Habían pasado dos semanas desde el día en que el portador de la muerte se apareció frente a Mia y en tan solo ese tiempo su vida había cambiado tanto, todas aquellas preguntas de las que nunca había obtenido respuesta por parte de su padre ahora eran información valiosa de su pasado y su herencia.
Aún había mucho que le ocultaban, ella lo sabía pero a pesar de eso, se sentía conforme con las respuestas que le habían dado. Ya llegaría el momento de descubrir mucho más.
La que no salía de su mente era su madre, a la que nunca conocería porque si Raziel estaba en lo cierto ella ahora estaba muerta. Siempre quiso saber de ella, pero su padre le daba vagas respuestas y ahora que conocía la historia completa se había dado cuenta que él le había proporcionado durante toda su vida verdades a medias del paradero y origen de ella.
Quería saber aunque sea como era su rostro, que le gustaba o si alguna vez fue feliz lejos de ella y de su padre. Tantas preguntas que siempre anhelo hacerle y ahora era imposible. Le costaba creer que era una princesa, no se sentía como una, el serlo no cambiaba nada en su vida, más bien algo le decía que le traería muchos problemas.
—Llevo horas buscándote —dijo una voz ronca que reconoció al momento, era aquel ángel que la acompañó hasta el jardín dónde se encontraba su padre días antes, del que aún desconocía el nombre.
—¿Hablas conmigo? —preguntó confundida y miró a los lados para ver si era con alguien más.
—No busques a nadie, que si hablo contigo Mia —Lo miró con un rostro inexpresivo, no quería que se diera cuenta de la curiosidad que sentía al saber que la buscaba justamente a ella.
—Muy bien, ¿qué quieres? —preguntó un poco molesta por todo lo que está sucediendo en su vida, también le incomodaba la actitud del ángel.
—Raziel te debe haber dicho que empezarías tus entrenamientos hoy.
—Así lo hizo, pero hasta donde sé, tú no eres Selafiel —El chico puso los ojos en blanco antes de contestarle
—Bueno pues tu primera clase de vuelo te la daré yo —Lo miró sorprendida, aquella idea no le gustaba, le era imposible concentrarse con aquellos ojos azules mirándola tan fijamente.
—Tenía entendido que Selafiel sería mi maestro.
—Lo será, pero no hoy, ahora mismo se encuentra ocupado, yo te daré la primera clase, así que cámbiate y ve al techo, en diez minutos te espero ahí —dijo con una voz hipnótica y antes de que pudiera decir algo más desapareció con una rapidez impresionante.
No le gustaba aquella idea ni un poco pero no quería que fueran con quejas sobre ella a su padre así que sin ganas se levantó y se dirigió a su habitación para cambiarse de ropa.
⊱✿⊰
La azotea no era como esperaba, el castillo era todo blanco y dorado lleno de reliquias y obras de arte por doquier, en cambio aquel lugar no tenía lujo de ningún tipo.
Había altos muros y cada uno tenía una pequeña pista de vuelo, aquello lo había visto en sus anteriores casas. En una esquina había algunos muebles perfectos para sentarse de noche y disfrutar de las estrellas. Pero aparte de eso, no había nada más que reconociera. Tampoco había nadie, aquello la confundió, se preguntó si además de aquella había alguna otra terraza, no pudo evitar preguntarse: dónde se encontraban el resto de ángeles que recibían diversas clases, porque aparte de refugio el palacio era una academia.
—Llegas tarde —dijo una voz que provenía de su espalda, se volteó y allí estaba él de brazos cruzados y un semblante molesto en el rostro. Aquellos ojos azules la miraron de arriba abajo como si estuviera aprobando su vestimenta y sin decir nada más le pasó por un lado y comenzó a caminar hacia el centro.
—Qué gruñón —susurró.
—Te escuché —dejo ir a un suspiro y se giró hacia él.
—Me dirás al menos tu nombre.
—Mi trabajo es enseñarte a volar no charlar —Le dieron ganas de incinerarlo con ese fuego interno que ardía constantemente desde que había regresado de aquel sueño profundo que duró varios días y tanto le costaba mantener en control —. Vamos, acércate, que esperas una invitación —Mia lo atravesó con la mirada y se preguntó si realmente era posible que el joven que tan bien la trato era realmente él. Resopló y se le acercó con algo de recelo, no tenía idea de cómo se le enseñaba a volar a un ángel.
—Ser amable no mata a nadie —Le dijo con una voz ronca, pero el desconocido solo la ignoro.
—Tu padre me dijo que sabes convocar tus alas angelicales —Ella asintió —bien, pues convócalas ahora mismo —Mia cerró los ojos, se concentró y en cuestión de unos minutos sus grandes y hermosas alas estaban visibles, eran tan grandes que se arrastraban un poco, para ser una mestiza eran impresionantes.
—¿Alguna vez te han enseñado a volar, sabes cómo se hace, o lo básico?
—No.
—A diferencia de otras especies, los ángeles tienen toda su magia conectada a su alma, mientras más noble y pura sea su alma, mayor serán sus alas y su fuerza de vuelo. Somos seres celestiales es por ello que no podemos entrar en terrenos del submundo a menos que seamos invitados pero tú eres mitad regium por lo que imagino que si podrás ir al submundo siempre que quieras. Para poder conseguir tú vuelo debes enfrentar un miedo, una vez lo consigas ellas por si solas funcionarán y desde ahí solo tendrás que pensar lo que deseas y ellas lo harán. ¿Has entendido?
—Sí, pero como es eso de enfrentar un miedo —preguntó algo nerviosa.
—Tu padre dijo que le temes a los insectos y a las alturas —la cara de Mia cambio de color —Como aquí no hay insectos supongo que te tocará enfrentar lo segundo.
—¿Qué tengo que hacer?—dijo y luego tragó.
—Fácil, solo debes pararte en la baranda y conseguir no tener miedo una vez estés ahí.
—¿Y si caigo?
—No pasará, yo estoy aquí.
—No te conozco, como podría confiar en ti.
—Bueno si te hiciera o permitiera que te pasara algo, Raziel me despellejaría —le fue imposible ocultar la sonrisa.
—Muy bien, es fácil solo enfrentar un miedo, okey —suspiró —. Yo puedo —dijo para sí misma.
—Ven —lo siguió hasta el borde del lugar y con su ayuda se subió al alto muro, miró hacia abajo y sintió ganas de gritar pero trató de controlarse, calculó la caída y pensó que si se iba de cabeza no viviría para contar la historia.
—No es tan complicado —pensó en voz alta.
—Me alegra oír eso —dijo su acompañante a quien miró y en ese mismo instante una mano la empujó al borde del precipicio y un grito de terror y pánico salió de ella mientras caía velozmente, cada vez más cerca del suelo y de una muerte segura.
—Solo tienes que desear tus alas —una voz dijo gritando.
—Mia tu puedes —murmuró —Enfrenta tus miedos —Justo en ese momento abrió los ojos y aunque moría de miedo se obligó a mirar, esperaba que funcionara antes de tocar el piso y en cuestión de segundos una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo y como por arte de magia, segundos antes de llegar al final de la caída sus fuertes y potentes alas comenzaron a aletear y poco a poco fue cogiendo altura.
Se sentía tan liviana, el aire acariciaba sus mejillas, sentía como el sol la besaba, era la sensación más increíble que había vivido hasta ese momento.
Alzó la vista y vio al causante de su momento de pánico sonriendo en la cima del castillo, deseó estar a su lado para matarlo y como el mismo dijo sus alas la llevaron hasta él. De manera torpe aterrizó y terminó en el suelo de rodillas, las cuales terminaron magulladas, lo miró al rostro, específicamente a los ojos.
—Voy a matarte —dijo mientras se levantaba furiosa y las protagonistas de aquella loca clase desaparecieron.
—Aiden
—Eh —dijo confundida.
—Aiden es mi nombre, acabas de volverte digna de conocer mi nombre, un placer conocerte Mia —la chica se quedó boquiabierta ante la bipolaridad de aquel ser —. Mañana aquí a la misma hora, disfruta tus alas —sin decir más despareció volando en cuestión de minutos.
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🔒 8. Vuela o muere
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