— YA PUEDES DEJAR DE LLORAR CON UN MALDITO DEMONIO — gruñó su padre, pero ella no podía controlarse… No quería casarse con ese viejo, se lo había dicho mil veces de mil maneras diferentes pero su padre no era un hombre bueno… ella lo había entendido cuando finalmente había internado en un manicomio a su madre —. SI NO DEJAS DE LLORAR Y TE COMPORTAS TE JURO POR DIOS QUE TU MAMÁ AMANECERÁ MUERTA MAÑANA — siseó Francis furioso. MALDITA MOCOSA LOCA, que encima no quería ponerse los zapatos, loca como la madre —, eres una inútil como tu madre que ni para coger servía, te juro que si no te compones te daré la paliza de tu vida… — le dijo y ella comenzó a temblar incontrolablemente.
Cuando su padre se enojaba de verdad era peor todavía… ella había estado bajo la hebilla de su cinturón varias veces… los últimos años trataba de no cruzarse en su camino… Ella se ocupaba del huerto y las flores, comía con el servicio… Y él casi no aparecía por la casa pues siempre estaba con su amante de turno… Hasta que llegó hacía un par de meses ansioso. Le explicó que esa noche venía alguien importante a cenar… ella no sabía si era importante o no, pero su padre le había llevado un vestido hermoso de una tela brillante en color plateado que dejaba ver su espalda. Habían peinado sus largos rizos rubios dorados de hadas como una princesa, el único problema fue cuando la obligó a subirse a esos tacos pues ella no quiso saber nada.
— SI NO TE PONES LOS MALDITOS ZAPATOS TOMARÉ UN BATE DE BASEBALL Y TE LOS QUEBRARÉ MALDITA LOCA — eso le tendría que haber dado mala espina, pero Sophie era un alma buena, siempre había sido así.
Sabía que cuando nació le faltó el oxígeno y eso la hacía diferente a los demás “RETRASO MADURATIVO” le decían con cierto desprecio, pero a ella no le importaba.
Su padre había pagado caros colegios hasta que se hizo evidente que lo mejor era una educación en casa, pues Sophie sufría mucho bullying en los colegios y no tenía corazón para defenderse.
Ella había leído libros, de cuentos con princesas y príncipes y siempre había soñado que un príncipe las fuera a rescatar de la maldad de su padre, a ella y su mamá. Pero el tiempo, los años pasaban y eso parecía que no iba a pasar jamás… era como esa chica de la torre… solo que ella de esa princesa solo tenía el largo cabello rubio que llegaba por sus muslos.
Era ondulado, de color rubio trigo. Ella medía 1.70 y era delgada como una bailarina, de hecho, había tomado algunas clases de baile… le había suplicado a su padre, en ese momento su madre aún vivía con ellos…
No sabía que hizo su mamá, pero logró convencerlo. Y por un tiempo, fue feliz… hasta que por algo que ya no podía recordar para castigar a su mamá, él hizo que la profesora de danzas de su hija no fuera más.
Era mentira que su madre era loca… su madre había sido una mujer buena. Pero su padre la había tratado tan mal que la mujer había empezado a tomar. Poco a poco la había enloquecido.
La realidad era que los padres de Sophie se habían casado bajo un acuerdo comercial, o algo así… una vez que su madre estaba borracha como una cuba le había explicado… que ella había estado enamorada de un contador de su abuelo o sea del padre de su madre, pero al final la habían casado con ese hombre, Francis.
Era sencillo. Él tenía apellido y su madre dinero. O algo así… la realidad era que a Sophie mucho no le interesaban esas cosas.
A ella le gustaban la naturaleza, las mariposas, la música, bailar, y andar descalza…
Pero esa noche del vestido lindo, cuando su padre le dijo que si no se ponía los zapatos le rompería los pies quedó sellado su destino… ese viejo, que podría ser su abuelo, o bisabuelo la miró con lascivia.
Y ella sabía lo que era eso, porque a pesar de que su padre creía que era una completa idiota ella había leído libros… sí… y ese viejo quería hacer cosas inmundas con ella.
La había tocado y hasta le había hecho abrir la boca, para ver sus dientes como si ella fuera un animal… o peor todavía…
