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El día que te perdí

🔒 CAP 36 UNA HERMANITA

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Erick estaba tan confundido y desilusionado, su propio padre era un hombre despiadado, acostarse con su esposa, obligar a Miranda a casarse con un monstruo y decirles que su madre estaba muerta internándola en un sanatorio, toda esa información hacía que su padre cayera del gran pedestal de donde lo tenía.

Al llegar a la planta baja, salió junto a la secretaria y se acercaron a la recepcionista el les advirtió diciendo. “No quiero que digan que estuve aquí”.

Ellas asintieron al ver la mirada furiosa de Erick.

El salió y subió a su auto, se quedó en el asiento pensativo, después de unos minutos Tamara salió retocándose el labial en la puerta mirándose en un espejo, Erick sacó su teléfono y marcó su número.

Ella sintió la vibración y tomó el teléfono leyendo el número, hizo una mueca y sonrió al contestar. “¿Amor? ¿Ese milagro que me llamas?”.

Erick hizo una mueca al escuchar la voz cariñosa de Tamara. “Quería que comiéramos juntos, donde estas te recogeré”.

Ella miró a todos lados y caminó por la acera hasta su coche. “Estoy en casa de mi papá, dime la dirección del restaurante te veré ahí”.

El se rio sarcásticamente. “Estoy cerca de la casa de tu padre, te recogeré…”

Ella gritó. “¡No!”. La gente giró a verla, parecía una loca.

Ella cerró sus ojos tocándose la frente nerviosa. “Sabes… mi papá está de mal humor, mejor te veo en el restaurante”.

Erick no se negó y le dio la dirección del lugar donde se verían.

Erick estaba sentado ya en la mesa jugando con un tenedor, pensativo, Tamara llegó con una gran sonrisa y se acercó besando la mejilla de Erick, este hizo una pequeña mueca y observó a la mujer.

“Amor, estoy feliz de que me hayas invitado a comer” Ella sonreía feliz.

“No hemos salido mucho juntos”. Seguía con su actuación haciendo un puchero lastimero hacia Erick. “Pero no importa, disfrutemos de nuestra comida”.

Ella pidió vino y la comida para ambos, Erick solo asentía de vez en cuando hacia ella, no le interesaba la comida ni la bebida, mucho menos las tonterías que Tamara decía sobre ropa, viajes o sus amigas, lo único en que pensaba es que era un arpía.

……………………………

México…

Dinora y David llegaron a la ciudad, era de madrugada, tomaron un taxi y llegaron a la casa de Marina, David tenía sus llaves y abrió la puerta para que ambos entraran.

 Marina estaba en su habitación dormida y junto a ella, Carlos la abrazaba.

Escuchó el ruido en la sala y se levantó vistiéndose rápidamente. Carlos se removió y la miró todavía adormilado. “¿Qué pasa?”.

Marina le advirtió. “Hay alguien en la casa”.

Carlos se levantó vistiéndose rápidamente, solo el pantalón y la ropa interior.

Dinora susurraba a David. “No hagas ruido, tu mamá debe estar dormida”.

David rodó los ojos. “Tú eres la que está haciendo ruido desde que entraste”.

Como el lugar estaba a oscuras Dinora se topó con algunos muebles, David conocía perfectamente la casa y no necesitaba la luz para caminar alrededor.

Dinora resopló. “Ve a tu habitación, yo me quedaré con tu mama”. Ella estaba a punto de caminar al pasillo cuando la luz se encendió.

Marina estaba de pie y Carlos detrás de ella.

Al verse los cuatro se asombraron.

Dinora se cubrió la boca pensando. -Debí llamarle antes de llegar a casa-

Marina miraba a su amiga molesta porque no avisó.

David frunció el ceño mirando a Carlos. “¿Qué haces aquí?”.

Carlos se rasco el puente de su nariz. “Tu mamá se sentía sola y decidí quedarme a acompañarla”.

Marina y Dinora miraron a Carlos y después a David de quien esperaban una respuesta.

David sin ningún gesto le dijo. “Ya es tarde, puedes quedarte, pero mañana temprano debes irte, tú y mi mamá no están casados para que me den una hermanita”.

Dinora se cubrió la boca

Marina gritó. “¡David!”.

Dinora suspiró. “Niño, ve a dormir, es tarde, me quedaré en el sillón”.

Dinora buscó en el armario las mantas para dormir en el sillón, ya conocía bien la casa y sabía dónde estaban las cosas, muchas veces antes se quedaba con Marina.

Marina miró a su hijo. “Mañana hablaremos, ve a descansar”.

David asintió en silencio y miró a Carlos por un momento, recordó al hombre que conoció hace unas horas.

Marina miró a Carlos, él solo beso su mejilla. “No te preocupes, mañana hablaré con él”.

Marina asintió recargándose en su pecho.

Dinora rodó los ojos. “Basta de arrumacos y apaguen la luz, quiero dormir”.

Marina negó al comportamiento de su amiga y apagó la luz entrando junto a Carlos a la habitación.

Al apagar la luz y entrar la pareja Dinora se quedó mirando el techo, todavía nerviosa por lo que había pasado, suspiró preocupada por la reacción de Marina cuando se entere.

A la mañana siguiente era sábado, no había clases en el centro, Marina se levantó temprano y preparó el desayuno para todos.

Ella observó a todos en la mesa y sonrió, David comía en silencio mientras Dinora conversaba con Carlos sobre su profesión, él se levantó recogiendo sus cubiertos, se acercó a Marina besando su mejilla. “Iré a ver a mi papá, te llamaré más tarde”.

Marina asintió acompañándolo a la puerta.

David también recogió sus cubiertos y camino a su habitación. 

Los sábados aprovechaba para pintar en el estudio de su madre que ahora ya también le pertenecía.

Al irse, Marina se acercó a Dinora, sabía bien que algo andaba mal. “Ahora me vas a decir que paso”.

Dinora se cubrió la cara. “David y Daniel, se conocieron en USA”.

Marina frunció el ceño. “¿Qué?”.

Dinora le explicó todo lo que pasó, al final Marina se quedó desconcertada. “¿David cómo supo que Daniel compró la pintura?”.

Dinora rodó los ojos. “Sabes que tu hijo es un nerd, creo que hasta es un hacker, puede saber fácilmente todo en internet, ya sabes, siempre está metido en su computadora o en el iPAD”.

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