarme contándole mi secreto, lo merece, no obstante, mi necesidad por indagar en el libro del destino, aumentó, quizás ahí hubiera una explicación para esto, algo que hable de ella.

Rompí el contacto y pegué mi frente a la suya con mis ojos cerrados, su aroma a vainilla y canela invadió mi nariz dándome la paz que necesitaba.

—Te amo, y si me lo permites, te lo contaré todo esta noche.

—Si, de hecho, quiero que sepas que no he cancelado el plan de pasar la noche juntos, estoy aterrada por lo que sucedió con Briggith, fue espantoso, sin embargo, tú me calmas, Gabriel y quiero escuchar tu explicación, no, más bien, necesito escucharte.

—¿Ya le avisaste al señor Murphy? —cuestioné, ella me ofreció una sonrisa diáfana y sacó su móvil del bolso mostrándome la pantalla.

—No está muy contento, pero dijo que si te pasabas de listo te rompiera las bolas a patadas.

—¡Auch! —me quejé con diversión colocando ambas manos en mi entrepierna—.  No creo que sea necesario.

—Lo sé, solamente cumplo con decirte lo que respondió, entonces, ¿Qué tal si pones a este bebé en el camino de nuevo y vamos a tu departamento? Supongo que ambos necesitamos estar en un lugar más cómodo. —espetó con gesto despreocupado, le ofrecí una sonrisa tímida dudando de su tranquilidad, pero ese sentimiento se disipó en un tris.

—En eso te doy la razón, pequeña.

—Pero agradecería que mientras conduces me expliques una cosita primero.

—Adelante.

—¿Qué ocurrió con Briggith? Y ¿Va a estar bien?

—Te lo diré, pero más tarde vienen las explicaciones más tediosas, ¿Ok?

—De acuerdo.

—Bien. —liberé una sonora exhalación y retomé la carretera—. Tu amiga Briggith estaba poseída por un esbirro infernal.

—¿Un qué? —preguntó ladeando la cabeza.

—Un esbirro infernal es un demonio menor, verás, aquí en la tierra existen jerarquías para cada forma de gobierno ¿Cierto? —La miré por el rabillo del ojo y asintió. Seguí por el camino hasta la siguiente intersección, ya faltaba poco para llegar—. De igual forma, esas jerarquías existen en el cielo y en el infierno, sí, Faith, Dios, el diablo y los ángeles existen, existimos. —recalqué—. Muchas criaturas existen, no obstante, me enfocaré en lo que ocurrió con Briggith, desde que la vi supe que estaba poseída por este ente demoniaco, y no solo eso, ella fue quien se ofreció como contenedor.

—¿Cómo?

—Ella lo invocó y le ofreció su cuerpo, Barwn el parásito, un demonio al que se le otorga la gracia de caminar sobre la tierra cada lustro, como te lo dije, hay muchas cosas que debes saber antes, pero te lo resumo en que el infierno se divide tal y como lo planteó Dante Alighieri, un círculo por cada pecado capital, gobernado cada uno por un príncipe infernal y el rey de todo el inframundo, Lucifer, ellos viven entre nosotros, por diversas profecías se les está permitido caminar sobre la tierra, tienen vidas comunes y hasta hace poco, acepté que no son tan malos cómo se creía, muestra de ello, el famoso Doctor Simmons es uno de ellos, Mammon, príncipe gobernante del círculo de la avaricia.

—¡Mierda! —maldijo sobresaltada, sentí alivio al ver el edificio frente a nosotros, ya estábamos a escasos metros de llegar a nuestro destino.

—Es un buen tipo, sus hermanos también lo son y quizás conozcas a más de alguno de ellos, también los jinetes del apocalipsis están entre nosotros y uno de ellos es mi buen amigo y jefe.

—¿Howard Edevane es un jinete? —interrogó sobresaltada.

—Así es, pero volviendo a los demonios, ellos gobiernan y resguardan el infierno, sin embargo, al resto se les permite salir a tomar almas humanas cada cierto tiempo y únicamente por una cantidad de días determinado, por lo regular son cinco días y dependiendo su jerarquía y poder, unos salen cada cien, cincuenta, veinte, diez o cinco años, no obstante, algunos se quedan a hacer estragos y es donde entramos algunos para someterlos y en ocasiones extinguirlos.

—Ya veo, pero, ¿Cómo es que Briggith hizo eso?

—Según lo que pude tomar de información de ella, me percaté que tiene ya unos años poseída, siempre ha sido muy coqueta, ¿Cierto? —Le di una mirada rápida, su rostro se llenó de confusión y me enternecí al ver sus mejillas sonrojadas.

—Mmm, sí, pero no comprendo qué tiene que ver.    

—El maldito Barwn le prometió que cualquier hombre caería a sus pies, a cambio, ella tenía que permitirle coexistir en su cuerpo y tomar su alma cuando ella muriera.

—Es, es…

—Perturbador, lo sé, y lo que yo hice fue expulsar al demonio, la luz que viste y luego esa bruma negra, era Barwn saliendo de ella y desmaterializándose hacia el infierno, ella estará bien, sé que Lucius se encargará de atender su caso y borrarle la memoria para que no recuerde el evento traumático, mañana quizás despierte un poco aturdida.

—¿Pueden borrar su memoria?

—Si, tenemos muchas habilidades en común y entre ellas está esa, insisto en qué no debes preocuparte, no habrá secuela. —expliqué dándole algo de calma. Ella suspiró, noté como sus labios formaron una fina línea y miró hacia mí.

—Gabriel, ¿Qué eres tú? —preguntó al fin. Aparqué el auto en mi plaza para luego apagar el motor—. Tengo la idea, pero quiero que me lo digas. —espetó, di una sonrisa de medio lado y suspiré, miré hacía Faith y acaricié su mejilla con el dorso de mi mano.

—Sé que oíste todo lo que dijo tu amiga, lo de ángel y plumitas, una forma despectiva para burlarse de mí. Faith, sabes mi nombre y con todo eso, ¿Qué crees que soy?

Sus ojos se abrieron de par en par, inclinó la cabeza hacia adelante y no me apartó la mirada de encima.

—Gabriel, ¿El arcángel Gabriel? ¿El mismo de la biblia? —cuestionó, me limité a asentir—. ¡No me jodas! ¡Jesús! ¡Me acosté con un arcángel! —chilló, por alguna extraña razón, su reacción me pareció tan cómica que me eché a reír, ganándome un ligero puñetazo en el hombro.

—¡Oye! —protesté frotándome.

—¡De oye, nada! —me reprendió con sus mejillas arreboladas—. O sea, me estás moviendo todo el panorama, ¿Sabes? Yo no era del todo creyente y resulta que le robé su virtud a un ángel y ahora me siento muy sucia por hacerte caer y…

—Y me encantó y quiero más. —la interrumpí colando mis dedos bajo su barbilla para que me mirara a los ojos, un rubor febril se asomó por sus mejillas y por el movimiento de su garganta, noté como tragó con dificultad, esto le gustaba tanto como a mí—.  Y si quieres sentirte mejor, aún conservo mis alas, pero será nuestro secreto. —dije dándole un guiño, se mordió el labio y pasé mi pulgar por este—. Déjame morderlo a mí.

—¡Oh, Gabriel! —gimió con ese brillo en sus ojos—. Créeme, dejaré que hagas eso y más, aunque ahora comprendo por qué sentí que me bajaste el cielo esta mañana. —inquirió en tono sardónico jugueteando con sus cejas, ambos rompimos a carcajadas y en cuanto recuperamos el aliento, se acercó de nuevo a mi rostro acariciándome con sus pulgares, provocando un suspiro—. Quiero que sepas que no me importa lo que seas, te amo, eso no puede cambiar, no porque sea una aferrada, sino porque así son las cosas, estábamos destinados a encontrarnos y a que chocaras conmigo tumbándome mis cosas, a que me colocaras el collar de cuentas, a que me salvaras de ese asaltante, a todo, amo al Gabriel Cross que me coquetea, pero es tímido, al que besa grandioso porque es cómo si fuese un nerd, al ratón de biblioteca que se memoriza frases hermosas de mis libros favoritos y las recita para mí.

Sus palabras reverberaron en mi cabeza, un aleteo se presentó en mi estómago, la felicidad se arremolinó en mi interior, Después de todo, tenías razón, Lucifer, los ángeles también podíamos experimentar amor hacia los humanos, o mejor dicho, podíamos experimentar cualquier emoción humana y ser correspondidos con la misma intensidad. Mi energía fluyó manifestándose con una leve calidez, Faith rozó su nariz con la mía y antes de que pudiera besarme, dije.

—Yo también te amo, Faith Murphy, tu alma me llamó desde el primer día, no, desde el primer instante.

—Gabriel.

—¿Sí?

—¿Cómo es el cielo? —preguntó curiosa. Nos encontrábamos tumbados en la silla de descanso del balcón, mirando las estrellas, yo apenas vestido en interiores y ella con una de mis camisas, nuestras piernas desnudas entrelazadas. Su piel de seda era mi debilidad, no podía dejar de tocarla, ella era un sueño, mi propio paraíso.

Sus suaves dedos trazaron círculos sobre mi pecho, respiré profundo inhalando su aroma a canela y vainilla, acaricié su cabeza y ella soltó un gemido de satisfacción. Apenas era media noche, hemos estado teniendo conversaciones entretenidas, sin embargo, admito que estaba sorprendido por su favorable reacción al conocer lo que yo denominaba “Mi mundo”.

—Aburrido. —respondí, ella se incorporó lo suficiente como para mirarme a los ojos recargándose sobre su codo.

—No te creo. —replicó estrechando los ojos—. Seguro debe ser muy bello.

—Yo jamás dije que fuera feo, pero no es como la tierra, aquí hay muchas cosas hermosas, incluso los desiertos tienen belleza, sin embargo, es aburrido, no hay tanto con que entretenerse, no hay televisión, ni internet. —expliqué, ella me regaló una de sus risas y suspiré con anhelo.

—¿Tienes muchos hermanos?

—Si, todos los ángeles creados por mi padre, incluidos los que ahora son demonios, son mis hermanos, aun así, no somos tan cercanos como pensarías.

—¿Cómo es eso? —preguntó, sus mejillas se sonrojaron y negó con su cabeza—. Lo siento, te estoy invadiendo de preguntas.

—Descuida, es parte de conocernos, tarde o temprano, yo también te llenaré de preguntas, entre ellas… —Hice una pausa y esbocé una sonrisa de medio lado, me mordí el labio y acerqué mi mano a uno de sus pechos, dando una suave caricia por encima de la tela—. Saber cómo quieres que te toque.

—Gabriel. —jadeó, sus ojos reflejaron deseo y seguí acariciándola para luego darle un leve apretón.

—Respondiendo a tu pregunta, no todos los ángeles son tan buenos, experimentamos emociones tan humanas, pero que para nosotros son difíciles de sobrellevar, como el caso de la ira o la envidia.

—¡Wow! Y yo pensé que todo podía ser miel sobre hojuelas.

—No, lamentablemente pocos aceptan sus defectos, durante un tiempo, puedo decir que juzgué mal a los humanos y a mis hermanos caídos, etiquetándolos como seres defectuosos.

—¡Oye! —increpó frunciendo el ceño.

—Déjame terminar, fui concebido de esa manera, los ángeles somos quienes están siempre a la luz del padre, quienes desde el inicio de los tiempos se llenaron de la sabiduría y bendiciones, los humanos han aprendido conforme a la marcha, y siempre consideré el que se podía convivir en paz, mortales e inmortales, sin embargo, no muchos apoyaron esa idea y gran parte de mis hermanos los vieron como ratas.

—Eso es cruel.

—Pero es la verdad, algunas cosas que deberías de saber es que existen ángeles malos, demonios buenos y Dios no es omnipotente, ni omnisciente.

—Pero, ¿No se supone que él nos ve a todos?

—Para eso estamos nosotros. —respondí—. Los ángeles somos un puente, sus ojos, sus ejecutores, y entre ángeles existen jerarquías, en mi caso, yo soy un arcángel, un príncipe celestial, tengo hermanos que son guardianes, querubines, serafines, tronos, potestades, entre otros, sin embargo, mi padre puso a un arcángel muy especial para gobernar al resto, el príncipe entre príncipes, su nombre es Metatrón.

—¿Qué lo hace especial?

—Que alguna vez fue humano. —contesté, sus cejas se arquearon y su boca formó una gran “O”.

—¿Los humanos se convierten en ángeles?

—No, él fue un caso excepcional, una historia bastante larga que te contaré otro día, pequeña. —Mi mano fue a su mejilla acariciándola con mimo.

—¡Gabriel! —protestó haciendo puchero—. Esto se estaba poniendo interesante. —farfulló provocando una sonrisa, era en extremo adorable.

—No puedo decirte que no, así que te daré un adelanto, en la tierra él fue conocido como Enoc, gracias a su amor y lealtad a Dios, se le confió un libro con conocimientos, él los llevó a cabo y se ganó la gracia para poder ascender al reino, yo estuve durante su transformación y te juro que fue de lo más espantoso que vi jamás.

—¡Vaya! —Su cuerpo tembló entre mis brazos con una leve sacudida, la froté para darle calor—. Y ¿Tienes alas?

—Si, si las tengo, pero te aseguro que mi forma angelical puede llegar a ser un poco aterradora.

—¿Puedo verlas? —continuó, su curiosidad era infinita, y eso era algo que me encantó desde el primer instante, sin embargo, había cosas que no podía mostrarle, no aún.

—Faith… —suspiré, me pasé una mano por el rostro y al verla de nuevo, sus ojos me observaron expectantes—. Deseo mostrarte todo, pero hay cosas que por el momento debemos evitar, verás, cuando un ángel libera sus alas, es porque su energía se eleva al máximo para tomar la transformación, es tanto el poder que se vuelve como una especie de faro, una señal de auxilio para que mis hermanos bajen a ver qué está ocurriendo, más que algo bello, son una armadura, algo que muestras en una batalla, así qué, si te enseño mis alas, mis hermanos bajarán y no será agradable.

—¿Qué puede ocurrir?

—Siendo optimistas… —Hice una pausa y cerré los ojos frunciendo el ceño al imaginarme esa situación—. Te borrarían la memoria por siempre, y a mí me arrancarían las alas. —se estremeció, no estaba seguro si fue por el frío o por lo que acababa de decir.

—¿Y sin ser optimistas?

—Te matarían y me encadenarían en el infierno.

Ambos nos sumimos en un silencio inquietante, se abrazó de mi con fuerza, aferrándose, acababa de meter la pata, mi sinceridad la atemorizó, solté una pesada respiración y besé la cima de su cabeza.

—Vamos a la cama, ya está refrescando y no quiero que enfermes.

—Aún tengo preguntas, señor Cross. —respondió tratando de romper con la tensión.

—Me las puedes hacer, pero debo cuidarte, pequeña, anda, solo cierra los ojos para no marearte. —inquirí, ella ladeó su cabeza, confundida.

—¿Usarás eso de desaparecer?

—Si, pero prometo que esta vez no terminarás aturdida. —expliqué, soltó una sonora exhalación y cerró sus ojos, acurrucándose nuevamente sobre mi pecho. Dejé mi energía fluir cubriéndome de luz, y en un parpadeo, el ambiente cambió a uno cálido, acogedor, una superficie suave apareció bajo nosotros, mi cama. Besé la cima de su cabeza y acaricié su espalda.

—¿Ya puedo abrir los ojos?

—Si, solamente hazlo despacio.

—¿Sabes? Estos trucos tuyos son muy prácticos, imagino te ahorras mucho en transporte.

—Algo así, aunque acepto que conducir me da paz.

Se incorporó lentamente, quedando de rodillas frente a mí, sentí cierta presión en mi pecho, su aura nuevamente pareció alterarse por alguna extraña razón.

—Gabriel… —suspiró—. Por lo que me dices, estoy entendiendo el hecho de que eres inmortal, yo soy una humana, sabes el promedio de vida que tenemos, sé lo que siento por ti, pero quiero saber si en verdad tú… —Hizo una pausa, movió sus manos con algo de nerviosismo y carraspeó—. ¿Te ves viviendo una vida conmigo? Un futuro, o por el hecho de ser un ángel, y que mi vida comparada con tu existencia sea un suspiro y sea solamente un juego para ti y…

—¡Shh! —evité que continuara—. Te amo, no eres un juego, jamás lo digas de nuevo, eres mi novia ahora, y lo que le dije a Damon era en serio, te llevaría a una capilla a Las Vegas, estaría dispuesto a casarme contigo y vivir una vida humana, incluso, si perdiera mis alas no me importaría si lo hago para estar contigo lo que tengamos de tiempo, ¿Sabes? Podríamos incluso tener familia si así lo deseas.

—¿Los arcángeles pueden procrear?

—Así es, por eso existen los nephilim.

—¿Nephi qué? —preguntó.

—Nephilims, es el resultado de cuando un humano procrea con un ángel o un ángel caído, hay más especies, pero te lo explicaré con calma ¿Ok?

—De acuerdo, pero ¿Y si muero? Sé que los humanos morimos, a lo que voy es a ¿Qué pasará contigo? ¿Sufrirás mi pérdida?

—Faith… ¡Dios! —me escandalicé a la vez que me incorporaba imitando su posición, tomé sus manos y las llevé a mi rostro depositando un beso en cada una de ellas—. Claro que sufriré, eres a la única mujer que he amado, pero no pretendo quedarme solo por siempre. —Su mirada se entristeció, esa fue una clara señal de que no me di a entender, la sujeté por las mejillas clavando mis ojos en los suyos—. Hace mucho tiempo, existió un príncipe llamado Asmodeo, en verdad es irónico que yo hable de él en este momento.

—¿Quién es él?

—Él es uno de los príncipes del infierno, antes un guardián que cayó de la gracia de mi padre por seguir a Lucifer, tanto se corrompió que se convirtió en gobernante del segundo círculo infernal, el príncipe de la lujuria, pero recapitulando, existió un príncipe llamado Asmodeo, el cual era infeliz encerrado en los confines del inframundo, un día, emergió de las profundidades,  vagó por la tierra y a pesar de tener a cuanta compañía quisiera, nadie logró hacerlo feliz, pero un día, encontró el amor en una mujer, una humana de mirada inocente, alguien especial. Abandonó sus costumbres por ella, luchó en una guerra sin cuartel por salvarla, sin saber que ella realmente era un alma privilegiada con esencia celestial; con ella tuvo una hija y luego se casaron, la familia aumentó y ella hizo la misma pregunta que tú me haces ahora, y él le respondió: Te buscaré en cada una de tus vidas, te devolveré tus recuerdos y nuestro amor durará por la eternidad.

—Eso es bellísimo. —indicó con sus ojos cristalizados, las lágrimas amenazaban con emerger, suspiré y nos quedamos en silencio por unos segundos.

—Esa historia me la contaron, luego yo mismo la constaté, Asmodeo ahora se llama Dominick Stargees, tiene una bella familia llena de amor y esperanza, y por cosas del destino, su esposa se volvió inmortal, una celestial y un demonio enamorados por la eternidad.

Esbozó una leve sonrisa y las lágrimas al fin corrieron por sus mejillas, sollozó quedo y se abalanzó a mis brazos, la rodeé en un intento por reconfortarla.

—Te amo.

—Te buscaré en todas tus vidas, Faith, sin importar nada, ni mis alas, ni el reino, ni la luz, tú eres mi luz y te esperaré por siempre, lo juro.

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