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🔒 23. La reina ha muerto

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El palacio se encontraba en absoluto silencio, solo se sentían los ruidos provocados por los animales nocturnos. Era pasada la media noche y todos descansaban, en los pasillos deambulaban los guardias que custodiaban cada rincón del palacio.
El príncipe Dustin se levantó de la cama, a su lado descasaba Meriel, con cuidado de no despertarla tomó su ropa, se vistió y salió de su habitación. Los guardias le hicieron una reverencia al verlo pero este ni se inmutó, continuó su camino a los calabozos, justo como el mismo había ordenado cuatro de sus mejores hombres custodiaban la entrada.
—Asegúrense de que nadie se acerque —Dos de ellos asintieron y los otros dos, se pusieron a hacer rondas por la zona
Dustin bajó las escaleras a paso lento, aquel lugar estaba oscuro pero conocía el camino de memoria, más de una vez se había ocultado allí para enredarse con Meriel y planificar a escondidas los planes para derrocar a su madre.
La reina se encontraba en la misma silla, tenía la cabeza caída y alguien había liberado las cadenas que suspendían en el aire, se sorprendió porque él jamás había dado semejante orden, era consciente del poder que habitaba en su madre y de su inteligencia para salir de situaciones problemáticas.
Entró al calabozo y tomó a su madre por la barbilla, levantó su rostro y notó como estaba perdiendo el color, en ese instante ella abrió los ojos, tenían unas abundantes ojeras pero a pesar de su agotamiento físico la reina sonrió pero desapareció cuando observó los ojos del príncipe y se dio cuenta que Dustin no era el ser que habitaba realmente en aquel cuerpo.
Ella no solo conocía su hijo, también a sus enemigos y era consciente de la manipulación mental que pueden hacer las banshee pero aquel efecto tenía un pequeño error, que solo si conocías realmente a la persona podías identificar para no ser engañado, los ojos de Dustin se veían de color violeta, cuando naturalmente eran oscuros.
—¿Qué quieres? —dijo la reina, hizo un gesto de rechazo para que dejara de acariciarle el rostro
—Pensé que tardarías más en darte cuenta
—No cuando conozco a mi hijo a la perfección sus ojos son negros
—Cierto, olvidé ese detalle —Aquella magia era sumamente poderosa y antigua, solo Fairud conocía sobre ella, justo por eso la reina estaba confundida, a la mañana siguiente Dustin recordaría solo lo que Meriel deseara y pensaría que todo fue obra suya.
—¿Cómo sabes hacer esto? —Meriel, que movía los hilos dentro de Dustin, respondió
—Mi padre, me enseñó
—Pero él está muerto —dijo Marissa muy segura
—Su cuerpo murió, su alma no puede morir —Se quedó en shock, se suponía que había sido eliminado, no era cualquier adversario, acaso la oscuridad que las profecías anunciaban eran por él.
—Supongo que vienes a terminar lo que empezaste —dijo para que su sorpresa no fuera notada
—Así es, pero antes dime dónde está la joya oculta en tu corona
—¿Para qué la quieres?
—No te enseñaron que responder una pregunta con otra es de mala educación, no es tan difícil imaginar para que la necesito
—Nunca la encontrarás te lo aseguro
—Eso ya lo veremos —dijo Meriel, antes de tomar un látigo y darle en la espalda a Marissa
—Si descubren que estás haciendo esto te mataran
—Recuerda que todos me ven como el príncipe en estos momentos nadie me cuestionaría —Volvió a golpear a la reina, quien apretó los dientes para no chistar por el dolor. Se encontraba agotada, hambrienta y sedienta pero jamás le daría a ella el gusto de verla sufrir.
—¿Dime dónde la tienes?
—Jamás —gritó Marissa
Meriel continúo golpeando a la reina, hasta que en su piel se hicieron grandes heridas, cuando se detuvo, la reina tuvo un momento para respirar y fue ahí cuando al levantar su rostro observó a una hermosa niña de cabellos rojos parada justo en frente de ella. Meriel pasó justo por dónde esta se encontraba, provocando que desapareciera como humo, pero al poco tiempo la imagen se reconstruyó de la nada y la chica que la observaba con ojos vidrioso la miraba.
Marissa usó la poca magia que le quedaba para lanzar un hechizo para que Mia no la recordara de esa forma a la mañana siguiente, no deseaba que la única memoria que tuvieran juntas fuera de un momento tan triste.
La joven sonrío al darse cuenta que era idéntica a la mujer de cabellos plateados, pues al parecer la había reconocido, se dio cuenta que en frente tenía a la mujer que siempre había deseado conocer, pero nunca imaginó que sería en aquellas circunstancias deseaba ayudarla pero no sabía cómo. Marissa sonrió y en ese instante apareció Meriel con un cubo lleno de agua fría que lanzó sobre ella, provocando que se le entumecieran las rodillas y piernas. Cada golpe que tenía en la espalda ardía pero aún así la monarca sonrió, sabía que aquel sería su fin, al menos había tenido la oportunidad de ver a su hija, su niña y era tan hermosa. Su pelo y sonrisa eran heredados de su padre, tenía el rostro de ella. Verla llorar por las torturas de Meriel fue una prueba de que era una gran persona, desde antes lo sabía pero en ese momento confirmó que el alma de Mia era tan pura como la de los ángeles.
—Veremos si después de esto aún tienes ganas de reírte —dijo Meriel, el cuerpo de Dustin caminó hacia ella, le abrió la boca y la obligó a tragarse un líquido amarillo
—¿Qué es eso? —dijo la reina tratando de escupir lo que quedaba en su boca, de pronto un ligero mareo la hizo perder la orientación, todo le dio vueltas, se sentía más pesada, necesitaba liberarse y sin ella querer sus alas se expandieron volviéndose visibles —¡Meriel que me hiciste! —gritó desesperada, nunca había visto u oído de algo que tuviera aquel efecto.
—Ya te dije, mi padre me enseñó sus secretos, muchos son más antiguos que la historia de este lugar.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó nerviosa.
—Dime lo que quiero saber.
—Jamás —luego escupió sobre los pies de su hijo.
—Bueno no me quedará de otra que hacerte sufrir —Sacó un cuchillo, su mirada era de placer, sin duda disfrutaba hacerla sufrir —Esto me va a divertir muchísimo, sabes siempre he tenido curiosidad sobre ese mito de las alas de los regium.
—Meriel, no lo hagas, puedes matarme de cualquier forma pero no así por favor.
—¿Qué sucede te da miedo no tener una próxima vida? Ups olvidé que si no tienes otra vida no podrás reencontrarte con tu querido ángel —El rostro de Marissa se endureció, había estado durante años lejos de Raziel, no tenía problema con eso porque se habían prometido que en la próxima reencarnación de Marissa, él se encargaría de encontrarla y con sus poderes desbloquearía cada recuerdo de esta vida para así finamente poder estar juntos. Pero si Dustin o Meriel, quien realmente tenía el control de la mente y cuerpo de su hijo le cortaba las alas, llegaría al cielo como una simple humana sin derecho a una próxima oportunidad —. Dime lo que quiero saber Marissa y te dejaré morir en paz.
—En serio no sé dónde está, se la entregue a una persona para que la escondiera por mí.
—¿A quién? —preguntó emocionada por finalmente obtener las respuestas que deseaba.
—No puedo decirte, lo matarás.
—Claro que lo haré, pero cariño tendrás tu vida soñada con Raziel.
—¿Cómo sabes todo esto?
—Ya te dije, sé cosas que otros no saben, crees que preparé todo esto en un día, no cariño durante años he preparado esta venganza.
—¿Venganza?
—Sí, mi padre está preso por culpa de tus antepasados y mi madre, voy a traerlo de vuelta.
—No tienes idea de los que estás diciendo, él no puede apoderarse de Ganondorf, lo destruirá, desaparecería.
—Quién dijo que este reino será para él, esto es mi herencia y premio por la ayuda, el solo recuperará su antiguo trono.
—Última oportunidad, ¿dónde está?
—Por suerte me enamoré de un ángel, supongo que me visitará en el paraíso —dijo mientras una lágrima recorría su mejilla.
—Oh cariño, mala decisión —Con agilidad y rapidez atravesó las alas de la reina, esta soltó un grito lleno de dolor y angustia, sangre brotó de su espalada y lentamente sus ojos se cerraron hasta que finalmente Marissa abandonó su cuerpo. Luego de tanto sufrimiento había llegado su momento de descansar, su espíritu salió de su cuerpo y pudo ver a Mia como un espectro en una esquina asustada, se le acercó y le mostró una enorme sonrisa, acarició su mejilla y le dio un beso en la frente.
—Cuando tu mente recupere este momento, también recuerda que te amo —La chica de cachetes sonrojados, ojos llorosos sonrió y asintió, luego Marissa desapareció.
Una reina había muerto, para otra ocupar su lugar, justo como decía la profecía.

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