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Camila

Camila – indecisa

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Camila

 Camila, tenían cuenta una cosa. No había pasó una semana, ni seguía teniendo que soportar a Felipe azulado. Haber de todo, que su ayudante se había tomado unas vacaciones.

Camila tenía que soportar a su exnovio, ex marido, tenía que soportar a su exnovio, frente a frente. Felipe comas estaba tan concentrado, en unos trabajos que tenía que entregar ni siquiera se había dado cuenta que ella lo observaba. 

—¿Por qué me miras?

Camila abrió los ojos con sospresa.

—¿Qué? Yo no te miro.

—Entonces debo suponer que miras la pared de atrás, o mi poster de la chica bonita.

—Si…

—Bueno, no te veía en ese plano.

—Felipe, callate mejor.

—Bueno, pero…

—… Pero nada.

Felipe, bufo. No pude evitar reírme como antes su cara de decepción. Él siempre buscaba algún pretexto para hablarme. Al principio me irritaba, pero con el paso de los días empezar a acostumbrarme a su presencia. No pesar de todo el daño que me hizo, una parte de mí aún quería escucharlo, aún le daba la oportunidad de que pudiera decirme algo.

Había pasado una hora como en la cual me encontraban cafetería punta me senté en la misma mesa de siempre, donde siempre daba el calor puntos el solcito entraba como y te acariciaba el rostro con sutileza .un ese día, afuera está bastante fresco puntos por suerte en este lugar había calefacción centralizada apunta al menos eso encendía, porque lo demás estaba todo completamente inservible. Suspiré, puse una mano debajo de mi mejilla mirando hacia fuera.

Felipe, toma mi mano sorprendiéndome. Y de pronto depositó el anillo de casamiento que era del punto lo miré y no pude formular ninguna pregunta, mis labios quedaron sellados y mis ojos muy Y de pronto depositó el anillo de casamiento que era de punta lo miré y no pude formular ninguna pregunta, mis labios quedaron sellados y mis ojos muy abiertos.

Cuándo se estaba alejando, recién ahí me pude parar. Lo perseguí, por los pasillos de la empresa. Hasta que pude localizarlo y lo tomé de la mano.

—¿Por qué me das esto?

—Tu compraste los anillos, pues…

—¿Ya no te interesa? —musitó con sorpresa.

—¿Qué? Si, pero pensé que los querrías vender o algo así.

—Quedatelo.

Abrir la palma de su mano como deslizando dedo a dedo hasta poder introducir el anillo. De pronto Felipe, me abrazó.

Yo lo miré con sorpresa, no esperaba ese acto de parte de el punto no pude evitar derretirme ante su gesto, y me quedé apoyada en su pecho punto sintiéndome muy satisfecha en ese momento.

—Quitate.

Pero ese sentimiento duro poco después lo empuje. Vez a caminar en forma rápida, a través de los pasillos de la empresa. Quería calmar, los latidos de mi corazón como a los cuales la tía Ana toda velocidad punta no entendía muy bien como lo que había pasado con ese sujeto extraño tonta porque ahora cómo era un extraño Ya no era Ni mi ex marido coman, ni ex novio como ahora era solo un compañero de trabajo.

Al llegar a la cafetería, mi amiga de siempre se sentó a mi lado. Había vuelto, para poder terminar mi café en paz punta suspiré, ella me miraba y sin decir nada apretó mi mano. Ese simple acto, me hizo recordar a Felipe. Cuando el apretó mi mano contra su pecho, y cuando me abrazó. Todo esos datos que había hecho como habían causado estragos en mi corazón.

—Aun lo amas.

—¿Acaso importa? El me dejó a mí.

—Si importa, tus sentimientos importan.

—A él no.

—solo como te diré una cosa punto Sé que es difícil al principio, y piensas que no lo podrás olvidar nunca. Pero con el paso del tiempo con materas cuenta que ese dolor pasa con más que todo este dolor es pasajero y tarde o temprano, podrás levantarte una mañana y otra cuenta Ya olvidaste su número de teléfono de memoria. Ya no lo invocas todo el día en tu mente, y tampoco vas a suspirar por el punto es cuestión de tiempo, la pregunta del millón es si quieres olvidar.

“¿Yo lo quiero olvidar?”

—Yo… si, por supuesto.

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