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El día que te perdí

CAP 22 ME GUSTA TU MAMA

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El doctor Carlos llegó al centro, conversó con el director y después fue a buscar a Marina, la encontró en su clase. “Hola”.

Carlos observó el cuadro que ella pintaba.

Marina giro al escucharlo regalándole una sonrisa. “Hola”.

Carlos sonrió y se acercó empezaron a hablar sobre la clase, Marina le mostró todo el lugar. David los observaba de reojo, desde el principio noto la actitud del doctor con su madre, muchos hombres se acercaron con esa misma intención, pero al conocer a David y su condición se alejaban, este doctor no lo hacía, al contrario, estaba muy interesado en su madre y en él y David no entendí el porqué.

Además, le caía bien a David, era un hombre muy inteligente David sabía leer a la gente que se acercaba a ellos y leyendo las facciones de Carlos era bueno y amable.

Carlos y Marina regresaron al aula. “Estuvieron en silencio mirándose y Marina se sintió algo incómoda, apenas lo conocía no tenía mucho tema de conversación.

Él sonrió y le pido. “Me gustaría que cenáramos juntos… los tres ¿Te parece?”.

Ella observó a Carlos, él no bromeaba. “Claro”.

Calos se alegró. “Genial. ¿Te parece al salir?”.

Marina negó. “Hoy no, tengo una cita con mi chico favorito”. Ella giró para ver a su hijo sentado en su lugar, dibujando en un nuevo cuadro en blanco.

Carlos sonrió, el director se acercó. “Marina, ya le diste la bienvenida al doctor Álvarez, estará trabajando con nosotros en el área de psicología”.

Ella afirmó. “Si. Ya le mostré los alrededores”.

Carlos sonrió aceptando. “El señor Ramírez tiene gran poder de convencimiento”.

Todos rieron, el director se despidió para seguir con su trabajo, David se acercó y mirando a su madre le preguntó. “¿Podemos invitar al doctor?”.

Marina miró a Carlos dudando. “No sé… sí tenga tiempo…” Ella esperaba cenar tranquila con su hijo. No entendía porque David invitaba al doctor si no le gustaban los hombres que se le acercaban.

Carlos asintió. “Claro que puedo acompañarlos”.

Los tres salieron del centro, Carlos los llevó a un restaurante a las afueras, cerca de la playa, todos pidieron sus platillos favoritos y conversaron amenamente, David solo comía en silencio mientras escuchaba la plática de los adultos.

Marina le contaba algunas anécdotas del trabajo en el centro y sobre David, el escuchaba a Marina atento.

Al terminar la comida Marina se disculpó yendo al baño, David terminó su comida y limpio su boca, Carlos sonreía mientras observaba a Marina caminar al baño.

David le preguntó. “¿Estás interesado en mi mamá?”.

Carlos miró a David. “Si. Me gusta tu mamá, ella es fascinante”.

David le advirtió. “Sabes que un médico no puede relacionarse con un paciente”.

Carlos se rasco la nariz algo nervioso, suspiro y le dijo. “Lo sé, pero tu mama de verdad me gusta, además soy suficiente inteligente para separar el trabajo de lo personal, no habrá problemas te lo prometo”.

David asintió, después lo miró y preguntó. “¿Lucharías por ella si mi papá regresa?”.

Carlos frunció el ceño. ¿Crees que él volverá?”.

David asintió mirando al doctor. “Algún día, él volverá… mi mamá es una mujer única, sé que él volverá a buscarla… ¿Lucharás por mi mamá?”. Volvió a preguntar.

Parecía que estaba hablando con un adulto, su aura era muy grande e intimidante.

Carlos sonrió. “Si ella me acepta, claro que lucharé por ella”.

David solo le dijo. “Bien contestado”. Y empezó a comer su postre en silencio.

Carlos solo sonrió para sus adentros, lo más difícil era la aceptación de David y al parecer ya la tenía.

Salieron del restaurante, caminaron hacia el pequeño estacionamiento y escucharon una bocina sonar, era Dinora que al verlos abrió mucho los ojos, venía en un auto viejo. “Hola”.

Los saludo a todos desde el auto y después se dirigió a David. “Sube”.

Marina se acercó a David. “¿A dónde vas? Dinora ¿Por qué estás aquí?”.

Dinora sonrió coqueta guiñándole un ojo. “David me llamó, quiere que lo ayude a resolver algunos asuntos urgentes”.

Marina observó a su hijo que seguía sin hacer ningún gesto, David miraba a su tía la loca como lo había echado de cabeza, él suspiró y subió al auto.

Miró a su madre y le dijo. “Volveré tarde a casa, no me esperes”.

Dinora encendió el auto y condujo rápidamente por la carretera. El auto hacía ruidos extraños, parecía que se desarmaría en cualquier momento.

Marina se quedó perpleja, esto dos pocas veces se aguantaban el uno al otro.

Carlos sonrió. “¿Te gustaría caminar un rato en aquel parque?”.

Marina asintió algo avergonzada por los dos que se acababan de ir.

Caminaron durante unos minutos por el sendero del parque, había más parejas alrededor, Marina jugaba con sus dedos.

Carlos se detuvo frente a ella. “Bueno… seré franco Marina”.

Ella levantó su rostro para verlo.

Carlos sonrió acercándose. “David y yo conversamos cuando fuiste al baño, me preguntó si estaba interesado en ti y yo le dije que sí”.

Marina frunció el ceño.

Carlos le explicó. “Creo que él ya me acepto, solo espero… que me des la oportunidad de conocernos ¿Te parece?”.

Marina lo pensó por un momento, al final aceptó recordando las palabras de su amiga, necesitaba conocer gente, salir, divertirse. “Ok”.

Carlos la llevó al cine y al terminar a su casa, David estaba muy entretenido con su iPAD en el sillón de la sala mientras Dinora asomada por la ventana espiaba a su amiga.

David suspiró. “Dinora… ella te contará todo cuando entré, deja de fisgonear”.

Dinora giro. “Soy tu tía Dinora, recuérdalo. ¿Por qué no puedes llamarme Tía?”.

Ella se acomodó y le dijo deletreando. “Dime. Ti-a”. Sacándole la lengua y volvió a ver por la ventana.

David negó sin despegar su vista del aparato. “No tenemos ningún lazo consanguíneo entre nosotros, solo eres amiga de mi mamá”.

Dinora lo fulmino con la mirada. “Mira niño, te cambié los pañales llenos de mier-da cuando eras apenas un bebe mientras tu mamá trabaja, te di de comer y me vomitaste miles de veces, eso me hace tu tía por dedicación”. Ella cruzó sus brazos molesta.

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