Tamara se acomodó la gabardina en silencio, una vez más Erick la había rechazado.
Su padre y su suegro le habían advertido sobre embarazarse, era lo primordial, tener un heredero para ambas familias.
“Tamara regresa a la casa, tengo un compromiso”. Erick le dijo observando su reloj.
Tamara frunció el ceño. “¿A esta hora?”. Ella molesta lo interrogó. “¿Tienes otra mujer?”.
Erick se apretó los ojos. “No, solo tengo un compromiso, será mejor que vuelvas, no me esperes llegaré tarde a la casa”.
Tamara se puso histérica. “¡No me mientas! ¡Tienes a otra! ¡Por eso no quieres estar conmigo!”. Ella trataba de golpearlo mientras le gritaba.
Erick solo se cubría, la mujer explotó de repente. “¡Cálmate Tamara!”.
“¡No!, ¡No!, ¡No!, ¡Tú tienes a otra!, ¡La voy a matar, ¡Dime, dime quien es!”. Mientras se golpeaba la cabeza fuertemente con la otra mano.
Ellos forcejeaban, mientras ella estaba irrazonable, gritaba y peleaba, trataba de rasguñar y morder a Erick.
“¡Tamara!”. Erick la alejó con mucha fuerza, Tamara cayó al suelo, lloraba histérica y lo amenazaba mientras se estiraba el cabello.
Erick la miraba extrañado por su comportamiento, Ella se calmó un poco y solo susurraba, cansado Erick recogió sus cosas y salió mientras ella seguía murmurando, cuando lo vio salir fue tras él gritándole, el elevador alcanzó a cerrarse, antes de que ella lo alcanzara.
Al llegar a la planta baja, le pidió al guardia que llamara a algunos de sus hombres para que llevaran a Tamara a la mansión.
Subió a su coche y se fue directo a la casa donde estaba Miranda, al llegar Matheus abrió la puerta saludándolo.
Erick entró, Luana hacia la cena, la casa era pequeña, pero tenía todo lo necesario para vivir cómodamente, al final solo Luana y Matheus se quedaron para cuidar a Miranda, no quería que más sirvientes supieran donde estaba su hermana.
Al acercarse a la habitación de Miranda, Erick escuchó la voz de Alonso contándole historias de cuando los tres eran niños, Erick se quedó de pie durante un rato y regresó a la sala.
Matheus ya lo esperaba. “Señor, aquí está toda la información que recabe”.
Erick la tomó leyendo hoja por hoja, al final suspiró, eran demasiadas cosas las que estaban pasando.
Alonso salió de la habitación y se quedó de pie mirando a Erick, Luana y Matheus se retiraron al sentir la atmósfera tan intensa.
Alonso camino al sillón. “¿Compraste la pintura?”.
Erick lo miró y asintió.
Alonso sonrió nervioso, no sabía cómo comportarse ahora que Erick sabía lo que pasó.
Respiro profundo y le preguntó a Erick. “Iré a México, Dinora me dijo que David cumpleaños el fin de semana, deberías venir”.
Erick miró hacia la habitación de su hermana, claro que quería ir, pero le preocupaba dejar a Miranda.
Alonso le dijo. “Podemos llevarla, será bueno que tome otros aires, Luana y Matheus nos pueden acompañar. Además, el doctor del que te hablé está en México”.
Erick se levantó y aceptó, pero le advirtió. “No por esto te he perdonado, solo quiero llevar la fiesta en paz”.
Alonso levantó las manos. “Lo sé, es un camino largo para mí, tú y Miranda deben perdonarme a su tiempo”.
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Al día siguiente…
Tamara llegó a las oficinas del señor Raúl, la recepcionista al verla hizo una mueca que rápidamente desapareció ofreciéndole una sonrisa amable. “Buenos días señora Estrada”.
Tamara sin mirarla siguió su camino, no le importaba tener trato con gente que no estaba a su altura, subió al elevador y al llegar al piso miro a la secretaria atareada con algunos papeles, la mujer levantó la vista y con mirada tranquila la saludo. “Buenos días señora Estrada”.
Sin mirarla y contestarle siguió a la oficina, la secretaria solo suspiró y recogió sus cosas era tiempo de salir del piso, no quería escuchar a su jefe con su nuera, ella tomo el elevador y mandó un mensaje directo a Erick, quien desde hace días tenía cámaras grabando lo que pasaba en la oficina.
Tamara entró haciendo un puchero, el hombre estaba en el escritorio trabajando.
“Raúl… tienes que hacer algo con tu hijo”.
El hombre levantó la mirada. “¿Qué pasa?”.
Ella se acercó. “Ayer me trató muy mal, me estrujo y me tiró al suelo, tengo moretones”.
Ella le mostró las muñecas donde Erick la había apretado, ella misma había puesto más maquillaje para hacerlos ver peor.
El hombre le preguntó molesto. “¿Qué hiciste para que te tratara así?”.
Ella resopló cruzando sus brazos. “¡Nada!, él ha cambiado mucho, no quiere tener sexo conmigo y ahora se cambio de habitación, ya no quiere dormir cerca de mí, antes solo me hablaba poco ahora ni me dirige a palabra”.
El hombre frunció el ceño. Algo estaba pasando y necesitaba saberlo, las ocasiones que había pedido ver a Miranda, Erick se negaba, estaba preocupado de que su hija le dijera algo del pasado. “Hablaré con él. Ahora vete que tengo mucho trabajo”.
Tamara le contó. “Creo que tiene otra mujer, no es posible que no quiera estar conmigo, Erick habla mucho de divorciarnos, debe ser eso, otra mujer, no llego a casa a dormir, debió quedarse con esa perra, debes encontrarla”.
Tamara pensaba y le contaba al hombre mayor.
Ella frustrada camino por la habitación. “¡No puedes permitir eso! ¡Erick es mío!”. Ella gritó fuerte.
El hombre siguió su trabajo ignorándola. La mujer cada vez era más irrazonable, si no fuera hija de su amigo hace mucho tiempo se desharía de ella.
Ella se acercó sumisa y se sentó en sus piernas. “¿Puedes darme dinero? Algunos vestidos que me gustaron”.
Ella estaba apunto de meter sus manos al saco, pero él detuvo su movimiento mirándola. “Tienes las tarjetas que te da Erick para que quieres más dinero”.
Ella resopló. “No es suficiente, quiero más”.
El hombre sacó una tarjeta del cajón y le sonrió siniestramente. “Recuerda que si no me das un heredero todo el dinero que recibes se acabara”.
Ella lo miró tragando grueso. “Lo haré”.
Tamara se levantó con la tarjeta en la mano y estaba a punto de caminar cuando el la tomó de la cadera. “Ya que estás aquí…”