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Bajo el hechizo del principe 2

🔒 Epílogo.

Dos años después…

Rania estaba abrumada con tanta atención por parte de su marido. No terminaba de acostumbrarse a ser consentida como a una reina. Karim no escatimaba a la hora de darle a su esposa los mejores regalos y menos el cariño, el amor y la pasión que le dedicaba.

—¡Habibi esto es una verdadera exageración! —se escandalizó Rania mientras Karim cubría su cuerpo de besos después de haberla rodeado con las joyas más caras del mundo. —Tantas joyas para una sola mujer llega a ser obsceno… ¡Esto es demasiado!

Karim levantó la cabeza para mirarla, después de haberle dado otro orgasmo con su boca aquella mañana, subiendo a los labios de su mujer para besarla y responder.

—Nunca es demasiado cuando se trata de consentir a mi reina, a la mujer de mi vida. No pienso parar hasta poner el maldito universo a tus pies. Para ti todo, Rania Al Thani, porque sin ti no hay nada.

Rania ronroneó cuando Karim mordió su cuello antes de llevarla a la bañera de hidromasaje. El Emir había amanecido aquella mañana con toda la intención de tratarla como a una diosa. Era su mujer, nada le daba más placer que mimarla a diario.

—Como sigas así terminarás gastando toda la fortuna de la dinastía Al Thani en tu Emira. —advirtió Rania con una sonrisa maliciosa. Las manos de Karim recorrían su cuerpo bañándola y masajeando su piel aterciopelada. —Recuerda que hemos tenido que comenzar a construir un nuevo garaje solo para guardar todos los autos que me has obsequiado, ya no sé qué hacer con tantos.

—Quiero que tengas uno para conjuntar con cada uno de los bolsos de tu clóset. —bromeó Karim mordiendo el labio inferior de Rania.

Karim la tenía enamorada, hechizada y extasiada con tanto amor. Era el hombre perfecto y era solo suyo. Su Emir vivía únicamente para amarla a ella y a sus hijos. Finalmente habían encontrado la felicidad juntos y superado todos los obstáculos, aunque de todas formas siempre estarían fuertemente unidos para enfrentar cualquier adversidad que se les presentase.

En la suite mientras que la parejas real se preparaba para la pequeña reunión que habían organizado para sus amigos, las empleadas del palacio preparaban un delicioso desayuno, como siempre digno de una reina por órdenes de Karim.

Sin que se dieran cuenta una pequeña traviesa en cabellos negros entró en la habitación sin llamar mucho la atención, escondiéndose como una gatita que solo quería jugar.

Rania se sentó en el regazo de esposo ya vestida con un bello y delicado vestido azul. Karim se encargaba de darle el desayuno en la boca mientras planeaban una escapada a Italia.

—Entonces mi marido quiere darme una noche romántica por las calles de Venecia. —indagó Rania con curiosidad y Karim asintió todo coqueto.

—Tengo la intención de ser tu sumiso en cualquier parte de este planeta. Lo que sea con tal de adorar a mi diosa y hacerla feliz.

Rania se derritió en los brazos de Karim, hasta que los dos se sobresaltaron por la presencia de una pequeña intrusa.

—Jummm… —gruñó Rhianna llamando la atención de sus padres.

—¡Rhianna! —exclamó Rania llevando la mano al pecho.

Karim se levantó la niña en sus brazos. Rhianna miraba a sus padres intrigada y con el ceñito fruncido.

—Mi princesita hermosa, te hemos dicho muchas veces que no debes entrar a escondidas en los lugares. —dijo Karim besando la cabecita de su niña.

Lo cierto es que Rhianna hacía con su padre lo que quería. La princesa era la mayor debilidad del Emir.

—Si no lo hago no me entero de nada, porque hay cosas que no cuentan porque soy pequeñita y yo quiero saberlo todo. —se quejó Rhianna haciendo un puchero y cruzando los brazos.

—Ya sabes que tu papito y yo siempre estaremos aquí para contestar cualquier pregunta que tengas. —aseguró Rania mirándola con ternura, pero Rhianna no parecía convencida.

—Pues si es así, entonces quiero saber. —anunció Rhianna mirando a su padre. —Papito bello, ¿qué es un sumiso?

Karim perdió el color, sintió la garganta seca y se puso tenso ante esa pregunta. Entonces con una sonrisa incómoda contestó, escuchando como su mujer se reía.

—Algo sin importancia mi princesita. No pienses en eso. Es un juego tonto que tengo con tu mamá.

Karim echó una mirada asesina a su mujer que no podía contener la risa. Rania se llevó una mano a la boca para callar una carcajada. La pregunta de su hija era demasiado buena.

Al ver que no le iba a sacar una respuesta por las buenas de su padre, ya que esa no le había convencido. Rhianna recurrió a su madre haciendo un puchero.

—Mamita yo quiero saber lo que es un sumiso. —Rhianna llevó las manos a la cintura y miró a su padre con seriedad. —Dile a mi papito que me explique.

Rania la miró condescendencia, tomó asiento en la mesa cruzando las piernas y con unas ganas insoportables de romperse a reír pidió.

—Vamos habibi, contesta a la pregunta de tu hija. Estoy ansiando escuchar tu explicación. ¡Alá sabe cuánto he esperado por este grandioso momento!

Karim tomó aire antes de aclarar las dudas de su hija. Miró a mujer de reojo y sentó a su hija en la mesa.

—¡Vamos papito, quiero mi respuesta!

—Cariño, un sumiso es un hombre inteligente que vive para servir a la mujer que ama. Que la convierte en todo su mundo y se dedica únicamente a vivir para adorarla. Para tratarla como una reina.

—Jummm… —murmuró Rhianna pensativa, reflexionando lo que su padre le había explicado. —Está bien. Gracias por la explicación mi papito hermoso.

Karim se hizo mantequilla cuando Rhianna le dio un beso en la mejilla y saltó de la mesa para salir de la habitación.

—¿A dónde vas cariño? —preguntó Rania con curiosidad y Rhianna respondió.

—¡Voy a ser una reina!

La niña se marchó de la habitación decidida, dejando a sus padres intrigados y preguntándose qué clase de travesura estaría planeando la niña. Algo que no tardaron en descubrir…

Después de pasar la mañana juntos, Karim y Rania se dirigieron al jardín, donde sus amigos y los hijos de estos esperaban por ellos. Allí encontraron niña escena inusitada.

Rhianna daba órdenes como una pequeña sargento y los niños que la rodeaban obedecían sin protestar, siguiendo a la niña y cargando sus juguetes.

—¿Rhianna qué estás haciendo? —preguntó Karim pasmado con lo que veía y la niña contestó orgullosa.

—Mira papito, mira cuantos sumisos tengo. —Rhianna señaló a los niños, los hijos de Jax y Malika, los hermanos gemelos de Reagan, Tiger y Taylor Anderson que la seguían obedientes. Incluso el pequeño Thor, el hijo de Reagan y Reich que intentaba cargar un peluche más grande que él, todo con tal de darle el gusto a la princesa.

Karim se llevó las manos a la cabeza pensando que había creado un pequeño monstruito. Rhianna se reía traviesa y Rania tocaba la espalda de su esposo para darle algo de consuelo.

—Vamos niños, más rápido que tengo muchos juguetes y quiero jugar con todos. —demandó Rhianna frunciendo el ceño, pero el hijo mayor de Jax resopló.

—Estoy muy cansado, yo prefiero irme a la piscina.

Rhianna se acercó a él con la barbilla en alto y preguntó.

—¿No quieres vivir para tu reina, Hader Kavanagh?

Hader asintió mirando a Rhianna embobado al igual que los otros niños, era una princesa hermosa.

—Sí, sí lo quiero Rhianna, pero también quiero ir a la piscina.

Rhianna se contoneó y mirándole exigió.

—Está bien, pero primero quiero que me digas si soy linda.

—¡Oh eres la más linda Rhianna, pareces un ángel de lo bella que eres! —declaró Hader suspirando.

Zein que asistía de lejos como su hermana dominaba a sus amigos, caminó hasta ellos y empujó a Hader.

—¡Nunca más vuelvas a decir que mi hermana es bella, Hader o te juro que te pego! —lo amenazó Zein muy molesto. —Rhianna dame la mano.

—No quiero, Zein, quiero jugar con mis sumisos. —se negó la niña y Zein tomó su mano ignorando sus quejas.

—Yo soy el príncipe heredero y tu hermano mayor. Es mi obligación protegerte, no pienso permitir que estos niños se metan con mi hermana. —aseveró Zein con la autoridad de un noble. —Ahora mismo te acompañaré hasta la mesa y no te vas a separar de mí.

—¡Eres un niño tonto, niño tonto! —se quejó Rhianna mientras su hermano tiraba de ella.

Karim y Rania asistían la escena boquiabiertos.

—Si es así de celoso con su hermana, que Dios coja confesada a la que llegue a ser la mujer de su vida. —pensó Rania en voz alta y Karim besó su hombro sonriendo.

—Por lo visto nuestro primogénito heredó el carácter posesivo y celoso de su madre. La mujer que conquisté su corazón tendrá a una fiera detrás de ella todo el tiempo. —bromeó Karim, percibiendo cada vez más las personalidades tan fuertes que tenían sus mellizos.

Horas más tarde, después de una larga tarde de juegos, bailes y muchas risas. Karim, Jax y Reich se tomaron un tiempo para hablar después de meter a los niños en la cama. Pero ese momento entre hombres duró muy poco.

—¡Jax a la habitación! —ordenó Malika llena de malas intenciones y Jax inmediatamente soltó su copa para seguirla.

—Definitivamente esas mujeres nos tienen dominados como esclavos. —suspiró Karim mirando a Rania que iba en su dirección.

—¿ De verdad te quedaba alguna duda de qué estamos sometidos a la voluntad de nuestras esposas? —cuestionó Reich y Jax sonrió satisfecho.

—Yo encantado de vivir para servir a mi señora esposa. La reina de mi hogar. —afirmó Jackson levantando a Malika en sus brazos para entrar con ella en la casa.

—Reich, no me hagas sacar mis pistolas otra vez. —advirtió Reagan mirándolo como si lo fuera a devorar y Reich la abrazó dejando un beso en su boca.

—Vas a terminar dejándome seco o volviéndome loco. —avisó Reich y Reagan tiró de su camisa para pegarlo más a ella.

Cada pareja se dirigió a sus habitaciones con la intención de pasar el resto de la noche haciendo maldades.

Karim vio de lejos a Rania caminando descalza alrededor de la piscina. Era de noche y ella se veía hermosísima. De repente la vio caer en el agua y asustó.

—¡Rania! —exclamó Karim corriendo para ayudarla.

Al acercarse al borde de la piscina la vio reír como una niña y respiró con tranquilidad.

—Me has dado un susto, amira. —la regañó Karim ofreciéndole la mano para sacarla del agua. Rania agarró su mano y dijo.

—Yo prefiero darte orgasmos y que sean muchos.

Rania tiró de Karim que cayó al agua con ella.

Los dos se besaron apasionadamente. Estaban solos y locos de deseo el uno por el otro.

Rania entrelazó sus piernas en la cintura de Karim y se humedeció los labios sintiendo la dureza de su entrepierna rozando su sexo mojado.

—Esta noche soy tuya, te dejaré dominar y haré todo lo que me pidas, habibi.

Karim la miró embelesado, agarró su trasero con sus grandes manos haciéndola jadear y pidió una única cosa.

—Pues entonces que esta noche empiece con lo que más amo de ti, con algo que solo tú me puedes dar…

—¿Y eso sería? —indagó Rania.

—Baila para mí amira, baila para mí esta noche y hazlo desnuda.

Los dos volvieron a besarse con la expectación de la noche que pasarían juntos. La felicidad de la pareja en ese instante era casi completa.

La pérdida de un hijo dejó un vacío muy grande en el corazón del Emir y una herida abierta en el pecho de su mujer, pero cinco años después el llanto de una niña que nació después de un duro parto, que significó una guerra para su madre, les dio a la pareja real esa felicidad que tanto anhelaban.

Durante la peor tormenta de arena de la historia del país, nació aquella princesa que volvería a unir una tierra que se dividió el día que su padre decidió declarar su amor por una mujer que solo quería ser libre. La nombraron Raissa, mujer soberana.

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🔒 Capítulo Final.

El Consejo Supremo de los Emiratos Árabes Unidos estaba roto, todos los emires y jeques, a excepción de Rashid Al Malktum, habían dado por terminadas sus alianzas con Karim Al Thani. Hombres viejos que se negaban a aceptar ver una mujer decidiendo por su vida.

En la mesa de su escritorio, Karim podía ver una infinidad de cartas, notas, cajas y objetos enviados para amedrentarlo. Una gran variedad de amenazas de muerte que no servirían para pararle los pies al Emir.

Karim Al Thani descubrió y aceptó, al lado de la mujer que amaba, cuál era su misión en la vida y estaba preparado para luchar contra todos sus enemigos y cualquier obstáculo por una justicia que tantas mujeres se merecían.

-No tienes porqué hacer esto solo Karim, podemos seguirte y estar a tu lado hasta el final. -dijo Nader angustiado por la decisión que su amigo y socio había tomado.-Por favor, Karim, esta es una lucha de todos y no sólo tuya.-insistió y Jax que estaba a su lado lo apoyó.

-Algunas mujeres quieren seguirte en esa caminata por la libertad. Si ahora mismo lo deseas podemos autorizarlas…

-No, Jackson. -rechazó Karim esa idea. -No es seguro para las mujeres participar en esta manifestación. Lo haré yo solo, dando el ejemplo que los hombres de este país necesitan para entender que ellas también tienen derecho a ser libres y decidir sobre sus vidas.

Karim miró una de las notas donde amenazaban explícitamente la vida de sus hijos, pero eso no lo iba a parar. Porque muy en el fondo la imagen de Rania en su noche de nupcias quedó grabada en su cabeza.

Aquella noche en la que fueron obligados a consumar su matrimonio en contra de su voluntad, y de la manera más humillante posible. Ese día intentaron herir a su mujer pero sólo la hicieron más fuerte, y lo que el hombre que algún día fue príncipe de esta historia no podía olvidar de esa noche es que no solamente la hizo su mujer, sino que cayó rendido ante ella.

Karim cerró los ojos antes de salir a la calle acompañado de un séquito de guardias y sus mejores amigos.

El podía sentir los rayos del Sol tocando sus párpados y en su mente podía ver el rostro de Rania. Lo que iba a hacer, lo que estaba haciendo empezó por ella y terminaría en la libertad de tantas otras.

—Aquí nos despedimos majestad, a partir de aquí y por su decisión estará solo. —dijo Farid tocando el hombro del hombre que vio nacer y crecer. Estaba orgulloso de su príncipe.

Karim abrió los ojos levantando la mirada al cielo. Las calles del centro de Riad estaban despejadas, sobre ellas volaban helicópteros con cámaras que transmitían ese momento único para el resto del mundo. Era un acontecimiento importante para la historia de la humanidad. El presidente de unos los países más estrictos del planeta iba a hacer una caminata solo por todo el centro de la capital del país, y lo haría como una protesta para derribar cada ley que infringía el derecho de las mujeres y de las niñas musulmanas. Todos los ojos del mundo estaban puestos en Karim Al Thani, el hombre que cambió la historia y dio una esperanza al futuro de tantas personas… pero él no estaba solo, no como pensaba.

Tres autos aparcaron en la entrada de la sed del Consejo Supremo, de ellos se bajaron tres mujeres.

Malika Radi, Aisha Assiri y la mujer más poderosa del país, Rania Al Thani la Emira de Arabia Saudí, su mujer.

Las tres encabezaban una multitud de mujeres que deseaban luchar por sus derechos. Todas pasando por encima de un miedo impuesto y arraigado en una sociedad que las educó a bajar la cabeza, callar su voz y esconder sus sentimientos. Pero tres reinas se levantaron para dar guerra a ese mundo. Las reinas del desierto, tres mujeres diferentes, pero con algo en común. Las ganas de amar sin miedo, y demostrar que una mujer puede con todo lo que ella se proponga y más.

Miles de mujeres siguieron a la Emira y todas quitaron sus vuelos lanzándolos al aire. Ese era su grito de libertad, así es como demostraban que estaba listas para la batalla.

Las calles de Riad se tiñeron con varios colores por los velos que cubrían el asfalto y entre ellos el Emir caminó hasta a ella, hasta la mujer de su vida. La mujer que le dio todo, la mujer que le enseñó a ser más fuerte de lo que pensaba que podría llegar a ser, a esa diosa que le enseñó a amar sin desconfianza, sin miedo. Un amor verdaderamente incondicional.

Rania corrió hacia él y Karim la envolvió en sus brazos. Juntos comenzaron a romper una de las reglas más absurdas impuesta por otros. Demostrar afecto o su amor en público.

Karim la besó, la besó sabiendo que eran los protagonistas de su historia, que el amor había triunfado, que nadie había podido romperlo y que se hizo más fuerte cada día.

—Te amo habibi, te amé desde la primera vez que te vi y ahora lo sé. Ahora sé que nací para ti, para ser tuya por el resto de mi vida y nada, ni nadie cambiará eso.

Rania se derritió con esos ojos azules que la miraban con tanto amor y Karim deslizó la mano por su pómulo admirando a la dueña de su corazón.

—Me tienes a tus pies, amira y así será para siempre porque eres mi verdadero amor. Eres todo mi universo Rania Hassan y lo que siga después de él. Tú y yo juntos…

Rania besó la pulsera del hilo rojo y continuó por él.

—Juntos habibi, contra todo lo que se oponga en nuestro camino y para amarnos eternamente.

No existe palabras para definir su amor, su fuerza y todo lo que tuvieron que superar para estar juntos. El príncipe y su amira lograron ese felices para siempre que te dan los cuentos de hadas.

El amor lo supera todo, más si es tan puro y genuino. Porque no basta con amar, hace falta confiar, entregarse sin reservas y entender que a partir del momento que entregas tu corazón a alguien, más nunca volverás a estar solo.

FIN.

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🔒 Capítulo 126: Un lugar donde volver a empezar.

El cielo de Nueva York se veía gris y la lluvia bañaba las calles de la ciudad. El día perfecto y el peor para realizar un entierro.

En el cementerio Rania entró tomada de la mano de Karim. Ambos robaron la atención de los invitados con su llegada, pues todo el mundo ya conocía el rostro de la realeza saudí, pero lo que no sabían muchos de los miembros de la alta sociedad estadounidense es que la joven marroquí que conquistó el príncipe árabe, también había ganado el corazón del heredero de los Harrisburg.

Entre Brian y Rania pasaron una infinidad de sucesos que los separó, rompiendo así todo el cariño que se tenían, y matando las esperanzas de Brian de algún día volver a recuperarla. Pero por todo lo que algún día vivieron Rania sintió que no podía dejarlo solo en un momento tan oscuro de vida.

Rania buscó con la mirada ver a su exnovio entre todas las personas que vestían de negro rodeando el lugar donde enterraban a la madre y a la hermana de Brian, pero no lo encontró.

-Brian no está aquí Rania. -dijo Karim y ella bajó la cabeza pensativa.

En ese instante, Rania sacó de su cartera su teléfono móvil. Después de años accedió a sus redes sociales que llevaban tanto tiempo inactivas.

Rania volvió a sus recuerdos de la Universidad y encontró una vieja carpeta creada por Brian que decía, “Reina del desierto”. Rania sonrió con una profunda tristeza revisando cada foto y se dio cuenta de algo importante.

-Creo que sé dónde está Brian. -susurró mirando a su esposo, y Karim la siguió a ese lugar, en ese jardín donde todo empezó para ella.

No tardaron nada en llegar en la antigua Universidad de Rania, donde ella conoció a Brian y el lugar que tuvo que dejar atrás tras recibir una llamada de su padre.

El corazón de la Emira se encogió cuando pasaron el jardín en medio de la lluvia y ella lo vio, vio a Brian sentado debajo de un árbol donde los dos solían encontrarse para estar juntos a escondidas.

Brian se veía triste, perdido y más solo que nunca. A pesar de todo el daño que ocasionó a la pareja y casi haber provocado la muerte de Rania y sus bebés, Karim no pudo evitar sentir pena por él. El Emir sintió en su piel una infinidad de veces el sufrimiento que un padre egoísta puede ocasionar a sus hijos por pensar solamente en su ego.

-Ve con él, Rania, creo que lo único que Brian necesita en este momento es a una amiga.-la animó Karim y Rania lo besó en un gesto de agradecimiento por su comprensión.

Brian viajaba en sus recuerdos buscando en ellos un consuelo para su dolor, aliviar de alguna manera toda la impotencia que sentía por la muerte de su madre y su hermana. Entonces de repente la sombra de alguien cayó sobre él y Brian levantó la mirada para ver quien era.

-¿Rania…estás aquí?-preguntó sobresaltado poniéndose de pie y ella asintió tocando su rostro.

-Por todo lo que sentí por ti algún día, hoy estoy aquí. Para que sepas que no estás solo.-contestó Rania y devastado por la tragedia de su familia Brian cayó de rodillas en el suelo.

Él se desmoronó agarrándose a su cintura y ella lo abrazó permitiendo que llorara todo lo que necesitaba. Que sacara todo el dolor que había en su corazón. Mientras Karim los observaba de lejos. No sintió celos, o esas ganas de apartar a Brian de su mujer, solo había tristeza y empatía por el hombre que también amaba a su amira.

Después de calmarse y desahogarse con Rania, Brian miró su mano agarrada a la suya con tanto cariño y se sintió avergonzado por todo lo que le hizo pasar, y aún así ella estaba allí a su lado.

-¿Cómo me has encontrado?-preguntó con curiosidad y Rania recordó sus últimos días juntos.

-Una vez me dijiste que ni todo el lujo del mundo se comparaba a este jardín, que solo aquí eras feliz.

-Era feliz contigo Rania…tú eras la magia que había en este lugar.-confesó Brian con nostalgia.-Pero tu viaje a Marruecos cambió nuestras vidas. Lo que te hizo tu familia, también me lo hicieron a mí.

-Nuestros caminos tomaron rumbos distintos, pero te he querido mucho Brian. -respondió Rania.

-Pero tú pudiste seguir adelante, yo no lo hice. No fui capaz de hacerlo.-declaró Brian llorando.- Estaba tan centrado en recuperarte que no hice nada para salvar a mi familia de la ruina. Karim nos ofreció una oportunidad y yo la deseché por estar tan ciego por los celos, la envidia y la desesperación de volver a tenerte. -Brian se limpió las lágrimas, pero no dejaban de caer.-Lo peor de todo fue lo que provoqué. Casi te mataron Rania y yo…yo no podía hacer nada para impedirlo y explicar que eras inocente.

Las lágrimas de Rania saltaron pensando en el día de su lapidación, en el miedo y en la humillación que pasó.

-Te juro que intenté contactar con alguien y salvarte de lo que querían hacerte, pero no había forma. -continuó Brian.-Entonces días más tarde supe que estabas bien y aún así no tuve valor de buscarte para pedirte perdón. Lo siento, lo siento mucho por lo que hice y creo que la decisión que tomó mi padre fue mi castigo por ser tan egoísta. Arruiné mi familia e hice daño a la mujer que amo…

-No fue un castigo Brian, lo que hizo tu padre fue monstruoso, mezquino y cruel.-lo consoló Rania.-Lo que pasó queda muy atrás y de mi parte puedes estar seguro de que no te guardo ningún resentimiento.

-Siempre tuviste un corazón de oro, pero siento que no merezco ni siquiera tu perdón. -habló con la voz rota. -Me merezco esto, estar solo y sentir que ya no hay un lugar en el mundo para mí…

-Puede que sí exista un lugar donde volver a empezar. -dijo Karim sorprendiendo a Brian que no se había percatado de su presencia. -Hay un pequeño hotel en Missouri donde una mujer y una niña también están rehaciendo sus vidas y creo que allí puede un lugar para ti.

-¿Quién es esa mujer? -preguntó Brian y Rania miró a su esposo que le devolvió la mirada con una sonrisa.

-Se llama Amanda Tate, ella y su hija Dalia puede que sean la familia que tanto necesitas ahora. -opinó Karim y Brian lo miró a los ojos. -No estarás solo Brian, de eso puedes estar seguro.

Cada uno iba descubriendo su lugar en el mundo. Brian viajó a Missouri para dejar atrás todo su mundo y la culpa mientras que Rania y Karim regresaron a su hogar, con su familia, decididos a demostrar que esta historia no se trata únicamente de un final feliz para ellos dos, sino que va mucho más allá.

Para ser feliz, hace falta ser libre y tener el derecho a decidir el camino que deseas en la vida, a ser quien realmente eres y a amar con total libertad a quien tu corazón elija. Karim y Rania deseaban eso e iban a luchar por ese “vivieron felices y comieron perdices” para ellos dos, para sus hijos, sus amigos y si posible para el resto de su mundo.

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🔒 Capítulo 125: Una tragedia y un reencuentro.

Meses después.

El Emir expresó aquellas palabras con convicción. No iba a permitir que nadie se interpusiera entre su familia y la felicidad que se merecían, pero unos días después del horrible final que su propio hermano eligió para sí mismo, la vida les quitó al Emir y a su Amira algo que ellos ni siquiera tuvieron tiempo de disfrutar.

 En el hospital, y tras pasar varios exámenes para asegurar que Rania se encontraba bien tras recibir un disparo, los médicos anunciaron que ella esperaba un bebé de muy pocas semanas, pero apenas un par de días después por todo el estrés vivido, la esposa del Emir sufrió un aborto perdiendo al que niño que sería el tercer heredero de la familia Al Thani.

Una mañana Rania miraba los zapatitos rojos con dos lazos de oro que ella guardó en una cajita como si fuera una joya, y al lado puso una prueba de embarazo que había salido positiva.

La Emira limpió sus lágrimas pensando en el bebé que perdió unas semanas después de haber sido secuestrada por Amín, y tras haber vivido los peores momentos de su vida al lado de sus hijos en manos de ese monstruo.

Karim la miraba por la rendija de la puerta, le dolía en el alma verla tan triste aunque él cargaba el mismo sentimiento. Para ellos su bebé fue una víctima de todo ese odio, rencor y envidia que Amín sentía por su hermano mayor.

Rania cerró la caja y la metió debajo de la cama cuando lo escuchó entrar en la habitación.

-Lo siento por ausentarme, necesitaba descansar un rato. -se disculpó Rania recomponiéndose, y Karim la tomó en sus brazos, la acostó en la cama. -Karim…por favor…-pidió sin aguantar las lágrimas mientras él subía su camiseta.

El Emir acarició su vientre plano y dejó varios besos en su piel aterciopelada escuchando como lloraba.

-Alá volverá bendecirnos amira. Cuando llegue su momento él nos dará otro bebé. -la consoló Karim subiendo a sus labios para besarla, luego se acomodó en la cama y Rania apoyó la cabeza en su pecho.

-Es que no entiendo porque después de todo lo que pasamos tuvimos que vivir esto. Un día ser la pareja más feliz del mundo por descubrir que nuestro amor dio un fruto más, y al siguiente perderlo. -murmuró Rania llorando. -Ahora no dejo de mirar a Zein o Rhianna pensando a cuál de los dos se parecería más nuestro angelito.

-No estoy muy seguro de su apariencia, pero sí que debe ser el angelito más hermoso y travieso del cielo.-sonrió Karim y la besó.-Perderlo fue muy duro, pero debemos seguir adelante por nuestros hijos. Ellos han pasado por muchas cosas a su corta edad y es hora de que vivan en paz. Que sean felices.

Rania se limpió las lágrimas y se incorporó con rapidez. Luego estiró la mano invitándolo a seguirla.

El brillo en los ojos del Emir cada vez que miraba a su esposa se hizo más fuerte, resplandecía de amor. Pues a pesar de las dificultades, de los momentos difíciles y de la larga lucha por un mundo más libre, Rania se mantenía fuerte y lista para seguir adelante con la esperanza de que un nuevo amanecer siempre significaría una nueva oportunidad.

-Tienes toda la razón habibi, no puedo quedarme aquí pensando en lo que pudo haber sido. Amo a nuestro angelito y lo amaré toda la vida hasta que un día vuelva a encontrarlo, pero por el momento estoy aquí en esta tierra y mis hijos me necesitan más fuerte que nunca.-habló Rania con convicción. -Ahora vámonos, nos espera un largo día de juegos con nuestros pequeños príncipes.

Karim suspiró con cansancio y se levantó de la cama casi arrastrándose.

-Pues para mí significa otro día de esclavitud, porque tu hija empieza a aprovecharse del amor que le tengo.-suspiró Karim y Rania giró los ojos.

-Nuestra Rhianna es tu niña consentida y te tiene dominado papito bello.-contestó Rania con una sonrisa pensando en lo mucho que Rhianna adoraba a su padre y él se desvivía por ella.

Los dos salieron al jardín donde sus amigos esperaban por ellos junto con sus hijos.

Jax jugaba con su hijo pequeño Ryder mientras Reich babeaba por Thor, su primer hijo con Reagan.

A un lado Rhianna, Zein y Hader saltaban en una cama elástica esperando a Karim para darse un chapuzón en la piscina.

Todos habían decidido tomarse unas vacaciones en la residencia de la familia Kavanagh a las afueras de Londres.

Era el momento de dejar a un lado las obligaciones, los enemigos y la realeza para ser solo padres que deseaban disfrutaba de ver la felicidad en la mirada de sus hijos después de tanto sufrimiento…pero había algo más.

Durante los juegos en la piscina donde Rhianna tenía a todos a sus pies, sobre todo a su tío Kaled, ya que la niña era su devoción, Farid apareció con el rostro desencajado preocupando a todos.

-Farid estamos de vacaciones, si sueltas una mala noticia te pego un tiro. -gruñó Reich cargando a su hijo en brazos, haciendo que Reagan le diera un pellizco por hablar de esa manera delante de los niños.

Karim se secó los cabellos yendo en la dirección de su hombre de confianza y preguntó.

-¿Farid qué es lo que ha ocurrido?…¿Algún problema en el Consejo Supremo?

-Una tragedia Karim, será mejor que veas las noticias.-contestó Farid y todos los siguieron al interior de la mansión.

Las noticias eran espeluznantes, el corazón de Rania dio un vuelco al enterarse de lo que había ocurrido de madrugada en el hogar de la familia Harrisburg, el lugar donde nació su primer novio…Brian.

Los medios estaban locos con la terrible noticia. Después de años luchando por no ir a quiebra y salvar parte de sus negocios, el reconocido empresario y magnate, Ashton Harrisburg perdió todo lo que poseía. Propiedades que llevan años perteneciendo a su familia fueron embargadas, sus acciones fueron a pique en la bolsa. No quedó nada del imperio creado por una de las familias aristocráticas más conocidas de Estados Unidos.

En bancarrota, humillado y a punto de perder lo único que le restaba, la mansión de su tatarabuelo, Ashton recurrió a la salida más rápida para huir de su vergüenza. El empresario decidió quitarse la vida con un disparo en la cabeza, pero no abandonó el mundo solo. Se llevó consigo a su esposa Angelique y a su hija Brittany de dieciséis años, a las cuáles mató con un arma de fuego. De la familia Harrisburg solo quedaba Brian, el heredero de la familia que por suerte no se encontraba en la residencia familiar.

Karim tocó la mano de Rania, y la sintió fría como tímpano de hielo. Su esposa se había quedado en shock con la noticia.

Rania lo miró a los ojos después de escuchar cuando se celebraría el funeral de Angelique y Brittany. Karim entendió al verla a los ojos lo que le estaba pidiendo, y entendía sus motivos. Entonces el Emir llamó a su mano derecha y le dio una orden.

-Farid que preparen nuestras maletas, esta misma noche Rania y yo viajaremos a Estados Unidos.

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🔒 Capítulo 124: Una rata para las serpientes.

Una persona no sabe lo que significa la palabra terror hasta que no ve al mismísimo diablo delante de sus ojos. 

Eso descubrió Amín Al Thani cuando despertó encontrándose con Derek Anderson. 

—¡Hola princesa, ya empezaba a preocuparme! —bromeó Derek con una sonrisa que no llegó a sus ojos, pero su satisfacción era evidente. 

Amín tenía una mordaza en la boca y sus ojos parecían a punto de saltar de sus órbitas. 

—He traído a unas amigas que te guiarán al infierno. —contó Derek abriendo con Reich una caja llena de serpientes negras. —¿Te gustan los réptiles? A mí me fascinan. —confesó. —¿Sabe una cosa princesa? Hace unos años yo tenía una preciosa Mamba Negra como mascota y todos los días le daba de comer una rata viva. Hoy volveré a hacerlo, como en los viejos tiempos. 

Amín comenzó a forcejear con sus ataduras desesperado. Tenía la muerte enfrente y sin posibilidad de escapatoria. Bueno, lo cierto es que había una esperanza…

El hijo pequeño de Hudad Al Thani vio a su hermano mayor sentado en una silla junto a Reagan que ocupaba otra. Parecían espectadores de una obra teatral. 

Amín buscó la mirada de su hermano, suplicó por ayuda cómo podía, pero no provocó ninguna reacción en Karim o piedad. El Emir estaba allí solo para asistir a la sentencia que él mismo había dictado y quería se testigo del final del hombre que nació siendo su hermano, pero que iba a morir como su mayor enemigo. 

Derek, Reich y Kaled lanzaron a Amín dentro de la caja de madera después de quitarle la mordaza, luego la cerraron viendo como las serpientes saltaban sobre él. Clavando sus afilados colmillos en su carne. No había nada que les diera más placer a los tres hombres que escuchar los últimos gritos de sus víctimas. 

Mientras Reagan sujetaba la mano de Karim, segura de que él nunca volvería a ser el mismo después de ver a su hermano morir. 

El Emir hizo una señal a Farid dándole luz verde para prender fuego al antiguo palacete de su familia. 

El lugar se consumió entre las llamas a la vez que enterraban a Amín, aún vivo, con las serpientes. 

—¿Te encuentras bien? —preguntó Reagan preocupada ante el silencio de Karim. En su mirada no había vida, no había nada, parecía vacío y perdido en sus pensamientos. 

—Solo hay un lugar donde puedo estar bien, donde sentirme a salvo y en paz. —contestó Karim dándole la espalda y se dirigió a una de las camionetas. 

El Emir miró por última vez aquella tierra maldita, en donde dos de sus hermanos encontraron la muerte. 

Las llamas se vieron reflejadas en los ojos azules del hombre que pasó de príncipe a Emir y su compañero fiel, ese pedazo de su alma que jamás lo abandonaba, posó en su hombro. 

Ali parecían ser el único que podía entender el dolor y el alivio que Karim tenía en su corazón por la muerte de su hermano. 

El camino a la paz también podría llegar a ser el camino de la guerra y del sacrificio, pero estaba hecho y la victoria significaba un lugar mejor para sus hijos. 

Karim decidió regresar al Palacio Real en compañía de Ali, pues le habían asegurado que su amira había decidido volver a casa para reconforta a la familia y amigos.

Al final la jaula de oro a la que Rania fue condenada una vez, pasó a ser el lugar más seguro del mundo para ella. 

Cuando Karim entró en la habitación, encontró a Rania con los cabellos mojados, vestida con una bata de seda y con la mano en el hombro derecho donde había recibido el disparo. 

Ella lo miró e inmediatamente percibió que una parte de su Emir había muerto aquel mismo día, pero lo que restaba de él se había fortalecido. 

Rania caminó hasta él, tomó su mano y dejó un beso encima de aquella pulsera roja que era el símbolo verdadero de su unión. 

—No sé si a partir de ahora viviremos en paz, pues los enemigos todavía están ahí afuera y son muchos, amira. —confesó Karim besando el hombro herido de su mujer. 

—Que vengan, que vengan todos. —declaró ella con firmeza. —Somos más fuertes que nunca, nadie podrá contra nosotros, habibi. 

Karim sonrió con nostalgia y miró a sus hijos que dormían en la cama plácidamente, parecían angelitos que no habían probado el infierno horas antes en manos de Amín. 

—Tenías razón sobre lo que me dijiste una vez. —murmuró Karim y Rania lo miró con interrogación preguntándose a que se refería. —Dijiste que necesitaba una mujer que luchara a mi lado, y Alá me envió a la más fuerte de sus guerreras. A la mujer de mi vida y a la madre de mis hijos. ¡Eres mi mayor bendición, amira! 

Rania pasó la mano por el hermoso rostro de su esposo y lo besó. Un beso entregado, un beso lleno de un amor inquebrantable. 

—Estamos hechos el uno para el otro y este día habibi…este día tan oscuro es el principio de nuestra felicidad eterna. —afirmó Rania mirándolo a los ojos. —¡Vamos a pelear por nuestro “felices para siempre”! 

Karim la envolvió en sus brazos, apoyó su frente en la de ella y apoyó sus palabras diciendo. 

—Y pobre del infeliz que intente atravesar nuestro camino. 

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🔒 Capítulo 123: Su deseo es una orden…

Rania se levantó y se apartó de la puerta de la habitación donde tenía el oído pegado para poder escuchar lo que ocurría abajo, pero se sobresaltó cuando una de las estanterías se movió y su corazón dio un vuelco al ver a Zein en los brazos de su Emir. 

—¡Karim! —gritó Rania corriendo hacia ellos, pero Amín le apuntó con pistola. 

—¡Quieta cuñadita, un paso más y mato a los hombres de tu vida! 

—¡Eres un monstruo Amín! —rugió Rania desolada mirando a su hijo. 

Karim vio como su mujer estaba vestida, esto hizo que la sangre en sus venas comenzase a hervir, encendiendo su ira. 

—¿Te hizo daño? —la interrogó Karim apretando los dientes. 

—Estoy bien mi amor, tranquilo estoy bien. —contestó Rania tranquilizando a su esposo, pero estaba aterrada de verlo allí tan cerca de Amín. —No tenías que haber venido. 

—Por ti soy capaz de hacer cualquier cosa, tú y mis hijos son todo lo que tengo. —aseveró Karim con la mirada fija en su mujer. 

—Qué bonitas palabras hermano, hermosa declaración. Incluso podría decirte que casi se me cae una lágrima. —escupió Amín con tono de burla. 

—Vienen a por ti Amín, si te entregas prometo que saldrás vivo de aquí. —ofreció Karim escondiendo a Zein detrás de él. 

—Prefiero morir aquí y llevarme a lo que más amas conmigo, antes que volver a salir al mundo bajo tu sombra. —afirmó Amín apuntando el arma a Rania. —Solo me duele no hacerla mi mujer aquí delante de tus ojos, pero en el infierno será mía para siempre. 

Fue un gesto involuntario, un salto de fe o amor, Karim no lo supo en ese momento. Su única reacción fue lanzarse sobre su hermano. 

El disparo impactó a Rania en el hombro, haciéndola caer al suelo llevando la mano a la herida. 

—¡Mami! —gritó Zein corriendo para abrazar a su madre mientras tanto los dos hermanos peleaban en el suelo. 

Karim golpeaba a su hermano que intentaba coger la pistola que se le había caído. Los dos se agarraron a golpes luchando por aquello que los mantenía respirando. Amín por su venganza y Karim por su familia. 

Rania veía a su hombre peleando por ellos, y por más que el balazo en su hombro le provocaba un intenso dolor, reunió fuerzas para luchar con Karim. 

—Cariño, escucha bien a mami, ¿ok? —pidió Rania con la voz entrecortada. —Escóndete y solo sal cuando mami te llame, ¿me has entendido? —preguntó y Zein asintió llorando. 

El niño corrió y se escondió dentro de un armario. 

Al ver que su hijo estaba seguro Rania se levantó como pudo.

Amín se puso sobre Karim, agarró un abre cartas que había sobre una de las mesitas. Con la punta intentó perforar el ojo de su hermano, pero Karim se resistió. 

Los dos se sorprendieron al escuchar el grito de Rania antes de saltar sobre Amín para golpearlo. 

Rania y Karim se vieron en medio de una lucha a muerte contra un animal cruel sediento de venganza. 

Amín le dio un cabezazo a Rania que se mareó volviendo a caer al suelo, y volvió a centrar toda su atención en matar a su hermano. 

Rania logró coger la pistola y apuntó a la cabeza de Amín decidida a disparar, mientras que este volvía para intentar matar a Karim con el abre cartas, pero la pistola se encasquilló. 

Rania vio como Karim se resistía, pero la decisión en la mirada de Amín la hizo entrar en pánico. Su cuñado estaba determinado a matar al padre de sus hijos, algo que no podía permitir. 

En un acto de desesperación, Rania usó lo único que tenía a mano. El cinturón de oro del traje de baile que llevaba puesto. 

Ella se quitó la joya, con esta atacó a Amín pasándole el cinturón alrededor del cuello y tiró para ahorcarlo. 

Amín forcejeó con ella, pero Rania apretaba con todas sus fuerzas, a pesar de que comenzaba a perder la batalla. Entonces las manos de Karim se posaron sobre las suyas y juntos tiraron de la joya, que se clavaba cada vez más en la garganta de Amín. 

Karim miró a Rania directo a los ojos y vio en ellos el mismo sentimiento que el cargaba. 

—Por nuestros hijos. —dijo Karim apretando el cinturón en el cuello de hermano con más fuerza, y Rania hizo exactamente lo mismo diciendo. 

—¡Por nuestros hijos! 

Amín pataleaba, luchaba por su vida, pero estaba en manos de dos padres dispuestos a todo por sus niños y que no iban a parar hasta el mundo no fuera un lugar seguro para ellos. 

En cuestión de segundos el cuerpo de Amín se desplomó en el suelo sobre las piernas de Karim. 

El emir y su amira cayeron cansados mirando el techo. Estaba hecho, habían ganado una batalla más, pero… ¿a qué precio? 

Karim no podía hablar y Rania mucho menos, ella sólo estiró la mano y agarró la suya. Una vez más, unidos contra todo y contra todos. 

Fueron los minutos más rápidos y duros de la vida de la pareja real. 

Karim no supo explicar el tamaño de su felicidad cuando Derek irrumpió en la habitación. Detrás de él, Reich y Kaled entraron cargando a Hader y Rhianna. 

Sacar a la Zein del armario donde estaba fue una tarea dolorosa, el niño había vivido una pesadilla y seguía aterrado, pero en los brazos de sus padres encontró un lugar para refugiarse de sus miedos. 

Kaled atendió a Rania como pudo, poniendo un vendaje en su hombro, lo suficiente para que pudiera soportar el dolor hasta llegar a un hospital. 

Fuera del palacete, Rania y Karim miraban la antigua construcción. El lugar donde nació la dinastía Al Thani.

El Emir cargaba a sus mellizos observando como sacaban a Amín del lugar. 

—¿Ahora sí ha terminado toda esta pesadilla? —preguntó Rania con los ojos aguados abrazando como podía a su marido y a sus hijos. 

—Todavía no, pero hoy todos los fantasmas y los pecados de mi familia encontrarán el camino al infierno. —declaró Karim sentenciando el final de los crímenes cometidos por su linaje. 

Debajo de un árbol, un par de horas después de que Rania se marchara con los niños al hospital donde estaban Malika y Jax, Karim puso la mano sobre el pecho de su hermano y sintió su respiración. 

—Solo perdió la consciencia, en unos instantes estará despierto y listo para volver a dar guerra. —habló Derek pasando un paño mojado para limpiar la sangre de su rostro. —¿Qué quieres que hagamos con él, Emir? 

Karim se levantó mirando el cuerpo del hombre que amenazó a su hijo y casi mató a su mujer, en ese momento se olvidó de los que significaba la palabra “piedad” e hizo un pedido a la Mamba Negra. 

—Necesito que me traigas serpientes, todas las que encuentres… ¡Muchas serpientes, las más venenosas! 

Derek sonrió y compartió una mirada cómplice con su hija. 

—Su deseo es una orden, majestad. 

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🔒 Capítulo 122: No escaparás de nuestros colmillos.

-Solo hay una decena de hombres ahí dentro según la información que nos ha dado Jackson y Malika. -informó Reich abriendo un plano de la antigua propiedad de la familia del Emir.

-Fue casi imposible convencerlos de ir a un hospital mientras nos encargamos de todo esto. -recordó Reagan cuando encontraron a la pareja unos minutos antes nada más llegar al palacete.

-Es normal, solo querían marcharse con su hijo, pero en el estado en el que se encontraban no podían seguir aquí. Ella está muy mal para su embarazo, y Jax con un disparo como ese necesita ser atendido lo más rápido posible. -aclaró Kaled leyendo el plano y trazando el camino que deberían usar para invadir la propiedad.

-Pues nosotros tampoco tenemos mucho tiempo. -contestó Reich agarrando el plano. -El tiempo corre y las vidas de Karim y Rania corren peligro. Necesitamos actuar ya.

Reich comenzó a explicar su plan, mientras que Kaled se fijaba en lo que hacía la única persona que no ponía atención a lo que decía su hermano.

-Esto lo haremos al estilo Vandrell, Kaled entrará por delante llamando la atención de los hombres de Amín, mientras yo iré por detrás con Reagan y con Derek. -expuso Reich su plan y Kaled tocó su hombro intentando llamar su atención. -Ahora no Kaled, tengo que explicar esto. Bueno, por donde iba…Farid y los demás rodearan el perímetro para darnos respaldo…

-Reich…-masculló Kaled dando toques en su hombro. -¡Eh Reich…!

-¡Ahora no Kaled!-bramó Reich con impaciencia.

-Hermanito…-insistió Kaled y Reich apartó su mano con brusquedad.

-¡Quieres dejar de dar por culo y centrarte en el puto plan! -vociferó Reich levantándose y su hermano señaló el camino que daba al palacete.

-Lo haría, pero creo que tu plan le importado una mierda a Derek.-contestó Kaled encogiéndose de hombros viendo como el padre de Reagan se marchaba con toda la actitud y ganas de ver sangre correr.

-¿Papá a dónde piensas que vas?-lo interrogó Reagan viendo como su padre empuñaba una katana.

-¡Solo hay diez hombres ahí adentro, no necesito un plan para aplastar un par de cucarachas! -respondió Derek sin mirar atrás y Reagan corrió para seguirlo. -¡Nos vemos en menos de diez minutos en la entrada y dense prisa, no soporto esperar!

Dentro del palacete Karim estaba viviendo su mayor pesadilla. Uno de sus hijos con un arma pegada a la cabeza.

Estaba desesperado, pero en ese momento necesitaba actuar con la cabeza fría. Para todos los efectos Amín era su hermano y lo conocía bien.

-Por favor hermano, sé que me odias y que no puedes vivir en el mismo mundo que yo, pero mi hijo es inocente en todo esto. -Karim intentó convencerlo para ganar tiempo.-Vamos a arreglar esto entre nosotros dos, como hermanos. 

—Tú nunca fuiste mi hermano. ¡Papá y mamá te creían mejor que yo! Para ellos sólo existías tú, tú y tú! —respondió Amín con rabia. —Por tu maldita culpa siempre me sentí un desgraciado aún cuando nací príncipe, pero me hacías sentir que era peor que la mierda. En los últimos años solo he fantaseado con verte sufrir y el momento ha llegado. Empezaré a cobrar cada humillación que pasé por ser el segundón de los Al Thani, y lo haré matando a tu primogénito delante de tus ojos. 

—¡No! —gritó Karim al escuchar el desbloqueo de la pistola, pero el sonido de varios disparos frustró los planes de Amín. 

Los gritos, gruñidos y pedidos de auxilio resonaban por las paredes del palacete. Era una señal, el aviso de que el lobo había entrado en la casa del cerdito. 

—¡Ni se te ocurra moverte o mato al niño! —amenazó Amín arrastrando a Zein hasta la puerta del salón con el arma pegada a su cabeza. 

Amín asomó a penas la cabeza a la puerta para ver qué estaba ocurriendo fuera. 

Sangre, había mucha sangre por las paredes. Cabezas volaban y extremidades eran arrancadas de los cuerpos de los hombres que servían al hermano de Amín. 

—¿Qué cojones está pasando? —masculló Amín mientras que Zein lloraba asustado. 

Podían ver los cuerpos, podían sentir el olor de la sangre y escuchar los pasos en el pasillo anunciando que el verdadero depredador se acercaba. 

—¿Quién está ahí? —vociferó Amín asustado y nervioso. —¡¡CONTESTA!! 

—El lobo malvado invadió la casa del cerdito y está hambriento. 

Se escuchó la voz poderosa de un hombre que caminaba en las sombras. 

—Pero el lobo no viene solo y trae consigo su manada. —agregó la voz seductora de una mujer. —¡Corre cerdito, corre, grita y pide ayuda, pero no escaparás de nuestros colmillos! 

Amín se quedó estático, al igual que los dos hombres que estaban de su lado resguardando la puerta del salón, cuando la luz que entraban por un ventanal en el pasillo tocó el rostro bañado en sangre de Derek Anderson e inconscientemente, el príncipe retrocedió en el instante que la mirada demoníaca de Reagan se unió a la de su padre. 

Amín miró a los dos hombres armados que estaban a su lado y que parecían aterrados como niños pequeños. 

—¡Protéjanme que para eso les pago! —ordenó Amín entrando de nuevo, y lanzó a Zein dentro del salón mientras cerraba las puertas. 

Karim sabía que la ayuda había llegado por el rostro pálido de su hermano. 

—¡Esto ha terminado Amín, entrégate! —aconsejó Karim cuando su hijo corrió a sus brazos, pero Amín no pensaba volver a la cárcel o peor que eso, morir en manos de la Mamba Negra. 

Karim abrazó a su hijo cuando se escucharon los gritos de los hombres que estaban afuera, y todo el cuerpo de Amín entró en tensión. 

—Esto termina cuando yo decida. —declaró Amín abriendo uno de los pasadizos secretos que tanto él como Karim conocían. —Entra o te mataré delante de tu hijo. 

Karim obedeció pues no pensaba arriesgar la vida de Zein, así los tres entraron en el pasadizo. Amín selló la puerta para que nadie pudiera seguirlos y amenazando a padre e hijo los llevó al piso de arriba del palacete, directo a la habitación donde estaba Rania. 

—Como las buenas dinastías, lo ideal es que la familia muera reunida. —escupió Amín con una sonrisa diabólica. —Es hora de que te reencuentres con tu querida esposa, solo para verla sufrir. 

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🔒 Capítulo 121: Solo…

Kaled detallaba cada foto de los destrozos del avión que había caído sintiéndose por un lado aliviado, pero al mismo tiempo angustiado de no saber el paradero de la familia del Emir.

Entre los cadáveres que había en la aeronave no se encontraban Rania y sus hijos, pero seguían desaparecidos y la culpa del exmilitar solo aumentaba.

-Amín está intentando desestabilizarlo. -opinó Reich golpeando la mesa donde había organizado un armamento entero.

-Por supuesto que intenta hacerlo, Amín es un puto enfermo. -contestó Reagan pasando la mano por su vientre abultado. -Si Karim pierde la cabeza se desencadenará el caos en todo el país. Será la oportunidad perfecta para una guerra civil que podría afectar al mundo entero.

-Tenemos que encontrar a Rania, si la pierde Karim se volverá loco. -agregó Kaled. -La culpa de si algo le llega a pasar a Jax o a Malika, la posibilidad de perder a su familia en manos de un loco. Karim es un hombre inteligente, fuerte y estable, pero ni él podría resistir todo eso.

-¡Por eso tenemos que encontrar a su familia y dar muerte al perro! -vociferó una voz desde la entrada y los tres se giraron para encontrarse con alguien que no esperaban ver fuera de su isla, Derek Anderson.

-¡Papá! -exclamó Reagan corriendo a los brazos de su padre y lo miró asombrada. -No puedo creer que estás aquí.

-Tenía que venir ya que un cabrón decidió embarazar a mi hija y traerla a una misión suicida. -escupió Derek acariciando su pistola con los ojos puestos en Reich.

-Sabes que no puedo controlar a tu hija Derek, Reagan hace lo que quiere y cuando quiere. -respondió Reich encogiéndose de hombros.

-Pues no te vi con problemas para manejarla en aquel baño, Richard… ¿o ya se te ha olvidado como hacerlo? -espetó Derek.

-Papá eso fue hace años. -Reagan giró los ojos viendo como su marido y su padre se encaraban…bueno, Reich en realidad parecía querer meterse en un agujero.

-Todavía tengo pesadillas con esa escena. -aseguró Derek y luego miró todo lo que había sobre la mesa.-Después te pegaré un tiro, maldito asaltacunas.

-¡¡Papá!! -exclamó Reagan mirándolo con reproche. -Puedes hacer con Reich lo que quieras luego, pero de momento necesitamos mucha ayuda.

-Para eso estoy aquí, para guiar a los “niños” que no saben hacer un trabajo limpio y salvar a la familia del Emir.-habló Derek con vehemencia listo para empezar la misión, pero de repente Farid entró en la sala con la respiración acelerada.

-¿Qué ocurre Farid? -preguntó Kaled nervioso por la expresión del hombre.

-¡Karim acaba de abandonar el palacio solo, y lo hizo por uno de los túneles secretos que solía utilizar su padre! -notificó Farid dejando a todos atónitos.

En un santiamén toda la familia Anderson Vandrell bajó al garaje por donde Karim había escapado, y mientras Reagan despotricaba contra la falta de eficiencia de la fuerza de seguridad, Kaled se fijó en algo muy importante.

-¡En este momento ya podría estar muerto! -bramó Reich furioso y Kaled sonrió.

-¡Está vivo y más listo que nunca! -replicó Kaled y su hermano se puso a su lado.

-Karim se ha ido y tú estás ahí tan tranquilo como si él solo hubiera ido a dar una vuelta por el maldito jardín. -gruñó Reich sin entender la satisfacción en la mirada de su hermano.

-Karim se ha llevado mi Lamborghini, hermanito. -reveló Kaled mirando a su hermano y a los demás que seguían sin entender nada.

-Vale, ¿y eso qué? -inquirió Reich.

-Pues que el muy cabrón diseñó ese auto con la mejor tecnología que existe. El sistema de rastreo de ese Lamborghini es el mejor del mundo. Puedo rastrearlo en cualquier parte de este jodido planeta y eso Karim lo sabe muy bien.

-Resumiendo, Amín Al Thani tiene los días contados. -sonrió Reagan pensando en la astucia de su gran amigo.

-¿Días? -cuestionó Kaled mirando a Derek. -¡Tenemos aquí a la Mamba Negra, con esto tenemos claro que este será el último amanecer que verá Amín antes de ser comida para gusanos en el infierno!

Karim siempre actuaba con cabeza y en una situación tan delicada involucrando a su familia no sería diferente.

El camino hasta el palacete que perteneció a su familia fue largo, pues Karim tuvo que manejar con mucha cautela para acceder al lugar sin llamar la atención. El Emir aparcó su auto a una distancia prudente y siguió a Falco que ejercía de guía.

Jax estaba cada vez más nervioso, desde hacía rato Falco había desaparecido y no sabía si el águila entendería lo que debía hacer.

-Alá, si de verdad existes envíame una señal. -suplicó Jackson y la señal no tardó en llegar.

-Así que te has convertido al Islam sin estar totalmente seguro de la existencia de nuestro Dios. ¡Haram! -bromeó Karim asomando su cabeza y Jackson sintió que se le iba a para el corazón de la felicidad.

-¡Karim recibiste mi mensaje!-soltó Jackson muy debilitado.

-Siempre te dije que Falco jamás te dejaría solo, y ha demostrado ser un compañero fiel. -dijo Karim y los dos vieron al águila sobrevolando sobre ellos. -Voy a sacaros de aquí.

Malika y Jax estaban muy nerviosos, sobre todo porque Karim estaba solo.

Utilizando un arma equipada con un silenciador Karim disparó al candado del agujero donde había encerrado a Jackson, para después de liberar a Malika.

La pareja se abrazó y Malika llenó a su esposo de besos. Después Jax miró a su amigo esperando cuál sería el siguiente paso e intrigado.

-¿Desde cuándo vas armado? -preguntó Jax mirando la pistola.

-Pues para mi felicidad Kaled va por la vida cargando un arsenal a todas partes, aunque no me servirá de mucho contra Amín.-declaró Karim viendo la mirada angustiada de su mejor amigo.

-No puedes enfrentarlo solo Karim, es una locura.

-Solo lo haré para ganar tiempo Jax, no tengo otra salida si quiero salvar a mi mujer y a nuestros hijos.-respondió Karim con firmeza mirando hacia los lados. -Amín os ha dejado solos sin nadie que os vigile. Eso es una buena señal. Significa que tendrá pocos hombres bajo su mando y necesita a todos ellos cerca de él.

-Voy a quedarme contigo, no puedo marcharme sabiendo que mi hijo está encerrado con ese loco. -gruñó Jackson con un dolor que ya no podía soportar más, pero como padre estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para salvar a su niño.

-No Jackson, estás herido y así no puedes hacer nada. -Karim tomó la mano de Malika y le entregó la pistola que cargaba. -Iros al auto, no está muy lejos. Lo escondí cerca de la tumba de mi hermana Farah. Allí encontrarás un botiquín, con eso tienes para aliviar el dolor de Jax mientras esperan por ayuda. El auto es blindado y está con las llaves puestas, en caso de cualquier peligro huir, pero estoy seguro de que Kaled estará aquí en menos de una hora con toda la caballería. -explicó Karim mirando a Malika, que debía ser más valiente que nunca en ese momento. -Te prometo que volverás a estar con Hader.

-Karim por favor…-masculló Jax sudando por la herida de su pierna. -No vayas solo.

-Tengo que hacerlo Jax, es hora de tener una charla con mi hermano…una que será definitiva.

Minutos después Karim caminó con pasos lentos, pero firmes y decididos hasta la entrada del viejo palacete de su familia, donde una vez creyó que jamás sería capaz de herir a nadie de su familia, pero en esa noche sería capaz de todo por su mujer y sus hijos.

Karim se vio rodeado por tres hombres armados que se aseguraron de averiguar que si el Emir estaba realmente solo y luego lo llevaron directo a un salón muy oscuro que se caía a trozos, donde en la pared central había un antiguo retracto de toda la familia Al Thani. Hudad, Fátima y sus cuatro hijos.

El corazón de Karim se le subió por la garganta cuando Amín apareció acompañado de nada más y nada menos que de su primogénito.

-¡Papá! -gritó Zein al ver a su padre y quiso correr hacia él, pero Amín lo agarró pasando el cañón de una pistola por su cabeza.

-Deja a mi hijo en paz Amín, esto es entre tú y yo.

-No hermano, esto va más allá de una simple pelea de hermanos. -contestó Amín deslizando el arma por la mejilla de Zein y Karim se pudo tenso.- Él también representa una amenaza para mí y si tu debes morir, tu bastardo también.

-Papi tengo miedo.-murmuró Zein asustado y Karim miró a su hijo con el alma por los suelos.

-Recuerda que eres un niño fuerte y valiente, eres mi heredero y necesito que estés a mi lado ahora para luchar contra todo juntos. Debes hacerlo por tu hermana y por tu madre, ¿vale?

Zein asintió demostrando su valentía y Amín lo miró asqueado. Nada le daba más rabia y envidia que ver que su hermano había logrado tener un varón igual a él. Mientras que Amín no había podido engendrar su descendencia o eso pensaba.

-Vamos a salir de esta, siempre lo hacemos porque de eso se trata ser…

-Un verdadero Al Thani.-continuó Zein y levantó la mirada para ver a su tío.-Mi papá acabará contigo hombre malo.

-Eso está por verse engendro. -replicó Amín desbloqueando la pistola y Karim dio un paso hacia adelante. -Elige hermanito, cómo quieres que mate a tu hijo. ¿Un disparo en la cabeza o en el corazón?

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Bajo el hechizo del principe 2

🔒 Capítulo 120: Hora de volver con papi.

Malika notaba las patatas de su bebé a la vez que con fervor rezaba a Alá para que les enviará una ayuda, un ángel que los salvará del demonio que los estaba torturando y decidido cobrarse la vida de su familia.

Jax se sentía impotente, con un balazo en la pierna se veía imposibilitado de salvar a su mujer del trágico destino que Amín había marcado para ellos.

Una música que venía del palacete comenzó a sonar llamando la atención de la pareja. Los dos estaban asqueados pensando que Amín debía estar celebrando su victoria.

Jax miró a su reina atada de una manera tan salvaje a un poste de madera astillada. Él podía ver las gotas de sangre que caían por sus brazos y su corazón se apretó.

-Perdóname reina, te he fallado.-murmuró y ella lo miró con los ojos cristalizados. -No fui capaz de protegerte a ti y a nuestros hijos.

-Fuiste capaz de hacer mucho más que eso.-refutó Malika llorando. -Me enseñaste el camino hacia la libertad. Me buscaste cuando estaba perdida y pasaste por encima de tus miedos para luchar por nuestro amor. Contigo mi vida cobró sentido…Te amo Jax, te amaré en el tiempo que nos queda en esta tierra y en lo que venga después.

-Te amo con el alma mi reina, tú y nuestros hijos sois lo mejor que tengo.-contestó Jax agarrándose aquellos barrotes que lo separaban de la única mujer que había amado en la vida.

La melodía empezó a sonar más alta y para ellos parecía una canción del infierno, el diablo listo para sembrar sus almas.

Entonces Jax cayó sentado en agujero donde lo habían metido, se llevó las manos a los oídos para no seguir escuchando aquella música, pero recordó algo…Una cosa que su mejor amigo le habían enseñado cuando eran niños.

Malika escuchó a Jax cantar una canción que ella también conocía. Su voz sonaba débil, pero como un rezo muy suave. Era como si estuviera llamando por ángel.

Jax cantaba con cierta dificultad, pues le costaba pronunciar perfectamente el árabe, pero su piel se erizó en el instante que su reina comenzó a cantar con él, aún cuando no sabía porqué lo hacía.

Juntos, llamaron y despertaron a un ángel que siempre estaría unido a Jackson Kavanagh.

Jax cantaba con los ojos cerrados, pero al escuchar un ruído agudo que venía del cielo, sus ojos se abrieron emocionados mirando las estrellas. Pues entre ellas estaba una parte de su alma.

-Hola amigo mío.-murmuró Jax viendo las alas que sobrevolaban su cautiverio.

En la habitación del palacete Rania bailaba con lágrimas en los ojos. Ella había nacido para bailar únicamente para el hombre que amaba, no para monstruo que amenazaba la vida de sus hijos.

Amín la miraba con deseo, seguía cada movimiento de sus curvas y se deleitaba con la visión de lo hermosa que era su cuñada. En ese momento odió más aún a su hermano. Karim sí había logrado conquistar el corazón de esa mujer. Rania lo miraba con asco y desprecio, pero seguramente para Karim solo tenía ojos de amor.

Rania miró una espada que había en la pared, el único arma que había en la habitación o eso era lo que pensaba ella.

La hermosa mujer vestida de negro se movió hasta casi alcanzar el arma, pero Amín saltó de su sillón saliendo de su momento hipnótico al darse cuenta de las intenciones de Rania.

Rania terminó siendo agarrada por amín, que la abofeteó partiendo uno de sus labios y cayó al suelo mientras que él le apuntaba a la cabeza con una pistola

-Eres traicionera mujer. -la acusó Amín furioso. -Estoy seguro de que mi hermano no conoce este lado tuyo. Deseas matarme en la primera oportunidad, pero a él solo querías matarlo de placer.

-Para que veas la gran diferencia que existe entre ustedes. Karim es un hombre de verdad, pero tú solo eres escoria humana. -escupió Rania con la sangre cayendo de su labio.

Amín tiró de sus cabellos levantando así la mayor parte de su cuerpo del suelo y lamió la sangre de su boca.

-No importa si deseas o no matarme. De todas formas, serás mía quieras o no.-declaró Amín con satisfacción. Estaba gozando de tenerla a su merced. -Ahotra mismo podría atarte a esa cama y follarte hasta quedarme seco, pero no tengo prisa.- Amín la soltó y se alejó de ella.-Antes prefiero matar a tus amigos, hacer sufrir a tus hijos y traer aquí a tu amado príncipe. Solo voy a poseerte cuando Karim pueda ser testigo de ello.

Amín agarró la espada en la pared y la sacó de la habitación, luego se marchó dejando a Rania desesperada y separada de sus niños que estaban solos en una celda oscura.

-Habibi…-lloró Rania tocando la pulsera roja en su brazo, deseando estar con el hombre que amaba.

En el palacio real Karim tenía las manos manchadas de sangre y alrededor toda la suite estaba destrozada. Él se había encerrado para dejar salir toda la furia e impotencia que estaba sintiendo.

Karim tomó el traje de baile que Rania había utilizado la primera vez que bailó para él, y lo abrazo acercándolo a su nariz para sentir su perfume.

-Te voy a traer de vuelta mi amor, te juro que no voy a parar hasta tenerte otra vez a mi lado, y esta vez, nadie…nadie volverá a separarnos.

Karim levantó la cabeza cuando algo chocó la ventana y se acercó muy despacio para ver lo que era.

El Emir se sorprendió al encontrar a Falco, el águila, que era el amigo más fiel de Jax, golpeando el cristal de su ventana con el pico.

-¿Falco?-masculló Karim aturdido.-¿Qué estás haciendo aquí amigo?

Karim levantó el brazo para Falco posará encima e hizo una mueca de dolor cuando el águila le clavó sus afiladas garras en la piel.

-¿Qué es lo que tienes Falco?-preguntó Karim angustiado al ver que el ave estaba alterada.-¿También puedes sentir que Jax está en peligro verdad?

Falco saltó de su brazo y comenzó a volar delante de su ventana haciendo un ruido agudo bastante molesto para el oído de un ser humano y Karim entendió lo que él quería.

-¿Quieres qué te siga?

Falco comenzó a mover sus alas con más insistencia y Karim supo que seguramente él había encontrado a Jax, pues incluso Kaled aseguraba que Amín no había abandonado el país.

Rápidamente Karim vistió unos pantalones de deporte negro, una camiseta del mismo color y una sudadera con capucha para salir lo más desapercibido posible de palacio.

Karim estaba seguro de que debía seguir a Falco, pero las águilas son animales solitarios, si llegaba avisar a sus amigos o a la guardia real, probablemente eso confundiría al animal que terminaría huyendo al ver a tantas personas. Por lo tanto, la única opción que tenía Karim era seguir a Falco solo.

Por uno de los pasadizos secretos de la suite, Karim siguió un camino oculto entre las paredes del palacio que lo llevaba hasta el garaje.

Allí por suerte solo había un guardia que se había quedado dormido en la cabina de vigilancia. Karim pasó por el pensando que no tardarían mucho en echarlo en falta, así que debía salir lo más rápido posible.

Karim miró todas las llaves de los autos que estaban allí guardados, sonrió maliciosamente mirando por el rabillo del ojo a un Lamborghini negro mate. Él se sintió orgulloso de haber guardado una copia de la llave de esa belleza. Luego caminó hasta la joya sobre ruedas con una sonrisa y dijo.

-Ahora de volver con papi, belleza.

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Bajo el hechizo del principe 2

🔒 Capítulo 119: Baila para mí…

-¡No esperes que mantenga la calma cuando mi familia ha sido secuestrada!-rugió Karim tomando a Farid de las solapas de su traje a la vez que Reagan intentaba calmarlo.-Rania y mis hijos están en peligro ahora mismo. Tampoco tienes idea de lo que Amín podría llegar a ser capaz de hacerle a Jax o a Malika y sus hijos…¡Así que no me pidas que mantenga la jodida calma, porque lo único que siento es que voy a volverme loco!

Kaled mantenía la cabeza gacha mientras escuchaba al Emir tan desesperado. Para él era imposible no sentir el peso de la culpa sobre sus hombros. Fue un simple despiste que le podría haber pasado a cualquiera, pero un error que podía costarle la vida a personas inocentes.

-No te pongas así, ahora lamentarse no servirá de nada.-murmuró Reich colocando la mano sobre el hombro de su hermano.

-No me voy a convertir en el muro de las lamentaciones, de eso puedes estar seguro. -replicó Kaled con vehemencia mientras veían como Reagan abrazaba a Karim para consolarlo. –Pero tampoco me voy a quedar aquí con los brazos cruzados. Tengo que encontrarles y tenemos que hacer lo que no hicimos aquella noche en Dubái. Teníamos a que haber matado a Amín Al Thani.

-Puedes estar seguro de que yo también me arrepiento de no haberle pegado un tiro, pero ya está hecho. -confesó Reich tomando las pistolas que tenía cerca. -Ahora la vida nos ha ofrecido otra oportunidad hermanito y vamos a agarrarla.

-Puede que esta oportunidad no sea para nosotros Piolín. -refutó Kaled mirando la ira que cargaba Karim en su mirada. -Amín estaría más agradecido de caer en nuestras manos antes que en las de su hermano.

De repente, llamando la atención de todos. Los soldados de Karim entraron en el despacho para darles una terrible noticia.

-¡Majestad, majestad!-exclamó uno de los militares y Karim corrió para atenderlo.

-¡¿Alguna noticia de mi familia?!-inquirió Karim. -¿Ya saben dónde están?

Todos en aquel despacho estaban expectantes por escuchar lo que tenía para decir el soldado, pero cuando lo hizo se les fue el alma al suelo, principalmente la del Emir.

-El avión en el que estaba la Emira con sus hijos, el señor Jackson Kavanagh y sus esposa ha caído a varios kilómetros de aquí. -anunció el soldado temblando de los pies a la cabeza, pues no quería ser portador de aquella noticia…Un equipo ya está buscando en los restos…

El hombre no terminó de hablar, pues Karim pasó a su lado como un tornado directo a la salida, después de escuchar por la radio la localización exacta de donde había caído el avión. Los hermanos Vandrell no dudaron en seguirlo. En ese momento, movido por el dolor y la desesperación Karim podía ser capaz de cualquier cosa, incluso de quitarse la vida o quemar el país entero

El Emir no esperó por la guardia real o por nadie que pudiera protegerlo. Apenas se subió a uno de sus autos salió disparado del palacio para buscar a su familia.

Karim manejaba su deportivo a toda velocidad con los ojos empañados. No podía perder lo que más amaba en la vida, no después de todo lo que les había costado estar juntos y formar una familia. Rania junto con sus hijos eran su mundo entero, si llegaba a perderlos no iba a restar nada de él. Karim sabía que terminaría muriendo con ellos.

Sin percibirlo los hermanos Vandrell se unieron a él en la carretera y el Emir se vio rodeado de hombres armados montados en grandes camionetas negras, pero nada le importaba. Karim solo quería llegar lo antes posible al lugar donde el jet que llevaba a su familia había caído.

Cuando llegaron al lugar Karim fue el primero en bajarse, Reich y Kaled tuvieron que pelear contra la fiera herida en la se convirtió al ver el jet en llamas.

Karim gritaba, forcejaba y llamaba por su mujer y por sus hijos que podían estar dentro del avión que había caído a pocos kilómetros del desierto.

Kaled lo abrazaba, pero el Emir estaba desesperado. El fuego dominaba todo, el calor era abrasador, pero Karim tenía toda la intención de correr hacía el fuego para salvarlos…para rescatar a la mujer que amaba y a sus hijos.

-¡¡Rania!! -gritó Karim con todas sus fuerzas, estaba cegado por el terror de perderlos y Kaled se vio obligado a sedarlo antes de que terminara hiriéndose.

Mientras tanto un equipo de búsqueda guiado por los Vandrell empezaba a mover todo para encontrar a la emira y sus hijos.

Sin que lo supieran alguien grababa todo lo que ocurría desde un punto estratégico, para que Amín pudiera ver la manera tan rompedora en que su hermano llamaba por su mujer.

Amín sujetó la pantalla donde podía asistir al sufrimiento de Karim y sonrió satisfecho.

-Bien, mi hermano empieza a probar un poco de todo lo que tengo reservado para él. -dijo amín tirando la pantalla en el suelo y volvió su atención a Jackson que estaba atado en el suelo muy debilitado.

-¿Qué vas a hacer con nosotros? -inquirió Malika mientras la ataban a un palo con los brazos en alto delante de un agujero en el suelo a varios metros del antiguo palacete de la familia Al Thani. Era como una especie de jaula enterrada en el suelo.

Amín caminó hasta a ella y apretó uno de sus senos metiendo la mano dentro de su vestido.

-¿No querías estar con tu amor?-cuestionó Amín. -Ahora te estoy dando la oportunidad de morir a su lado y estar juntos por toda la eternidad.

-Por favor amín, por favor no nos hagas esto… -suplicó Malika. -Estoy embarazada, mi bebé y mi niño son inocentes.

Malika vio como lanzaban a Jackson herido dentro de una jaula y miró a Amín rogándole con la mirada pidiendo por la vida de su marido y de sus hijos.

-Me quedaré contigo si es lo que deseas, pero por favor deja a mi familia libre. -insistió Malika, pero Amín apenas negó con la cabeza.

-Con la caída que he provocado del avión junto con mis hombres, ganaré tiempo para vengarme de ti antes de acabar con Karim. -reveló Amín y Malika frunció el ceño.

-No quieres huir de aquí, solo quieres que Karim venga hasta aquí. Todo esto es una trampa para atraer a tu hermano. -entendió Malika.

-Voy a destruirlo, pero antes disfrutaré de verlos morir de sed en medio del desierto. -declaró Amín saboreando su venganza. -Está casi anocheciendo, pero mañana el Sol saldrá y será vuestro verdugo, querida esposa.

Amín le dio la espalda caminando de vuelta al palacio y dijo.

-Solo me pregunto cuál de los dos morirá primero, tú embarazada o tu amante con un herida de bala en la pierna. -Amín se rio girándose para verla una vez más. -Esta vez todo está en tu contra perra, el karma me ha favorecido.

-¡Maldito infeliz, no te vas a salir con la tuya Amín! -gritó Jackson intentando ponerse de pie dentro de la jaula, pero el dolor en su pierna era tan fuerte que volvió a caerse en el suelo apretando un torniquete improvisado que él había hecho con la ayuda de Rania.

-Abre los ojos Kavanagh, aquí no hay nada que pueda salvarte a ti y a la puta de mi esposa. -vociferó Amín levantando los brazos y luego se marchó dejando a la pareja sola para morir.

Malika miró a Jax con el corazón encogido, ella no podía ver la luz al final del túnel. No había salida de aquel infierno que estaban viviendo.

-¿Qué vamos a hacer amor? -preguntó Malika tirando de las cadenas que la tenía atada apretando sus muñecas. -Si seguimos vamos a morir con nuestro bebé Jax.

-Voy a encontrar la manera de sacarnos de aquí reina, te lo prometo…vamos a salir de esta.

En una celda Rania decía exactamente lo mismo a los tres niños que se agarraban a ella. Hader y Rhianna estaban asustados, pero Zein se veía en alerta intentando apoyar a su madre.

Entonces para aumentar la rabia de la Emira aparecieron tres hombres que la sacaron a rastras de la celda.

-¡Suéltenme infelices! -demandó Rania luchando contra ellos, pero era muy fuertes. -¡Déjenme en paz, dejarnos libres!

Los niños gritaban solos dentro de aquella celda mientras arrastraban a Rania por los pasillos del palacete hasta el piso superior.

Por ordenes de Amín la llevaron a una habitación especial, donde la lanzaron dentro y cerraron la puerta con llave.

Rania se quedó estática cuando cayó y alguien se puso delante de sus ojos un traje de baile de color negro.

-¿Qué significa esto? -inquirió Rania furiosa levantando los ojos para ver a Amín que la miraba desde arriba sintiéndose poderoso.

-Como buena odalisca que eres, ahora vas a bailar para mí…como lo haces para mi hermano. -contestó Amín inclinándose para oler los cabellos de Rania, pero ella lo empujó para huir de él.

Amín la vio intentar abrir las puertas y ventanas con desesperación, pero sabía que era inútil. Ella no tenía como escapar.

-¡Baila para mí Rania! -ordenó Amín tirando de sus cabellos para acercarla a él.

-¡Antes muerta hijo de puta! -escupió Rania y Amín tiró con más fuerza de sus mechones casi torciendo su cuello.

-Baila para mí o esta misma noche celebraré la boda de tu niña con uno de mis hombres, entonces conocerás el verdadero infierno.