Quería salir del auto y correr hacia ella, pero no entendía el porqué, su corazón palpitaba a mil por hora y un fuerte dolor en su cabeza llegó.
“Vámonos”. Le pidió al chofer que se alejara rápidamente, el observo por el espejo a la chica que seguía de pie mirando el auto.
………………
“¡No entiendo Erick! ¿Por qué todas estas pinturas? ¿Para qué quieres tantas?”.
Erick frunció el ceño. “Me gusta eso es suficiente para mí”.
Tamara negó. “Pero antes no te interesaba el arte ¿Qué cambió?”.
Erick movió su cabeza cansado. “No voy a discutir contigo Tamara, se quedan, es mi casa y punto”.
Él salió de la mansión, ellos discutían sobre su nueva casa, Tamara la estaba decorando, pero no entendía de donde Erick sacaba todas esas pinturas, ni siquiera eran artistas reconocidos, eran callejeros sin talento para ella.
“Mar Varoli”. Susurro el nombre que leyó en una de las pinturas, observó algunas más y noto que había varias con ese nombre.
Erick quería poner algunas en la sala y otras en su despacho, lo único en lo que estuvieron de acuerdo es en la foto de su boda que quedaría en la chimenea.
Ella tomó su bolso y salió furiosa de la mansión, llegó a su casa y su padre ya la esperaba.
“Ahora que pasó ¿Peleaste de nuevo con Erick?”.
Ella llorosa y lastimera le explico. “Papa, Erick no me entiende, no es atento como antes, discutimos constantemente ¿De verdad tengo que casarme?”.
Su padre se enfureció. “¡Claro que te tienes que casarte con él!, el poder de su padre es grande y podemos hacernos más ricos”.
Ella refutó. “Pero papá yo…”
El hombre le dio una cachetada. “¡Cállate! Seguirás el plan como te los dijimos Estrada y yo, esta discusión se acabó”.
Ella lloró en silencio tocando su mejilla.
El hombre siguió. “¿Quieres perder la ropa cara y los viajes? ¿Quieres perder el dinero que podríamos sacarle a los Estrada?”.
Ella negó en silencio recordando como disfruta de ser rica y poder tener lo que quisiera.
El hombre resopló. “Entonces sigue tratando con Erick, no podemos perder lo que hemos construido tantos años”.
Su padre le advirtió. “Y pobre de ti que hagas una estupidez como la última vez ¿Entendiste? No podemos volver a pasar por lo mismo”.
Ella asintió recordando lo que pasó hace tres años. “Si papá se hará lo que digas”.
Ella salió de la casa furiosa, llamó a un número y conversó un poco, después tomó su auto y se alejó.
Alonso lo esperaba en el bar, había mucho ruido. “Amigo, ¿Peleaste con tu prometida?”. La forma en que Alonso se dirigía a la mujer no era muy amable.
Erick, aunque noto el tono no le dijo nada. “Dame un trago”.
Conversaron durante un rato, Erick ya estaba algo mareado, no había comido mucho y el alcohol estaba haciendo efecto. “Iré al baño”.
Después de eso recuerdos borrosos de conversar con una chica aparecieron en su mente, estaba muy borracho, recordaba cómo la llevaba de la mano a su departamento.
Mientras tenían se-xo miraba los ojos azules profundos de la chica…
Tenía una fuerte necesidad a tocarla, cada beso que dejaba en su piel era ardiente, al final, él se levantó al baño y se lavó la cara, mirando su reflejo en el espejo se preguntó a sí mismo. -¿Qué hiciste?-
Salió del baño y le pidió a la chica que se vistiera rápido. “Puedes lavarte en el baño y después irte”.
Escucho a la chica decir. “¿Quieres que me vaya?”.
Daniel sonrió. “Fue increíble, pero solo eso”. Observo la mirada de la chica tenía que ser duro, necesitaba que saliera rápido del departamento antes que Tamara apareciera.
Salió de la habitación y caminó varias veces por la sala arrepintiéndose de lo que hizo, no había tenido deseos de estar con Tamara, pero con esta mujer no pudo contenerse.
Daniel pidió un taxi y se sentó en la mesa llenando un cheque para la chica, pensaba que si le daba dinero ella se iría rápido y feliz.
Al verla salir de la habitación se levantó entregándole el cheque y le dijo. “Te pedí un taxi, ya está pagado te llevara a donde quieras”. Volvió a sentarse en el comedor ignorándola.
Erick solo escuchó la voz baja de la chica. “Gracias”.
Erick nervioso al escuchar la puerta se peinó el cabello hacia atrás. “¡Maldición!”.
No comprendía porque lo hizo, Tamara podía llegar en cualquier momento y no quería problemas con su prometida.
Días después…
Erick tenía mucho trabajo y había algunos compromisos donde tenía que estar presente, Tamara lo acompañaría, ya iba tarde de regreso a alistarse, cuando llego a casa Tamara se media algunos vestidos. “¿Te gusta este?”.
Él observó el vestido y asintió. Miró su reloj. “Tamara ya es tarde, debemos irnos en 20 minutos.
Ella bajó sus manos molesta, Erick ni siquiera había observado bien el vestido, se fue a la otra habitación a bañarse, Erick salió de la ducha y escucho el timbre, camino secándose el cabello y abrió la puerta encontrándose con la chica.
“Hola”. Ella le sonreía feliz.
Erick al verla frunció el ceño. “¿Tú?”.
Él estaba a punto de preguntarle porque volvió. -¿Quería más dinero? ¿Había olvidado algo en la casa? – Pensó por un momento.
Él escuchó la voz de Tamara. “¿Quién es amor?”.
El giro para ver a la chica, lo último que quería ahora era un problema entre mujeres, observó el semblante de la chica que cambió por completo. “Yo…” Escuchó su voz temblorosa.
Erick estaba a punto de advertirle, pero se asombró con lo que dijo. “Creo que me equivoqué de departamento, lo siento”.
Erick sintió la fuerte mirada de la chica, sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero ella sonreía, observó a Erick de una forma extraña antes de girarse e irse.
Cerró la puerta pensando en los ojos tristes de la chica.
Tamara se acercó. “¿La conoces?”.
Erick miró a Tamara contestándole furioso. “¡No!”.
El se fue a la habitación a terminar de vestirse. Dejándola ahí parada confundida por su enojo.
Tamara siguió arreglándose para poder irse con Erick, mientras él no dejaba de pensar en los ojos azules de la chica.