Narra Ana:
Desde que llegue a esta cárcel solo han pasado dos días y siento que en cualquier momento terminaré con mi vida. Mi vida es un infierno aquí, mis compañeras de habitación me maltratan y para poder dormir en mi cama tengo que hacer algo asqueroso que no diré.
Mi lado malvado está comenzando a salir, mis deseos de eliminar a la maldita gorda se hacen cada día más grandes. Siento que si tuviera como lo haría sin pensarlo, eso me da miedo, no quiero convertirme en un monstruo.
Ni siquiera quiero que llegue la noche, para no tener que entrar a la habitación, si es que se le puede llamar así a esa pocilga en la que lucho por una cama cada tarde.
Lo peor de todo es que me envían a limpiar los baños, las malditas guardias ríen de mi aspecto al terminar, siento que lo ensucian a propósito para tener que tardar más tiempo del normal aquí.
Este segundo día, me encuentro como cada día limpiando los baños de mujeres, la guardia que se encarga de vigilar que no haga nada malo me sonríe y se retira de la entrada. Eso es extraño, después de un minuto aparecen cuatro mujeres, ninguna se ve agradable y todas sonríen de manera que me asusta.
— Que tal el día, putita — dice la más alta de todas
— Creo que te equivocaste de chica — respondo mientras continúo limpiando
— ja ja ja se cree chora la niña — dice la otra con un acento distinto
— Andy, no creo que entienda lo que quisiste decir — le dice la otra riendo
— Verdad que no entienden algunas de mis palabras chilenas — responde la que me dijo eso que no entendí
— Lo que mi amiga quiso decir es que te crees con valentía, pero hemos escuchado que haces un delicioso movimiento, además, de que eres una perrita que hace lo que le piden. Tu dueña nos dejó jugar contigo a cambio de algunas cositas que quería ella — dice la más alta
— No sé de qué están hablando — digo levantándome de donde estaba de rodillas limpiando el suelo
— No debiste levantarte, así es más rico — comenta riendo la chilena
— ¿Cuál va a partir? — pregunta la otra
— Pido ser la primera, quiero ver que tan buena es, para saber si nos mintieron o no — dice la alta bajando su ropa
— No haré lo que dicen, pueden irse — digo poniendo mis manos en mi cintura
Salto de página
— que graciosa eres…
Después de esas palabras me toman de los brazos, impidiendo que pueda moverme. Grito y nadie viene a ayudarme, es como si no existiera en este momento ni lugar. Siento un asco enorme, vomito y me obligan a hacer lo que dicen, pero muerdo y después de muchos golpes de manos y pies me dejan tirada en el piso del baño. Escucho susurros y todo se vuelve negro después.
No sé cuánto tiempo he pasado dormida, abro un ojo porque el otro no puedo. Miro alrededor y me doy cuenta de que estoy en una sala blanca con mucha luz.
— ¿Cómo te sientes? —pregunta una enfermera
— ¿Dónde estoy? — pregunto confundida — Estas en la enfermería, recibiste una buena golpiza, la guardia te encontró y te trajo aquí, llevas más de un día dormida, estabas comenzando a asustarme por no despertar. Tienes dos costillas fracturadas y varios golpes morados y verdes, se ensañaron contigo. Estarás aquí al menos unos días más hasta que te recuperes bien. Eso no quiere decir que al salir no te estén esperando para terminar lo que empezaron — me dice la enfermera mirándome con lastima
— Puedo decir quienes fueron — digo con dificultad
— No te lo recomiendo, no creo que fuera casualidad que la guardia fuera al baño dejándote sola en ese preciso momento, piensa en esa opción — dice como si ya hubiera visto esto en otras chicas
— No es la primera vez que ve algo así, ¿cierto? — pregunto con dolor en mis costillas
— No puedo negar eso, por eso te aconsejo, te ves no tan mala. Si las señalas no volverás a ver a nadie más, mejor dicho, no existirás más — responde tomando mi presión — como ultimo conejo, aprende a defenderte para que no vuelvas aquí, a menos que tengas dinero y puedas pagar escolta — la miro sin entender lo que dice — existen chicas aquí que se dedican a eso a cambio de dinero o cigarros, droga, todo lo que cueste traer. Hasta otros tipos de favores, solo tienes que buscar bien a quien se los haces — dice terminando mi control
Me quedo pensando en todo lo que me dijo la enfermer, a la misma vez que maldigo por no tener dinero ni nada que ofrecer para obtener seguridad. Estoy cansada de ser la idiota que debe hacer lo que le dicen. Cuando salga de aquí no seré la misma tonta que se dejó golpear.
Voy a vengarme de todas las que me hicieron daño, comenzaré a buscar mis nuevas amistades, tengo que saber a quien si hacer favores y a quien no. Ese será mi nuevo fin en este lugar.
Puede que sea difícil, pero no imposible. Nadie volverá a ponerme una mano encima, de eso me voy a encargar del modo que sea.
Cierro los ojos y me vuelvo a dormir, debe ser el cansancio de los golpes recibidos. La verdad es que nunca pensé que estuviera tan lastimada, deje de sentir el dolor mientras me golpeaban por alguna razón.
Al otro día al despertar no veo a la enfermera cerca, trato de sentarme y aguanto un grito que quiere salir de mi por el dolor que me ocasiona moverme. Veo que en una mesita se encuentra una jeringa y cuando muevo el brazo para tomarla entra la enfermera, que al verme despierta se la lleva y me dice
— No sabía que estabas depiserta, un descuido mio dejar esto aquí —me muestra la jeringa que quería tomar hace unos segundos
Creo que esto no será tan simple como creí, puede que me cueste, sin embargo, no dejaré de buscar la forma de eliminar a la gorda de mi habitación, sin ella las otras dos no son nada.