Marina sonrió tristemente. “¿Crees que quería ocultarlo? Cuando tuviste ese accidente casi mueres, rece y rece pidiendo a Dios que te dejara vivir y estaba feliz de que salieras de peligro, pero nunca imagine que la despertar nunca me recordarías, cuando trate de decirte quien era y sobre nosotros te daban dolores de cabeza”.
Ella miró por la ventana recordando. “El doctor dijo que no podíamos presionarte y que era mejor que tu recordaras con el tiempo…”
Ella sonrió y se agacho antes de mirarlo y decirle. “Pero eso nunca paso…”
Marina siguió. “Cuando tu padre apareció me di cuenta de la gran farsa a la que me sometiste… te hacías llamar Daniel Montoya, tenías familia algo que habías negado y eras rico, nunca me lo dijiste, llegaste a esta ciudad con algunos cambios de ropa y sin dinero, te dimos asilo en nuestra casa, nunca me imaginé que serías alguien tan importante en USA”.
Ella apretó la silla de la mesa. “Aun así no me importo que me engañaras, siempre te justifique pensando que tenías tus razones y que me amabas, cuando tu padre te llevo a USA yo fui a buscarte, pero tú nunca me tomaste en cuenta, solo aquella noche en el bar”.
Ella río burlándose. “Pero yo ya estaba embarazada, seríamos padres y tenía la esperanza de que volvieras conmigo a casa”.
Erick negaba la miró y preguntó. “¿Conociste a mi padre?”.
Ella asintió. “Él me advirtió muchas veces que me alejara, que solo era un juego para ti y que tarde o temprano regresarías a USA a tomar el lugar que te correspondía como heredero”.
Erik le preguntó. “¿Te amenazó?”.
Ella lo miró quedando en silencio. No quería hablar mal de su padre y quedar ella como la mala del cuento.
Erick se río tristemente recordando a su padre. “Lo hizo, te amenazó”.
Ella se giró de nuevo para ver por la ventana y respiro hondo, seguía aferrada a la silla.
“Eso ya no importa… han pasado tantos años, tu hiciste tu vida y yo haré la mía, lo único importante ahora es David”.
Erick negó. “Pero tú y yo teníamos una relación, nos amábamos, porque debemos terminar así”.
Marina negó riendo. “Ya no hay nada entre nosotros, el Daniel al que ame no existe desde ese accidente, eso lo comprendí muy tarde y sufrí muchos años las consecuencias de seguir esperándote, ya no más”.
Erick se acercó a ella, rozando su mejilla, ella sintió el calor y cerró sus ojos instintivamente.
Erick dio una sugerencia. “Pero podemos…”
Ella se alejó negando. “¿Déjame hacerte una pregunta?…”
Erick asintió.
Marina lo miró directamente y le preguntó. “¿Me amas?”.
Erick se quedó en silencio pensando en su pregunta, recordando el poco tiempo que la conocía, era muy bella y buena, sentía simpatía por ella. “Yo… Me gustas”.
Ella se rio decepcionada. “No me amas… Solo sientes algo de aprecio por mí por ser la madre de David, pero no hay amor en tu corazón para mí, porque ni siquiera me recuerdas”.
Ella le dijo tajante caminando por la habitación. “Además no se si me amaste en el pasado, estuviste conmigo por tres años y nunca me dijiste quien eras y de dónde venías, ahora recuerdo que cuando te hablaba de boda y tener hijos, siempre te disculpabas conmigo diciendo que nunca podrías darme muchas cosas… Ahora entiendo a qué te referías, nunca podrías darme una boda, ni hijos, mientras que cuando llegaste a USA te casaste inmediatamente”.
Erick estaba en silencio, no podía refutar, él se cubrió la cara completamente, frotándose nervioso y desesperado.
Marina lo miro. “Admítelo… no me amas, no eres el Daniel que me hizo feliz en aquellos años, el Daniel que vivió conmigo durante tres años y que a pesar de no saber de su pasado me hizo feliz, nunca volverá ese Daniel al que ame”.
Erick negó. “Podemos intentar algo, no sé, un doctor, una terapia ¡Algo!”.
Marina frunció el ceño. “¿Para qué? Tu estas casado, tienes tu vida hecha en USA y yo me casare pronto, David está bien, aunque no estemos juntos”.
Ella suspiró. “No hay final juntos para ti y para mi… lo único que deseo es que tu y yo seamos amigos a pesar de todo por el bien de nuestro hijo”.
Erick no entendía que lo hacía acercarse, pero de un momento a otro ya estaba frente a ella, acarició su mejilla y ella a su roce cerró sus ojos, una lágrima salió de su ojo que Erick inmediatamente limpio.
“No puedo Marina… desde que te vi en ese bar has estado en mi mente por años, pensé que solo era pasajero, una buena noche, pero al volver a verte aquí y saber que eres la madre de mi hijo un sentimiento extraño se apodera de mi cuando estas con Carlos… Mi pecho se retuerce cada vez que estas con él, cada vez que te besa y abraza, tengo tantas ganas de golpearlo, pero sé que no tengo el derecho…”
El se acerco mas a ella cuando noto más lágrimas, ella temblaba tratando de contener su llanto.
Erick se inclinó un poco y aspiro sus lágrimas saladas, beso sus ojos mientras tomaba su rostro con las manos.
Ella estaba inmóvil a su toque, Erick siguió besando su rostro hasta llegar a sus labios y besarla lentamente…
Ellos quedaron frente a frente Marina estaba en completo silencio perdida en el cálido y sencillo beso, abrió sus ojos y le dijo. “Vete”.
Erick la miró alejándose un poco. “Marina…”
Ella negó. “Tú mismo lo dijiste, sientes algo por mi por ser la madre de David, pero en realidad no me amas”.
Ella le sonrió triste. “Espero que puedas entender que no quiero quedarme mas atascada con un hombre con el que no hay un futuro, no puedo estar con un hombre que no me recuerda”
Todo se quedó en silencio por unos segundos. Ella quería terminar esa conversación. “Será mejor que te vayas, David está solo en tu casa”.
Ella se giró y se encerró en su habitación.