― ¿Katherine? ―dijo entre lágrimas por su celular.
― ¿Qué ha ocurrido amiga?
―Lo he perdido, he perdido mi matrimonio que ya estaba destruido, he perdido al hombre que me trató como una reina estos días, me he quedado sin nada ―mencionó.
― ¿Dónde estás? ―preguntó ella.
―Aun en este maldito hotel, quiero irme en cuanto antes de aquí ―dijo entre sollozos, mientras enjugaba sus lágrimas con la sabana.
―Alista todo, iré por ti ―mencionó colgando el celular.
Si algo tenía Katherine, es que hacía hasta lo imposible para llegar hasta donde su amiga estuviera por más lejos que viviese, no la dejaba sola por nada del mundo. Dos horas mas tarde Katherine, se encontraba en el hotel en el que estaba Lucia.
―Lucia ―dijo tocando tres veces a la puerta.
Abrió, tenía los ojos hinchados de tanto llorar, sus mejillas estaban rojas y su maquillaje estaba regado por todo su rostro.
―Lo lamento tanto Lucia, todo esto es mi culpa, si jamás hubiese planeado esto, nada hubiese ocurrido ―mencionó abrazándola.
―No es tu culpa Katherine, nada lo es, gracias a ti me di cuenta que ya no amo a Omar, que no lo amo desde hace ya un año atrás ―mencionó.
― ¿Qué es lo que tienes pensado hacer? ―preguntó Kath.
―No lo sé, me he enamorado de Paúl, el chico desconocido para mí, se ha vuelto mas de lo que yo esperaba, me ha tratado como toda una reina, pero ahora, ahora me odia ―mencionó Lucia, entre lágrimas.
―Lo lamento tanto, si hay alguna manera en la que yo pueda ayudarte estaré dispuesta a hacerlo ―respondió abrazándola.
―Sácame de aquí, quiero regresar a casa, quiero olvidarme de todo esto, además de que tengo que arreglar muchas cosas, como, por ejemplo: mi divorcio con Omar ―aclaró.
―Está bien, regresemos, cuanto antes mejor ―sonrió limpiándole el rostro.
Habían regresado a casa, Lucia se sentía cansada por todo lo ocurrido, su mente no dejaba de dar vuelta en lo que estaba bien y en lo que no estaba bien, se acostó en su cama y quedo ahí hecha una bolita llorando en silencio, mientras su amiga estaba en la cocina preparando un poco de comida, Omar ya había llegado a casa, se había llevado todas sus pertenencias, la casa se sentía vacía para Lucia, sabía que a partir de ahora el camino que debía de recorrer no sería fácil.
― ¿Qué será de ti ahora, Lucia? ―preguntó Katherine, mientras le llevaba una taza de té de canela.
―No lo sé, no quiero pensar en eso, me ha llegado la citatoria con el abogado para el día de mañana, después de eso no sé qué ocurrirá ―mencionó.
―Entiendo, deberías de dormir, lo necesitas más que nunca ―habló al ver los ojos hinchados de su amiga.
―Está bien, creo que será lo mejor ―mencionó.
Se había quedado dormida minutos mas tardes de que su amiga había salido de la habitación, en cambio, Katherine, no había podido dormir del todo, pues debía de hacer algo, ella se sentía la mayor responsable de lo ocurrido con Lucia. Abrió su computadora, entrando a aquella página, teniendo la esperanza de encontrar a aquel sujeto llamado Paul, en línea, pero no obtuvo nada positivo.
El día de la citatoria había llegado, Katherine, se había quedado en casa a esperar a su amiga y Lucia… Lucia iba de lo más nerviosa, llevaba una falda ajustada al cuerpo arriba de la rodilla y una camisa de botones.
Después de varias exhaustivas horas que tuvieron ambos abogados para que aquellas personas llegaran a un acuerdo habían terminado, pues habían llegado a un acuerdo.
―Te quedarás con la mitad de las acciones que yo había comprado, la otra mitad me la he de quedar yo y ya he de ver que he de hacer con ellas ―mencionó Lucia.
―Como quieras, pero te agradezco por no dejarme en la calle después de todo ―respondió.
Omar les pidió a ambos abogados que salieran de aquel lugar y lo dejaran solo con su ex esposa, pues tenía un asunto pendiente con ella. Ambos quedaron solos en aquel lugar.
―Tenemos un trato aun sin acabar ―soltó de golpe Omar.
― ¿Un trato sin acabar? ―preguntó sacada del lugar.
―Si a como lo escuchas, habíamos acordado que tendrías una noche conmigo y no lo cumpliste ―respondió mientras se mordía su labio inferior.
Una sonrisa se curvó en el rostro de Lucia, pues le gustaría sentir por ultima vez como su ex esposo aun la deseaba.
― ¿Quieres hacerlo aquí? ―cuestionó desabrochándose un poco la blusa.
― ¿Quieres que sea en algún otro sitio? ―preguntó él.
―Si tu lo deseas aquí, así será ―sonrió ella.
La subió a la mesa desabrochando aquella blusa, llevaba un conjunto de color negro, que le quedaba bellísimo con su tono de piel. Subió su falda separando sus piernas con brusquedad, la besaba sin delicadeza alguna, mientras introducía con fuerza dos dedos en la intimidad de ella, un gemido de dolor se escapó de su boca, a Omar no le importaría eso, sintió que la intimidad de ella empezaba a humedecerse.
―Serás mía por última vez ―habló Omar con voz de mando.
Apartó la ropa interior de ella, introduciendo su miembro con brusquedad, aquella manera de hacerla suya por ultima vez la lastimaba por completo, quejidos de dolor salían de la boca de Lucia. Media hora más tarde Omar había terminado y el centro de Lucia ardía.
―Tu intimidad jamás había estado tan húmeda como hoy, puedo irme satisfecho de que lo disfrutaste como nunca, te hice gemir como no lo habías hecho, ni con el desconocido ese ―mencionó besándola con brusquedad acomodándose la ropa para salir de ahí.
Lucia había regresado a casa, a pesar de que había vivido con Omar nueve años, jamás se había sentido tan sucia a como se sentía en ese momento, después de que él la hubiera hecho suya a su gusto y antojo.
―Lucia ¿qué te ha sucedido? ―preguntó Katherine, al ver la expresión de tristeza en el rostro de su amiga.
―No quiero hablar de eso, solamente quiero dormir, mañana te contaré todo y gracias por no dejarme sola ―sonrió Lucia, haciéndose la fuerte para no derramar una sola gota de lagrima frente a su amiga.
―Está bien., que descanses ―se limitó a responder.
Conocía a su amiga perfectamente como para no darse cuenta de que algo grave le había sucedido, al terminar de arreglar las cosas, se dirigió a su habitación, abrió el ordenador tratando de contactar con Paúl, pero no había respuesta alguna, no había nada, ni siquiera había visto los mensajes que ella le había dejado.
Cinco meses habían pasado de todo aquello, Katherine había regresado a su ciudad y Lucia, retomo su vida, a diferencia que Omar ya no formaba parte de ella, había vendido las acciones de la empresa a un alto costo, pues ella no quería tener nada que ver con Omar, después de aquella ultima vez que la había hecho suya, había terminado sintiendo asco por él.
Katherine, seguía sin darse por vencida de contactar con aquel desconocido del que su amiga se había enamorado, hasta que el día menos esperado tenía un mensaje de él.
― ¿Quién eres? ―preguntó.
―Soy Katherine, la mejor amiga de Lucia ―respondió.
―No tengo interés de hablar contigo a cerca de ella ni nada por el estilo ―expuso.
―Todo lo sucedido en aquellas vacaciones fue mi culpa ―se sinceró ―. Fui yo la que le dije a Lucia que no te dijera nada de tu matrimonio ―confesó.
― ¿Con que objetivo?
―No había ningún objetivo, solamente que no pensé que ella se enamoraría de ti, dentro de dos días estaré en Italia, por lo que espero poder verte en algún momento y hablar de lo ocurrido, claro si tu me lo permites ―mencionó
― ¿Vendrás a Italia? ―preguntó sacado de lugar.
―Iré por negocios y tendré unas cuantas horas libres ―respondió.
―Ok, te dejaré la dirección del lugar, hora y todo por aquí a más tardar mañana ahora debo de irme ―comentó desconectándose del servidor.
El día había llegado, Katherine estaba ansiosa, pues no sabía cómo la trataría Paúl, al saber que ella era la culpable de lo ocurrido, de aquel gran mal entendido.
― ¿Katherine Punber? ―preguntó alguien a sus espaldas.
―Si, soy yo ―respondió.
―Un gusto soy Paúl Casanova ―mencionó, tomando asiento ―, ve directo al grano por favor ―dijo sin la mínima expresión en su rostro.
Katherine le contó absolutamente todo lo que le había ocurrido a su amiga Lucia y como era la relación de ella con su ex esposo, en aquel entonces y ahora, le había confesado todo a aquel hombre que la observaba atentamente en cada una de las palabras que decía.
―Entonces ¿todo este mal entendido fue tu culpa? ―cuestionó.
―Así fue, pido disculpa, si hay una única culpable soy yo, por tanto, si debes de molestarte y odiar a alguien es a mi ―se sinceró.
―Ella también tuvo culpa ―confesó el italiano ―, tuvo culpa al no hablarme con la verdad desde el principio, me enamoré de ella como no tienes idea, Katherine ―dijo con sus ojos cristalizados.
―Ella también se enamoró de ti, Paúl, jamás la había visto tan fuera de lugar como en aquellos meses, fue aterrador verla de esa manera ―confesó ella.
― ¿Cuándo regresas? ―preguntó él.
―Dentro de dos o tres días, aun no nos han dicho ―respondió.
―Iré contigo ―sonrió.
―Te pasaré mis datos para que así estemos en comunicación y llevarte hasta ella ―respondió emocionada.
Había llegado el día en que Katherine iría acompañada con Paul Casanova, casa de Lucia. Los minutos pasaban y él no llegaba lo que le preocupó a Katherine, llamó a su móvil. Nada, no había respuesta alguna. Regresó a la casa de su amiga sola, sin el italiano, pero con la pregunta en su mente de ¿porqué no había llegado aquel hombre al aeropuerto? ¿se habría arrepentido de la decisión que había tomado? Jamás lo sabrían, pues no sabían donde vivía él, solamente su nombre.