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Alquiler de verano

Capítulo 5

En la otra punta de la ciudad se encontraba Carla, pero cuando se enteró de que Emilio tenía una familia, se sintió tan traicionada y herida, que a pesar de que sabía que su relación con Emilio no era oficial y que estaban saliendo sin compromisos, no pudo evitar sentirse engañada.

Se preguntó cómo Emilio pudo ocultar algo tan importante y no ser sincero con ella desde el principio, se sintió utilizada y sobre todo muy decepcionada de su relación, por que las cosas no fueron lo que ella pensaba que sería ser una suggar baby.

Emilio fue en su busca y Carla decidió confrontarlo y expresarle sus sentimientos, le explicó cómo se sentía y cómo se había enamorado de él si querer: pero lo que más le reprochó fue que no la hubiese contado nada sobre su familia desde el principio y le dijo que no podía seguir viéndolo.

Emilio intentó explicarle su situación y le pidió perdón por no haberle hablado de su familia antes, pero Carla estaba demasiado dolida para escucharlo, su corazón acababa de ser destrozado, pisoteado y humillado; por lo que sabía que tenía que alejarse de él y seguir adelante.

A pesar de la tristeza que sentía, Carla se sintió orgullosa de sí misma por ser honesta con sus sentimientos y tomar la decisión de alejarse de una relación que no era saludable para ella. Aprendió que el amor no siempre es fácil y que a veces, la verdad duele, pero es importante enfrentarla y seguir adelante.

Después de la conversación que tuvieron, Carla decidió devolverle hasta el último dólar que la había pagado, también le devolvió todos los regalos que la había comprado. Durante los siguientes quince días, intentó enfocarse en sus estudios y olvidar todo lo relacionado con Emilio. Sin embargo, no podía evitar pensar en él de vez en cuando y se preguntaba si habría sido demasiado dura con él.

Emilio estaba arrepentido por no haber sido sincero desde el principio y estaba decidido a arreglar las cosas, con su mujer se llevaba fatal desde que se casó, pero no podía abandonarla ya que su suegro tenía la mitad de sus acciones en la empresa, por lo que si se alejaba de su familia podía llegar a perderlo todo, había intentado contactarla varias veces, pero no había recibido ninguna respuesta. El dinero no le importaba mucho, pero sus hijos eran intocables para él, y si se divorciaba perdería a sus hijos.

Sabía que tenía que hacer algo para demostrarle que estaba dispuesto a ser honesto, pero Carla tendría que poner de su parte y entender su situación.

Un día, decidió ir a buscar a Carla, sabía que se estaba arriesgando demasiado, pero estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para hablar con ella. Cuando llegó a la residencia, se dio cuenta de que Carla no estaba allí, preguntó a la persona encargada y le dijo que no sabía dónde estaba.

Emilio comenzó a preocuparse y decidió seguir buscándola, después de varios intentos, el día que menos lo esperaba llamo a la puerta, y se abrió. Se quedó sin aliento al verla, estaba tan hermosa como siempre, pero había algo en su mirada que le decía que las cosas habían cambiado.

—Hola Carla —dijo Emilio, intentando sonar lo más amable posible—. Sé que no quieres hablar conmigo, pero necesito que me escuches.

Carla se cruzó de brazos y se mantuvo en silencio, esperando a que Emilio explicara por qué había desaparecido de su vida.

—Sé que cometí un error al no hablarte de mis hijos —continuó Emilio—, pero te juro que lo hice porque no quería asustarte, sé que eso no justifica lo que hice, y quiero que sepas que estoy dispuesto a hacer lo que sea para reparar el daño que te he causado.

Carla lo miró fijamente a los ojos durante unos segundos y luego suspiró.

—Emilio, lo que hiciste fue imperdonable —se quejó con voz firme—. Me mentiste desde el principio y me hiciste sentir como una tonta. Yo estaba empezando a enamorarme de ti, pero no puedo estar con alguien que no confía en mí lo suficiente como para contarme la verdad.

Emilio sintió un nudo en la garganta, Carla tenía razón y quizás había perdido su oportunidad con ella, pero no podía rendirse tan fácilmente.

—Lo sé Carla —admitió con tristeza—. Y te entiendo si no quieres volver a verme, pero quiero que sepas que yo también estaba empezando a enamorarme de ti, lo siento mucho por haberte lastimado.

Carla lo miró por unos segundos más y luego suspiró de nuevo.

—No sé qué decirte Emilio —dijo Carla con incertidumbre—. Yo también estaba enamorándome de ti, pero necesito tiempo para pensar, no sé si puedo perdonarte tan fácilmente.

Emilio asintió, sabiendo que eso era lo mejor que podía esperar.

—Lo entiendo Carla —dijo con resignación—, y te prometo que no te volveré a mentir nunca más, si me das una oportunidad, te demostraré que puedo ser el hombre que mereces.

Carla asintió y luego abrió la puerta para dejarlo pasar.

—Ven, vamos a hablar adentro.

Emilio entró, sabiendo que tenía mucho trabajo por delante si quería recuperar la confianza de Carla. Pero al menos tenía una oportunidad, y eso era lo único que le importaba en ese momento.

Poco tiempo después, Emilio propuso a su mujer un divorcio de mutuo acuerdo en el que los dos ganasen a partes iguales, y ella aceptó sin poner ningun problema de por medio ya que sabía que él jamás había estado enamora de ella.

Los siguientes meses transcurrieron sin mayores sobresaltos, disfrutaron de su amor y se apoyaron mutuamente en sus proyectos, Carla se enfocó en su carrera y Emilio en su familia, aunque siempre encontraban tiempo para compartir juntos.

Un día, Emilio sorprendió a Carla con un viaje a París, la ciudad del amor. Pasearon por las calles de la ciudad luz, visitaron la Torre Eiffel, el Louvre y se perdieron por las pequeñas calles del barrio de Montmartre. La última noche, Emilio llevó a Carla a cenar a un restaurante de alta cocina con vista a la Torre Eiffel iluminada; fue una cena mágica y romántica, y al final de la misma, Emilio se arrodilló y sacó un anillo de compromiso.

—Carla, mi amor, estos últimos meses han sido los más felices de mi vida. No puedo imaginarme un futuro sin ti. ¿Quieres casarte conmigo?

Carla estaba atónita, pero no dudó en responder:

—Sí, Emilio. Quiero casarme contigo.

Se abrazaron y se besaron con la Torre Eiffel como testigo de su amor.

La boda fue mágica, llena de flores, música y alegría, Carla y Emilio se casaron en una pequeña iglesia cerca del mar, rodeados de sus familiares y amigos más cercanos. Fue una ceremonia emotiva, en la que ambos prometieron amarse y respetarse por siempre.

A partir de ese día, Carla y Emilio iniciaron una nueva etapa en sus vidas, juntos enfrentarían todos los desafíos y compartirían todas las alegrías. El amor que habían encontrado era verdadero y sólido, y nada podía detenerlos.

Así termina la historia de Carla y Emilio, una historia de amor que superó las adversidades y encontró la felicidad en el corazón del otro.

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Capítulo 4

Después de un día de risas ellos se fueron a un buen restaurante, Emilio deseaba una cena romántica y un agradable paseo por la playa. Y así lo hizo, cuando regresaron al hotel Emilio le pidió a Carla que pasara a su habitación, pero antes de entrar en ella Emilio tapó los ojos a Carla y la mantuvo esperando en el pasillo algunos minutos. A toda prisa encendió unas velas que había colocado previamente, creando un ambiente cálido y acogedor.

—Ya puedes pasar, espero que te guste mi sorpresa.

Carla sonríe al ver las velas encendidas y se acerca a Emilio, abrazándolo suavemente, los dos se miran a los ojos, y la tensión entre ellos comienza a aumentar. Lentamente, Emilio toma el rostro de Carla entre sus manos y la besa con dulzura.

Las caricias de Emilio hacen que Carla sienta un cosquilleo en su piel, y ambos se acercan aún más, desliza sus manos suavemente sobre el cuerpo de Carla, acariciándola con ternura, y ella responde a sus caricias con pasión.

Mientras se besan, Emilio toma a Carla en brazos y la lleva a la cama, la coloca con cuidado sobre las sábanas suaves y comienza a besar su cuello, mientras sus manos recorren su cuerpo con suavidad. Carla se estremece ante el contacto de su piel, y suspira mientras se deja llevar por las sensaciones que le provoca.

La pasión entre ellos sigue aumentando, y en un momento de ternura, Emilio le dice cuánto la desea y lo especial que es para él. Carla se emociona ante sus palabras, y juntos se entregan al amor y la pasión que sienten el uno por el otro.

Después de un rato, se acurrucan en la cama, disfrutando del momento juntos y compartiendo risas y abrazos, la noche es larga y mágica, y ambos saben que han encontrado a alguien especial en el otro.

A la mañana siguiente, ambos se despiertan con una sonrisa en el rostro y con el recuerdo de la noche anterior aún fresca en sus mentes, se sienten felices y conectados de alguna manera profunda.

Después de ducharse y vestirse, deciden volver explorar la isla, Emilio alquila un jeep y conduce por caminos rurales y playas paradisíacas, deteniéndose a veces para tomar fotografías o para disfrutar de la vista.

Mientras pasean por la isla, Emilio le confiesa a Carla que siempre había querido ser piloto, Carla le pregunta por qué no lo intentó, y Emilio le explica que sus padres querían que fuera un empresario de éxito, aunque reconoce que nunca tuvo el valor de enfrentarlos. Carla lo escucha con atención y lo alienta a que siga sus sueños.

Deciden detenerse en una playa remota para disfrutar de un picnic, sacan la comida del coche y extienden una manta en la arena. Emilio se da cuenta de que Carla ha preparado todas sus comidas favoritas, y le agradece con un beso.

Después de comer, deciden nadar en el mar, Carla se pone un biquini y Emilio la mira con admiración, sintiéndose afortunado de estar con una mujer tan hermosa y especial, y decide aprovechar el momento que la vida le ha brindado. Ellos juegan en el agua divirtiéndose como niños pequeños, mientras ríen y saltan.

Al atardecer, regresan al hotel para descansar y disfrutar de una cena tranquila en el balcón de la habitación, con vistas al mar, se toman de las manos y hablan sobre sus sueños y metas, y la vida que quieren construir juntos.

Después de la cena, se sientan en la cama y Carla le pregunta a Emilio si alguna vez había imaginado su vida de esta manera, y él le responde que nunca antes se había sentido tan feliz y pleno como en ese momento. Después de hacer el amor una vez más, se duermen abrazados, con la brisa del mar acariciando sus rostros.

Emilio estaba disfrutando de una noche especial, hasta que su teléfono sonó, al ver de quien se trataba salió de la cama a hurtadillas y respondió. Era su esposa, quien le informaba que uno de sus hijos mellizos estaba enfermo y necesitaba ser llevado de inmediato al hospital.

—Son las tres de la madrugada, ¿quién te llamo a estas horas? —pregunta Carla adormilada.

—Despierta y recoge tus cosas. Tenemos que irnos —espeta Emilio, un poco molesto por la llamada de su mujer.

—¿Por qué? ¿Qué sucede? —Inquiere Carla un tanto asustada.

La noticia dejó a Emilio preocupado y ansioso por regresar a casa de inmediato para estar con su familia, explicó la situación a Carla, quien entendió la importancia de la familia pero lo que no entendió es que Emilio estuviese casado y que tuviese hijos. Esos detalles nunca se los contó en dos meses de verano que lleva tonteando con ella, jamás la dio esa información.

Ella sabia que no podía hacer preguntas, pues una suggar baby tiene que saber estar en su lugar y por mucha rabia que sintiera por ello, decidió callar y recoger todas sus cosas en orden. Los dos abordaron el primer vuelo de regreso a casa, Carla fue todo el viaje sin mediar palabra pues la sangre de sus venas la estaba hirviendo por dentro; por otro lado dejó que Emilio se reuniera con su esposa en el hospital. El niño estaba siendo atendido por los médicos, pero su estado era grave y requería atención constante.

Emilio se mantuvo junto a su esposa durante toda la noche, observando a su hijo luchar por su vida, rezó con todas sus fuerzas por su recuperación, después de varias horas de angustia, los médicos lograron estabilizar al niño y confirmaron que su estado estaba mejorando. Emilio sintió una inmensa alegría y agradecimiento por la recuperación de su hijo.

Después de unos días en el hospital, el niño recibió el alta médica y Emilio y su familia regresaron a casa, pero en su cabeza a parte de su hijo no había nadie más que Carla, no podía dejar de pensar en ella, solo recordaba esos besos llenos de pasión y las caricias que Carla le había ofrecido en tan poco tiempo. Al principio se negaba a él mismo estar enamorado, pero cuando dio cuenta de que el verano casi estaba terminando y que se le había pasado casi sin darse cuenta, fue cuando comprendió que en siete años de casados nunca le había pasado eso con su mujer, y que alquilar a esa chica fue lo mejor que le ha podido pasar en la vida, por lo que decidió no pasar ni un día más sin Carla.

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Capitulo 3

Cuando llegó al apartamento de Laura, la encontró sentada en el sofá con una expresión de terror en su rostro. Carla se acercó rápidamente a ella y la abrazó.

—¿Qué ha pasado, Laura? ¿Estás bien? —preguntó, con voz preocupada.

—Carla, he sido atacada. Un hombre entró en mi apartamento y me atacó. Por suerte, pude escapar y llamar a la policía —dijo Laura mientras temblaba.

Carla se sintió paralizada por las palabras de Laura. No podía creer lo que estaba escuchando. ¡Su amiga había sido atacada! Pasó la noche en el apartamento de Laura, esperando a que la policía llegara para hacer las investigaciones necesarias. Estaba aterrorizada por lo que había sucedido y preocupada por la seguridad de su amiga.

Finalmente, los policías llegaron y comenzaron a hacer preguntas a Laura y a Carla, querían saber todo lo que pudieran sobre el atacante, incluyendo cualquier detalle que pudiera ayudar en su captura.

Después de varias horas de preguntas y respuestas, los detectives se fueron, dejando a Carla y Laura solas. Carla estaba emocionalmente agotada por la experiencia y apenas podía mantener los ojos abiertos.

—Laura, ¿quieres que me quede aquí contigo esta noche? —preguntó Carla, sabiendo que su amiga probablemente estaba demasiado asustada para dormir sola.

—Gracias, Carla, eso significaría mucho para mí —contestó Laura con voz temblorosa.

A la mañana siguiente, Carla se despertó temprano y fue a la cocina para hacer café. Mientras esperaba que la cafetera terminara, se sentó en la mesa y pensó en lo que había sucedido la noche anterior. Se sintió agradecida de haber estado allí para su amiga, pero también se dio cuenta de que nunca sabía cuándo algo así podría sucederle a ella misma.

Mientras tomaba su el desayuno, el teléfono de Carla sonó. Era Emilio, preguntando cómo estaba después de lo que había sucedido.

—Estoy bien, gracias por preguntar —dijo, mientras se dibujaba una sonrisa en sus labios como una niña enamorada.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? ¿Quieres que te recoja para tomar el desayuno juntos? —preguntó Emilio.

—Lo siento, pero no puedo dejar a Laura sola.

Emilio pareció comprender la situación y por esta vez lo dejó pasar, aunque no le hacía mucha gracia.

Después de pasar la mañana con Laura, Carla decidió que era hora de regresar a su residencia, se despidió de su amiga y salió a la calle.

Mientras caminaba hacia su coche, Carla se sintió inquieta. Sabía que no estaba segura en las calles de la ciudad y se apresuró a llegar a su coche.

Cuando llegó a su coche, vio que alguien había roto una de las ventanas. Su corazón comenzó a latir rápidamente mientras miraba dentro del coche y se dio cuenta de que su bolso había sido robado.

En ese momento se sintió furiosa, no podía permitir que algo así la volviera a pasar en la vida. Llamó a la policía y esperó a que llegaran mientras revisaba su coche para ver si la habían robado algo más.

Cuando llegó la policía, les dio un informe detallado de lo que había sucedido y les mostró la ventana rota y el bolso robado. Los oficiales le dieron algunos consejos sobre cómo mantenerse segura en la ciudad y le aseguraron que harían todo lo posible para recuperar su bolso.

Después de que los oficiales se fueron, se sentó en su coche, sintiéndose impotente y enojada. No podía creer que eso la hubiera sucedido a ella. Al llegar a la residencia, se sintió aliviada de estar en un lugar seguro. Y en ese justo momento pensó en el pobre Emilio, le llamo por teléfono y concertó una cita con él, quedaron en una cafetería.

—Emilio, gracias por venir —dijo Carla mientras se sentaban en una mesa.

—Por supuesto, ¿cómo estás después de lo que sucedió? —preguntó Emilio, con una mirada preocupada.

—Estoy bien, pero no puedo evitar sentirme inquieta y vulnerable. Siento que necesito tomar medidas adicionales para protegerme a mí misma —explicó Carla.

Emilio asintió con la cabeza, demostrando que entendía su punto de vista, la ofreció su ayuda y apoyo en cualquier forma que pudiera. Al final de la noche, Carla se sintió más tranquila y aliviada después de hablar con Emilio, sabía que no podía controlar todo lo que sucedía a su alrededor, pero al menos tenía a alguien en quien podía confiar y que la apoyaría en momentos difíciles.

Carla se sentía cada vez más segura y protegida, Emilio la notaba tan tensa que finalmente la invitó a tomar unas vacaciones con él, y así fue como decidieron tomarse un merecido descanso de sus ocupadas vidas y planearon unas vacaciones en una isla paradisíaca.

Carla estaba emocionada por la idea de pasar tiempo en la playa y ponerse su nuevo bikini. Una vez que llegaron a la isla, se dirigieron directamente a la playa, Carla se sintió feliz y segura en su bikini y no podía esperar a sumergirse en el mar. Mientras se preparaban para entrar al agua, Emilio la miró con una sonrisa.

—No puedo creer que mi chica sea tan hermosa —dijo mientras le daba un beso en la mejilla.

Carla se sonrojó y se rió.

—Oh, detente —dijo en tono burlón—. No quiero que te emociones demasiado, podrías tener un ataque al corazón.

—Oh, no te preocupes, mi corazón es lo suficientemente fuerte como para soportar toda esta belleza —comentó sonriente, mientras le guiñaba un ojo.

—Bueno, estoy feliz de que puedas soportar mi belleza —termino de decir mientras caminaba contoneando sus caderas por delante Emilio.

Pasaron los días disfrutando de la belleza de la isla y riendo juntos, se divirtieron jugando en la playa, explorando la isla y probando la deliciosa comida local.

Una noche, mientras estaban sentados en la playa bajo las estrellas, Emilio comenzó a contarle una historia divertida sobre su infancia entre risas.

 —Bueno, cuando era niño, solía hacer travesuras con mis amigos. Un día, decidimos hacer una broma a nuestro vecino. Así que fuimos a su casa y pintamos la fachada con pintura lavable.

—¡Oh no! ¿Eso no fue muy malo? ¿Qué hizo el vecino? —inquirió Carla sin dejar de mirarle con sorpresa.

—Bueno, en realidad no hizo nada, solo se enojó un poco y nos dijo que lo limpiáramos. Aprendimos la lección y nunca lo hicimos de nuevo —respondió Emilio encogido de hombros.

Carla se reía sin parar, y terminó por decir:

—Bueno, por lo menos era pintura lavable, podría haber sido mucho peor.

—Sí, definitivamente aprendimos nuestra lección, ese verano hacía mucho calor.

—Bueno, quizás algún día me cuentes más historias sobre tus travesuras de niño. Solo asegúrate de que sean igual de divertidas que esta.

—Por supuesto, siempre tengo muchas historias divertidas para compartir contigo.

—¡Oh Dios mío! ¡No puedo creer que hayas hecho eso! —dijo mientras trataba de recuperar el aliento.

—Sí, fui un poco travieso cuando era niño —dijo con una sonrisa—. Pero me alegra que te haya gustado mi historia.

Carla sonrió y lo abrazó.

—Me encanta cuando me haces reír.

A Emilio le gustaba tanto ver feliz a Carla que pensó por un momento y luego comenzó a contar otra travesura:

—Bueno, en otra ocasión, estaba jugando con mi hermana en el jardín trasero de nuestra casa, y de repente, se me ocurrió que sería divertido jugarle una broma a mi hermana.

Carla lo miró con curiosidad, y pregunto de golpe:

—¿Y qué hiciste?

—Agarré un par de lentes de sol viejos que encontré en casa y los puse en mi nariz, luego, me acerqué a mi hermana y le dije que tenía un nuevo amigo imaginario llamado “El Profesor” —cuando terminó de narrarla esa anécdota ninguno de los dos podía parar de reír.

—¿El Profesor? ¿Por qué lo llamaste así?.

—No tengo idea. Solo se me ocurrió en ese momento. De cualquier manera, le dije a mi hermana que “El Profesor” era muy exigente y que no le gustaba que mi hermana se portara mal.

Carla se rio aún más fuerte, y casi sin pensar le dijo:

—¡Eso es tan divertido! ¿Cómo reaccionó tu hermana?”.

—Bueno, ella realmente se asustó al principio, pero después de un tiempo, se dio cuenta de que todo era una broma y comenzó a jugar conmigo y con “El Profesor”.

—Tienes que contarme más historias como estas.

—¡Por supuesto! Siempre tengo historias divertidas para compartir contigo.

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Capítulo 2

Una semana después de aquella noche tan maravillosa que pasaron, Emilio y Carla volvieron a verse, él se encargó de buscar un buen hotel, y reservó una mesa para dos en la que poder cenar tranquilos.

Después de pasar varias horas en una cena elegante, Emilio llevó a Carla a una terraza en la azotea del edificio, donde se podía ver una vista espectacular de la ciudad iluminada. Carla estaba impresionada, y no podía dejar de admirar la belleza de la vista, mientras que Emilio la miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

 —Me alegra que te guste, quería que esta noche fuera especial para ti.

—Y lo es, Emilio. Todo es maravilloso.

Emilio le ofreció una copa de champán y brindaron por una noche inolvidable. Mientras tomaban su copa, Emilio la tomó de la mano y la miró a los ojos.

—No puedo dejar de pensar en ti, eres una mujer increíble, inteligente, hermosa y con mucho potencial. Me encantaría ayudarte a alcanzar tus sueños y hacer realidad tus metas.

Carla se sintió acalorada por las palabras de Emilio, aunque también un poco insegura. ¿Qué quería decir exactamente con ayudarla? ¿Era solo un gesto amable o había algo más detrás de sus palabras?

Emilio se dio cuenta de su preocupación y tomó sus manos.

—Carla, no quiero que pienses que esto es solo una aventura de una noche, realmente creo en ti y en tu futuro. Y si tú me permites, quisiera ser parte de él.

Un cosquilleo apoderó de su estómago, al escuchar las palabras comenzó a sentir que su vida estaba cambiando. ¿Sería posible que hubiera encontrado a alguien que creyera en ella de verdad? ¿Alguien que quisiera ayudarla a alcanzar sus metas y objetivos?

Por un momento, se perdió en sus pensamientos. Pero luego se dio cuenta de que no sabía nada de Emilio. ¿Quién era él en realidad? ¿De dónde venía? ¿Qué es lo que hacía? Al fin y al cabo, él era un simple hombre que acaba de contratar sus servicios por el reto del verano.

—Emilio, me encanta lo que dices, pero no sé mucho sobre ti. ¿Podrías contarme más acerca de ti? —preguntó Carla.

Emilio sonrió, y miró al suelo, sabía que no le debía explicaciones, pero desde la primera vez que la vio, se dio cuenta de que ella no era una suggar baby normal, con años de experiencia, esa chica era inocente en todo, era una simple novata que intentaba vivir en un sitio caro.

—Por supuesto, hay mucho que contar. ¿Por dónde quieres que empiece? —respondió, sin perder sus ojos de vista.

Carla se sintió un poco avergonzada por haber interrumpido el momento romántico, pero necesitaba saber más acerca de Emilio. Quería asegurarse de que estaba conociendo a la persona adecuada y no solo a alguien que estaba tratando de impresionarla con su dinero y su posición.

Emilio la vio tan preocupada que se apiadó de ella, entendió su preocupación y comenzó a hablarle acerca de su vida. Le contó sobre su infancia, su familia y sus estudios en Harvard. También le habló sobre su trabajo en una importante empresa de tecnología, y cómo había llegado a ser el director ejecutivo.

Carla lo escuchaba atentamente, fascinada por las historias de Emilio, cuanto más le oía de hablar más la parecía un hombre muy exitoso e inteligente, Aunque, todo era un poco sospechoso porque también tenía un lado amable y cariñoso que le hacía sentir cómoda a su lado. Por lo que había investigado ella, los suggar dadies no solían ser así, o por lo menos no como los describían en la web.

Después de varias horas hablando, Emilio volvió a acompañar a Carla a su residencia, se despidieron en la entrada del edificio donde ella vivía. Él le dio un beso suave en la mejilla y le dijo que la llamaría pronto para planear otra cita.

Carla se sintió feliz y emocionada por haber conocido a alguien como Emilio, pero también se sentía un poco nerviosa por lo que el futuro la podría deparar. Sabía que ser una Sugar Baby no era una decisión fácil y que tendría que lidiar con muchas expectativas y compromisos.

Sin embargo, también sabía que tenía la capacidad de hacerlo, era una mujer inteligente y fuerte, capaz de tomar sus propias decisiones y enfrentar los desafíos que se le presentaran.

Mientras subía las escaleras hacia su cuarto, pensó en todo lo que había pasado esa noche. Había sido una velada inolvidable, llena de sorpresas y emociones. Pero también era el comienzo de algo nuevo y desconocido, algo que cambiaría su vida para siempre. Había leído mucho sobre las Sugar Babies y los Sugar Daddies, pero nunca había estado en una situación así antes. Sabía que tenía que ser cuidadosa y no dejar que sus emociones la llevaran a tomar decisiones apresuradas.

Mientras se preparaba para dormir, su mente estaba llena de preguntas y pensamientos. ¿Cómo debía comportarse con Emilio? ¿Cuál sería su papel en la relación? ¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar por el dinero? Sabía que tendría que establecer límites claros desde el principio para evitar cualquier malentendido en el futuro. No quería ser vista como una persona interesada o aprovechada, pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad de mejorar su vida.

Decidió que lo mejor sería hablar con Emilio directamente y establecer las reglas del juego desde el principio. Quería que su relación fuera basada en la honestidad y la transparencia, sin juegos ni manipulaciones.

La semana siguiente, Carla y Emilio tuvieron su tercera cita. Esta vez, él la llevó a un restaurante en el centro de la ciudad, durante la cena, hablaron sobre sus intereses y sus planes para el futuro.

Cuando terminaron de cenar, Emilio le ofreció a Carla ir a su casa para ver una película. Ella aceptó, pero antes de salir del restaurante, decidió hablar con él sobre sus preocupaciones.

—Emilio, quiero que sepas que estoy muy emocionada por nuestra relación, pero también un poco insegura sobre cómo manejarla —dijo Carla, con una voz suave y temblorosa—. Quiero que sepas que no estoy aquí solo por el dinero. Quiero estar contigo porque me gustas y quiero conocerte mejor. Pero también quiero que sepas que tengo límites y no quiero que pienses que estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por ti, o incluso por dinero.

Emilio la miró con una sonrisa tierna y le dijo:

—No te preocupes. Entiendo tus preocupaciones y te respeto por ser honesta conmigo. Quiero que sepas que yo también tengo límites y que no voy a pedirte nada que te haga sentir incómoda o en peligro.

Carla se sintió aliviada por la respuesta de Emilio, en ese entonces fue cuando se dio cuenta que había tomado la decisión correcta al hablar con él, de manera directa y honesta.

Esa noche, se acurrucaron en el sofá para ver una película, Emilio la abrazó suavemente y ella se sintió segura y protegida a su lado.

Mientras miraba la pantalla de televisión, se dio cuenta de que había tomado una decisión importante. Había elegido ser una Sugar Baby y estaba dispuesta a enfrentar los riesgos y aprovechar las oportunidades que venían con ese estilo de vida.

A medida que la película avanzaba, Carla se sintió cada vez más cómoda con Emilio, se acurrucó más cerca de él. Emilio levantó si barbilla y la robo un pequeño beso de sus labios, Carla se dejó llevar sabía que eso algún día entraría en su contrato

Pero de repente, su teléfono sonó. Carla se sobresaltó y Emilio se tensó un poco, sacó su teléfono del bolso y vio que era su amiga de la universidad, Laura.

—Lo siento, tengo que contestar —dijo, mientras se levantaba del sofá.

—Claro, no hay problema —respondió a media sonrisa forzada, tratando de parecer comprensivo.

Carla contestó el teléfono y escuchó la voz ansiosa de Laura al otro lado de la línea.

—Carla, ¿dónde estás? Te he estado llamando todo el día —dijo Laura.

—Estoy en casa de Emilio. ¿Qué pasa, estás bien? —preguntó Carla preocupada.

—Escucha, necesito que vengas aquí ahora mismo. Algo terrible ha pasado —dijo Laura con voz temblorosa.

Carla sintió un nudo en la garganta mientras escuchaba las palabras de Laura. No tenía idea de lo que había pasado, pero sabía que tenía que estar allí para su amiga.

—Voy para allá enseguida. ¿Dónde estás? —preguntó Carla rápidamente.

Laura le dio las direcciones de su apartamento y Carla colgó el teléfono.

—Lo siento, tengo que irme. Mi amiga necesita mi ayuda —dijo Carla mientras agarraba su bolso.

—Por supuesto, entiendo. Vamos yo te llevo —comentó Emilio, mientras se levantaba del sofá.

Carla se sintió agradecida por la comprensión, tenía que estar con su amiga, pero también sabía que Emilio no iba a dejarla ir sola.

—Gracias, Emilio. Pero… mejor no, te llamo mañana —dijo Carla, mientras le daba un beso en la mejilla.

—Por favor, mantenme informado. Espero que todo esté bien —respondió con una sonrisa, entre preocupado y cabreado.

Él estaba pagando a esa chica, una chica con la que lo único que había obtenido ella en cuatro citas habían sido besos en la cara, y casi siempre robados, cuando ella de se daba la vuelta, y ahora se tenía que marchar en busca de una amiguita suya.

Carla asintió y salió de su apartamento apresuradamente. Mientras conducía hacia el apartamento de Laura, su mente estaba llena de preocupaciones. No sabía lo que había pasado, pero sabía que tenía que estar allí para su amiga.

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Capítulo 1

Carla es una joven de 22 años que acaba de graduarse de la carrera de empresariales, a pesar de su éxito académico no encuentra trabajo, sabe que no puede seguir así, si en el plazo de un mes no encuentra nada tienen que regresar su antigua vida y no quiere volver a vivir con sus padres. Por eso, decide convertirse en una suggar baby para poder vivir por su cuenta y tener una vida independiente.

Después de investigar un poco sobre el tema, crea un perfil en una página web de suggar babies, pronto recibe varias solicitudes de sugar daddies interesados en conocerla. Entre ellos, destaca Emilio, un importante ejecutivo de negocios que trabaja en Miami, justo donde ella quiere ir a vivir.

A pesar de su falta de experiencia en este tipo de relaciones, se siente atraída por la propuesta de Emilio, ya que le ofrecería la oportunidad de vivir en Miami, una ciudad que siempre le ha fascinado. Después de conversar durante varios días, Emilio la invita a salir y ella acepta.

Estaba nerviosa, pero emocionada a la vez por su primera cita con ese hombre que para ella aún seguía siendo un desconocido. Había pasado toda la tarde buscando el vestido perfecto para la ocasión, ya lo daba todo por perdido hasta que en la última tienda vio un escaparate en el cual un maniquí le llevaba puesto, no podía creerlo, pero por fin lo había encontrado. Entró en la tienda, se lo pidió a la dependienta y se metió enseguida en uno de los probadores; era un vestido corto, ajustado al cuerpo, de color rojo intenso, que realzaba su figura y le daba un aire sofisticado y sensual al mismo tiempo.

El vestido tenía un escote pronunciado que dejaba al descubierto su delicado cuello y un par de zapatos de tacón alto que le daban aún más altura y elegancia. Además, se había maquillado con delicadeza, realzando sus ojos y sus labios con tonos suaves pero atractivos.

Cuando se miró en el espejo, Carla se sintió hermosa y segura de sí misma. Sabía que su apariencia era importante para Emilio, así que se había esmerado en cada detalle para impresionarlo. Se imaginó caminando hacia él con ese vestido y sonrió, sabiendo que era exactamente el tipo de vestimenta que él esperaría ver en una sugar baby como ella.

Se aseguró de llevar una pequeña cartera con lo necesario para la noche: su teléfono móvil, su identificación, y un poco de dinero en efectivo para emergencias. Se miró una vez más al espejo, se acomodó el cabello y salió de su departamento.

Mientras caminaba hacia el lugar donde se encontraría con Emilio, se sintió observada por los transeúntes, pero eso no la detuvo. Sabía que con su apariencia y su actitud confiada podía lograr lo que se proponía. La calle estaba iluminada con luces de neón y la brisa cálida de la noche hacía que las hojas de los árboles se movieran suavemente.

Finalmente, llegó al lugar acordado y encontró a Emilio esperándola. Él la miró de arriba a abajo, admirando su atuendo y su belleza.

—Estás espectacular —le dijo con una sonrisa.

Carla sintió que todo el esfuerzo había valido la pena y sonrió, sintiéndose un poco más relajada por el cumplido de Emilio. Se acercó a él y le tendió la mano.

—Gracias —respondió con una voz suave pero segura.

Emilio le besó la mejilla y la guió hacia el interior del restaurante. El lugar estaba elegantemente decorado con lámparas de cristal, grandes ventanales con vistas a la ciudad y mesas con manteles blancos y cubiertos de plata. El ambiente era agradable y acogedor, con un suave murmullo de conversaciones de fondo.

Carla se sentó en la silla que le indicó Emilio, agradeciendo su caballerosidad, por otro lado, él le ofreció la carta del menú y le sugirió algunos platos que él conocía bien. Por su poca experiencia Carla se dejó guiar por sus recomendaciones y pidió lo mismo que él.

Durante la cena, Emilio se mostró interesado en conocerla más, le preguntó sobre sus estudios, sus intereses y sus planes para el futuro. Carla respondió con sinceridad, hablando con entusiasmo sobre sus proyectos y sus sueños.

Emilio parecía estar impresionado por la determinación y la inteligencia que aquella chica parecía tener, la conversación fluyó naturalmente, con ambos compartiendo sus opiniones y experiencias. Los dos se sentía cómodos, fue como si se conocieran desde hace mucho tiempo.

Después de la cena, fueron a dar un paseo por la ciudad, aprovechó que el clima era agradable, y la brisa fresca le daba un aire romántico al paseo. Carla se dejó llevar por la emoción del momento, disfrutando de la compañía de Emilio.

Caminaron por las calles iluminadas, charlando y riendo. Emilio le mostró algunos de sus lugares favoritos de la ciudad, y Carla se maravilló con la belleza y la energía de Miami.

Finalmente, llegaron a un lugar tranquilo cerca del mar, Emilio la tomó de la mano y la llevó a la orilla, juntos, se quedaron mirando el mar, que reflejaba las luces de la ciudad. Carla se sentía feliz y emocionada, sabiendo que había encontrado a alguien especial, que la trataba como a una dama.

Emilio la miró a los ojos y Carla sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, se acercó a ella y la regalo un suave beso en la mejilla, casi en la comisura de los labios; sintió que los nervios afloraban en su piel, pero antes de empeorar las cosas, mantuvo la mente en blanco y se dejó llevar por el beso. Para ella fue extraño que un hombre que conocía a penas de nada, quisiese besarla de esas maneras, pero al darse cuenta de que con el tiempo tendría que hacerlo, no lo pensó más, por que sabía que Emilio la trataría bien, ella era una dama y sabía que el hombre que tenía frente a ella, no la obligaría a nada.

—Eres especial —dijo Emilio mirándola con ternura—. Quiero que seas mi suggar baby.

—Me encantaría —respondió Carla sonriendo, sintiéndose cada vez más halagada y emocionada.

A pesar de saber que esa decisión cambiaría su vida para siempre, pero estaba dispuesta a correr el riesgo. Ella era una chica excepcionalmente inteligente, con una mente aguda y una habilidad innata para los negocios. Había terminado sus estudios de empresariales con excelentes calificaciones y tenía grandes planes para su futuro.

A pesar de su inteligencia y su capacidad para liderar, también era una chica muy atractiva. Era rubia, con una melena brillante que caía en suaves ondas sobre sus hombros. Sus ojos eran de un violeta intenso, casi hipnotizantes, y daban una sensación de misterio y profundidad.

Llevaba unas gafas estilosas que complementaban perfectamente su apariencia. Las monturas eran delgadas y elegantes, y las lentes resaltaban aún más el color de sus ojos. A pesar de los insultos que había tenido que soportar desde pequeñas en clase, ella se sentía cómoda con las gafas, y sabía que eran un accesorio que la distinguía del resto.

Siempre estuvo segura de su belleza y su inteligencia, no era como el reto de chicas ella era modesta y no se jactaba de sus logros. Prefería dejar que sus acciones hablaran por sí mismas; y se centraba en su trabajo y en sus metas.

Pero esa noche iba a ser muy especial, quería que su apariencia reflejara su determinación y su ambición. Había elegido un vestido elegante y sofisticado que realzaba su figura y resaltaba sus ojos violeta. Sus gafas añadían un toque intelectual y moderno, mostrando que ella era mucho más que una chica bonita. Estaba segura de que su apariencia y su personalidad serían suficientes para impresionar a Emilio.

Quería demostrarle que ella era una mujer fuerte e independiente, capaz de tomar sus propias decisiones y manejar su vida con éxito. Y, por supuesto, estaba dispuesta a disfrutar de la noche y del momento presente, sabiendo que la vida puede ser impredecible y emocionante.

Una vez que terminaron aquella velada tan bonita, Emilio se aseguró de llevar a Carla hasta su residencia universitaria.