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Gabriel

🔒 Capítulo 18: Planes.

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Gabriel

—Gabriel, no pueden quedarse solos, por lo menos, no esta noche. —aclaró Dominick tomándome por el brazo—. Quédense en casa con nosotros, Annie no se molestará, quizás mi hijo te llene de preguntas, sabes cómo son los niños de curiosos, pero estarán seguros y cómodos —Solté una pesada respiración, el ambiente era denso y pesado, sentí la desesperación y el miedo bullendo bajo mi piel, sin embargo, traté de aparentar estar bien, necesitaba serlo, ser fuerte para Faith, ser el guerrero que requería en estos tiempos de guerra.

Miré a Dominick a los ojos y di un leve asentimiento, en verdad que no podíamos permanecer sin apoyo, Ralph sabía bien donde me alojaba, seguro los demás también se enteraron, buscarían en ese departamento, así que era mejor prevenir las desgracias; era una suerte que Faith no compartiera lazos consanguíneos con su familia así no los relacionarían, los Murphy estarían a salvo, por lo menos hasta que todo se desatara.

—De acuerdo, muchas gracias por todo, Dominick.

—Hermano, Gabriel, después de todo, antes de ser un príncipe infernal, fui un ángel al igual que el resto. —señaló, mis labios se curvaron en una leve sonrisa, tenía razón, él, Zeth, Rodge, Lucius, George y Andrew, eran mis hermanos, por primera vez me sentí abrazado por una familia, una real que se cuidan entre sí.

—Hermano. —dije, palmeó mi hombro y luego se acercó Andrew.

—Vamos a pelear, Gabriel, así sea lo último que hagamos, este mundo se va a salvar, aquí no hay buenos ni malos, sino un equilibrio que se tiene que preservar, antes de caer, se lo dije a todos, no retaré a mi padre, no busco peleas, sino la paz, una vida con una compañera, porque él creó el mundo a su imagen y semejanza y a cada ser sobre la tierra le otorgó pareja, almas que se encontrarían en esta vida y en la siguiente. Quiero recordarle eso, hacerle entrar en razón antes de desatar cualquier infierno, no queremos matar a los inocentes, lo sabes.

—Lo entiendo perfectamente, no obstante, dudo que nos escuche cuando todo el cielo está corrompido por la energía oscura.

—Tenemos aliados, Gabriel. —dijo Howard a mis espaldas—. Ellos también pelearán, esa chica, Nina, puede ayudarnos a librarlos de la corrupción.

—También tenemos a Agata. —aclaró Lucius—. Ella puede purificarlos y neutralizar la energía.

—Kali también puede ayudarnos con esto, Kole nos haría el favor de cuidar a nuestro pequeño. —mencionó Demian.

—Y cuentas con todos nosotros, plumitas. —farfulló George sin dejar de lado su peculiar sentido del humor hasta en los momentos más tensos—. Somos una gran familia, ¿Lo recuerdas? Mis sobrinos y sobrinas podrán ayudarnos.

—Mis muchachos han estado entrenando. —anunció Zeth.

Agaché la mirada tratando de contener las lágrimas, me sentí tan agradecido de que no me dejaran solo, de que en los peores momentos habría alguien con quien contar, aunque tenía a Faith, por supuesto que ella estaba, pero necesitaba saber que alguien estuviera dispuesto a ayudarme a protegerla y darle el mundo que se merece.

—No se que decir. —susurré apenas—. Me quedo corto con un gracias. —George se acercó dándome una palmada sobre la espalda.

—Anda, no te pongas a llorar, cuando salgamos de esta, tendrás que considerar hacer un banquete en tu casa para todo el regimiento, porque ten por seguro que celebraremos.

—Así es, George. —intervino Patrick—. Vamos a salir de esta.

—Solamente que cómo dijo Will antes de partir, Gabriel, sí algo sale mal y todo está perdido, libera a todos de la agonía, haz lo correcto. —expuso Rodge en tono serio, mis labios formaron una fina línea y asentí a pesar de la crudeza de sus palabras.

—Iré por Faith, le diré que nos quedaremos en tu hogar, Dominick.

—Adelante, y ya se que esa chica no es mi hija, pero te aplicaré lo mismo que a todos mis yernos, cuídala mucho y respeta mi casa o te patearé el culo hasta el infierno de ida y vuelta. —bromeó en un intento de bajar la tensión, sonreí levemente y asentí.

—De acuerdo, prometo respetar tu casa.

—Anda abuelito, no seas anticuado y deja que los muchachos se entretengan.

—¡No me jodas, George! —siseó.

—Dom, tú y Annie hacen ruidos extraños todo el tiempo.

—¡Lucius! —gritó claramente molesto mientras el resto reía.

—Cierto, gimes como chica.

—¡Deja esa mierda Rodge! —traté de contenerme lo más posible, sin embargo, terminé por explotar a carcajadas, mientras que el rostro de Dominick se tiñó carmesí.

—¡Oh, me vengo! ¡Me vengo!

—¡Zeth! —vociferó, me doblé sobre mi estómago riéndome a carcajadas.

—¡Ay mi cadera!

—¡Andrew!

—¡Hey! Era en serio, casi me zafo la cadera de tanto reír, abuelito. —comentó, Dominick entrecerró sus ojos formando rendijas, Howard, Patrick y Demian seguían retorciéndose.

—Bien, iré por mi chica. —logré articular al fin una vez tuve aire en mis pulmones. Salí del despacho de Lucius y caminé dirigiéndome al living, justo ahí pude ver a Annie, Laura y Faith riendo, me llenaba el alma saber que se encontraba un poco más tranquila.

—Entonces, Lucius se acercó y le dice: Tu mamá y yo estamos jugando, James, y el pequeños se agarra de su pierna y yo muriéndome de pena, lo desperté con mis gemidos, creí que lo traumaría.

—Si yo te contara. —dijo Annie entre risas con su rostro enrojecido, me acerqué a ellas y Faith se puso de pie enseguida, para abalanzarse a mis brazos. La envolví y olisqueé su cabello, el dulce y suave aroma a canela y vainilla brotaba de ella llenándome de paz, su calor me tocó el alma y besé la cima de su cabeza con devoción.

—Te amo. —musitó.

—Yo a ti, señorita Murphy, esta noche nos quedaremos en casa de los Stargees, una medida cautelar, espero no te moleste.

—Claro que no, todo sea para estar bien, amor. —indicó demostrándome una vez más que era la criatura más bella sobre la tierra, tanto de físico cómo de alma.

—¡Al fin tendremos invitados en casa! Hace tiempo que no tenemos visitas, salvo por nuestros nietos. —manifestó Annie.

—Creo que podemos seguir hablando más de tu vida, Annie.

—¿Te conté que enseñé a Dominick a disparar?

—En serio, ¿Sabes usar un arma? —preguntó Faith.

—Por supuesto. —respondió orgullosa—. Mi padre fue un cazador de cocodrilos, cómo hija única, yo iba ayudarle en temporada de caza, así fue hasta la secundaria, ya lo sabes, antes de lo del huracán.

—¡Wow! Eso es increíble. —exclamó mi novia, miró hacia mí y me ofreció una de sus sonrisas, esas que me llenaban de esperanza y paz.  

—Gabriel, ¿Estás despierto? —susurró Faith a mi lado. Me giré para quedar frente a ella y nuestras miradas se encontraron en la oscuridad, sus ojos brillaron cómo un par de esmeraldas, llevé mi mano hacia su rostro acariciando su mejilla con las yemas de mis dedos.

—¿No puedes dormir?

—Lo siento, todo lo de hoy hizo que mi adrenalina se fuera a tope.

—Tranquila, cuidaré de tu sueños, aunque también, dormiste un poco cuando te quedaste sin energía, sin embargo, debes tratar de descansar un poco más.

—Tengo miedo.

—Sería algo extraño si no lo tuvieras, Faith, son tiempos oscuros, las personas allá afuera ni siquiera se imaginan lo que está por venir, lo verán como un día común en su vida, y luego simplemente no sabrán lo que ocurrió. —dije sin pensar, de pronto vi unas lágrimas escapando de sus ojos, me maldije por no tener tacto para decirle las cosas.

—¡No quiero que esto se acabe! —sollozó quedo—. Quiero estar contigo, disfrutarte, casarnos, tener una casa, una familia, Gabriel, soy muy egoísta porque sé que te estás esforzando, pero tengo tanto miedo de que el día de mañana todo se vaya a la mierda. —lloriqueó, la estreché entre mis brazos y hundió su rostro contra mi pecho a la vez que acaricié su espalda luchando por reconfortarla.

—Llora, debes hacerlo, Faith, debes sacar todo eso, yo también tengo miedo, y no eres egoísta, jamás lo has sido, yo también anhelo lo mismo, no puedo asegurarte un futuro a largo plazo, sin embargo, tengo algo para ti. —dije separándome de ella, me puse de pie y caminé por la habitación hasta acercarme al armario donde había colocado los vaqueros, sinceramente, había tenido suerte de no perder el pequeño, pero significativo presente, y no menos importante, fui afortunado de que Lucius y yo fuéramos de una talla similar de ropa; luego de mi tormento, mi atuendo se arruinó por completo dejándome ver cómo un indigente y sin poder siquiera volver al departamento por alguna muda. Tomé la prenda y busqué en los bolsillos, una vez lo tomé, me acerqué de vuelta a ella.

—¿Qué tienes ahí? —preguntó sorbiendo por su nariz, se sentó sobre la cama y me coloqué frente a ella acomodándome sobre el mullido colchón.

—Yo también quiero una casa, casarnos, tener hijos, pero en estos momentos, no puedo prometerte que todo estará bien, pero si que lucharé con todo mi poder con la intención de salvar nuestro mundo, mi nuevo hogar, a ti… —suspiré y me mordí el labio sintiéndome un tanto nervioso—. Esta no era la forma en que yo quería decir esto, para mí, tú mereces lo mejor, Faith, eres la dueña de mi alma, mi corazón te pertenece desde siempre, pero no quiero esperar hasta el último momento y deseo darte todas las experiencias posibles a corto plazo, es por eso que… —dejé mi frase en suspenso, estiré mis manos y abrí la pequeña caja de terciopelo azul develando la sortija en su interior, un aro dorado con una aguamarina coronándolo, a su alrededor, pequeños diamantes. Sus ojos se cristalizaron aún más y su aura se volvió índigo, mi pulso se disparó al máximo sintiendo la emoción fluir entre nosotros—. Faith Murphy, por ti sería capaz de soportar mil tormentos y el haber perdido mis alas no significa nada al lado del temor de perderte, no imagino mi existencia sin ti, y en estos momentos no tengo un discurso perfecto con frases de tus libros favoritos, no obstante, he venido aquí, para verte a los ojos, que juro por dios que son hermosos y pedirte que me concedas el honor de amarte, protegerte, ver cada amanecer y anochecer a tu lado, que me hagas el ángel caído más feliz de este y todos los mundos y seas mi esposa. —me declaré al fin, ella cubrió su boca con ambas manos rompiendo a llorar, asintió de manera frenética.

—¡Si! ¡Por Dios, si! —chilló, estiró su mano temblorosa hacia mí y le coloqué la sortija en su dedo anular. Unos leves golpecitos sobre la puerta rompieron con nuestra burbuja, sus mejillas ardieron con un rubor febril, era adorable.

—¿Gabriel? —se escuchó la voz de Dominick.

—Pasa. —le indiqué—. Quiero que seas testigo de esto, aunque lamento que te hayamos despertado. —me disculpé, el pomo se giró y la puerta se abrió lentamente, dejando ver a Dominick vestido con una pijama de franela, jamás me lo imaginé tan hogareño, menos aún considerando su puesto en el infierno.

—¿Todo bien? —preguntó encendiendo las luces y mirando de Faith a mí, tomé la mano de mi novia mostrándole la sortija, sus cejas se arquearon de inmediato.

—Le pedí matrimonio y aceptó.

—¡Vaya! ¡Felicidades!

—Dominick, en verdad lo siento. —se dispensó Faith aun avergonzada—. Me emocioné y grité.

—No hay cuidado, Domi tiene el sueño pesado, así que necesitan más que eso para despertarlo, y creo que yo escuché porque bajé a la cocina, nuestra habitación queda al final del pasillo, casi no llegan los sonidos. —explicó.

—Dominick, quiero pedirte algo.

—Dime.

—Howard es mi amigo, sin embargo, en este momento, con lo que está ocurriendo y al tener un matrimonio sólido y demás, quisiera pedirte que fueras mi padrino de bodas. —Su cabeza se inclinó hacia enfrente, sus cejas se arquearon con evidente sorpresa y parpadeó un par de veces.

—¿De verdad?

—Por supuesto.

—¡Wow! No estaba preparado para esta propuesta, pero adelante, claro que seré el padrino, gracias por tomarme en cuenta.

—Más agradecido yo de que hayas aceptado.

—Dominick. —lo llamó Faith—. ¿Crees que Annie quiera ser mi madrina?

—¿En serio?

—Ustedes tienen una linda historia, nada me complacería más que ambos fueran los padrinos. —dijo mi adorada provocándome un mariposeo en el estómago.

—Seguro estará muy feliz. —Soltó un bostezo estirando sus brazos—. Bueno, chicos, creo que debo volver a dormir, tengo algo de trabajo por la mañana.

—Buenas noches Dominick. —lo despedí.

—Buenas noches a ambos, que descansen.

—¿Estás lista? —pregunté aun cubriendo sus ojos.

—Me está dando algo de vértigo, Gabriel. —señaló, sonreí negando con la cabeza, divertido y procedí a retirarle el vendaje.

Estaba dispuesto a darle lo más que pudiera en el poco tiempo que nos quedara, lo que significaba cumplir sus sueños parcialmente. Con Demian y Rodge cómo refuerzos en caso de cualquier contingencia, y habiendo sido mis cómplices para llevar a cabo la mudanza y traer el Beetle de mi novia, nos presentamos en la casa que había adquirido hacía poco, al fin estaba lista para ser habitada y moría por ver la reacción de Faith.

—Bien, mademoiselle Murphy, bienvenue dans votre nouvelle maison. —señalé al fin, sus ojos se abrieron cuál platos admirando la casa frente a nosotros, contuvo un grito de emoción cubriendo su boca con las manos y dentro de mí sentí el aleteo de mariposas, el claro signo de mi enamoramiento, y ella era la única que podía provocarlo.

—¡Oh por dios! ¿Es real? —chilló sin apartarle la vista de encima. La tomé por la cintura desde atrás y recargué mi mentón sobre su hombro.

—Toda nuestra, futura señora Cross. —ronroneé besando su mejilla. Me percaté del brillo en sus ojos, reflejaba ilusión pura y eso me dio una satisfacción inigualable.

—¿Podemos entrar?

—¡Claro! —respondí, liberé su cintura y trasteé en los bolsillos de mis vaqueros hasta dar con las llaves—. Adelante, vamos adentro. —su rostro se puso serio un instante, sus ojos se estrecharon cuando frunció el ceño—. ¿Qué sucede?

—Gabriel… —suspiró—. ¿Y si nos descubren? —preguntó con temor, mis labios se unieron en una fina línea tratando de alejar lo más posible los malos pensamientos.

—Por el momento, Rodge y Demian rondan la zona, estaremos bien, Kali protegió la casa con una especie de barrera para que no detecten nuestras auras, por favor, solamente disfrutemos de este momento, Faith, déjame hacerte feliz. —dije en tono suplicante, por el movimiento de su garganta, me percaté de que tragó con dificultad, no quería que estuviese agobiada, sin embargo, no podíamos cubrir la luz del sol con un dedo, corríamos un peligro inminente, ella lo sabía bien, no obstante, estaría listo, hasta para sacrificarme de ser necesario.

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