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Capítulo 97: Desaparece…

Veinte cuatro horas después el placer de haber hecho sufrir a la culpable del estado de Felipe desapareció en el pasillo de aquel hospital, que parecía un verdadero cementerio. Todos estaban en silencio, algunos lloraban y otros aguantaban la rabia que estaba sintiendo callados mientras que escuchaban los lamentos y el llanto de Felipe en la habitación, después de haber despertado en un mundo nuevo para él, completamente a oscuras.

–¡¡¡Nooo, noooo, noooooo…NOOOOO!!! – Gritó Felipe desesperado mientras que su hermana lo abrazaba para intentar calmarlo. –¡¡¡ Bea no puedo ver, no veo nada!!!

Beatriz lloraba a su lado mientras que Kelly estaba parada delante de su cama abrazando su propio cuerpo, sin decir ni una sola palabra. Ella pensaba que sería mejor estar callada para que Felipe no supiera que estaba presente, ya que eso podría alterarlo todavía más. Kelly se tapaba la boca para ahogar su llanto mientras que veía la mirada aturdida de Felipe, que miraba en su dirección sin poder verla, sin poder imaginar que ella estaba tan cerca.

Hugo se puso a su lado para intentar calmarlo, pero era imposible, Felipe estaba desconsolado. Entonces los médicos decidieron sedarlo, porque necesitan ponerle una venda en los ojos por la sensibilidad que tenían en aquel momento, pero en el estado en el que se encontraba era prácticamente imposible acercarse a él.

 Después de forcejear con los enfermeros, lograron ponerle un calmante a Felipe y Beatriz se acercó a Hugo que la abrazó con fuerza mientras que veían como Felipe se quedaba dormido poco a poco y Kelly solo había podido quedarse con su nudo en la garganta al verlo tan mal, sin poder hacer absolutamente nada para ayudarlo.

Beatriz intentó convencerla a la salir de la habitación para descansar, pero ella negó con vehemencia sentándose en una silla al lado de la cama de Felipe mientras que agarraba su mano, pidiendo a Dios que le diera fuerzas para superar toda aquella situación, hasta que se quedó dormida con la cabeza sobre la cama sin soltar la mano de Felipe.

Kelly despertó después de un rato al escuchar un susurro y un aprieto suave en su mano. Cuando ella levantó la cabeza pudo ver que Felipe estaba despierto a pesar de que no podía ver sus ojos por el vendaje y un nudo subió otra vez a su garganta cuando él la confundió con su hermana.

–Bea…tengo…tengo sed. – Murmuró Felipe con la garganta seca apretando la mano que estaba entrelazada con la suya y Kelly se levantó de la silla para servirle un vaso con agua, sin decirle nada.

Kelly llenó el vaso con agua y después regresó al lado de Felipe para ayudarlo a incorporarse un poco para beber el agua, pero cuando se acercó Felipe pudo sentir el olor de sus cabellos y la apartó con brusquedad, porque reconocía muy bien aquel olor. Kelly se asustó dejando caer el vaso mirándolo aturdida.

–¡Vete! – Ordenó Felipe pasando algo de saliva por la garganta, intentando hacer un esfuerzo para poder hablar. – ¡¡Vete de aquí Kelly, vete!! – Ordenó y Kelly intentó tocar su mano, pero Felipe la volvió a apartar.

–Felipe, estoy aquí para estar a tu lado. – Murmuró Kelly con tristeza y lo vio negar con la cabeza. – Todo estará bien mi amor, estaremos juntos en estos y nuestra…

–¡VETE ¡– Gritó Felipe apretando los dientes con rabia. – ¡¡No quiero tu pena, quiero que te marches de aquí, que sigas con tu put* decisión de continuar tu vida sin mí!! – Ordenó con rabia y Kelly comenzó a llorar con desesperación, porque no sabía como calmarle. – ¡¡¡Dijiste que no era capaz de hacer a nadie feliz, y si no lo era antes, ahora mucho menos!!!

–Por favor, Felipe, tienes que escucharme, tengo algo importante que decirte…

–¡¡No quiero escuchar nada de ti, no pienso permitir que me vuelvas a romper el corazón otra vez!!!– Vociferó Felipe llevándose una mano a la cabeza porque sentía que se mareaba y Kelly intentó tocarlo, pero él volvió a apartarla. – Vete de aquí Kelly, fui capaz de soportar tus rechazos, pero no tu pena. ¡Desaparece de mi vida, no quiero volver a saber de ti! ¡¡Ve a ser feliz como tanto querías y deja en paz a este hombre que nunca ha sido digno de tu amor!!

–Mi amor, quiero estar contigo y tengo que contarte algo, pero debes calmarte primero…

–NOOO QUIERO ESCUCHAR NADA, DESAPARECE DE MI VIDA, ¡¡¡DÉJAME EN PAZ!!!– Gritó Felipe completamente descontrolado y los enfermeros entraron rápidamente a la habitación, seguidos de Eros y Beatriz que miraban toda la escena angustiados mientras que Kelly lloraba con desespero, viendo como los enfermeros intentaban inmovilizar a Felipe para volver a sedarlo. – ¡Vete de aquí Kelly, te libero de mí, ya puedes seguir con tu vida, vete y olvídame de una buena vez! – Volvió a gritar y Eros abrió un poco más la puerta de la habitación indicando a la chica que debería marcharse de allí.

–Le obligaste a respetar tu decisión una vez, así que ahora respeta la suya y desaparece de su vida. – Ordenó Eros y Kelly caminó hacia la puerta con el corazón en la mano, sintiendo que se rompía en mil pedazos y cuando llegó a la puerta volvió a girarse para ver a Felipe por última vez, respiró profundamente y después se marchó, dándose cuenta de que no era solamente Felipe el que hacía daño en aquella relación, ella también lo había hecho.

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Capítulo 96: Como quieras, majestad.

AVISO IMPORTANTE: Este capítulo contiene escenas explícitas de violencia que podrían afectar la sensibilidad de los lectores.

Adela estaba sentada en su celda mirando como las presas de enfrente la miraban con desprecio, pero no le importaba, porque sabía que con su historial terminaría encerrada en un tranquilo manicomio, y que su paso por aquella prisión era temporal, que ninguna de aquellas mujeres llegaría a ponerle un solo dedo encima. Entonces Adela sonrió con sorna, enseñando el dedo corazón a las mujeres que parecían estar deseando ahorcarla con sus propias manos.

–¡Valverde tienes visita! – Anunció una de las guardias y Adela se levantó rápidamente mirándola extraña.

–¡Es de madrugada, no se reciben visitas a esas horas! – Escupió Adela mirando a la mujer con desconfianza. –¡Así que no me vengas con estas, yo no pienso moverme de aquí! – Exclamó mirando a la mujer con desprecio y la guardia abrió la celda con brusquedad, tirando del brazo de Adela con fuerza, que tuvo que ahogar un grito de dolor por como la había agarrado la mujer.

–¡No me digas lo que podemos o no hacer, me vas a obedecer calladita porque aquí eres una presa más y no la princesita de papi! – Escupió la guardia y Adela la miró como si fuera la cosa más repugnante que había visto en su vida.

–¿Y quién se supone que quiere verme? – Preguntó Adela mientras que la mujer tiraba de ella por el pasillo de la cárcel.

–Tu juez, princesa. – Fue lo único que contestó la guardia y aun con todas las protestas de Adela, la mujer no volvió a pronunciar otra palabra más.

Cuando Adela entró en la sala donde los abogados solían recibir a sus clientes sintió un escalofrío recorrer toda su espina dorsal. El lugar estaba en penumbra, pero ella podía escuchar a alguien tararear una melodía.

–Sabes, pero yo prefiero morir antes que terminar en chirona, no soportaría la idea de estar encerrado. – Murmuró Eros y Adela abrió mucho los ojos sorprendida, porque jamás en sus peores pesadillas quería volver a escuchar aquella voz.

–Eros, ¿qué estás haciendo aquí? – Preguntó Adela con ansiedad y lo escuchó reírse, pero era una risa fría, maliciosa y eso la hizo sentirse como un animal acorralado por su depredador.

–Sé que todavía no sabes lo que hiciste en París, yo me encargué de que así fuese. – Respondió acercándose a ella y Adela dio dos pasos hacia atrás atemorizada. – Porque si eres tan lista como lo ha sido tu padre, encontrarías la forma de quitarte la vida.

–No sé de que me hablas, Hugo no es asunto tuyo. – Escupió Adela intentando disimular su miedo. – No he tocado a un Oliveira, no me he metido con vosotros, así que no tienes porque estar aquí. Mi deuda con tu familia por el hijo de Felipe y su perra ya está pagada.

–No fue Hugo el que recibió el disparo. – Habló Eros con seriedad y Adela lo miró con expectación negando con la cabeza.

–No. Eso no es cierto. Yo le he disparado, sé que le di.

–No, no lo hiciste. – Contestó Eros con rabia. – Utilizaste el amor que Felipe sentía por Hugo para intentar destruirlos, porque sabías que Felipe sería capaz de hacer cualquier atrocidad por su hermano del alma, así que también debiste imaginar que Felipe no pensaría dos veces antes de dar la vida por Hugo.

–No, no…no… no…no. – Balbuceó Adela nerviosa, entiendo lo que había pasado. – No puede ser, yo quería disparar a Hugo.

–Felipe se interpuso y recibió el disparo en la cabeza para proteger a Hugo. – Murmuró Eros deslizando los dedos por los cabellos rojos de Adela, que se estremeció de miedo al sentirlo. – Nadie derrama la sangre de mi familia y se va de rositas, Adela. – Habló con un tono tan suave que daban escalofríos mientras que acariciaba el rostro de la periodista con suavidad. – Cuando tocas a un Oliveira, debes pagar el precio y debes hacerlo en vida, porque yo no creo en un infierno después de la muerte, esta vida es el put0 infierno y en ello vas a pagar lo que le hiciste a mi primo. – Afirmó apretando los dientes y Adela se alejó de él con rapidez, golpeando la puerta de salida con desesperación.

–¡¡¡SOOOOCORROOO!!! – Gritó Adela aterrorizada y Eros se alejó de ella para observarla. – ¡Qué alguien me ayude…sooooooocorroo! –Gritaba la periodista golpeando la puerta que se abrió de repente, pero en lugar de las guardias detrás de ella, estaban los hombres de Eros y la periodista pudo ver una enorme bolsa negra en el suelo con algo dentro que parecía ser un cuerpo humano.

–Está noche Adela Valverde morirá en manos de las presas, que no soportan a los violadores y mucho menos a sus cómplices. – Murmuró Eros acercándose a ella y Adela intentó salir corriendo, pero uno de los hombres la agarró. – No hay nada que desprecie más una mujer, que otra mujer colaborando con un violador, así que hoy morirás. – Afirmó abriendo la bolsa negra revelando el cadáver de una mujer pelirroja muy parecida a Adela. – Hermosa, ¿verdad? – Preguntó con sarcasmo, ladeando la cabeza para mirar aquel cadáver mientras que Adela intentaba forcejear con el hombre que la agarraba, gritando por ayuda.

–¡¡¡Por favor, Eros ¡¡¡aquella bala no era para tu primo!!! – Suplicó Adela con nerviosismo mirándolo mientras que lloraba con desesperación.

–Deja de gritar, no soporto la gente que grita por ayuda cuando sabe que no servirá de nada, me parece una pérdida de tiempo y una gran estupidez, y yo odio la gente estúpida. – Gruñó Eros llevándose una mano a la sien como si le doliera la cabeza. – He tenido que tomarme muchas molestias por ti, no sabes lo difícil que fue conseguir algo para chantajear al maldit* ministro de interior en apenas dos días y encima mis hombres tuvieron que ir hasta Gales para traer a esta hermosura que es igualita a ti, para fingir tu muerte.

–No van a creer esto, esa mujer no soy yo. – Escupió Adela llorando con rabia y Eros se encogió de hombros.

–Nena el fuego hace milagros o hace destrozos. – Murmuró Eros llevándose una mano a la barbilla pensativo viendo el cadáver que tenía delante, después se giró para mirarla. – Bueno… en ese momento da lo mismo. Además, ¿quién se tomará las molestias de investigar la muerte de una periodista arruinada, amante de un depredador sexual y que encima ha colaborado en alguno de sus crímenes? – Escupió Eros abotonándose su abrigo. – Vamos querida, tú y yo sabemos que utilizando a las personas correctas podemos lograr absolutamente todo en esta vida y puedes estar segura de que se me da muy bien matar, pero engañar se me da muchísimo mejor. ¡Soy un manipulador nato, es mi talento natural! –Se burló y después le hizo una señal a uno de sus hombres para que preparasen todo lo necesario para simular la muerte de Adela, con la ayuda de algunas presas que también trabajaban para los Oliveira.

Eros abandonó la cárcel con Adela y algunos de sus hombres, y se fueron directo a su próximo destino, que sería el aeropuerto de Barcelona, donde les esperaba uno de los mayores rivales de Eros.

 Cuando llegaron al aeropuerto Eros y sus hombres se dirigieron a las pistas de donde salían los vuelos privados y vieron apoyado un coche de lujo mientras que se fumaba un puro, al hombre que lo ayudaría a destrozar lo que quedaba de la vida de Adela Valverde.

–Adriano. – Habló Eros con firmeza arrastrando a Adela que los miraba asustada, pero el hombre la ignoró por completo.

–Eros, debo decir que es un desplacer verte la cara. – Escupió Adriano con una sonrisa sarcástica mientras que fumaba su puro.

–Puedes estar seguro de que el sentimiento es mutuo, Ferrer. – Contestó Eros sonriendo mientras que lo miraba con desprecio, porque sabía que Adriano quería el lugar de su padre en el Consejo, un lugar que estaba reservado para él. – Pero no estamos aquí para hablar sobre la admiración que sientes por mí. – Escupió bajando la mirada para ver a Adela que tenía las manos atadas y un paño en la boca para que se mantuviera callada.

–¿Esta es para El Turco? – Preguntó Adriano mirando a Adela con curiosidad y Eros asintió. – Es muy bonita, seguro que ganará un buen dinero con ella, lo que no entiendo es porque no la entregas tú directamente.

–Nada me daría más asco que verle la cara otra vez, con haberle visto un par de veces en los últimos años me basta y sé perfectamente que te llevas mejor con El Turco, que con cualquiera. – Escupió Eros con desprecio y Adriano asintió riéndose, porque no es que se llevará bien con el turco, solamente que disfrutaba de restregar en su cara que estaba por encima de él.

–¿Entonces me imagino que, si te has tomado tantas molestias, es porque esta muñeca se merece un trato especial? – Preguntó Adriano agarrando el rostro de Adela para mirarla a los ojos.

–Muy especial. – Habló Eros mirándola con malicia. – Sé que El Turco tiene contacto con los proxenetas de América del Sur, sobre todo con los dueños de los burdeles que sirven a los mineros de la zona. – Habló mirando a Adela que comenzó a patalear desesperada intentando escapar al escuchar lo que Eros tenía reservado para ella y Adriano asintió dándose la vuelta, para buscar algo que Eros le había pedido con antelación, después regresó con un cuchillo en la mano.

–¿Tienes aquí lo necesario para atenderla, no vaya a ser que se muera desangrada? – Preguntó Eros mirando a Adriano con el ceño fruncido mientras que Adela entraba en pánico por ver aquel cuchillo en su mano.

–Tengo a mí médico personal en el jet, puedes estar seguro de que sabrá lo que tiene que hacer. – Contestó Adriano señalando el jet con la cabeza y Eros asintió.

–¡Agárrale la cabeza! – Pidió Eros y Adriano giró los ojos porque tuvo que tirar al suelo su puro, después agarró la cabeza de Adela levantándola, para que mirase a Eros. – Siempre he pensado que no había nada más asqueroso que tu lengua venenosa y con ella has jodido a una de las personas que más quiero. – Escupió quitándole el paño de la boca y Adela comenzó a llorar desesperada intentando huir, pero Adriano la agarraba con fuerza, esbozando una sonrisa que reflejaba toda su maldad.

Adriano la agarró con fuerza para que no cometiera la estupidez de intentar morder a Eros mientras que él cortaba la lengua de la periodista, que chillaba como un cerdo en el matadero. Después que terminaron Adela calló al suelo gruñendo de dolor, dejando a Eros impresionado, porque se esperaba que desmayase mientras que la cortaba la lengua.

–Aguanta bien la maldit*. – Escupió Adriano burlándose, viendo como Adela se retorcía en el suelo, pero sabían que no aguantarían mucho más tiempo despierta. – La mercancía ya está dañificada, ¿qué más quieres que le haga? –Preguntó llamando a dos de sus hombres para que se encargarán de Adela. – ¿Le cortó las manos para asegurarnos de que aguantará su nueva vida, sin sentirse tentada a suicidarse? – Preguntó Adriano con descuido como si estuviera hablando del clima.

–Sí, pero arráncale los dientes también. – Contestó Eros jugando con el cuchillo entre sus manos.

–Pero ¿por qué los dientes? – Preguntó Adriano con curiosidad mirándolo.

–He conocido algunos locos que intentaron suicidarse abriéndose las muñecas a mordiscos. – Contestó Eros con indiferencia encogiéndose de hombros. – Algunas personas llegan a cometer actos extremos para encontrar una forma de intentar escapar del sufrimiento.

–Sin lengua, sin dientes y sin manos. ¡Qué mujer más inútil! –Escupió Adriano con fastidio mientras que uno de sus hombres le entregaba otro puro ya encendido.

–Una pelirroja, con la piel suave y rostro de princesa será más que suficiente para tener a los mineros locos todo el día. –Se burló Eros viendo como uno de los hombres de Adriano subía Adela al jet, pero antes de que llegará a la puerta la vio desmayarse y sonrió con satisfacción, pero no sabía al cierto si era por el dolor o por el desespero de saber lo que él tenía reservado para ella. – La quiero encerrada en un agujero para el resto de su vida y me da igual si tienen que atarla en una cama con las piernas abiertas, Adela Valverde no puede tener ni un solo momento de descanso. – Ordenó con el rostro desencajado por la ira y Adriano asintió, recordando porque prefería tener a Eros como un aliado, antes que como enemigo, de momento.

–Como quieras, majestad. – Murmuró Adriano inclinando la cabeza, pero Eros sabía que no había ni una pizca de respeto en aquel acto, después lo vio subirse al jet que no tardó en desaparecer en el cielo oscuro.

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Capítulo 95: Remordimiento y venganza.

Un par de días después del atentado, Kelly llegó al aeropuerto de París pensando que aquellas dos horas de vuelo habían sido las más largas de su vida y lo peor era hacerlas sintiendo que tenía el corazón a punto de saltar de su pecho. Era horrible cargar con la preocupación de perder a Felipe y con el remordimiento de saber que tal vez él no podría llegar a disfrutar de su hija. 

Por primera vez todo el miedo que Kelly sentía por relacionar a Zoe con Felipe se hizo a un lado, dando lugar al desespero de jamás llegar a verlos juntos. 

Cuando Kelly llegó al hospital Julia fue la primera en recibirla con unas enormes ojeras, ya que había pasado las últimas cuarenta y ocho horas sin dormir para estar al lado de Hugo.

 Kelly tuvo que volver a salir para sentarse en las escaleras de la entrada del hospital, incapaz de controlar el temblor en sus piernas y la falta de aire que sintió mientras que Julia le explicaba la situación de Felipe. 

–Lo siento mucho Kelly. – Murmuró Julia sentándose a su lado mientras que Kelly lloraba desconsoladamente. – Todavía no nos pueden asegurar con certeza su estado, debemos esperar a que despierte Felipe para saber si de verdad se ha quedado ciego o si tiene alguna otra secuela.

–¿Tan altas son las probabilidades de que se haya quedado ciego? – Preguntó Kelly con ansiedad y Julia asintió con tristeza.

–La bala sigue alojada en su cabeza, sacarla sería muy peligroso para su vida, su cerebro podría colapsar y directamente llegar a morir. – Contestó Julia y abrazó a su amiga cuando los espasmos comenzaron a dominar su cuerpo por los sollozos de su llanto. – Lo importante es que está vivo, está aquí, no nos ha dejado. – Intentó consolarla, pero Kelly tenías varias emociones dominando su corazón en aquel momento y ninguna era buena. 

–Dijiste que debemos esperar para saber, así que prefiero aferrarme a la idea de que cuando se despierte estará bien. – Replicó Kelly con vehemencia y Julia la miró con angustia, porque sabía que debería prepararse para lo peor, pero pensó que era mejor no decirle nada más y dejarla tranquila.

Después de ver que Kelly ya estaba más calmada, Julia la acompañó hasta la puerta de la habitación de Felipe, donde Bea, Hugo y sus primos estaban esperando con ansiedad a que él se despertará. Él médico había autorizado las visitas para la familia, aunque Felipe seguía inconsciente, sin dar señales de que iba a despertar, pero de todas formas Kelly caminó despacio hasta la puerta de la habitación y la abrió con la mano temblorosa por los nervios.

Al ver el estado de Felipe en aquella cama, Kelly se llevó sus manos a la boca para ahogar un sollozo por impresión y después respiró profundamente para controlar su nerviosismo. 

Kelly dio un paso hacia adelante dispuesta a entrar, pero cuando estaba a punto de hacerlo una mano agarro su brazo con fuerza y Kelly se giró encontrándose con la mirada preocupada de Beatriz.

Amo a mi hermano con todas mis fuerzas, pero debo avisarte que si entras a esa habitación no habrá vuelta atrás. – Murmuró Beatriz mirándola fijamente a los ojos y Kelly pudo ver en su mirada una mezcla de tristeza y preocupación.

Kelly giró la cabeza para volver a ver a Felipe mientras que daba un paso hacia atrás, pero aquel simple paso fue suficiente para romper su corazón, haciéndola sentir que lo estaba abandonando una vez más, como la noche en que hablaron por teléfono y ella decidió poner un punto final a su historia.

Beatriz observó cada una de las emociones que habían en el rostro de Kelly mientras que miraba a su hermano en aquel estado tan triste y sabía que su alma se estaba ahogando en una angustia sin fin, pero por más que quisiera la felicidad de Felipe no pensaba presionar a la mujer que amaba a estar con él, solo Kelly podía tomar aquella decisión, consciente de todo lo que estaba arriesgando, de la misma manera que lo había hecho su marido. 

Entonces Kelly se alejó de la puerta pensativa, dándose la vuelta para marcharse, por el miedo tan grande que sentía por su hija, pero antes de que pudiera alejarse aquel vacío en su interior se hizo insoportable, la necesidad de estar con Felipe en aquel instante era infinitamente más grande que cualquier otro sentimiento.

Kelly se giró con determinación y entró en aquella habitación, para estar con el hombre que amaba, a pesar de todos sus temores, porque para ella una cosa era vivir alejada de Felipe sabiendo que estaría bien en alguna parte, pero otra muy distinta era vivir en un mundo sin él, eso no estaba dispuesta a hacerlo.

Entrar en aquella habitación en realidad había sido lo más fácil, lo más difícil era acercarse aquella cama y agarrar su mano con toda la culpa que cargaba su corazón, pero Kelly lo hizo sin pensar en nada más que no fuese en él. Ella acarició su mano y después la besó con suavidad pidiendo a Dios que lo de despertará de aquel estado sin secuelas, que pudiera seguir con su vida normal. 

–Eres fuerte, por eso me enamoré de ti, porque a pesar de todo eres un hombre muy fuerte, fuiste mi héroe muchas veces y aunque te tengo miedo jamás me he olvidado de eso. – Susurró Kelly entre lágrimas. – Sé que saldrás de esta, y que volverás a ser el gran hombre que conocí. Por favor mi amor, necesito que lo hagas. – Suplicó limpiándose las lágrimas. – Tienes que despertar bien, para conocer a tu hija, a nuestra Zoe. 

Mientras que Kelly dejaba salir sus sentimientos dentro de aquella habitación pidiendo a Dios un poco de misericordia, Hugo mantenía su rostro enterrado en el cuello de Julia, ya que sentir su olor era lo único que calmaba su corazón en aquel momento y la culpa tan grande que sentía de imaginar a Felipe ciego para el resto de su vida. Ya los hermanos Oliveira solo daban vueltas de un lado a otro por el pasillo pensando en la venganza. 

–¿Alguien sabe dónde está Eros? – Preguntó Paris mirando a su hermano pequeño, Perseo, de reojo. 

–A estás alturas ya estará en Catalunya, porque han trasladado a Adela a una cárcel de allí. – Contestó Dionisio mirando la puerta de la habitación donde estaba Felipe. – Dudo mucho que pueda dormir tranquila esta noche.

Los pitufos estarán vigilando el lugar. – Murmuró Perseo y Paris se encogió de hombros con indiferencia.

–¿Te refieres a Guerrero y a Herrera?, porque sí es así no creo que sean un problema para nosotros. – Aseguró Dionisio llevándose las manos a los bolsillos de su pantalón. 

–Ese grupito de justicieros siempre serán un problema para nosotros hermano. – Escupió Perseo haciendo una mueca de desprecio. – Pero confieso que Alonso es mi tipo, siempre me han gustado los rubios. – Murmuró con sorna humedeciéndose los labios y Paris se rió.

–Sí quieres te lo puedo regalar, para que sea tu esclavo sexual y que hagas con él todo lo que quieras enano. – Bromeó Paris dándole con el codo en el brazo de Perseo.

–Infelizmente para lo que me gusta no funcionaría belleza, porque soy pasivo, más bien me gustaría que me lo hiciera él a mí. – Contestó Perseo haciendo un gesto obsceno con los dedos de las manos y sus hermanos hicieron una mueca de asco mientras que él se reía. – Pero os confieso que me gustaría estar presente cuando Eros se encuentre con Adelita que resultó ser más perra que yo. Sabemos lo mucho que él quiere a Lipe y os puedo asegurar que tendrá algo muy bueno reservado para ella. – Susurró pensativo y los demás se rieron.

–A mí me hubiera gustado ir de caza con la Valverde, estaría divertido cazar a una zorra. – Se aventuró Paris y Dionisio negó con la cabeza.

–Sería muy rápido, no tardaríamos ni diez minutos en cazarla, el último no duró ni media hora. – Escupió Dionisio con fastidio recordando al hombre que había intentado robar en una de sus terminales y Paris se quedó pensativo recordando aquella tarde de caza en familia. – Ya veremos que tiene reservado Eros para la pelirroja. 

–La muerte no será una opción, de eso estoy seguro. – Aseguró Paris cruzándose de brazos. – Mi primo puede pasar el resto de su vida ciego, así que esa perra necesita algo para largo plazo. – Murmuró Paris y Dionisio compartió una sonrisa maliciosa con Perseo.

Horas más tarde Eros se bajó de su Mercedes, que iba escoltado por tres camionetas, delante del Centro Penitenciario de mujeres en Barcelona y se encontró con dos caras muy conocidas que ya esperaba encontrar allí esperando por él, pero Eros no pensaba marcharse sin antes vengarse por su primo, porque estaba determinado a ocuparse de Adela antes de que Felipe despertará.

–¡De verdad que deberían trabajar para mí, chicos! Me encanta ver como disfrutan haciendo horas extras. – Se burló Eros acercándose con sus hombres a Alonso y a Abraham, que estaban acompañados de otros policías. 

–Muy gracioso Oliveira, pero ya sabes que el dinero no me hace falta, en realidad siento que es lo que más te jode. Ahora es mi obligación decirte que es muy tarde y no deberías estar aquí a estas horas, es más, no tienes nada que hacer aquí. – Escupió Abraham mirándolo porque sabía que Eros no se quedaría quieto después de lo que Adela le había hecho a su primo. 

–Solo he venido para hacer una visita de cortesía, a una vieja amiga de la infancia. – Habló Eros abriéndose los brazos, mirando el edificio con una cara inocente. – Ahora apártate de mi camino Guerrero. – Ordenó y Alonso lo encaró.

¡No te dejaremos pasar, así que ya te puedes regresar con papi! – Afirmó Alonso enfrentándolo y Eros apretó los puños aguantándose las ganas que tenía de llenarle la boca de tiros.

Eros se dio la vuelta sacando su teléfono móvil para hacer una llamada y después volvió a girarse para mirar a los policías que estaban en la entrada de la prisión, lanzando un beso en aire para Alonso, que parecía querer matarlo con la mirada.

–Hola cariño, te aviso que tengo aquí a tus pitufos que me está tocando los huevos y esto no era lo que habíamos acordado. – Habló Eros por teléfono sin apartar la vista de Abraham y Alonso. – Me gustaría que les informarás que tengo tu autorización para realizar esta visita, si no lo haces le haré una visita a uno de tus novios con mi hermanito, que está loco por jugar con uno de ellos. – Susurró para que solo el hombre que estaba al otro lado de la línea pudiese escucharlo, después sonrió al escuchar la respuesta que quería y entregó el teléfono a Abraham. – El ministro de interior quiere hablar contigo rubita. – Escupió con una sonrisa maliciosa y Abraham hizo una mueca de asco, quitando el teléfono de su mano con brusquedad.

–Diga. – Contestó Abraham con rabia.

–Guerrero, tienes menos de cinco minutos para sacar a tus hombres de ahí y despejar la zona. – Ordenó el ministro y Abraham se giró para mirar a Eros, que tenía en su rostro una sonrisa victoriosa. 

–¡Será una broma, ¿verdad?!– Escupió Abraham escuchando como el ministro suspiraba con cansancio. 

–No pienso ordenar otra vez Abraham, has lo que te estoy ordenando, además sé lo que hiciste en la prisión de Madrid hace unos días con el tal futbolista, así que mueve tu puto culo de ahí y no me des más dolores de cabeza de los que ya tengo, si quieres que siga haciendo la vista gorda para las mierdas que haces cuando se te pega la gana. –Contestó el hombre con fastidio.

–Maldito corrupto. – Espetó Abraham mirando a Eros con desprecio. – Eres un puto vendido Valladares. 

–Sabes que te admiro Abraham, pero no pienso permitir que me faltes al respeto, el día que llegues a ministro, porque sé que lo harás, podrás hacer lo que te salga de los huevos, pero ahora el que manda aquí soy yo. Reúne a tus hombres y márchate. – Volvió a ordenar y Abraham no tuvo más remedio que obedecer, porque él podía hacer lo que se le antojará, no le importaba perder su puesto, pero no podía arriesgar el trabajo de sus compañeros. 

Abraham reunió a todos sus hombres, que se subieron a los coches patrulla para marcharse del lugar mientras que Alonso se acercaba a Eros para encararlo otra vez.

–Espero que aproveches bien la noche principito, porque estamos muy cerca de acabar con tu imperio. – Escupió Alonso y Eros se rio con sorna. 

–Puede ser, pero mientras tanto seguirás chupándome los huevos porque en esta Península mando yo. – Respondió Eros mirándolo a los ojos y después se apartó de él para entrar en la prisión, llamando a uno de sus hombres para que se acercará a él y susurró. –¿Has traído lo que te pedí? – Preguntó mirando a uno de sus hombres de rabillo de ojo y lo vio asentir.

–Sí señor, un fiambre pelirrojo y bien fresquito como usted me lo ha encomendado. – Contestó y Eros esbozó una sonrisa mientras que las puertas de la prisión se abrían para dejarlo entrar.

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Capítulo 94:¡Nosotros!

Julia veía a Hugo al final del pasillo donde habían unas ventanas enormes desde donde podía ver la Torre Eiffel, y sintió un aprieto en su corazón solo de imaginar el dolor tan grande que estaba sintiendo en aquel momento. Julia caminó despacio hasta él y puso la mano sobre su hombro para llamar su atención. Entonces sintió un dolor pulsante en su corazón al ver aquellos hermosos ojos verdes que tanto amaba rojos y hinchados de tanto llorar y lo abrazo con fuerza.

Hugo enterró su rostro en el cuello de Julia mientras que las lágrimas salían sin parar negando con la cabeza, deseando despertar de aquella pesadilla.

–No seré capaz de seguir con mi vida si Felipe no sale bien de esto, no podría vivir sabiendo que mi hermano murió para salvarme. –Murmuró Hugo con la voz rota y Julia pudo sentir toda su angustia.

–Felipe es fuerte mi amor, verás que saldrá todo bien. – Intentó reconfortarlo Julia, pero en aquel momento lo único que sería capaz de calmar el corazón de Hugo era ver a su amigo bien.

El teléfono de Julia comenzó a sonar con insistencia, entonces ella se apartó un poco para mirarlo, pero Hugo se dio cuenta de quién la estaba llamando y pudo ver la preocupación en la mirada de Julia, que no sabía cómo contestar aquella llamada.

–Deberías contestar, ella estará muy preocupada, aunque ahora su preocupación por él no sirve de nada. –Aconsejó Hugo viendo que era Kelly, pero Julia no parecía tener el valor para contestar aquella llamada, entonces cuando el teléfono volvió a sonar Hugo lo quitó de la mano de Julia con brusquedad y contestó.

–Julia, ¿cómo están?, ¿qué es lo que ha pasado? – Preguntó Kelly nerviosa. – ¡Dime que están bien por favor!

–Nadie aquí está bien y no creo que volvamos a estarlo. – Contestó Hugo con un tono frío mientras que Julia intentaba quitarle el teléfono suplicando que tuviese un poco de tacto para contarle a Kelly lo que había pasado.

–¡¿Hugo?!– Se sorprendió Kelly al escuchar su voz y aquello solo aumentó su ansiedad. –Hugo, ¿Qué es lo que ha pasado, Julia está bien?

–Adela me ha disparado, pero Felipe se interpuso y el tiro le ha dado en la cabeza. – Contestó Hugo enojado porque en aquel momento nada le dolía más que saber que su mejor amigo estaba a punto de morir sin haber tenido la felicidad de conocer a Zoe y Kelly sintió todo el aire escaparse de sus pulmones.

–No Hugo, dime que eso no es cierto, dime que Felipe está bien. – Suplicó Kelly alterada.

–No Felipe no está bien, ahora mismo está luchando por su vida, pero todas las probabilidades están en su contra y lo peor es saber que está a punto de perder la vida sin haber conocido a su hija. – Escupió Hugo indignado y le entregó el teléfono a Julia con brusquedad, apartándose de ella.

–¿Kelly? – Preguntó Julia angustiada viendo como Hugo caminaba hasta Diego para abrazarlo. –¡¡¿Julia?!!–Exclamó Kelly y Julia sintió un nudo en la garganta al escuchar el terror en la voz de su amiga. –¡¡¡Julia por favor dime que Felipe está bien!!!–Suplicó Kelly desesperada. – ¡¡Julia por el amor de Dios!! Te lo suplico dime que no es cierto.

–No lo sabemos Kelly, lo están operando todavía no tenemos repuesta, pero estoy segura de que estarán haciendo lo imposible para salvarle la vida, siento mucho que tengas que enterarte de eso de esta forma. –Contestó Julia con tristeza y escuchó el llanto de su amiga al otro lado de la línea.

Kelly tenía el corazón en la boca, sentía un fuerte dolor en su pecho mientras que sujetaba aquel teléfono móvil con fuerza, se apoyó en la pared y se deslizó por ella hasta ponerse de rodillas en el suelo. Aurora corrió hasta ella al ver el estado en el que se encontraba su hija.

–¿Mi amor le ha pasado algo a Julia? –Preguntó Aurora angustiada porque habían estado acompañando la noticia de que Adela había aparecido armada en la ceremonia, pero no sabían si había logrado hacerles daño, ya que en aquel momento la organización del evento y Diego estaban haciendo lo imposible para mantener alejada a la prensa. – Kelly dime si mi niña está, ¿Julia está bien?

–Ha sido Felipe mamá. – Murmuró Kelly entre sollozos y Aurora se quedó boquiabierta mirándola. – Le han disparado a Felipe, a mi Felipe. – Susurró transmitiendo todo el dolor que estaba sintiendo en su voz y Aurora la envolvió en sus brazos mientras que Cristóbal y Laura se acercaban a ellas angustiados, porque ver a la chica en aquel estado era una imagen que les había partido el corazón.

Horas más tarde Julia vio a Abraham y Alonso entrar por la puerta del pasillo donde que daba a sala de espera donde ellos esperaban ansiosos por noticias de Felipe.

–¿Cómo está Felipe, Julia? – Preguntó Abraham mirándola a los ojos y la chica negó con la cabeza.

–No sabemos nada de Felipe, todavía no nos han dicho nada sobre su estado. –Murmuró Julia nerviosa y Abraham pasó las manos por los brazos de la chica para reconfortarla. – Ha sido un disparo en la cabeza, Abraham. No sé cómo sobrevivirá a eso. – Habló con preocupación y Abraham bajo la cabeza, porque sabía lo que significaba un disparo en la cabeza, entonces se giró y vio a Hugo sentado en la sala de espera con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza entre las manos. –Dime por favor que Adela está presa.

–Sé que no vale de nada decir esto ahora, pero Adela está encerrada. – Contestó Alonso con seriedad y Julia se giró para mirarlo.

–Pensaba que estaríamos protegidos, que la zona estaba asegurada Abraham, ¿Cómo Adela ha podido acercarse tanto sin que se dieran cuenta? – Preguntó Julia con ansiedad y Abraham bajó la cabeza sintiéndose culpable.

–Lo siento nena, pero Adela utilizó la credencial de una periodista francesa para pasar por la seguridad del evento, la chica era muy parecida a ella, así que no la reconocieron. – Contestó Abraham y Julia frunció el ceño mirándola.

–Pero ¿Cómo ha podido conseguir esa credencial Abraham? – Preguntó Julia con incomprensión, pero fue Alonso quién contestó.

–Esa periodista ha trabajado como corresponsal en España, pensamos que así fue como Adela la conoció, a la chica al encontraron encerrada en su departamento. – Contestó Alonso molesto pensando en cómo Adela fue capaz de burlarles. – Pensamos que Adela se enteró de la ceremonia y del homenaje que le harían a Hugo, porque la chica solicitó la credencial dos días antes del evento, bueno, Adela lo hizo haciéndose pasar por ella. – Explicó y Julia hizo una mueca de asco al prensar en la periodista.

–¿Cómo está Torres con todo esto? – Preguntó Abraham mirando a Hugo y Julia también se giró para verlo.

–Se siente culpable, está cada vez más…

Julia se interrumpió cuando vio a cinco hombres entrando por la enorme puerta del pasillo acompañando a Beatriz, a los cuatro más jóvenes ya los conocía, eran los hermanos Oliveira, pero al hombre de unos cincuenta años que entraba con ellos lo conocía apenas por las fotos que habían en la pared de la habitación de Abraham que se giró para seguir la mirada de la chica y frunció el ceño apartándose de ella.

–¿Dónde está mi sobrino? – Preguntó Rodrigo De Oliveira mirando a Abraham directamente a los ojos y Hugo se puso de pie para caminar hasta a Bea y la abrazó.

–No lo sabemos, todavía lo está operando. – Contestó Abraham intentando controlar el asco que sentía de ver la cara del cabeza de los Oliveira y Rodrigo lo miró con desprecio, pero sabía que aquel no era el lugar para discutir con el policía.

–Lo siento mucho Bea, lo hizo para protegerme, Felipe está aquí por mi culpa. – Murmuró Hugo y Bea agarró el rostro del futbolista entre sus manos para mirarlo.

–Mi hermano te quiere y sería capaz de hacer cualquier cosa por ti, Hugo. No te disculpes porque sé que tú serías capaz de hacer lo mismo por él y mucho más. – Contestó Beatriz entre lágrimas y Hugo la abrazó mientras que Eros solo se apoyaba en la pared observándolos sin decir nada, pero Hugo podía ver en sus ojos la ira que estaba sintiendo, porque sabía lo apegado que era a Felipe.

–Le proches de Felipe Herráez? – Preguntó un médico en francés entrando a la sala de espera, mirando a todos los que estaban allí presentes.

–¡Nosotros! – Contestó Rodrigo De Oliveira el tío de Felipe y todos se acercaron al médico.

–Oh discúlpeme. – Respondió el médico en español al ver que los familiares eran españoles. – ¿Usted es? – Preguntó él médico mirando a Rodrigo.

–Soy su tío, y ella es su hermana. – Contestó Rodrigo señalando a Beatriz que lloraba en los brazos de Dionisio, uno de los primos de Felipe. – ¿Cómo está mi sobrino doctor? – Preguntó Rodrigo con seriedad y el médico lo miró con recelo, ya que su tono era frío y no demostraba ninguna emoción en su rostro.

–Está estable, pero creo que deben acompañarme, necesito aclararles un par de cosas sobre el estado de su sobrino. – Habló el doctor y la familia Oliveira lo siguió, pero Eros se detuvo en la mitad del pasillo pensativo y después se giró para ver a Hugo que los miraba con preocupación por el estado de su amigo.

–Hugo, acompáñanos porque tú también eres parte de su familia. – Pidió Eros con un tono suave y Hugo se puso de pie rápidamente para seguirlo.

–Debo ser sincero con vosotros. – Empezó el doctor caminando delante de ellos hasta la Unidad de Cuidados Intensivos, donde estaba Felipe. –El estado del paciente es muy delicado, ya que proyectil sigue alojado en su cráneo. – Anunció y todos se pararon delante de una cristalera donde podían ver a Felipe inconsciente, conectado a varias máquinas con la cabeza entera vendada mientras que respiraba con la ayuda de una mascará de oxígeno.

 Beatriz se llevó las manos a la boca para ahogar un jadeo por la impresión de ver a su hermano en aquel estado y su primo Paris la abrazó para tranquilizarla. 

–Infelizmente no tenemos los recursos necesarios para sacar la bala en este hospital y por más increíble que suene, tampoco recomiendo que lo hagan en este momento, sería una operación muy delicada y por la posición de la bala podría costarle la vida intentar sacársela.

–¿Cómo así doctor, por qué? – Preguntó Eros con preocupación acercándose a él y el médico lo miró atentamente. 

–La bala se ha alojado en una zona muy sensible del cerebro, es impresionante que no haya afectado ninguna arteria importante, pero no podemos asegurar en el intento de extraerla eso no podría pasar, así que de momento recomiendo dejar la bala donde está. –Explicó el doctor y todos giraron la cabeza para ver a Felipe mientras que el médico preparaba las radiografías para enseñárselas y cuando las vieron se quedaron todos boquiabiertos.

–¡Dios mío mi hermano! – Murmuró Beatriz sorprendida y después volvió a girarse para ver a su hermano, después de ver n las radiografías aquella mancha blanca con forma de bala en el cerebro de Felipe.

 – De momento puedo afirmar que sobrevivirá, pero también puedo garantizar que pasará la mayor parte del tiempo con fuertes dolores de cabeza, aunque esto no es lo que realmente me preocupa. – Aseguró el médico acercándose a la cristalera para ver a Felipe.

–¿Entonces qué doctor, acaba de decir que mi sobrino sobrevivirá? – Preguntó Rodrigo alterado y el doctor bajó la cabeza pensativo, después continuó hablando. 

–Un ochenta por ciento de las personas que reciben un disparo en la cabeza mueren y la mayoría de los que sobreviven se quedan con secuelas, no les quiero ocultar nada así que deben estar preparados para lo que vendrá. – Explicó el doctor y Hugo lo miró con expectación, porque le daba miedo escuchar lo que estaba a punto de decir el médico. – El proyectil está alojado en la corteza visual del paciente, debemos esperar a que despierte para ver cuánto le ha afectado el disparo, pero lo más seguro es que Felipe Herráez haya perdido por completo la vista.

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Amor en juego

Capítulo 93: ¡¡HUGO!!

Hugo caminó hasta la pequeña Zoe que intentaba equilibrarse para caminar hasta él y la levantó en sus brazos dejando un beso sobre su cabecita.

–Sabes que Felipe no debe saber que ella existe, Hugo. – Murmuró Julia acercándose a ellos, porque sabía que Hugo lo había invitado para la ceremonia del Balón de Oro. – No sé como harás para tener a los dos en tu vida sin que Felipe se entere de la existencia de su hija.

–Encontraré la manera de hacerlo, aunque jamás estaré de acuerdo con eso. Felipe es su padre y tiene derecho a conocerla, nada le haría más feliz que tener a esa princesa en su vida. – Replicó Hugo apartando unos de los mechones de Zoe de su rostro. – Casi morí pensando que mi hijo no existía y ahora entiendo porque Felipe tomó aquella horrible decisión de acabar con su propia vida. Un padre no debería estar lejos de su hijo, no es justo.

–Y una madre tiene derecho y la obligación natural de proteger a sus hijos, ante todo, independiente de sus propios sentimientos. – Afirmó María Eugenia mirándolo y Hugo se giró con Zoe en sus brazos para verla. – Yo dejé ir a mi hija para que ella fuera feliz, porque por más que quieras proteger a tus hijos existen cosas que nos superan, de las que ni tú mismo podrás protegerte, entonces si Kelly tiene miedo por Zoe, debemos entenderla y apoyarla.

–Lo sé, pero también deben entender que Felipe siempre ha sido parte de mi vida y sé todo el daño que nos hizo, pero…

–Pero le quieres Hugo y ese amor que sientes por él es lo que te hace perdonarlo, te entiendo perfectamente. –Suspiró Julia acercándose a él acariciando su espalda. –Pero debemos respetar la decisión de Kelly, Felipe no debe saber la verdad hasta que ella lo decida.

– Respetaré el pedido de Kelly, pero también quiero tener a Felipe en mi vida, espero que lo entiendas bebé. –Habló Hugo mirando a Julia directamente a los ojos y ella asintió.

–¿Abraham os ha dado alguna noticia sobre Adela? – Preguntó Diego con preocupación y Hugo se sentó a su lado con Zoe en sus brazos.

–Todavía nada papá, dice que lo más seguro es que se haya escapado antes del juicio y que hasta alturas ya esté muy lejos de aquí. – Contestó Hugo y Julia puso la mano sobre su hombro. – Pero Abraham me ha garantizado que estamos seguros. – Afirmó y Diego asintió pensativo.

–De todas las formas hablaré con la organización de la ceremonia, me sentiré más tranquilo si refuerzan la seguridad del lugar. – Habló Diego con preocupación.

–No creo que sea para tanto papá, ¿qué podría hacer una niña de papá como Adela Valverde? – Preguntó Hugo mientras que le daba a Zoe una muñeca.

–Una niña de papá nada, pero una mujer que no tiene nada más que perder en su vida, puede ser capaz de hacer cualquier cosa con tal de hacer el mayor daño posible. – Afirmó María Eugenia preocupando a los demás, sobre todo Hugo que después de todo lo que le había contado su madre, sabía muy en el fondo que María Eugenia tenía razón, aunque no quería permitir que el miedo lo dominase.

–Tal vez debería rechazar la oferta, para evitar correr riesgos. – Murmuró Hugo ansioso y Julia apretó su hombro llamando su atención, entonces él levantó la cabeza para mirarla.

-Lo que harán para ti es algo único Hugo, no puedes perder ese homenaje y menos por esa mujer que tanto deseaba verte destruido y que no ha podido llegar a su objetivo. – Habló Julia con firmeza. – No vamos a permitir que Adela nos quite la paz que tanto luchamos para tener, ahora nos toca ser felices y ni ella, ni nadie nos va a quitar eso. – Afirmó y Hugo agarró su mano para dejarle un beso.

–Tienes razón bebé, tendremos cuidado, pero no permitiremos que esa loca nos quite la paz. – Contestó Hugo con vehemencia. Hablar era fácil, porque Hugo de verdad quería creer que podrían estar tranquilos el día de la ceremonia, pero en fondo algo le decía que no sería así.

Hugo estaba sentado en el asiento trasero de la limosina días más tarde, en la entrada del Teatro de Paris viendo como varias personas rodeaban el coche gritando por él.

Habían pasado varios días desde que Adela había desaparecido y Abraham había movido búsquedas en toda la península Ibérica y después en Francia, pero no habían encontrado nada, la periodista había desaparecido.

Julia agarraba a Hugo de la mano y Felipe estaba sentado justamente delante de ellos al lado de Diego. La chica podía notar que algo no iba bien con él, todos dentro de aquella limosina podían sentir el nerviosismo de Hugo.

–¿Te encuentras bien cariño? –Preguntó Julia mirando a Hugo con preocupación, porque podía sentir el sudor frío de su mano, pero él forzó una sonrisa intentando tranquilizarla.

–No se encuentra bien, recuerdo la primera vez que asistió a esa ceremonia y vomitó todo el suelo de la limosina antes de entrar. – Contestó Felipe sonriendo mientras que recordaba aquel episodio.

–Por suerte sabías lo que podría pasar y mandaste preparar otro esmoquin para mi hijo, antes de que dejáramos el hotel. – Recordó Diego y Hugo sonrió con timidez. – No es la primera que lo haces hijo, además, esta noche eres el invitado de honor y estás acompañado de la mujer de tu vida. – Habló para intentar reconfortar a su hijo, pero era justamente ese hecho que llenaba el corazón de Hugo de ansiedad, porque no solamente él estaría expuesto, sino que también tres de las personas que más amaba.

–Lo sé papá, pero siento un frío en el estómago que no soy capaz de explicar. –Murmuró Hugo con angustia y Julia se llevó una mano a su rostro para girarlo y así mirarlo a los ojos.

–Mi amor todo estará bien, no tienes de que preocuparte. –Habló Julia para reconfortarlo. –Abraham estará ahí afuera, en alguna parte vigilando.

–¿Y mi hijo? – Preguntó Hugo pensando que tal vez Adela no se atreviera a atacarlo en público, pero podría aprovechar la situación para llegar a Iker.

–Está en la mansión de Lugo con Tristán, puedes estar tranquilo amor que todo estará bien. –Aseguró Julia y entonces Hugo decidió bajarse de la limosina.

Hugo iba vestido con un esmoquin negro con una pajarita de un color muy similar al vino a juego con el vestido de Julia, que estaba hermosa esa noche. El flash de las cámaras era casi cegador, los guardaespaldas protegían a la pareja que había acaparado toda la atención de los periodistas y fotógrafos.

Julia se había convertido para todos en una versión más actual de la cenicienta, la inmigrante que había robado el corazón de uno de los hombres más atractivos de planeta, que desapareció un día sin dejar rastro dejando a Hugo solo y regresó casi dos años más tarde como parte de la nobleza española y que en aquel momento estaba agarrada de la mano de Hugo Torres vestida como si fuera una reina. Era la historia de amor que todos querían escuchar. El futbolista y la futura duquesa se habían convertido en la pareja del año y aquella sería su primera aparición en público.

Hugo había sido invitado para anunciar el ganador del Balón de Oro y estaba muy orgulloso de poder entregarlo a Henri que era uno de sus mejores amigos, aunque no se esperaba encontrar a su amigo tan demacrado en uno de los días más importantes de su vida, pero algo le decía que se debía al hecho de que su matrimonio con Camille había terminado y Henri no estaba lidiando bien con la situación, al parecer se había dado cuenta de que Camille siempre había sido el amor de su vida, pero que por sus actitudes había destruido el amor tan bonito que algún día ella había llegado a sentir por él.

En un momento de la celebración comenzó el homenaje que habían preparado para Hugo, que no fue capaz de contenerse las lágrimas cuando vio las fotos de sus primeros partidos de fútbol, siendo todavía un niño con Felipe a su lado. Entonces en ese momento Felipe se puso a su lado y pasó su brazo por encima del hombro de Hugo para abrazarlo.

Cada una de aquellas imágenes era la prueba de años de amistad, complicidad y hermandad que habían vivido los dos amigos a lo largo de sus vidas. Escucharon el testimonio de entrenadores, otros jugadores de fútbol, preparadores físicos, periodistas y presidentes de algunos clubes que habían tenido la suerte de tener a Hugo, pero las últimas imágenes llenaron su corazón de felicidad y Hugo se llevó una mano a la boca sorprendido.

Julia salía en el video con Iker sentado en su regazo, el niño llevaba puesta la camiseta del Real Madrid que era de Hugo, entonces él se giró para darle un beso a su mujer delante de todos con lágrimas en sus ojos, dándole las gracias por forma parte de aquel homenaje. En el video Julia le entregaba un balón de fútbol a Iker que al verlo comenzó a decir PAPA, ya que al parecer su pequeño también vinculaba el balón a la imagen de su padre.

La ceremonia había sido maravillosa con varios momentos emotivos, pero si antes los periodistas estaban locos por una entrevista, después de ver la imagen del primer hijo de la pareja en la pantalla, cuando salieron del teatro toda la prensa estaba desesperada por una exclusiva.

Hugo intentaba atender a todos en la entrada, dando autógrafos y posando para las fotos con Julia, Felipe y su padre. Hugo también anunció que Felipe volvería a ser su representante, ya que juntos formaban un gran equipo.

Julia se apartó unos instantes para conceder unas palabras a una periodista que era amiga de su abuela y aprovechó el momento para levantar la cabeza para mirar por encima de la multitud buscando a Abraham y lo vio saludarla desde lejos, después con la mano señaló a Alonso que estaba al otro lado de la entrada del lugar, para que la chica supiera que tenían todo bajo control o eso se pensaban. Julia respiró con tranquilidad al verlo y paseó la mirada por los periodistas, que estaban haciendo cola para entrevista a Hugo, cuando la visión de unos mechones rojos que sobresalían de un pañuelo negro que rodeaba la cabeza de aquella mujer que los miraba con tanto odio, robo su atención.

El pánico se apoderó de Julia cuando Adela se dio cuenta de que ella la había reconocido, entonces Julia no pensó dos veces.

–¡¡HUGOO!!–Gritó Julia apartándose de la periodista con la que estaba hablando, corriendo hacia Hugo desesperada, porque algo en su corazón le gritaba que Adela estaba allí para hacerle daño y Julia no pensaba permitírselo.

Su grito llamó la atención de los tres hombres que se sobresaltaron al escuchar el pánico en su voz y el sonido del primer disparo fue la peor de los presagios, pero cuando sonó el segundo Hugo no tuvo tiempo a reaccionar, solo pudo sentir como el peso de alguien caía sobre él mientras que el terror dominaba todo el lugar.

 Las personas gritaban aterrorizadas y Hugo estaba aturdido sin saber que hacer sintiendo aquel cuerpo que había caído sobre el suyo, aquella persona que se había interpuesto entre él y el odio de Adela Valverde, dando su vida para protegerlo.

Hugo intentó levantarse con el cuerpo inerte de Felipe sobre el suyo y Julia llegó junto a ellos para ayudarlos. Cuando Hugo se sentó en el suelo con Felipe entre sus brazos Julia y él comenzaron a gritar pidiendo socorro y que llamarán una ambulancia, entonces Julia pudo ver como Alonso agarraba a Adela que se reía como una desquiciada segura de que había disparado a Hugo.

 Si Hugo Torres ya estaba consumido por la desesperación cuando sintió la sangre que brotaba de la cabeza de Felipe sintió su alma abandonar su cuerpo, seguro de que estaba perdiendo a su mejor amigo.

–¡¡NO, NO DIOS NO…POR FAVOR NO ME DEJES ¡¡ NO TE PUEDES MORIR ASÍ!! – Gritaba Hugo desesperado mientras que sus manos se manchaban con la sangre de una de las personas que más amaba en su vida. – ¡POR FAVOR NO ME HAGAS ESTO…NO, NO, NO…OH DIOS NO, ¡QUEDÁTE CONMIGO!

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Amor en juego

Capítulo 92: Cumpliste con tu palabra.

Kelly estaba sentada en el suelo, delante de su cama observando como su teléfono móvil no dejaba de sonar. Sabía que era Felipe, pero no tenía el valor para contestar, no en aquel momento.

–¿Has decidido no ir la cena? – Preguntó Aurora entrando a la habitación de su hija con una taza de té en la mano.

–No puedo verlo ahora mamá y tampoco soy capaz de hablarle. – Contestó Kelly aguatándose las ganas de llorar, que se hacían cada vez más fuertes cada vez que el teléfono sonaba. – No sé qué hacer, ahora no se trata solamente de Felipe.

–Se trata de que nuestra niña sería parte de esa familia y eso conlleva heredar tanto lo malo como lo bueno de los Oliveira y tienes miedo. – Habló Aurora removiendo el té con una pequeña cuchara. – ¿Crees en las cosas que te ha dicho Pilar sobre Felipe?

–No estoy segura mamá, porque Pilar buscaba a Felipe constantemente cuando era su secretaria y habló conmigo diversas veces y posiblemente no lo recuerde, así que esa parte de la historia que solo quería llevarse bien con él por su marido no me cuadra, pero lo que sí sé es que tienes razón en algo. No es lo mismo la relación entre hombre y mujer que la relación de padre e hija, también entiendo que Felipe tiene derecho a conocer a Zoe. –Murmuró Kelly antes de tomar el té que su madre le había entregado. – Pero no sé hasta qué punto estoy dispuesta a arriesgar la vida de mi hija.

–Decidas lo que decidas estaré aquí para apoyarte, pero si decides mantenerlo alejado de Zoe debes enfrentarlo mi vida, si no lo haces Felipe jamás dejará de insistir y también debes saber que, si seguimos en España más tarde o más temprano él la encontrará, así que debes tomar una decisión hija. – Habló Aurora y Kelly miró la taza de té que tenía en la mano, intentando decidir qué hacer.

Felipe estaba delante del restaurante con un ramo de flores y elegantemente vestido, dando vueltas de un lado a otro, con el teléfono pegado a su oído llamando a Kelly. Había pasado más de una hora desde que había llegado a la entrada del Ramón Freixa, para esperar por ella con el corazón saltando en su pecho por la felicidad, pero después de una hora ese mismo corazón subió a su garganta preguntándose que había pasado, porque no había llegado.

Felipe decidió marca el teléfono de Kelly una vez más con la esperanza de que ella lo contestará, pero cuando finalmente lo hizo, deseó que no lo hubiese hecho.

–Kelly, ¿Ha pasado algo? – Preguntó Felipe nervioso cuando Kelly contestó la llamada. – Llevo más de una hora esperándote…

–No iré a la cita Felipe. – Murmuró Kelly con la voz rota.

–Pero ¿por qué mi amor? ¿Ha pasado algo malo? – Preguntó Felipe angustiado apretando con fuerza el ramo de flores que tenía en la mano y Kelly se tragó sus ganas de llorar al escucharlo tan nervioso.

–No quiero volver a verte Felipe, tú no estás bien, no eres una persona normal y no quiero volver a arriesgarme contigo.

–Kelly, por favor no me digas eso, sabes que puedo cambiar por ti, solo dame otra oportunidad, una más. – Pidió Felipe mordiéndose lo labios sintiendo como toda su esperanza se desvanecía. – Por favor, déjame demostrarte que puedo ser una mejor persona por ti.

–Yo necesito ser feliz y personas como tú no son capaces de ser feliz al lado de nadie. – Habló Kelly con firmeza porque necesitaba poner un final a su historia. – Lo mejor que puedes hacer por ti mismo es buscar ayuda, porque si sigues así jamás encontrarás la felicidad.

–Tú eres mi felicidad. – Replicó Felipe llorando y Kelly se llevó una mano a la boca para ahogar un sollozo apartando el teléfono, después se llevó la mano al pecho intentando controlar sus emociones y contestó.

–Pero tú no eres la mía, así que si de verdad me has amado alguna vez te pido que por favor no me vuelvas a buscar. – Pidió Kelly y Felipe apretó el teléfono con fuerza acercándolo a su boca para controlar el enorme deseo que tenía de gritar por el dolor tan grande que estaba sintiendo.

–¿Qué voy a hacer sin ti, Kelly? – Preguntó Felipe con un nudo en la garganta y Kelly comenzó a llorar sin que él pudiera escucharla.

–Encontrar la forma de curarte, porque no debes echar la responsabilidad de sacarte de ese agujero oscuro en el que estás, a otra persona, debes encontrar tú solo la salida. – Contestó Kelly con vehemencia y Felipe sonrió con amargura mirando el ramo de flores que tenía en la mano.

–Cumpliste con tu palabra, me dijiste que me arrepentiría por la mala decisión que había tomado cuando no creí en ti y tenías razón, porque ese arrepentimiento me está matando. – Confesó Felipe y después colgó la llamada, porque no sería capaz de soportar más rechazo de la mujer que amaba.

Felipe tiró el ramo de flores al suelo y después miró al cielo llevándose las manos a la cabeza con impotencia y comenzó a llorar desconsoladamente.

Horas más tarde Bea estaba acostada en su cama intentando dormir, cuando escuchó el telefonillo sonar y su marido se levantó rápidamente asustado, porque quien fuese el que estaba tocando parecía tener la intención de romper el telefonillo.

Juan Miguel bajó las escaleras con rapidez mientras que Bea lo seguía de cerca asustada, viendo como su marido se acercaba al telefonillo para mirar por la cámara quien estaría tocando aquellas horas de la noche, pero antes de que lo llegará a tocar Bea pegó un grito que asustó a su marido al escuchar un trueno, porque aquella noche llovía a cántaros.

–¡¡Dios mío cariño me vas a matar un día de estos!!– Exclamó Juan Miguel girando los ojos y Bea se llevó las manos a la boca a penada y después él se giró para mirar por la cámara.

–¿Quién es Juanmi? – Preguntó Bea con miedo.

–Es Lipe, cariño. – Contestó Juan Miguel abriendo la puerta y Bea lo miró extrañada. –¿Qué estará haciendo tu hermano aquí a estas horas? – Preguntó intrigado y Bea se encogió de hombros porque no tenía ni idea.

Cuando Bea vio el estado de su hermano mayor sintió su corazón encogerse, porque parecía estar tan desamparado como hacía tanto tiempo no lo veía, entonces corrió para abrazarlo.

–¿Lipe que ha pasado? – Preguntó Bea con preocupación mientras que Juan Miguel veía toda la escena sin saber que hacer, hasta que Bea le hizo una señal con la mano para que los dejará solos. –Mi vida, ¿qué es lo que te ha pasado, tienes que decirme? ¿Por qué estás aquí Lipe? – Preguntó sin poder disimular lo angustiada que estaba, agarrando el rostro de su hermano entre sus manos para mirarlo.

–No quiero estar solo está noche, no puedo estar solo ahora Bea. – Murmuró Felipe desconsolado y Bea lo abrazó sin saber que decirle.

Media hora más tarde Bea estaba sentada en el sillón de su salón mientras que Felipe estaba arrodillado en el suelo con la cabeza sobre el regazo de su hermana, que acariciaba sus cabellos mientras que él le contaba todo lo que le había pasado con Kelly.

–Sé que es difícil Lipe, pero es hora de seguir adelante. – Murmuró Bea y Felipe levantó la cabeza con brusquedad para mirarla.

–¿Como quieres que siga adelante sin ella? – Preguntó Felipe limpiándose las lágrimas. – Kelly es el amor de mi vida, Bea.

–Un amor que no te hace bien hermanito y que no quiere estar a tu lado. – Contestó su hermana intentando hacerlo recapacitar. – Además mi vida, si volvieras con ella ahora, ¿quién te asegura que no le harías daño otra vez? – Preguntó y Felipe negó con la cabeza.

–¡No Bea, yo jamás volvería a hacerla daño! – Replicó Felipe con vehemencia y Bea acarició su rostro.

–Creo que eso mismo te dijiste la última vez, según lo que me acabas de contar hermano. – Habló Bea y Felipe bajó la cabeza avergonzado, porque tenía razón. – Debes seguir adelante por ti y dejar atrás de una buena vez el pasado, eso incluye a Kelly.

–No puedo Bea, no soy capaz de vivir sin ella. – Murmuró con la voz rota y Bea lo miró a los ojos.

–Pues ella sí es capaz de vivir sin ti, ahí tienes un motivo para dejarla ir si eso es lo que ella quiere. – Habló Bea con determinación mientras que su hermano la miraba sin saber que contestar. – Y si crees que no puedes vivir sin ella, entonces encontremos ayuda para que entiendas que sí puedes hacerlo y buscaremos la forma de curarte, para dejar no solamente a Kelly atrás, sino que también a papá y a la zorra de Pilar.

–Pero, Eros me dijo…

–¡¿Eros?!– Preguntó Bea incrédula. – ¿Nuestro primo que tiene prácticamente un pie en el manicomio te estuvo dando consejos y tú le hiciste caso? – Preguntó molesta y Felipe bajó la cabeza como si fuera un niño siendo regañado por su madre. – Vas a buscar ayuda profesional y así es como encontrarás el camino de la felicidad por tu propia cuenta, sin la necesidad de que alguien te guie. – Habló con autoridad y Felipe sonrió con tristeza.

–Serás una buena mamá algún día, se te da muy bien regañar. – Murmuró Felipe y Bea bajó la cabeza con tristeza, entonces Felipe levantó su rostro con la mano para mirarla. – ¿Qué pasa Bea?

–Me he operado Lipe, no quiero tener hijos. – Confesó Bea y Felipe la miró sorprendido.

–Pero Bea, ¿por qué hiciste eso? – Preguntó Felipe con incomprensión sin poder creer lo que estaba escuchando. – ¿Juanmi lo sabe?

–Lo hice porque he vivido todos estos años asustada Lipe y sabes muy bien el porqué. – Contestó y Felipe asintió porque entendía las razones de su hermana. – No quiero traer un hijo al mundo para subirlo al coche cada mañana para llevarlo al cole y antes tener que mirar debajo para estar segura de que no nos hayan puesto una bomba o tener que criarlo como a las mellizas, alejadas de todo para no ver nuestra realidad y Juanmi me apoya en eso, porque cuando se casó conmigo aceptó vivir en ese mundo, pero tampoco está dispuesto a incluir a un inocente en él.

–Puede que suene egoísta, pero yo daría lo que fuera por haber tenido a uno de mis hijos, sin importarme con nuestra familia. – Habló Felipe mirándose las manos como si estuviera buscando algo en ellas.

–Tú eres un Oliveira de pura sangre hermanito, yo no. No soy capaz de acostumbrarme a esto y por eso apoyé a Adriana.

–Lo que hiciste fue muy peligroso Bea, podrías haber terminado igual que Adriana o peor. – La regañó Felipe y Bea apartó la mirada de él.

–Ella solo busca nuestra libertad, y si algún día lo hace, siempre me queda la opción de adoptar. – Habló sonriendo con satisfacción y Felipe se sentó a su lado en el sillón para abrazarla.

–Eres lo mejor que tengo en esta vida pequeña. – Murmuró Felipe y de repente su teléfono móvil comenzó a sonar, llamando la atención de los dos.

–Creo que existe alguien más en ese puesto de ser “lo mejor de tu vida”. – Susurró Bea al ver quien era y Felipe miró la pantalla extrañado, pero no tardó en contestar.

–¿Hugo, va todo bien? – Preguntó Felipe preocupado poniéndose de pie.

–Sí, sí Lipe va todo bien. – Contestó Hugo y Felipe sintió su corazón más leve al escuchar como Hugo le decía “Lipe”– Solo te llamaba para darte una noticia y hacerte una invitación.

–¡Sí claro, dime que es tan importante! – Contestó Felipe al escuchar el entusiasmo de Hugo mientras que miraba a Bea que se acercaba a él para intentar escuchar la conversación.

–¡En la ceremonia de la revista France Football este año me harán un homenaje! – Anunció Hugo y los dos hermanos se miraron sonriendo, felices por él.

–¡Dios hermano eso es increíble, te lo mereces Hugo! – Contestó Felipe con orgulloso de su amigo.

–Lipe, me gustaría tenerte a mi lado ese día.

–Hermano no sé si es una buena idea, después de todo lo que ha pasado…

–No importa lo que ha pasado Lipe, lo que me importa ahora mismo es toda una vida que hemos vivido juntos. – Afirmó Hugo interrumpiéndolo y Felipe se mordió los labios emocionados. –Una vez me dijiste que mis victorias eran las tuyas hermano y así es, siempre ha sido así y quiero que continue siendo. Tú también eres parte de mi éxito Lipe y no podría recibir ese homenaje sin mi hermano a mi lado. – Confesó Hugo dispuesto a dejar todo lo malo atrás y Felipe se llevó una mano a la boca para aguantar aquella felicidad que le estaba dando la vida de volver a recuperar a su mejor amigo.

–Pues allí estaré para apoyarte hermano, como siempre he estado y como siempre estaré.

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Capítulo 91: ¿Una mujer?

Kelly estaba en el despacho dejando su teléfono móvil a un lado para abrir su portátil y volver al trabajo, porque había pasado casi una hora hablando con Julia por videollamada y se había retrasado mucho en todo lo que tenía planeado para hacer aquel día antes de ir a cenar con Felipe. Entonces de repente Laura tocó la puerta y Kelly le dio permiso para que pasará.

–Dime Laura, justo me pillas volviendo al trabajo. – Contestó Kelly mirándola con una sonrisa y Laura entró al despacho. 

–Kelly, hay una señora en el salón que ha venido a verte. – Anunció el ama de llaves y Kelly la miró extrañada, porque no esperaba recibir la visita de nadie. 

–¿Una mujer? –Preguntó Kelly intrigada. –¿Te dijo cómo se llama?

–Sí, dice que se llama Pilar Herráez – Contestó Laura y Kelly se puso de pie rápidamente sorprendida, porque lo último que esperaba era recibir la visita de la mujer que había destrozado la vida de Felipe.

Kelly salió del despacho preguntándose que estaría haciendo Pilar en la mansión de la duquesa y pensaba echarla a patadas de allí, pero cuando entró al salón se encontró con una mujer que parecía ser el retracto vivo de la tristeza.

–Hola Kelly, creo que no nos conocemos como es debido, me llamo…

–Sé quien eres Pilar y solo quiero saber qué estás haciendo aquí, ¿para qué me estás buscando? – Preguntó Kelly con firmeza y Pilar bajó la cabeza intentando dar la imagen de una mujer indefensa.

–Solo he venido aquí porque te vi aquel día con Felipe y no he podido dejar de pensar en ti y de preocuparme por lo que podría pasarte. – Murmuró Pilar con la voz entrecortada y Kelly la miró incrédula.

–¿Tú te has preocupado por mí? – Preguntó Kelly mirándola fijamente y Pilar asintió. – ¿Por qué una mujer como tú se interesaría por mi bienestar?, tú no me conoces de nada Pilar y que yo sepa personas como tú solo se preocupan por sí mismas.

–Me imagino la mala imagen que te habrá dado Felipe de mí. – Contestó Pilar sentándose en el sofá, tapándose los ojos como si estuviera avergonzada. 

–¡La mala imagen que te has dado tú sola, por acostarte con un hombre casado y con su hijo! – Escupió Kelly asqueada recordando todo lo que le había contado Felipe.

–Yo no me acosté con Felipe, así no fue como sucedieron las cosas y mi relación con Amancio solo empezó después de su divorcio. – Contestó Pilar mirándola a los ojos. –Pero me imagino que eso no ha sido lo que te ha contado Felipe.

–¡¡Le arruinaste la vida!!– Exclamó Kelly molesta de ver como la mujer intentaba hacerse la víctima. – Todo lo que le ha pasado a Felipe ha sido exclusivamente por tu culpa, por el daño que le hiciste.

¡Él me lo hizo a mí y Amancio fue quien me salvó del pozo de desesperación en el que me echó su hijo, por su obsesión! – Afirmó Pilar poniéndose de pie y Kelly frunció el ceño.

–¿No estarás intentando convencerme de que es cierto que Felipe te ha violado? – Preguntó Kelly con sarcasmo, pero la expresión de su rostro cambió cuando Pilar se llevó una mano a la boca para ahogar un sollozo.

–Mi mayor pecado fue enamorarme de Amancio, pero sabía que era un hombre casado y que tenía su familia, entonces me limité a quererlo en secreto y quise a sus hijos como si fueran míos. – Comenzó a hablar Pilar sentándose otra vez en el sofá que estaba detrás de ella mientras que Kelly la observaba detenidamente. – Felipe parecía un buen chico y yo me encariñé con él, al igual que con Bea, pero Felipe mal interpretó.

–No intentes engañarme Pilar. – Le advirtió Kelly indignada. 

–No tengo porque hacerlo niña, sí conoces bien a Felipe ya habrás conocido también su verdadera cara. – Contestó Pilar limpiándose las lágrimas, recordando lo que había escuchado en el baño del club. – Felipe se obsesionó conmigo y cuando se dio cuenta de que estaba enamorada de Amancio perdió la cabeza. Yo al principio intenté hacerlo recapacitar, porque cuando lo conocí me había transmitido la sensación de ser un buen chico de corazón noble, dispuesto a ayudar a cualquiera que lo necesitará, pero me equivoqué. – Murmuró y Kelly bajó la cabeza pensativa, recordando que ella había pensado lo mismo cuando lo conoció en aquella discoteca cuando la salvó de ser violada y la mirada perdida de la chica incentivó a Pilar a continuar, sabiendo que se estaba acercando a su objetivo. – Felipe en un momento de rabia entró a mi habitación y me violó, fue el peor día de mi vida o eso fue lo que pensé, porque meses después descubrí que estaba embarazada. 

–¡Eso no puede ser cierto, estás intentando engañarme como lo hiciste con su familia! – Replicó Kelly con rabia y Pilar negó con vehemencia.

–No cariño, solo estoy aquí para advertirte de quién es Felipe, y que si fue capaz de hacerme eso puede que contigo no sea diferente. Vi en sus ojos aquella mañana que tú eres su nueva obsesión y si no has sufrido en sus manos todavía, te aseguro que en algún momento sufrirás. – Habló Pilar con un tono suave.

Entonces Kelly recordó aquella vez en la que Felipe había intentado violarla y negó con la cabeza aguantándose las lágrimas, porque era cierto, ella lo había vivido en su propia piel con ella no había sido diferente, pero quería creer que todo lo que había pasado era culpa de Pilar.

–Felipe es bueno, tú le hiciste daño y por eso tiene esos momentos en los que pierde la cabeza, si él no está bien es por tu culpa. –Habló Kelly mirándola con indignación y Pilar negó con la cabeza. 

–No niña, Felipe siempre ha sido así, es tan malo y cruel como su madre, Lorena De Oliveira. – Aseguró Pilar y respiró profundamente antes de continuar. – Por eso Amancio abandonó a su esposa y intentó por todos los medios salvar a Felipe de su influencia. 

–No lo entiendo, ¿qué tiene que ver su madre con las cosas que hace Felipe? – Preguntó Kelly intrigada intentado entender lo que le estaba contando Pilar.

Amancio se casó con Lorena obligado por su hermano, Rodrigo. Lorena se obsesionó con él y lo quería para ella, entonces convenció a su hermano a amenazar la familia de Amancio para casarse con él. – Explicó Pilar apenada. – Infelizmente esa familia tiene una sangre mala que destruye todo lo que toca. Amancio me contó que Lorena y Rodrigo mataron al padre de ambos en un incendio, esa mujer es una verdadera psicópata e infelizmente Felipe es como ella, lo lleva en sus genes.

–¡MENTIRA! – Exclamó Kelly indignada. –¡¡Estás mintiendo!!Te escuché hablar con Felipe aquella mañana, hasta le llamaste “cariño”, si todo lo que estás diciendo es cierto, entonces porque lo buscabas, intentabas acercarte a él. – Escupió Kelly con rabia y Pilar bajó la cabeza.

–Amancio me pidió que lleváramos la fiesta en paz con sus hijos, por mi seguridad, entonces me he dedicado a intentar hacer las paces con Felipe por mi marido. – Contestó Pilar dándose la vuelta para no verla fingiendo estar llorando, pero en realidad sonreía con malicia, después volvió a girarse. – Infelizmente tuve que hacer de las tripas corazón para que pudiéramos estar a salvo Amancio y yo, estoy obligada a convivir con el hombre que me marcó de por vida, porque Felipe no solamente me violó, sino que por su culpa perdí la oportunidad de algún día ser madre. El aborto que tuve que hacer salió mal y perdí el útero. Como podrás entender Kelly, Felipe me lo ha quitado todo. – Murmuró con los ojos cristalizados para dar más pena, pero en verdad era cierto, por eso le desesperaba tanto la idea de perder el dinero de su marido, porque no había podido tener un hijo para asegurarse una parte de la herencia de los Herráez. – No permitas que te lo quite a ti también, aléjate de él mientras puedas, porque una vez que entres en su infierno ya no podrás volver a salir. – La advirtió y utilizó su última carta para convencer a la chica. –Si eres no capaz de creerme, sé que hay alguien que vive en esta casa que sí te sacará de dudas.

–¿De quién estás hablando? – Preguntó Kelly con incomprensión.

–El hijo de la duquesa, Abraham Guerrero, en el encontrarás todas las respuestas que necesitas saber sobre Felipe y su familia. –Contestó Pilar y después agarró su cartera para marcharse. – No permitas que te destruya, como lo hizo conmigo Kelly porque te puedo asegurar que tú no serás la única que sufrirá en sus manos, piensa en tu familia también. – Avisó sin dar a entender que sabía sobre la existencia de Zoe y después abandonó la mansión, dejando a Kelly con el corazón en la mano.

Kelly se llevó las manos a la cabeza sin saber que hacer. Ella había decidido contar toda la verdad a Felipe sobre Zoe, pero después de lo que había escuchado su corazón se llenó de ansiedad. Kelly no quería cometer el error de creer en Pilar como lo había hecho la familia de Felipe, pero sabía que podía confiar en Abraham, entonces se fue directo a la cocina donde se imaginaba que estaría Cristóbal con Laura.

–Cris, ¿sabes dónde está Abraham? – Preguntó Kelly nerviosa entrando a la cocina y Cristóbal que estaba sentado en la isla hablando con la cocinera se giró para mirarla. 

–Abraham sigue en la comisaría del centro señorita, no ha regresado a casa desde que empezaron la búsqueda de la periodista, justo ahora estábamos terminando de preparar la comida para llevarle, ya sabes como es el señor con su dieta. – Contestó Cristóbal y Kelly se acercó a la isla.

–¿Ya lo tenéis todo preparado? – Preguntó mirando una bolsa con tuppers que había sobre la isla y Cristóbal asintió. – Bien Cris, la llevaré yo.

Pero señorita…

–No te preocupes Cristóbal, necesito ver a Abraham así de que paso puedo llevarle la comida. – Habló Kelly interrumpiendo a Cristóbal mientras que agarraba la bolsa con la comida para Abraham. 

Kelly se subió a uno de los coches para ir directo a la comisaría del centro y mientras conducía las palabras de Pilar se repetían una y otra vez en su cabeza. Kelly no podía asegurar que la madrastra de Felipe estuviera mintiendo, ya que muchas de las cosas que había contado Pilar sobre el padre de su hija, ella misma las había vivido con Felipe.

Cuando Kelly llegó a la comisaría preguntó directamente por Abraham y rápidamente un policía la acompañó hasta una oficina donde Abraham se encontraba de pie mirando un mapa abierto, sobre una enorme mesa con Alonso y Tristán, pero cuando él policía la vio se giró con brusquedad para mirarla.

–Nena, ¿qué estás haciendo aquí? – Preguntó Abraham extrañado acercándose a ella y dejó un beso en su cabeza.

–Necesito hablar contigo, quiero saber lo que todo sabes sobre Lorena De Oliveira. –Contestó Kelly con ansiedad y Abraham la agarró para llevarla al pasillo, pero Tristán había alcanzado a escucharla.

–¿Por qué quieres saber de la madre de Felipe Herráez, tienes algún problema con él? – Preguntó Abraham intrigado y Kelly bajó la cabeza pensativa y después levantó la mirada para verlo con determinación, porque necesitaba escuchar la verdad para decidir que hacer con su vida y la de su hija.

–¿Es cierto que Lorena mató a su padre? –Preguntó Kelly y Abraham al principio se sorprendió por la pregunta, pero después suspiró y contestó. 

–En verdad nunca se ha demostrado nada, pero todos saben que fue lo que pasó. Aureliano De Oliveira murió en un incendio provocado por sus hijos, Lorena y Rodrigo que en esa época tenían entre doce y quince años. – Respondió y Kelly se llevó las manos a la boca asombrada. – Cuando llegaron a la casa todo se estaba quemando, pero los dos hermanos estaban sentados delante, observando el incendio como si fuera un espectáculo, no les pasó nada porque tuvieron a una persona que se ha encargado de protegerlos.

–¡¡Dios mío son unos enfermos!!– Habló Kelly escandalizada por lo que había escuchado pensando que su hija era parte de esa familia. – ¿Y es cierto que Amancio Herráez se casó con Lorena obligado?

–Sí lo es. – Contestó Tristán acercándose a ellos. –Recuerdo bien esa época y te puedo asegurar que ese matrimonio se realizó bajo amenaza. 

–¿Por qué lo dices? – Preguntó Kelly apartándose de Abraham para acercarse a Tristán que la miraba atentamente.

–El padre de Amancio Herráez hizo unos cuantos tratos con Rodrigo de Oliveira que salieron mal, creando una enorme deuda para su familia y un día de la nada, su hijo se casó con Lorena la hermana pequeña de Rodrigo, dejando la deuda de la familia Herráez en el olvido,

¿casualidad? – Contestó Tristán y Kelly se apoyó en una de las paredes porque sentía que estaba a punto de perder el equilibrio, aquello explicaba que los problemas de Felipe no habían iniciado con Pilar, sino que mucho antes.

–Felipe Herráez es el padre de mi hija. – Confesó Kelly entre lágrimas mirando a Tristán que bajo la mirada sintiendo pena por la chica. 

–Pero Felipe no sabe que la niña existe. – Agregó Abraham y Tristán levantó la cabeza para mirarlo, después se giró hacia Kelly.

–Pues por el bien de tu hija es mejor que siga siendo así, los Oliveira son unos monstruos y si tu niña se acerca a ellos su vida estará en peligro, porque si no termina en manos de alguno de sus enemigos, lo hará su propia familia. –Aconsejó Tristán ya que él había sentido en su propia piel el daño que los Oliveira eran capaz de causar. – Escucha el consejo de alguien que perdió lo más importante que tenía en su vida por culpa de los Oliveira y ella era parte de esa familia, a la mujer que amaba también la mataron en un incendio.

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Amor en juego

Capítulo 90: La señora bonita.

Felipe caminaba con pasos acelerados por el centro de Madrid mientras que caía una lluvia torrencial sobre su cabeza. Tenía la intención de llegar lo más rápido posible a su oficina, más que nada porque le quedaban apenas unos minutos para una reunión importante con sus socios y tendría que cambiarse antes de verlos, porque justamente ese día había tenido una reunión cerca de su oficina con el arquitecto y decidió ir caminando, con la intención de despejar un poco su cabeza con el paseo.

Cuando de repente el teléfono móvil de Felipe comenzó a sonar mientras que él iba por la calle sujetando el maletín sobre su cabeza y sacar el teléfono en aquel momento no era una buena idea, pero podía ser una llamada importante, así que resopló con fastidio maldiciendo y como pudo sacó el teléfono de su bolsillo. 

Cuando Felipe vio en la pantalla del móvil quién lo estaba llamando, se quedó paralizado en medio de calle bajo la lluvia y con la mano mojada contestó aquella llamada con ansiedad.

–¿Kelly? – Preguntó Felipe sin importarse con el hecho de que se estaba mojando entero.

–Hola Felipe, ¿puedes hablar o estás muy ocupado ahora? – Preguntó Kelly intentando disimular el nerviosismo que había en su voz.

–Para ti jamás estoy ocupado. – Contestó Felipe con una enorme sonrisa, feliz por escuchar la voz de su amor. – ¿Te encuentras bien, necesitas algo? – Preguntó con preocupación.

–Felipe, te llamo porque quería saber si podemos vernos en alguna parte, necesito hablar contigo sobre algo muy importante. – Respondió Kelly y Felipe bajó la cabeza preguntándose que sería tan importante para que Kelly quisiese hablar con él. – Creo que es ahora de que hablemos sobre nosotros dos.

–Sí mi vida por supuesto, cuando y dónde tú quieras, solo tienes que decirme y ahí estaré. – Contestó Felipe con entusiasmo después de escuchar como Kelly le decía que quería hablar sobre ellos y su corazón se llenó de esperanzas.

–No sé si recuerdas el restaurante en el centro que tanto me gustaba. – Murmuró Kelly pegando más el teléfono a su oído para escucharlo mejor, porque se notaba que Felipe estaba en calle, ya que podía escuchar el aire mezclado con el sonido de la lluvia. 

–Sí, por supuesto que lo recuerdo, El Ramón Freixa. – Contestó Felipe entusiasmado. – Recuerdo perfectamente lo mucho que te gustó cuando fuimos a cenar allí en nuestra primera cita como pareja. – Habló con nostalgia recordando aquellos tiempos en los que habían sido felices juntos.

–Pues no veremos allí mañana en la noche para cenar, cuando tenga la reserva te la envío por mensaje. – Avisó Kelly tragando en seco por los nervios y después se despidió. – Que tengas un buen día Felipe.

–Que tengas un buen día mi amor. – Respondió Felipe con un tono dulce y después colgó la llamada. 

Felipe estaba tan feliz que comenzó a saltar de felicidad en medio de la calle, sin importarse con el agua de la lluvia que lo estaba empapando de la cabeza a los pies, solo podía sonreír y mirar al cielo mientras que daba las gracias por aquella posible oportunidad. 

Kelly dejó salir todo el aire que estaba guardando en sus pulmones, mirando la pantalla de su teléfono móvil preguntándose si había tomado la decisión correcta.

–Cariño debemos irnos o llegaremos tarde. – Habló Aurora entrando a la habitación de su hija. –¿Estás bien cariño? – Preguntó mirándola extrañada y Kelly asintió forzando una sonrisa.

–Sí mamá, podemos irnos ya, aunque sinceramente no sé lo que haremos en esa reunión del té en el club. – Se quejó Kelly girando los ojos.

–María Eugenia no estará presente porque se ha ido a Portugal con Julia, Hugo y los niños, entonces iremos para representarla mi vida, ya que muchas de las señoras que estarán presentes son benefactoras de la Asociación que fundó María Eugenia. – Explicó Aurora mientras que agarraba la cartera de su hija, que estaba sobre la cama para entregársela. – Ahora vámonos que está tarde y somos las anfitrionas, no podemos llegar tarde.

Aurora sacó a Kelly de la mansión casi arrastras, porque de verdad no le apetecía estar rodeada de mujeres esnobs que solamente ayudaban a los más necesitados para quedar bien y no por amor al prójimo.

–¿Entonces estarán presentes las mujeres más importantes de alta sociedad madrileña? – Preguntó Kelly con curiosidad mientras que iban en el coche hasta el club.

–Así es mi vida. – Contestó Aurora mirando por la ventana pensativa. –¿Quién lo iba a decir verdad? Nosotras que hace casi dos años éramos apenas unas inmigrantes, ahora estamos organizando fiestas la gente elegante. – Habló Aurora girándose para mirar a su hija y Kelly bajó la cabeza recordando todo lo que habían pasado en aquel país.

Las dos recibieron a las invitadas con todo el protocolo y después de un rato ya estaban completamente cómodas con las invitadas. Habían muchas más de lo que Aurora había previsto para la reunión y no podían ocuparse de todas. 

Kelly se divertía y explicaba sobre el funcionamiento de su empresa a las chicas más jóvenes que parecían estar muy interesadas en aprender ella, estaba tan distraída que no se dio cuenta que había en el lugar una invitada en especial que no apartaba la vista de ella mirándola con desprecio.

Algunas de las mujeres invitaron a Aurora a posar junto con ellas para uno de los fotógrafos que estaban presentes. Al principio Aurora rechazó la oferta por timidez, pero su hija la animó a hacerlo.

Aurora posó con varias señoras de familias adineradas, al principio con un poco de timidez, pero no tardó en relajarse y disfrutar del momento de descontracción cuando de repente un hilo de su vestido se enganchó en la pedrería de la prenda de otra mujer rompiéndolo un poco.

Kelly prontamente se acercó a su madre para ayudarla y las dos se fueron al baño para intentar arreglar el vestido bajo la mirada de Pilar que había sido invitada a aquella reunión, pero al ver a Kelly decidió mantenerse alejada aprovechando que llevaba puesto un pañuelo de diseñador que la ayudaba a mantener un poco recubierto su rostro.

Cuando Pilar las vio alejarse en dirección al baño no dudó en ir detrás de ellas, porque recordaba muy bien a la chica y lo peor la forma como Felipe la miraba aquella mañana en la terraza del hotel donde los había encontrado y pensaba aprovechar la situación para soltar todo su veneno contra la chica.

Kelly y Aurora se reían en el baño de toda la situación mientras que Kelly buscaba una forma de impedir que el vestido de su madre se rompiera un poco más, entonces la chica decidió aprovechar el momento para contarle a su madre lo que había decidido.

Pilar se había cruzado con una conocida que comenzó a hablarle sobre trivialidades sin parar, hasta que la mujer se cansó y decidió alejarse de la otra invitada sin decirle nada, dejando a la mujer atrás hablando sola. Pilar estaba determinada a decirle cuatro cosas a Kelly para intentar apartarla de Felipe, pero cuando abrió un poco la puerta del baño se quedó estupefacta al escuchar las palabras de Kelly.

–Mamá creo que es hora de que Felipe sepa la verdad de que tenemos una hija. – Habló Kelly mirando a su madre a través del espejo y Aurora se giró para verla sorprendida.

–¿Cariño estás segura de esto? – Preguntó Aurora mirándola fijamente y Kelly asintió. – Pensaba que te preocupaba la seguridad de Zoe, hija. 

–Y me preocupaba mamá, pero no puedo mantener a mi hija alejada de Felipe por suposiciones y por mis miedos. – Contestó Kelly con seguridad. – No podría confiar en Felipe para darle una segunda oportunidad cuando se trata de nosotros porque ya lo he vivido antes, sé lo mucho que puede llegar a hacer daño, pero puede que con Zoe sea diferente y mi hija se merece conocer a su padre. – Murmuró y Aurora la abrazó.

–Sabes que estoy aquí para apoyarte en todo lo que haga falta mi amor, y creo que tienes razón, mi niña tiene derecho a conocer a su padre. Además, que Zoe sea parte de la vida de Felipe, no significa que tú sí. – Habló Aurora mirando a su hija detenidamente y podía ver en su mirada que todavía estaba enamorada de Felipe.

–Lo sé y de verdad espero poder mantenerme alejada, pero…

–Pero lo amas y sabes que no será una tarea fácil, ¿verdad? – Preguntó Aurora acariciando el rostro de su hija y Kelly asintió. 

–Lo amo mamá, pero también quiero ser feliz sin tener que sentir miedo o que Felipe tenga otro episodio de ira, es muy difícil no sentirme segura al lado del hombre que amo y espero de verdad que la experiencia de Zoe con su padre sea diferente. – Contestó Kelly con los ojos cristalizados. 

–No es lo mismo la relación de hombre y mujer que de padre e hija, así que mejor tengamos fe. –Habló Aurora reconfortando a su hija y Pilar se apartó de la puerta del baño echando humo.

–No, no puede ser, Felipe no puede tener una hija. – Murmuró Pilar para sí misma furiosa. – Una hija de Felipe no es solamente una hija, es también una heredera más y eso no lo puedo permitir. –Escupió asqueada abandonando el lugar.

Pilar sacó la llave de su coche y se quitó el pañuelo de cabeza levantando la mirada para ver como todavía seguía chispeando y se montó en su coche enfurecida. Entonces agarró su teléfono móvil para llamar al camarero del restaurante del hotel donde había encontrado a Felipe con Kelly, que era uno de sus informantes y amante.

–¡¡Walter!!– Exclamó Pilar furiosa cuando el chico, que era veinte años más joven que ella, contestó la llamada. 

–Mi señora bonita, ¿en que la puedo ayudar? – Preguntó el chico con un tono malicioso y Pilar giró los ojos.

–¡¡¿Cómo qué en que me puedes ayudar estúpido?!!– Vociferó Pilar con rabia. – Hace tiempo que te pedí información sobre la zorra que estaba desayunando con mi hijastro y todavía no me has dado nada.

–Pero mi señora bonita, llevo días llamándola y usted no me ha contestado. – Murmuró el chico y Pilar se relajó un poco pensativa, porque era verdad que había estado con teléfono móvil apagado.

–Tienes razón, es que estuve enferma unos días. – Contestó resoplando con cansancio.

–¿Y está bien mi señora bonita? – Preguntó el chico con preocupación y Pilar tragó en seco pensando en su situación, pero no pensaba contárselo, porque tarde o temprano se enteraría por su propia cuenta.

–Sí, estoy perfectamente bien. Ahora suelta todo lo que sabes sobre la zorra.–Lo apremió Pilar y cuando el chico comenzó a soltar la lengua sobre todo lo que había descubierto sobre Kelly, Pilar giró su cara para ver el club sonriendo con malicia.

Pilar había llegado tarde al club porque estaba con uno de sus amantes, entonces no fue recibida por las anfitrionas como las demás y tampoco sabía que estaba haciendo Kelly en aquel lugar.

–Esto es mucho mejor de lo que pensaba Walter. – Contestó Pilar recostándose en su asiento mirando hacia adelante con una sonrisa en su rostro.

–¿De verdad que le ha gustado saber esto mi señora? – Preguntó el chico extrañado. – No es por nada, pero es la protegida de la Duquesa de Lugo.

–Exactamente por eso me hace tan feliz tener esa información, Walter, por la zorra no es la única persona que la duquesa protege, ella también tiene a otro protegido que puede llegar a ser la pieza llave de mi plan.

–¿Y que piensa hacer ahora? – Preguntó Walter con curiosidad.

–Pues prepararme para montar una actuación digna de un Oscar, querido.

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Amor en juego

Capítulo 89: La ley aquí soy yo.

AVISO IMPORTANTE: Este capítulo contiene escenas explícitas de violencia que podrían afectar la sensibilidad de los lectores.

–¡¡¡Tienes que hacer algo!!!– Vociferó Tony en medio del juicio mirando a su abogado después de saber que podría pasar hasta cinco años en cárcel por abuso sexual. –¡¡No puedo pasar cinco malditos años en la cárcel, tienes que hacer algo maldito incompetente!!– Gritó Tony desesperado mirando a su abogado, pero al escuchar la risa de la fiscal se giró para verla. – Maldita, te están pagando muy bien para hacerme esto, ¿verdad? – Acusó a Amaya que se puso de pie con parsimonia mirándolo con indiferencia.

–Señor Pujols por favor controle sus palabras, si no quiere que lo denuncie por calumnia y no creo que quiera sumar más tiempo a su posible condena. – Habló Amaya con un tono tranquilo, forzando una sonrisa condescendiente y el abogado de Tony lo agarró del brazo cuando lo vio intentar acercarse a la fiscal.

–¡Licenciado, por favor controle su cliente! – Ordenó el juez mirando a Tony como si lo estuviera analizando. 

–Tony tienes que calmarte, tendremos que esperar veinte días hasta que el juez dicte la sentencia y intentaré hacer lo que pueda para reducir la condena. – Susurró el abogado intentando calmarlo, pero era imposible.

–No importa lo que hagas, tendré que esperar la sentencia en la cárcel Contreras. – Escupió Tony furioso y el abogado podía jurar que había visto sus ojos cristalizados por la rabia que estaba sintiendo. – No quiero ir a la cárcel, tienes que hacer algo.

–No puedo hacer nada Tony, no vez que estamos hablando de una Martínez de Irujo, tenías que haber elegido mejor con quien te metías. Lo siento Tony, pero el juez te considera una amenaza y con todas las mujeres que están afuera dispuestas a denunciarte creo que estarás más seguro en la cárcel. – Contestó el abogado sin saber lo equivocado que estaba sobre la seguridad de Tony entre rejas.

–Tenía que haberme largado cuando tuve tiempo para hacerlo. – Suspiró Tony visiblemente nervioso sentándose en la silla.

–¿De verdad tengo que esperar veinte días para estar segura de que ese miserable terminará encerrado? – Preguntó Julia mirando a Amaya, que la agarró de la mano mientras que salían de la Audiencia. 

–Es como debe ser, pero puedes estar tranquila que Tony no volverá a salir de la cárcel y debemos agradecer el hecho de que el juez no confíe en el para dejarlo libre. – Murmuró Amaya.

–Después de todo lo que tuve que soportar por su culpa, cinco años me parecen muy poco. – Escupió Julia indignada. 

–Esto es solo el principio Julia, mira a todas las mujeres que están aquí. – Habló Amaya cuando las dos llegaron a la entrada del lugar, donde las demás esperaban por ellas con expectación. – En cada una de ellas Tony encontrará una sentencia de la que no podrá escapar, esto te lo puedo asegurar. – Afirmó con vehemencia y Julia sonrió porque confiaba en la capacidad de la fiscal para acabar con cualquiera que se interpusiera en su camino y en su sed de justicia.

Julia abrazó a su abuela, a Kelly y a cada una de las mujeres que estaban allí para apoyarla. Después caminó hasta Camille que estaba sola sentada en un banco, con sus casi ocho meses de embarazo.

–No sabes cuánto agradezco tu valentía de enfrentarte a Tony en el juicio, estoy muy orgullosa de ti, Camille. – Habló Julia mientras la abrazaba y Camille sonrió con tristeza devolviendo el abrazo. – ¿Te encuentras bien? – Preguntó al ver tristeza reflejada en la mirada de la chica.

–Henri se ha ido de casa, me lo acaba de notificar mi madre. – Contestó Camille aguantándose las ganas de llorar y Julia la miró con preocupación por aquello que estaba sucediendo.

–Lo siento tanto Camille, de verdad no sabes lo mal que me siento de que esto esté pasando. – Murmuró Julia y Camille puso la mano sobre su hombro.

–Puedes estar tranquila Julia, esto no ha pasado por tu culpa, yo hice lo que debía hacer y no me arrepiento. – Habló Camille con una sonrisa apagada en su rostro. – Mi matrimonio con Henri solo era una obligación, se casó conmigo porque me quedé embarazada, pero creo que jamás me ha querido. 

–¿Y qué pasará con los niños, con tu bebé? – Preguntó Julia con temor a que Henri la dejará abandonada y que los niños terminarán sufriendo.

–Henri me ha asegurado que no debo preocuparme por su relación con Pablo, que mi niño siempre será su hijo, al igual que los otros. – Contestó Camille recordando su relación con Henri y le dolía saber que a pesar de que lo amaba con todo su corazón, hasta se había vuelto una mujer amargada por sus rechazos. – Creo que es hora de volver a empezar, él siempre será el padre de mis hijos, pero yo me merezco ser feliz con o sin él, así que seguiré adelante por mis niños.

Camille y Julia se abrazaron mientras que la futura duquesa le dejaba claro que ella no estaría sola, que serían amigas y que Camille siempre tendría un lugar en su vida. Después Julia se despidió de las demás, concedió un par de entrevistas y se marchó a la mansión con su abuela y Kelly.

Cuando el coche aparcó en la entrada de la enorme mansión, Julia se encontró con una imagen que llenó su corazón de felicidad. Hugo salía para recibirla con Iker en sus brazos y ella corrió hacia ellos para abrazarlos. Hugo la llenó de besos y Iker intentó imitar a su padre dejando varios besitos en las mejillas de su madre.

–Todavía no ha terminado. – Murmuró Julia enterrando su rostro en el pecho de Hugo para aguantarse las lágrimas de impotencia. – No sabes el asco que siento de saber que volveré a verlo. – Murmuró angustiada y Hugo pensó en algo de repente.

–Necesitas descansar un poco amor, has tenido unos meses muy difíciles. – Habló Hugo levantando el rostro de Julia para que lo mirará. – ¿Qué te parece si hacemos un viaje en familia, para que te puedas despejar un poco la cabeza? – Preguntó y Julia sintió en su mirada que había algo más en aquel pedido.

–¿Qué está pasando Hugo? – Preguntó Julia apartándose de él mientras que Iker estiraba las manitas hacia su madre para ir a sus brazos. – ¿Por qué quieres que nos vayamos ahora? – Lo interrogó y Hugo bajó la cabeza porque sabía que no podía ocultar nada de su mujer. –Abraham acaba de llamarme para decirme que no han podido encontrar a Adela. – Contestó Hugo con seriedad. 

–¿Cómo así que no la han encontrado Hugo? – Preguntó Julia con nerviosismo. ¿Me estás diciendo que Adela ha escapado?

–Abraham la encontrará mi amor, de eso puedes estar segura, pero estaría bien realizar la búsqueda con tranquilidad, sabiendo que tanto tú como nuestro hijo estarán a salvo en otra parte. – Respondió Hugo todavía más angustiado porque sabía cuál sería la siguiente pregunta.

–¿Cómo que nuestro hijo, Adela sabe de la existencia de Iker? – Julia preguntó con ansiedad intentando recordar su encuentro con Adela y estaba segura de que no le había mencionado a Iker en ningún momento. – ¡Contesta Hugo!

–Sí mi amor, Adela sabe que Iker existe o eso creemos. – Contestó Hugo pasando la mano por sus cabellos con nerviosismo. – Abraham encontró fotos tuyas paseando con Iker en el departamento de Tony, y sabiendo que Adela estaba viviendo con él, imaginamos que ella también sabrá que tenemos un hijo. – Explicó y Julia se llevó una mano a la boca angustiada mirando a su hijo y Hugo acarició su rostro para tranquilizarla.

–Estaremos bien bebé, solo que deberíamos irnos unos días para que Abraham pueda centrarse en la búsqueda sin distracciones. – Aclaró Hugo para intentar convencerla y Julia accedió mirando a Iker, porque ella no temía a Adela, pero sí que le preocupaba la seguridad de su hijo.

Horas más tarde Julia estaba en su habitación con Kelly, que la estaba ayudando a preparar las maletas.

–¿De verdad te parece bien que nos llevemos a Zoe con nosotros a Portugal? – Preguntó Julia levantando la cabeza para mirar a su amiga, que se acercó a la ventana para ver como Hugo jugaba con los niños en el jardín.

–Zoe no podría estar sin Iker y él sin ella, están muy acostumbrados a estar juntos. – Contestó Kelly con una sonrisa. – Además, serán apenas un par de días para que Abraham pueda trabajar tranquilo. – Agregó viendo la felicidad de Iker mientras abrazaba a su padre y como Zoe los miraba, entonces recordó las palabras de Hugo acerca de Felipe y el hecho de que Zoe podría ser la cura que su padre tanto necesitaba. – Tú mándame muchas fotos y haremos videollamadas para que Zoe pueda verme. – Pidió y Julia sonrió acercándose a ella.

–Me preocupada que os quedéis aquí, tal vez deberían viajar con nosotros. – Habló Julia con preocupación. 

–Diego y María Eugenia irán con vosotros, los demás estaremos bien Juls. – Respondió Kelly mirándola a los ojos. – Recuerda que Adela hace todo esto para atacar a Hugo, no a ti, entonces deben alejarse mientras que Abraham y Alonso la buscan.

–Hablando de Abraham, ¿Has sabido algo de él? – Preguntó Julia pensando en que no había podido hablar con Abraham en todo el día y Kelly negó con la cabeza.

Lo que las dos no sabían es que Abraham estaba dando vueltas en la entrada de la cárcel, a donde llevaban Tony, esperando ansioso por su llegada.

–No entiendo porque no lo trajeron directo para acá después del juicio. – Escupió Abraham molesto escupiendo la cascara de una de las pipas de girasol que se estaba comiendo mientras esperaba. – Ni un político recibe tantas atenciones.

–Porque los políticos no tienen un sequito de fans tan amplio como el de un jugador de fútbol. – Contestó Alonso quitándole de la mano la bolsita de pipas con brusquedad, para llevarse unas a la boca. – Fue orden del juez que lo trasladaran por la noche, además nos viene bien para lo que queremos hacer. – Explicó apoyando la espalda en una pared cuando de repente vieron llegar el furgón donde llevaban a Tony. – Ha llegado el reparto de muñecas hinchables. – Se burló y Abraham sonrió con malicia.

Cuando Tony se bajó del furgón estaba temblando de miedo, pero al ver a Abraham entró en pánico porque lo recordaba muy bien, entonces intentó salir corriendo, pero uno de los policías que lo llevaba lo agarró con fuerza del cuello.

–¡¡No me hagas nada por favor!!– Suplicó Tony asustado recordando la paliza que Abraham le había metido. – Ya estoy aquí, no tienes porque hacerme nada más. – Habló con la voz temblorosa y Abraham sonrió girándose para ver a Alonso que hacía lo mismo.

–Siempre es lo mismo con cerdos como tú, van de muy machitos con las mujeres, pero cuando tienen a un hombre de verdad delante se cagan de miedo. – Escupió Abraham asqueado y agarró a Tony de los cabellos. – Te aseguro que mi cara será lo más similar a la paz que tendrás esta noche. – Afirmó y después lo agarró del brazo para arrastrarlo adentro.

Tony gritó desesperado cuando Alonso lo ató en una silla mientras que Abraham se acercaba a él con una maquinilla para raparle la cabeza.

–¡¡¿Por qué me vas a hacer esto…POR QUÉ?!!– Preguntó Tony atemorizado y Abraham sonrió encogiéndose de hombros. – ¡¡¡Dios… por favor te lo pido suéltame, no entiendo porque me haces esto!!!

–No entiende porque lo hago Alonso, la muñeca no entiende porque está pasando por todo esto. – Habló Abraham fingiendo estar escandalizado mirando a Alonso que solo se reía con aquella escena.

–Pobrecita, no sabe que todo esto se lo merece por ser un enfermo…ops, digo, una enferma que hizo tanto daño a personas inocentes. – Contestó Alonso levantando la cabeza de Tony y Abraham comenzó a raparle. – Tranquila muñeca, no estarás calva por mucho tiempo, tenemos algo especial para ti. 

 Abraham con la ayuda de unos compañeros lo llevó a las duchas y entre tres policías, amigos de Abraham, desnudaron a Tony para bañarlo con una manguera de alta presión y cuando Abraham se dio por satisfecho después de escuchar los gritos de Tony, lo arrastró desnudo por la cárcel hasta llegar al largo pasillo donde estaban las celdas de los criminales más peligrosos y Alonso caminó delante de él mientras que Abraham exhibía a Tony desnudo para que lo vieran los demás presos. 

–¡¡Señores e hijos de la grandísima p*ta, quiero anunciar que está noche tenemos una nueva adquisición y me importa una mier* si es de vuestro agrado o no solo, tenéis que hacer con ella lo que se os pegue la gana!!! – Vociferó Alonso caminando por el pasillo y Tony perdió las fuerzas en las piernas por el miedo.

Abraham miró a Tony asqueado cuando vio que se estaba meando encima dejando por donde pasaban un rastro de orina y Alonso abrió la celda que estaba reservada para el futbolista. Cuando Tony entró vio encima de la cama un vestido rojo, una peluca rubia y al lado un pintalabios.

–¡¡¡No pueden hacerme esto, yo no debería estar aquí…esto va contra la ley!!! – Gritó poniéndose en un de las esquinas de la celda asustado mirando a los dos policías.

–¡La ley aquí soy yo! – Exclamó Abraham mirándolo con desprecio y señaló el vestido. – Si no te lo pones por tu propia cuenta, lo harán otros por ti y te aseguro que no serán ni un poquito cariñosos.

Después Abraham salió de la celda y dos de sus compañeros entraron para forzar a Tony a vestirse. Abraham y Alonso se quedaron en la entrada del pasillo esperando a los presos más especiales que habían en el lugar, para darles la primicia. 

–Una pena que no seas tú, Guerrero. – Escupió un búlgaro enorme pasando por delante de Abraham para ir a la celda donde estaba Tony y detrás de él iban otros catorce presos. 

–Pues ya sabes lo que debes hacer Vlad, piensa en mí mientras estés con la muñequita. Dale lo mejor de ti, seguro que le encantará. – Se burló Abraham mirando al preso que él mismo había metido en la cárcel.

–En el fondo no eres tan diferente a Adriano, cuando quieres eres más sádico que él. – Espetó Vlad riéndose y Abraham lo miró con asco.

–Quince de los peores delincuentes que tenemos en esta cárcel. – Murmuró Alonso observando como los presos comenzaban a entrar en la celda de Tony. – Déjame adivinar, ¿uno por cada víctima? – Preguntó y Abraham asintió dándole la espalda para marcharse del lugar. – ¿Debo avisar en enfermería que se preparen para recibir a Pujols? – Se aventuró y Abraham se giró para verlo.

–Con lo que pasará aquí esta noche mañana estará en un hospital. En la enfermería no tendrán los recursos necesarios para arreglar lo que quedará de Tony Pujols. – Contestó y volvió a girarse para irse. 

Alonso echó un último vistazo a aquel pasillo donde comenzaban a retumbar los gritos de Tony y se rio mientras que sacaba la bolsa de pipas del bolsillo de su chaqueta. Después siguió a Abraham para abandonar aquella cárcel que a partir de aquel momento sería el infierno de Tony.

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Amor en juego

Capítulo 88: Algo más que sexo.

–¿Estás segura de que esto es lo que quieres? –Preguntó Hugo agarrando una mordaza mientras que miraba a Julia directamente a los ojos, pero ella no apartaba la vista de lo que tenía en él en las manos.

–¿Desde cuando tienes este tipo de cosas en esta casa? – Preguntó Julia con curiosidad mordiéndose los labios.

–No estamos aquí para hablar de mi colección de juguetes sexuales, más que nada porque ya conoces una gran parte de ella. – Habló Hugo con firmeza. – Ahora te volveré a preguntar, ¿Estás segura de que esto es lo que quieres, porque te aseguro que te dolerá y no me voy a detener? – Preguntó acercándose a ella y Julia asintió con seguridad. – Quítate la ropa y acuéstate en la cama. – Ordenó señalando la cama con la mordaza.

–¿No me vas a quitar tú la ropa? – Preguntó Julia intrigada viendo lo serio que estaba Hugo sin expresar ninguna emoción en su rostro.

–¿Quieres que te haga el amor como si fueras una princesa o quieres que te folle duro? – Preguntó Hugo observando como ella comenzaba a quitarse la ropa.

–Creo que ya sabes la respuesta. – Murmuró Julia con expectación cuando lo vio quitarse la camiseta y abrirse el pantalón.

–¡Acuéstate en la cama, ábrete de piernas y mastúrbate! – Demandó Hugo y Julia terminó de quitarse la ropa quedándose completamente desnuda delante de él y después obedeció sus órdenes sin rechistar.

Julia se acostó en la cama desnuda y abrió las piernas exponiendo todo su sexo para Hugo, que la miraba como si quisiese devorarla. Hugo se quitó el pantalón que llevaba puesto y Julia se sorprendió al ver que él no llevaba ropa interior, a penas el pantalón que había terminado tirado en un rincón de la habitación.

Julia jadeó cuando lo vio desnudo, porque no se cansaba de admirar lo hermoso que era, lo sexy que podía llegar a ser y pensó en el hecho de que su cara tan bonita hacía el contraste perfecto con la fiera que llevaba dentro.

Hugo empuñó su miembro mientras que estaba de pie delante de la cama, acariciándolo con una sonrisa maliciosa en su rostro y Julia comenzó a tocarse para él.

–¿No prefieres venir a la cama y que te toque como te gusta? – Gimió Julia sin dejar de mirar aquella enorme polla que tenía delante con punta mojada brillando intensamente para ella.

–Dijiste que una mujer de verdad no necesita un hombre para llegar al orgasmo, demuéstrame que es cierto. – Murmuró Hugo acercándose a la cómoda para sacar algo del primer cajón. –Quiero ver lo que puedes hacer con esto. – Habló tirando sobre la cama un consolador. – lo que hacías cuando estábamos separados. Necesito ver como te masturbas cuando piensas en mí.

Julia encendió el consolador y después pasó la lengua por él para humedecerlo mientras que Hugo se mordía los labios aguantándose las ganas de ponerse entre sus piernas para follársela como tanto deseaba, pero sabía que esa noche Julia necesitaba algo más que sexo.

–No me sabe cómo tú. – Murmuró Julia mirando como el miembro de Hugo pulsaba como si estuviera suplicando por sentir el aprieto de su sexo apretado y húmedo.

–Puedes estar tranquila, porque antes de que termine la noche llenaré toda tu boca conmigo. – Gruñó Hugo con la voz acelerada y Julia comenzó a deslizar el consolador entre sus pliegues hasta sentirlos completamente húmedos y con la punta de sus dedos apretó uno de sus pezones, cerrando los ojos un momento echándose la cabeza hacia atrás, porque el morbo no estaba solamente en masturbarse, sino que en ser observada mientras que lo hacía.

Hugo estaba desesperado por subir en aquella cama al ver como Julia se abría cada vez más las piernas tocándose frenéticamente. El temblor de su cuerpo lo tenía loco, entonces se preguntó como ella había podido verlo masturbándose sin acercarse, porque él se estaba muriendo de ganas de hacerla suya.

Julia gemía cada vez más alto introduciendo todo el consolador en su agujero estrecho, pero no era suficiente el tamaño del objeto que tenía entre las piernas, porque ella solo quería aquel enorme trozo de carne que pulsaba en la mano de Hugo, y él deseo era tan fuerte que Julia sintió una fuerte ola de placer naciendo en su vientre, llevándola al delirio. Tan grande eran sus ganas de tenerlo dentro de ella, de sentirlo que Julia llegó al clímax antes de lo que ella misma se esperaba, cayendo sobre la cama extasiada. Julia podía sentir como su clítoris seguía hinchado pidiendo más, necesitaba más placer, más de Hugo.

Hugo no le dio tiempo a Julia para recuperarse de su orgasmo, él se subió a la cama y la colocó boca abajo con un movimiento rápido. Después ató las manos de la Julia en cada extremo de la cama dejando sus piernas libres y puso una almohada debajo de su vientre, para que estuviera cómoda.

 Julia hizo un intento de ponerse en cuatro, pero Hugo la agarró por los cabellos llevando su cabeza al colchón, indicando que debería quedarse en aquella postura para que él tuviera su trasero en el aire, totalmente disponible para él.

–No importa lo que haga, no importa lo mucho que te duela no quiero que salgas de esa postura o te juro que te dolerá mucho más. – Ordenó y Julia giró su rostro para verlo, entonces Hugo se inclinó sobre ella para besarla.

Hugo profundizó el beso con su lengua lamiendo todo lo que se encontraba entre los labios de su mujer, los mordisqueó, los chupó y cuando se dio cuenta de que ella quería más se apartó de ella dejándola con las ganas.

–No te tengo miedo, estoy acostumbrada a que no sepas hacer el amor, sé lo mucho que te gusta follar duro. –Murmuró Julia relamiéndose los labios, sintiendo el sabor de Hugo que estaba en ellos y él sonrió.

–Estás acostumbrada a un hombre que te ama follando duro, pero lo que necesitas hoy no es amor Julia, hoy no habrá sentimientos sobre esta cama. –Habló Hugo con la voz ronca detonando toda la excitación que estaba sintiendo y Julia se estremeció al escuchar sus palabras.

Antes de que Julia pudiese protestar Hugo le puso la mordaza en la boca, apretando con fuerza y Julia sintió su corazón cada vez más acelerado por la ansiedad, porque Hugo jamás había sido tan brusco con ella, pero en aquel momento tanta dureza la estaba llevando al punto más alto de la excitación. Julia sabía que su sexo ya estaba chorreando de deseo por su hombre.

–Me encanta escucharte gritar, pero hoy suplicarás y yo no podré detenerme, así que aguantarás calladita. –Habló Hugo pasando la palma de la mano por el trasero de Julia y le dio una nalgada que la hizo echarse un poco hacia adelante. –No bebé, vas a tener que aguantar en tu postura pase lo que pase. – Murmuró volviendo a colocarla justo donde la quería.

Julia asintió enterrando su cabeza todavía más en el colchón, levantando su trasero para Hugo y sintió su miembro duro rozar su entrada. Él miró aquel pequeño agujero húmedo con lujuria pensando en lo bien que se sentía cada que vez que estaba dentro de ella mientras que deslizaba la mano por su miembro arriba sintiendo como la punta se mojaba cada vez más por el liquido preseminal que salía, pidiendo a gritos mojar aquellas paredes estrechas que él tanto amaba.

Hugo agarró a Julia por la cintura y sin avisar se empujó dentro de ella, hasta llegar al fondo de su sexo y escuchó un gemido de dolor salir de la garganta de su mujer, pero eso no le detuvo, ni le hizo pensar en darle unos instantes para acostumbrarse a su tamaño. Hugo se entregó al placer que estaba sintiendo metido en el sexo empapado de Julia y la embistió con dureza, una y otra vez sin parar.

En algún momento Hugo dejó de escuchar los gemidos de dolor y placer de Julia, porque él solo podía escuchar los suyos propios mientras que la follaba salvajemente. Hugo podía ver como ella se agarrada a las sábanas soportando todo lo que él estaba le dando y verla de aquella manera solo le excitó más. Hugo estaba disfrutando de poseerla de aquella manera y no pensaba disimular. Por lo contrario, quería que ella lo escuchará gemir de placer y lo hizo. Sus gruñidos dominaban la habitación junto con el sonido de la cama moviéndose y el olor a sexo que impregnaba aquellas cuatro paredes. Julia lo escuchaba disfrutando de sentirlo empujándose dentro de ella con tanta brusquedad y volvió a correrse para él.

Hugo estaba perdido en ella, en sentir su orgasmo, la presión entre sus paredes, su placer chorreando en su miembro y la embistió con más fuerza. Hugo se chupó dos dedos y tanteó la entrada del pequeño agujero rosado de Julia. Lo humedeció y poco a poco comenzó a introducir sus gruesos dedos dentro de ella, para dilatar aquel agujerito que era tan pequeño para recibir a un hombre tan grande como él.

Julia sentía aquellos dedos y el enorme miembro de Hugo llenándola mientras que mordía la mordaza con fuerza, soportando y a la vez disfrutando de todo lo que estaban haciendo. Era doloroso, pero al mismo tiempo era increíble y no tardó en sentir otro orgasmo atravesar su cuerpo cuando Hugo enterró toda su extensión dentro de ella.

–No soportaría la idea de compartirte con otro hombre, pero no sé explicar el placer que siento cuando veo tus agujeros llenos al mismo tiempo. – Gruñó Hugo dándole otra nalgada cuando sintió como se volvía a correr. – ¡¡Y veo que a ti también te gusta, me encanta que seas tan sucia como yo!!

Hugo se apartó de Julia, que sintió un enorme vacío por no tenerlo dentro de ella. Fueron a penas unos segundos, pero una tortura de todas maneras porque quería estar totalmente unida a él. Hugo metió el consolador en la vagina de Julia haciendo presión, hasta escucharla gemir y después posicionó la punta de su miembro en su ano. De la misma manera que había hecho con su sexo, Hugo se empujó en aquel estrecho agujero inclinándose sobre Julia para quitarle la mordaza.

–¡¡¡Grita todo lo que quieras!!!– Ordenó Hugo colocándose detrás de Julia otra vez, agarrando su cintura con fuerza, hasta dejar la blanca piel de Julia marcada con sus dedos y comenzó a follársela como si fuera la última vez y necesitase aprovecharla lo máximo posible.

Julia gritaba de placer sintiendo aquel consolador que vibraba en su sexo y el miembro de Hugo moviéndose dentro de su estrecho agujero y los gemidos de los dos que parecían seguir el mismo ritmo, hasta sus corazones acelerados latían a unísono. Julia jadeaba cada vez que sentía la piel de Hugo chocar con la suya y él se inclinó sobre ella agarrando uno de sus pezones apretándolo con fuerza.

–¡¡Dime quien es tu papi!! –Exigió Hugo y Julia contestó entre gemidos mientras que se corría otra vez para él.

–¡¡Tú… Aaaaahhh tú eres mi papi…Aahhh aahhhh!!!–Julia llegó al orgasmo y se sorprendió cuando escuchó los gruñidos de Hugo, que también comenzó a derramarse dentro de ella.

Hugo tenía tanto para darle que no tardó en llenar todo su agujero, derramándose hasta la saciedad gimiendo de placer mientras que las gotas espesas de su liberación se deslizaban por el sexo de Julia que todavía tenía el consolador vibrando en su vagina, hasta caer sobre las sábanas mojándolas.

Julia tenía la mente nublada por todo lo que había pasado entre ellos, su cuerpo todavía temblaba y no tenía fuerzas ni para hablar, también estaba segura de que tampoco tendría voz para hacerlo si quisiera. Ella sintió como Hugo desataba sus manos y como la levantó en sus brazos después para llevarla a la bañera.

Hugo la bañó y cuidó los nudillos heridos de Julia viendo cómo se queda dormida. Él quería saber que había sucedido antes de que llegase a su casa, pero parecía estar exhausta, entonces eligió estar en silencio mientras que la bañaba. Después la sacó de la bañera secándola con la toalla como pudo y se la llevó de vuelta a la cama.

Hugo la dejó unos minutos sola para bajar a la cocina y después regresó a la habitación con un vaso con agua y un analgésico, porque sabía que lo que había pasado entre ellos la pasaría factura en par de horas.

–Julia, ven levántate bebé, tienes que tomar esto. – Pidió Hugo ayudándola incorporarse, pero Julia estaba tan débil que Hugo hasta se sintió culpable, porque sabía que había sido muy rudo con ella, entonces la envolvió en sus brazos para ayudarla a tomar el analgésico.

Julia levantó la vista para mirarlo embelesada y con su mano para acarició el rostro de Hugo que la miraba atentamente sin saber que decirle.

–Te amo Hugo. – Murmuró Julia con la voz ronca y él la abrazó con fuerza acomodándola sobre su pecho.

–Yo también te amo bebé. – Contestó Hugo enterrando su nariz entre los cabellos de Julia para sentir su olor y los dos se quedaron dormidos, pero Hugo cumplió con lo que le había dicho y la despertó de madrugada para llenar los otros dos agujeritos que según él también necesitaban ser regados.

Unos días después Tony estaba dando vueltas en la entrada del Audiencia Nacional de Madrid delante de su abogado que parecía estar más nervioso que él.

–¿Entonces me estás diciendo que la acusación ha conseguido un nuevo testigo? – Preguntó Tony exasperado y el abogado asintió. –¿Y me lo dices ahora imbécil? Eres un verdadero inútil.

–Tampoco me tienes porque faltar al respeto Tony, si fuera un inútil como dices, hubieras pasado ese tiempo de espera del juicio en la cárcel, con todos los antecedentes que tienes encima es un milagro que te haya podido librar de eso.

–¡¡Esos antecedentes no importan, soy Tony Pujols uno de los futbolistas más famosos del mundo, estoy más que protegido!!–Exclamó Tony con soberbia.

–Aunque fueras el mismísimo Papa esos antecedentes no desparecerían, Tony. – Replicó el abogado con frustración. – Encima tuve que enterarme por la acusación de la existencia de ellos, porque ni siquiera tuviste el detalle de avisarme.

–¡Porque supuestamente todo eso había desaparecido Contreras! – Vociferó Tony furioso, pero de repente la llegada de ocho coches negros y el murmullo de los periodistas que estaban allí presentes llamaron su atención.

Julia se bajó de uno de los coches acompañada de su abuela, mientras que de los demás se bajaron todas las mujeres que habían sido victimas de Tony, entonces él sintió todo el aire escapándose de sus pulmones porque recordaba cada una de aquellas mujeres y una de ellas lo llevó a la desesperación cuando la vio.

Kelly ayudó a Camille a bajarse del último coche que había llegado y entre todas se dieron el brazo para acompañar a Julia hasta la entrada del lugar, vestidas completamente de negro. Julia sintió su estómago revirarse al ver la cara de Tony, pero una ola de placer le llegó cuando vio en su mirada lo aterrado que estaba, Tony supo de inmediato que no había escapatoria para él, porque podía enfrentarse y desacreditar a una, pero no a quince mujeres.

–¿Dónde está Abraham abuela? – Preguntó Julia mirando a María Eugenia antes de acercarse a los periodistas.

–Abraham y Elena han ido a detener a buscar a Adela, de momento con el testimonio de Camille es suficiente para interrogarla, pero hoy Amaya hará que Tony suelte la lengua en el juicio, entonces ella será acusada de cómplice en un intento de violación y abuso sexual. – Contestó María Eugenia con satisfacción. –¿Dónde está Hugo, pensé que estaría aquí contigo?

–Por respeto a las dos chicas que lo han denunciado ha decidido no presentarse porque sabe que ellas todavía no creen en su inocencia, pero sé que está conmigo abuela, en mi corazón Hugo siempre está conmigo. – Contestó Julia con vehemencia.

–¡Respira hondo cariño, ha llegado el momento de acabar con uno de tus enemigos! – Habló María Eugenia indicando a los de seguridad que se apartasen para que los periodistas pudieran entrevistarlas, porque estaban todas dispuestas a acabar con la imagen de Tony públicamente, antes de hundirlo en la cárcel.