—Hola, mi amor —Anuel saluda a Aliska, le da un tierno beso al recibirla en la entrada del edificio del banco donde la chica lleva tres años trabajando como secretaria ejecutiva del presidente de la entidad bancaria.
—Hola, mi vida —Emocionada ella le responde y se abalanza a sus brazos para corresponder al tierno beso—. ¿Vamos por el bebé?
—No es necesario, mira —Anuel le señala para que mire hacia adentro del auto—. Ya fui por él y antes aproveché por ir por reservas al almacén —Le dice en una sonrisa mientras rodea su cuello con su brazo para ir con ella abrazada hasta el auto.
—Eres lo máximo, amor —Apretándose a su cuerpo Aliska celebra tenerlo a su lado.
—Vamos a casa, ya es tarde para ustedes —Comenta Anuel cerrando la puerta del copiloto luego de que Aliska tomó asiento en su lado.
Dado que viven al otro lado de la ciudad, les tomó casi media hora en llegar a casa. Sin embargo, ante la felicidad que sienten de estar juntos, hasta estos momentos que para otras personas resultan incómodos, ellos lo disfrutan. Se aman tanto que de toda dificultad sacan el lado positivo.
—¿Cuándo piensas decirle a tu hermano de la existencia de Alirio, amor? —Le pregunta Aliska estando ya en casa.
—No sé, ya voy para un año que no lo veo. No se deja ver. Desde la muerte de Sherelyn, Ariel cambió mucho.
—Debió ser duró para él no solo que haya fallecido sino ante sus ojos, yo no lo hubiera soportado —Responde Aliska.
—Mañana intentaré comunicarme con él al comando, le perdí el rastro, ya ni sus números de teléfono tengo, e ir a su casa es perder el tiempo, nunca está allí —Contesta Anuel.
A la mañana siguiente como todos los días, los tres salieron de casa, dejaron a Alirio en la guardería y Anuel dejó a Aliska en la entrada del banco. Luego se dirigió a la empresa de tecnología donde viene trabajando desde hace años después de graduarse.
Llegando a su oficina, recibe una llamada de su único amigo, Jerry Montes.
—¿Qué pasó hermanito? —Le saluda el chico al otro lado de la línea.
—¿Qué más? —Responde Anuel—. Aquí comenzando a trabajar, ¿Dónde has estado qué no se te ha visto la cara estos días? Los muchachos preguntaron por ti.
—Es que sigo haciéndole las vueltas a mi hermano, y la verdad no he tenido tiempo de ir a la universidad —Le contesta Jerry.
Ambos vienen sacando una especialización en su área. Jerry trabaja en una empresa que es de su hermano, o por lo menos eso le hace creer a todos, mientras que Anuel es Jefe de un área en una de las destacadas empresas del país. No lleva vida de millonario, pero si le da para mantener a Aliska y a su pequeño hijo, Alirio, quien cuenta con escasos dos años, el tiempo que tiene Sherelyn de haber fallecido.
Alirio nació ese año, y Ariel por la depresión se apartó de todo, incluso del único familiar que tiene vivo, de Anuel. Este por más que intentó buscar un acercamiento para que no le fuera tan dura la pérdida, Ariel no se lo permitió, y comprendiendo su dolor, decidió no insistir en que conociera a Alirio ni a Aliska. Pensando en que en algún momento Ariel superará la depresión, desistió de la idea, hasta la noche anterior que Aliska se lo recordó.
—Pensé que ya habías terminado con eso, como no me dijiste para volverte a acompañar —Comenta Anuel.
—Es que la situación se puso fea y preferí no arriesgarte —Le dice Jerry.
—¿Cómo así? ¿Qué tan complicado puede ser sentarte dentro de un auto solo a mirar si un hombre entra y sale de un edificio? —Le inquiere Anuel curioso.
—Después te cuento, ¿Nos vemos hoy para tomarnos algo en la noche? —Le pregunta Jerry al otro lado de la línea.
—Nos vemos en la universidad, llevaré a Aliska y a Alirio a casa y salgo de una para allá —Contesta Anuel.
Se despidieron, y en seguida Anuel para no dejar pasar la oportunidad del breve tiempo libre, marcó el número del destacamento de la elite donde Ariel lleva años trabajando.
—Buenos días —Saluda.
—Buenos días, ¿En qué puedo ayudarlo? —Pregunta una voz femenina al otro lado de la línea.
—¿Me puede comunicar con el agente Ariel Fuentes, por favor?, dígale que es de parte de su hermano, Anuel Fuentes —Le pide a la chica.
—Ya le informo —Responde la chica.
Anuel tuvo que esperar en la línea por buen rato.
—Disculpe, me informan que el agente Ariel Fuentes ya no forma parte de la elite, fue dado de baja el día de ayer —Le informa la chica, logrando preocupar a Anuel.
—¿Por casualidad no tiene un número de teléfono donde pueda ubicarlo? —Le pregunta.
—No estoy autorizada para dar ese tipo de información, le sugiero buscarlo personalmente —Responde y cuelga la llamada, dejándolo con el teléfono pegado al oído y con la preocupación marcada en su pecho.
De los dos Ariel siempre fue el disciplinado, organizado, metódico, siempre procuraba cumplir con las reglas, las ordenes de sus padres. Llevó una vida tranquila, y feliz, incluso, al conocer a Sherelyn parece que esa felicidad se multiplicó. Sus padres murieron de la misma forma que Sherelyn, en un accidente de tránsito, y la llegada de la chica iluminó la vida de ambos, solo que Anuel para darles espacio como pareja, decidió irse a vivir solo a otra ciudad. Terminó sus estudios y al poco tiempo conoció a Aliska, de quien se enamoró apenas un par de semanas después de cortejarla ante la belleza de la chica.
En esa época Aliska parecía una niña, poseía, y aun posee, un cuerpo diminuto, delgadita, baja de estura, rubia, ojos verdes, rostro aniñado, era la inocencia en el cuerpo de una mujer. Anuel se enganchó tanto a ella, que no tuvo escapatoria, y al día de hoy permanece tan enamorado como el primer día.
Preocupado, Anuel sacude la cabeza y se remueve en su silla, pensado donde comenzar a buscar a Ariel.
«¿Qué habrá sucedido para que le hubieran dado de baja?» Piensa Anuel interrogante.
El Día Anterior
—Agente Fuentes —Escucha Ariel que lo llaman por el alta voz—, por favor dirigirse al despacho del Mayor Corleone.
Se encontraba entrenando justo en ese instante. Por lo que le tocó dejar la maquina donde venía haciendo algunos ejercicios de cardio, tomó sus efectos personales y corrió hacia el nivel donde se encuentra el despacho del Mayor.
—Buenos días —Saluda a la secretaria.
—Pase agente, ya lo esperan —Le informa la chica sentada detrás del escritorio dispuesto en una esquina.
Haciendo caso a la sugerencia, se encaminó hacia la puerta, dio un leve toque y al escuchar la voz de autorización del ingreso, giró el picaporte y entró para quedarse al lado de la puerta. Allí encontró al Mayor y otros funcionarios de alto rango de la elite, inclusive al doctor Capote, por lo que sin esperar a que le digan algo, Ariel presume que el llamado es con ocasión a la evaluación que le realizaron hace días.
—Pase y tome asiento agente Fuentes —Le pide el Mayor Corleone.
—Permiso —Responde al tiempo que les dirige a los presentes el saludo que se estila en estas instituciones.
Todos esperaron a que él tomara asiento, y una vez seguros de verlo en posición de alerta, el Mayor Corleone comenzó a hablarle.
—Agente Fuentes, ya tenemos el resultado de su evaluación —Comienza a hablarle—. Como resultado de las diversas evaluaciones a la que fue sometido, en junta médica el doctor Capote, como su médico de cabecera y otros especialistas, concluyeron que usted viene padeciendo de distimia, enfermedad del mal humor, presumimos que fue con ocasión a la muerte de su novia —El Mayor hace una pausa esperando ver su reacción—. Como bien sabe no podemos mantenerlo activo en el servicio sin poner en riesgo la seguridad de sus compañeros, la propia y la del país. Será dado de baja a partir de este momento, con la condición de someterse a tratamiento médico y terapia.
—Con el respeto que se merecen, ¿Para qué sométeme a ningún tratamiento sí igual me están dando de baja? —Pregunta Ariel enfurecido, solo que le toca contener la ira.
—Déjeme terminar agente —Le pide el Mayor—. Esta baja está sujeta a una condición especial.
Ariel, sin comprender esta resolución nunca vista en la institución, se remueve en la silla.
—La condición es que de demostrarse en el tiempo que usted se recuperó del todo, luego del tratamiento y las terapias, tendrá posibilidad de volver a la institución. Obviamente deberá presentar algunas pruebas para verificar su total recuperación, y eso le dará una posible reincorporación a la fuerza especial —Le informa el Mayor.
Dado el nivel de pesimismo en el que esta enfermedad sumerge a quien la padece, Ariel, con el respeto que sus superiores se merecen, aun queriendo, no acabó con el despacho del Mayor, pero salió de allí totalmente desesperanzado, pero con la promesa de acudir a partir del día siguiente a la consulta con el doctor que llevara el control del tratamiento y las terapias.