🔒 21. Ella no se va…

Log in or Register to save this content for later.

Narrador Omnisciente.

—Lo siento yo no quise… —suelta Judith sintiendo como la sangre se le baja hasta los talones y la mirada de todos a su alrededor se posa en ella, en especial de la novia de Daniel quien la mira con gran furia.

—¡Tú Cállate! —África le ordena con desdén —¡Estoy esperando una respuesta Daniel!

La mirada de Daniel pasaba de su novia a Judith en cuestión de segundos, lo que menos hubiera querido es que las cosas terminaran así, primero por que estaba metiendo en problemas a Judith y porque tenia una conversación inconclusa con África.

—Vamos a hablar en privado —toma de la mano a su novia, pero ella se rehúsa.

—¡Ya me cansé Daniel! Por ella es que tuvimos problemas verdad, como no lo imagine antes… —se lamenta tratando de contener las lágrimas. Para África, Daniel se había convertido en alguien especial en su vida, incluso pensaba en tener un futuro con él.

—Hablemos, no aquí…

Judith siente que esta demás entre ellos dos y corre hacía su habitación con la intención de marcharse lejos, le dolía mucho tener que irse de esta manera puesto que le gustaba su trabajo en esa casa, además de que en muy poco tiempo había logrado tener algo de dinero y ya contaba con su certificado de preparatoria, ahora no sabía como haría para estudiar la universidad. Una vez más todo era muy complicado en su vida.

Mientras tanto Cristina le pidió a Julieta y a Sandra que fueran a la sala de estar. Sandra se sentía muy enfurecida con Daniel por traicionar a su amiga de esa manera y todo por aquella muchacha que había traído. Tan solo esperaba el momento en que llegara Anuar para que le exigiera a su madre que la despidiera, tenia que despedirla, de lo contrario sería ella misma quien la echara de la casa. En el exterior Daniel y África discutían, ahora que estaban solos África ya no pudo contener más las lágrimas del enojo. Se sentía humillada, lastimada y vulnerable, en verdad Daniel le gustaba mucho.

—¡No te quiero volver a ver Daniel, en mi vida! Y espero en verdad que la vida te cobre por lo que estas haciendo.

—África… las cosas no son como lo piensas, yo no he estado con ella, siento algo especial por Judith, pero también te quiero a ti, me gusta la vida que tenemos, pero es algo que no puedo evitar, ella es tan vulnerable, necesita ayuda y tú al contrario eres la mujer que yo necesito a mi lado, entre Judith y yo no puede haber algo…

África sonríe irónica.

—¿Quieres que te crea? Por favor, Daniel…

Daniel estaba desesperado, por una parte, no deseaba perder la estabilidad que estar con África le proporcionaba, tampoco deseaba darle más problemas a Judith porque después de la escena lo más seguro es que Sandra querrá que la despidan y ella no tenía otro lugar a donde ir, no era justo para ella y todo por un arrebato que tuvo.

—África, lo siento, te pido una disculpa, no sé que diablos estaba haciendo, tu eres alguien muy valioso para mí, te quiero, y no deseo hacerte daño.

—Adiós Daniel.

África sale de la casa casi corriendo, cuando escucha la voz de Sandra ni si quiera se detiene, lo único que desea es olvidar el momento tan bochornoso y humillante que acaba de pasar. Daniel entra al interior de la casa donde en la sala de estar lo espera su madre, Julieta y Sandra.

—¿Ya estarás muy a gusto? No puedo creer que termines con África por una empleada doméstica…

Daniel y su madre la fulminan con la mirada.

—Yo no le he sido infiel a África, Judith sabe que tengo… tenía novia, siempre he respetado a Judith y también respeto a Sandra, además es mi vida privada y no pienso estar discutiendo sobre eso contigo.

Sandra se queda callada unos momentos para después juntar el coraje que siente para poder soltar hacía Cristina —tienes que despedirla suegra, esa muchacha no puede quedarse ni un solo día más en esta casa.

—Judith no tiene a donde ir —responde Cristina de manera apacible —ella estaba en la cocina como siempre, haciendo su trabajo, la culpa de todo este embrollo aquí es de otra persona —lanza una mirada acusadora a su hijo.

Sandra ríe entre dientes.

—No me digas que ahora la defenderás, Cristina, también te ha engañado con esa carita de niña buena, se quiso meter con Daniel, que tal si después también se le antoja mi esposo…

—¡Ya basta Sandra! —espeta Daniel furioso —¡Judith no es así!

—¿Qué esta pasando aquí? —todas las miradas van a dar a Anuar quien acaba de llegar a casa, Sandra le ha informado por mensaje de texto que tenía que apurarse por llegar ya que había problemas con su familia.

—La empleada doméstica dice que ama a Daniel, África vio todo y se ha marchado llorando.

Anuar mira con reproche a su hermano mientras que Daniel ha decidido que lo mejor es no hablar de más por el bien de todos.

—Mamá tienes que despedirla ahora… —exige.

—No despediré a nadie —sentencia Cristina mirando a sus hijos y a su suegra. Julieta se mantiene callada observando la escena.

—Pero tienes que… —exclama Sandra totalmente disgustada.

Cristina se cruza de brazos.

—Si no les parece mi decisión la puerta esta muy ancha, no dejaré a una jovencita desamparada que duerma en la calle en medio de la noche, ella necesita este trabajo.

—Nosotros somos tu familia madre —dice Anuar sin poder creer lo que su madre esta diciendo, siente como su rostro se descompone poco a poco haciendo mueca de incredulidad.

—Ya lo escucharon, ustedes ya tienen su familia hecha, esta es mi casa y aunque extrañe a mis nietos, aquí quien decide soy yo, si no quieren ver a Judith son libres de ir a rentar o comprar en algún lugar, tienen los recursos para hacerlo, a ustedes su padre tacaño les heredo el negocio, a mí sólo esta casa, lo que tengo de dinero es lo que había ahorrado durante muchos años y que tuve que aprender a invertir por mi cuenta así que déjense de niñerías y cada quien haga su vida, ¡y esto también va para ti Daniel!

Daniel miro a su madre, nunca la había visto hablar de esa manera. Por una parte, sentía tranquilidad porque Judith estaría bien con ella.

Anuar paso saliva enfadado.

—Si eso es lo que quieres nos iremos apenas encontremos una casa donde rentar —espeto con voz ronca para después decirle a Sandra que fuera por los niños que esta noche dormirían en un hotel. Sandra fue enseguida por ellos mientras los demás esperaban. Para Cristina era una decisión difícil hacerse la dura, pero ya era hora que cada uno de sus hijos tomara las riendas de su vida, además así Sandra su nuera aprendería a cuidarlos y a pasar tiempo con ellos ya que siempre se la pasaba fuera de casa dejando a los niños o con Judith o las demás empleados o con ella.

Los niños se despidieron de su abuela, Anuar le dijo que luego irían por las otras cosas y se marcharon.

Julieta abrazo a su madre, le dijo que la apoyaba. Cristina le agradeció y le pidió que la dejara a solas con Daniel. Ambos se miraron a los ojos.

—Necesito que escojas de una vez por todas si lucharas por el amor de Judith —fue Cristina quien hablo primero, Daniel asintió en silencio, sentía un gran nudo en la garganta que no lo dejaba hablar —cualquier decisión que tomes te apoyaré, eres mi hijo y te quiero, pero a veces eres un cabezota como tu padre, si decides volver con África te pediré que no te vuelvas a acercar a Judith, pobre muchacha, después de lo tanto que ha sufrido y encima estar ilusionada con un hombre que no le corresponde, ¿crees que eso es justo?

—No mamá —responde como si fuera un niño pequeño —pensaré que es lo que tengo que hacer, ahora mismo me siento muy confundido no pensé que perder a África me revolvería cosas por dentro, pero también quiero a Judith más de lo que imaginas, estoy muy confundido.

—Mientras dure tu confusión no te quiero ver por aquí…

—Nos vemos y gracias por lo que has hecho por ella.

—He aprendido a querer a esa niña.

Ambos sonrieron, Cristina vio como se marcho Daniel. Un minuto después se dirigió con paso firme hacia la habitación de Judith imaginándose estaría deshecha. Abrió la puerta y encontró unas pequeñas bolsas con cosas y ropa.

—¿Qué crees que haces jovencita? —preguntó con un tono juguetón.

Judith la miró extrañada, tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.