Kelly estaba sentada en el suelo, delante de su cama observando como su teléfono móvil no dejaba de sonar. Sabía que era Felipe, pero no tenía el valor para contestar, no en aquel momento.
–¿Has decidido no ir la cena? – Preguntó Aurora entrando a la habitación de su hija con una taza de té en la mano.
–No puedo verlo ahora mamá y tampoco soy capaz de hablarle. – Contestó Kelly aguatándose las ganas de llorar, que se hacían cada vez más fuertes cada vez que el teléfono sonaba. – No sé qué hacer, ahora no se trata solamente de Felipe.
–Se trata de que nuestra niña sería parte de esa familia y eso conlleva heredar tanto lo malo como lo bueno de los Oliveira y tienes miedo. – Habló Aurora removiendo el té con una pequeña cuchara. – ¿Crees en las cosas que te ha dicho Pilar sobre Felipe?
–No estoy segura mamá, porque Pilar buscaba a Felipe constantemente cuando era su secretaria y habló conmigo diversas veces y posiblemente no lo recuerde, así que esa parte de la historia que solo quería llevarse bien con él por su marido no me cuadra, pero lo que sí sé es que tienes razón en algo. No es lo mismo la relación entre hombre y mujer que la relación de padre e hija, también entiendo que Felipe tiene derecho a conocer a Zoe. –Murmuró Kelly antes de tomar el té que su madre le había entregado. – Pero no sé hasta qué punto estoy dispuesta a arriesgar la vida de mi hija.
–Decidas lo que decidas estaré aquí para apoyarte, pero si decides mantenerlo alejado de Zoe debes enfrentarlo mi vida, si no lo haces Felipe jamás dejará de insistir y también debes saber que, si seguimos en España más tarde o más temprano él la encontrará, así que debes tomar una decisión hija. – Habló Aurora y Kelly miró la taza de té que tenía en la mano, intentando decidir qué hacer.
Felipe estaba delante del restaurante con un ramo de flores y elegantemente vestido, dando vueltas de un lado a otro, con el teléfono pegado a su oído llamando a Kelly. Había pasado más de una hora desde que había llegado a la entrada del Ramón Freixa, para esperar por ella con el corazón saltando en su pecho por la felicidad, pero después de una hora ese mismo corazón subió a su garganta preguntándose que había pasado, porque no había llegado.
Felipe decidió marca el teléfono de Kelly una vez más con la esperanza de que ella lo contestará, pero cuando finalmente lo hizo, deseó que no lo hubiese hecho.
–Kelly, ¿Ha pasado algo? – Preguntó Felipe nervioso cuando Kelly contestó la llamada. – Llevo más de una hora esperándote…
–No iré a la cita Felipe. – Murmuró Kelly con la voz rota.
–Pero ¿por qué mi amor? ¿Ha pasado algo malo? – Preguntó Felipe angustiado apretando con fuerza el ramo de flores que tenía en la mano y Kelly se tragó sus ganas de llorar al escucharlo tan nervioso.
–No quiero volver a verte Felipe, tú no estás bien, no eres una persona normal y no quiero volver a arriesgarme contigo.
–Kelly, por favor no me digas eso, sabes que puedo cambiar por ti, solo dame otra oportunidad, una más. – Pidió Felipe mordiéndose lo labios sintiendo como toda su esperanza se desvanecía. – Por favor, déjame demostrarte que puedo ser una mejor persona por ti.
–Yo necesito ser feliz y personas como tú no son capaces de ser feliz al lado de nadie. – Habló Kelly con firmeza porque necesitaba poner un final a su historia. – Lo mejor que puedes hacer por ti mismo es buscar ayuda, porque si sigues así jamás encontrarás la felicidad.
–Tú eres mi felicidad. – Replicó Felipe llorando y Kelly se llevó una mano a la boca para ahogar un sollozo apartando el teléfono, después se llevó la mano al pecho intentando controlar sus emociones y contestó.
–Pero tú no eres la mía, así que si de verdad me has amado alguna vez te pido que por favor no me vuelvas a buscar. – Pidió Kelly y Felipe apretó el teléfono con fuerza acercándolo a su boca para controlar el enorme deseo que tenía de gritar por el dolor tan grande que estaba sintiendo.
–¿Qué voy a hacer sin ti, Kelly? – Preguntó Felipe con un nudo en la garganta y Kelly comenzó a llorar sin que él pudiera escucharla.
–Encontrar la forma de curarte, porque no debes echar la responsabilidad de sacarte de ese agujero oscuro en el que estás, a otra persona, debes encontrar tú solo la salida. – Contestó Kelly con vehemencia y Felipe sonrió con amargura mirando el ramo de flores que tenía en la mano.
–Cumpliste con tu palabra, me dijiste que me arrepentiría por la mala decisión que había tomado cuando no creí en ti y tenías razón, porque ese arrepentimiento me está matando. – Confesó Felipe y después colgó la llamada, porque no sería capaz de soportar más rechazo de la mujer que amaba.
Felipe tiró el ramo de flores al suelo y después miró al cielo llevándose las manos a la cabeza con impotencia y comenzó a llorar desconsoladamente.
Horas más tarde Bea estaba acostada en su cama intentando dormir, cuando escuchó el telefonillo sonar y su marido se levantó rápidamente asustado, porque quien fuese el que estaba tocando parecía tener la intención de romper el telefonillo.
Juan Miguel bajó las escaleras con rapidez mientras que Bea lo seguía de cerca asustada, viendo como su marido se acercaba al telefonillo para mirar por la cámara quien estaría tocando aquellas horas de la noche, pero antes de que lo llegará a tocar Bea pegó un grito que asustó a su marido al escuchar un trueno, porque aquella noche llovía a cántaros.
–¡¡Dios mío cariño me vas a matar un día de estos!!– Exclamó Juan Miguel girando los ojos y Bea se llevó las manos a la boca a penada y después él se giró para mirar por la cámara.
–¿Quién es Juanmi? – Preguntó Bea con miedo.
–Es Lipe, cariño. – Contestó Juan Miguel abriendo la puerta y Bea lo miró extrañada. –¿Qué estará haciendo tu hermano aquí a estas horas? – Preguntó intrigado y Bea se encogió de hombros porque no tenía ni idea.
Cuando Bea vio el estado de su hermano mayor sintió su corazón encogerse, porque parecía estar tan desamparado como hacía tanto tiempo no lo veía, entonces corrió para abrazarlo.
–¿Lipe que ha pasado? – Preguntó Bea con preocupación mientras que Juan Miguel veía toda la escena sin saber que hacer, hasta que Bea le hizo una señal con la mano para que los dejará solos. –Mi vida, ¿qué es lo que te ha pasado, tienes que decirme? ¿Por qué estás aquí Lipe? – Preguntó sin poder disimular lo angustiada que estaba, agarrando el rostro de su hermano entre sus manos para mirarlo.
–No quiero estar solo está noche, no puedo estar solo ahora Bea. – Murmuró Felipe desconsolado y Bea lo abrazó sin saber que decirle.
Media hora más tarde Bea estaba sentada en el sillón de su salón mientras que Felipe estaba arrodillado en el suelo con la cabeza sobre el regazo de su hermana, que acariciaba sus cabellos mientras que él le contaba todo lo que le había pasado con Kelly.
–Sé que es difícil Lipe, pero es hora de seguir adelante. – Murmuró Bea y Felipe levantó la cabeza con brusquedad para mirarla.
–¿Como quieres que siga adelante sin ella? – Preguntó Felipe limpiándose las lágrimas. – Kelly es el amor de mi vida, Bea.
–Un amor que no te hace bien hermanito y que no quiere estar a tu lado. – Contestó su hermana intentando hacerlo recapacitar. – Además mi vida, si volvieras con ella ahora, ¿quién te asegura que no le harías daño otra vez? – Preguntó y Felipe negó con la cabeza.
–¡No Bea, yo jamás volvería a hacerla daño! – Replicó Felipe con vehemencia y Bea acarició su rostro.
–Creo que eso mismo te dijiste la última vez, según lo que me acabas de contar hermano. – Habló Bea y Felipe bajó la cabeza avergonzado, porque tenía razón. – Debes seguir adelante por ti y dejar atrás de una buena vez el pasado, eso incluye a Kelly.
–No puedo Bea, no soy capaz de vivir sin ella. – Murmuró con la voz rota y Bea lo miró a los ojos.
–Pues ella sí es capaz de vivir sin ti, ahí tienes un motivo para dejarla ir si eso es lo que ella quiere. – Habló Bea con determinación mientras que su hermano la miraba sin saber que contestar. – Y si crees que no puedes vivir sin ella, entonces encontremos ayuda para que entiendas que sí puedes hacerlo y buscaremos la forma de curarte, para dejar no solamente a Kelly atrás, sino que también a papá y a la zorra de Pilar.
–Pero, Eros me dijo…
–¡¿Eros?!– Preguntó Bea incrédula. – ¿Nuestro primo que tiene prácticamente un pie en el manicomio te estuvo dando consejos y tú le hiciste caso? – Preguntó molesta y Felipe bajó la cabeza como si fuera un niño siendo regañado por su madre. – Vas a buscar ayuda profesional y así es como encontrarás el camino de la felicidad por tu propia cuenta, sin la necesidad de que alguien te guie. – Habló con autoridad y Felipe sonrió con tristeza.
–Serás una buena mamá algún día, se te da muy bien regañar. – Murmuró Felipe y Bea bajó la cabeza con tristeza, entonces Felipe levantó su rostro con la mano para mirarla. – ¿Qué pasa Bea?
–Me he operado Lipe, no quiero tener hijos. – Confesó Bea y Felipe la miró sorprendido.
–Pero Bea, ¿por qué hiciste eso? – Preguntó Felipe con incomprensión sin poder creer lo que estaba escuchando. – ¿Juanmi lo sabe?
–Lo hice porque he vivido todos estos años asustada Lipe y sabes muy bien el porqué. – Contestó y Felipe asintió porque entendía las razones de su hermana. – No quiero traer un hijo al mundo para subirlo al coche cada mañana para llevarlo al cole y antes tener que mirar debajo para estar segura de que no nos hayan puesto una bomba o tener que criarlo como a las mellizas, alejadas de todo para no ver nuestra realidad y Juanmi me apoya en eso, porque cuando se casó conmigo aceptó vivir en ese mundo, pero tampoco está dispuesto a incluir a un inocente en él.
–Puede que suene egoísta, pero yo daría lo que fuera por haber tenido a uno de mis hijos, sin importarme con nuestra familia. – Habló Felipe mirándose las manos como si estuviera buscando algo en ellas.
–Tú eres un Oliveira de pura sangre hermanito, yo no. No soy capaz de acostumbrarme a esto y por eso apoyé a Adriana.
–Lo que hiciste fue muy peligroso Bea, podrías haber terminado igual que Adriana o peor. – La regañó Felipe y Bea apartó la mirada de él.
–Ella solo busca nuestra libertad, y si algún día lo hace, siempre me queda la opción de adoptar. – Habló sonriendo con satisfacción y Felipe se sentó a su lado en el sillón para abrazarla.
–Eres lo mejor que tengo en esta vida pequeña. – Murmuró Felipe y de repente su teléfono móvil comenzó a sonar, llamando la atención de los dos.
–Creo que existe alguien más en ese puesto de ser “lo mejor de tu vida”. – Susurró Bea al ver quien era y Felipe miró la pantalla extrañado, pero no tardó en contestar.
–¿Hugo, va todo bien? – Preguntó Felipe preocupado poniéndose de pie.
–Sí, sí Lipe va todo bien. – Contestó Hugo y Felipe sintió su corazón más leve al escuchar como Hugo le decía “Lipe”– Solo te llamaba para darte una noticia y hacerte una invitación.
–¡Sí claro, dime que es tan importante! – Contestó Felipe al escuchar el entusiasmo de Hugo mientras que miraba a Bea que se acercaba a él para intentar escuchar la conversación.
–¡En la ceremonia de la revista France Football este año me harán un homenaje! – Anunció Hugo y los dos hermanos se miraron sonriendo, felices por él.
–¡Dios hermano eso es increíble, te lo mereces Hugo! – Contestó Felipe con orgulloso de su amigo.
–Lipe, me gustaría tenerte a mi lado ese día.
–Hermano no sé si es una buena idea, después de todo lo que ha pasado…
–No importa lo que ha pasado Lipe, lo que me importa ahora mismo es toda una vida que hemos vivido juntos. – Afirmó Hugo interrumpiéndolo y Felipe se mordió los labios emocionados. –Una vez me dijiste que mis victorias eran las tuyas hermano y así es, siempre ha sido así y quiero que continue siendo. Tú también eres parte de mi éxito Lipe y no podría recibir ese homenaje sin mi hermano a mi lado. – Confesó Hugo dispuesto a dejar todo lo malo atrás y Felipe se llevó una mano a la boca para aguantar aquella felicidad que le estaba dando la vida de volver a recuperar a su mejor amigo.
–Pues allí estaré para apoyarte hermano, como siempre he estado y como siempre estaré.