AVISO IMPORTANTE: Este capítulo contiene escenas explícitas de violencia que podrían afectar la sensibilidad de los lectores.
–¡¡¡Tienes que hacer algo!!!– Vociferó Tony en medio del juicio mirando a su abogado después de saber que podría pasar hasta cinco años en cárcel por abuso sexual. –¡¡No puedo pasar cinco malditos años en la cárcel, tienes que hacer algo maldito incompetente!!– Gritó Tony desesperado mirando a su abogado, pero al escuchar la risa de la fiscal se giró para verla. – Maldita, te están pagando muy bien para hacerme esto, ¿verdad? – Acusó a Amaya que se puso de pie con parsimonia mirándolo con indiferencia.
–Señor Pujols por favor controle sus palabras, si no quiere que lo denuncie por calumnia y no creo que quiera sumar más tiempo a su posible condena. – Habló Amaya con un tono tranquilo, forzando una sonrisa condescendiente y el abogado de Tony lo agarró del brazo cuando lo vio intentar acercarse a la fiscal.
–¡Licenciado, por favor controle su cliente! – Ordenó el juez mirando a Tony como si lo estuviera analizando.
–Tony tienes que calmarte, tendremos que esperar veinte días hasta que el juez dicte la sentencia y intentaré hacer lo que pueda para reducir la condena. – Susurró el abogado intentando calmarlo, pero era imposible.
–No importa lo que hagas, tendré que esperar la sentencia en la cárcel Contreras. – Escupió Tony furioso y el abogado podía jurar que había visto sus ojos cristalizados por la rabia que estaba sintiendo. – No quiero ir a la cárcel, tienes que hacer algo.
–No puedo hacer nada Tony, no vez que estamos hablando de una Martínez de Irujo, tenías que haber elegido mejor con quien te metías. Lo siento Tony, pero el juez te considera una amenaza y con todas las mujeres que están afuera dispuestas a denunciarte creo que estarás más seguro en la cárcel. – Contestó el abogado sin saber lo equivocado que estaba sobre la seguridad de Tony entre rejas.
–Tenía que haberme largado cuando tuve tiempo para hacerlo. – Suspiró Tony visiblemente nervioso sentándose en la silla.
–¿De verdad tengo que esperar veinte días para estar segura de que ese miserable terminará encerrado? – Preguntó Julia mirando a Amaya, que la agarró de la mano mientras que salían de la Audiencia.
–Es como debe ser, pero puedes estar tranquila que Tony no volverá a salir de la cárcel y debemos agradecer el hecho de que el juez no confíe en el para dejarlo libre. – Murmuró Amaya.
–Después de todo lo que tuve que soportar por su culpa, cinco años me parecen muy poco. – Escupió Julia indignada.
–Esto es solo el principio Julia, mira a todas las mujeres que están aquí. – Habló Amaya cuando las dos llegaron a la entrada del lugar, donde las demás esperaban por ellas con expectación. – En cada una de ellas Tony encontrará una sentencia de la que no podrá escapar, esto te lo puedo asegurar. – Afirmó con vehemencia y Julia sonrió porque confiaba en la capacidad de la fiscal para acabar con cualquiera que se interpusiera en su camino y en su sed de justicia.
Julia abrazó a su abuela, a Kelly y a cada una de las mujeres que estaban allí para apoyarla. Después caminó hasta Camille que estaba sola sentada en un banco, con sus casi ocho meses de embarazo.
–No sabes cuánto agradezco tu valentía de enfrentarte a Tony en el juicio, estoy muy orgullosa de ti, Camille. – Habló Julia mientras la abrazaba y Camille sonrió con tristeza devolviendo el abrazo. – ¿Te encuentras bien? – Preguntó al ver tristeza reflejada en la mirada de la chica.
–Henri se ha ido de casa, me lo acaba de notificar mi madre. – Contestó Camille aguantándose las ganas de llorar y Julia la miró con preocupación por aquello que estaba sucediendo.
–Lo siento tanto Camille, de verdad no sabes lo mal que me siento de que esto esté pasando. – Murmuró Julia y Camille puso la mano sobre su hombro.
–Puedes estar tranquila Julia, esto no ha pasado por tu culpa, yo hice lo que debía hacer y no me arrepiento. – Habló Camille con una sonrisa apagada en su rostro. – Mi matrimonio con Henri solo era una obligación, se casó conmigo porque me quedé embarazada, pero creo que jamás me ha querido.
–¿Y qué pasará con los niños, con tu bebé? – Preguntó Julia con temor a que Henri la dejará abandonada y que los niños terminarán sufriendo.
–Henri me ha asegurado que no debo preocuparme por su relación con Pablo, que mi niño siempre será su hijo, al igual que los otros. – Contestó Camille recordando su relación con Henri y le dolía saber que a pesar de que lo amaba con todo su corazón, hasta se había vuelto una mujer amargada por sus rechazos. – Creo que es hora de volver a empezar, él siempre será el padre de mis hijos, pero yo me merezco ser feliz con o sin él, así que seguiré adelante por mis niños.
Camille y Julia se abrazaron mientras que la futura duquesa le dejaba claro que ella no estaría sola, que serían amigas y que Camille siempre tendría un lugar en su vida. Después Julia se despidió de las demás, concedió un par de entrevistas y se marchó a la mansión con su abuela y Kelly.
Cuando el coche aparcó en la entrada de la enorme mansión, Julia se encontró con una imagen que llenó su corazón de felicidad. Hugo salía para recibirla con Iker en sus brazos y ella corrió hacia ellos para abrazarlos. Hugo la llenó de besos y Iker intentó imitar a su padre dejando varios besitos en las mejillas de su madre.
–Todavía no ha terminado. – Murmuró Julia enterrando su rostro en el pecho de Hugo para aguantarse las lágrimas de impotencia. – No sabes el asco que siento de saber que volveré a verlo. – Murmuró angustiada y Hugo pensó en algo de repente.
–Necesitas descansar un poco amor, has tenido unos meses muy difíciles. – Habló Hugo levantando el rostro de Julia para que lo mirará. – ¿Qué te parece si hacemos un viaje en familia, para que te puedas despejar un poco la cabeza? – Preguntó y Julia sintió en su mirada que había algo más en aquel pedido.
–¿Qué está pasando Hugo? – Preguntó Julia apartándose de él mientras que Iker estiraba las manitas hacia su madre para ir a sus brazos. – ¿Por qué quieres que nos vayamos ahora? – Lo interrogó y Hugo bajó la cabeza porque sabía que no podía ocultar nada de su mujer. –Abraham acaba de llamarme para decirme que no han podido encontrar a Adela. – Contestó Hugo con seriedad.
–¿Cómo así que no la han encontrado Hugo? – Preguntó Julia con nerviosismo. ¿Me estás diciendo que Adela ha escapado?
–Abraham la encontrará mi amor, de eso puedes estar segura, pero estaría bien realizar la búsqueda con tranquilidad, sabiendo que tanto tú como nuestro hijo estarán a salvo en otra parte. – Respondió Hugo todavía más angustiado porque sabía cuál sería la siguiente pregunta.
–¿Cómo que nuestro hijo, Adela sabe de la existencia de Iker? – Julia preguntó con ansiedad intentando recordar su encuentro con Adela y estaba segura de que no le había mencionado a Iker en ningún momento. – ¡Contesta Hugo!
–Sí mi amor, Adela sabe que Iker existe o eso creemos. – Contestó Hugo pasando la mano por sus cabellos con nerviosismo. – Abraham encontró fotos tuyas paseando con Iker en el departamento de Tony, y sabiendo que Adela estaba viviendo con él, imaginamos que ella también sabrá que tenemos un hijo. – Explicó y Julia se llevó una mano a la boca angustiada mirando a su hijo y Hugo acarició su rostro para tranquilizarla.
–Estaremos bien bebé, solo que deberíamos irnos unos días para que Abraham pueda centrarse en la búsqueda sin distracciones. – Aclaró Hugo para intentar convencerla y Julia accedió mirando a Iker, porque ella no temía a Adela, pero sí que le preocupaba la seguridad de su hijo.
Horas más tarde Julia estaba en su habitación con Kelly, que la estaba ayudando a preparar las maletas.
–¿De verdad te parece bien que nos llevemos a Zoe con nosotros a Portugal? – Preguntó Julia levantando la cabeza para mirar a su amiga, que se acercó a la ventana para ver como Hugo jugaba con los niños en el jardín.
–Zoe no podría estar sin Iker y él sin ella, están muy acostumbrados a estar juntos. – Contestó Kelly con una sonrisa. – Además, serán apenas un par de días para que Abraham pueda trabajar tranquilo. – Agregó viendo la felicidad de Iker mientras abrazaba a su padre y como Zoe los miraba, entonces recordó las palabras de Hugo acerca de Felipe y el hecho de que Zoe podría ser la cura que su padre tanto necesitaba. – Tú mándame muchas fotos y haremos videollamadas para que Zoe pueda verme. – Pidió y Julia sonrió acercándose a ella.
–Me preocupada que os quedéis aquí, tal vez deberían viajar con nosotros. – Habló Julia con preocupación.
–Diego y María Eugenia irán con vosotros, los demás estaremos bien Juls. – Respondió Kelly mirándola a los ojos. – Recuerda que Adela hace todo esto para atacar a Hugo, no a ti, entonces deben alejarse mientras que Abraham y Alonso la buscan.
–Hablando de Abraham, ¿Has sabido algo de él? – Preguntó Julia pensando en que no había podido hablar con Abraham en todo el día y Kelly negó con la cabeza.
Lo que las dos no sabían es que Abraham estaba dando vueltas en la entrada de la cárcel, a donde llevaban Tony, esperando ansioso por su llegada.
–No entiendo porque no lo trajeron directo para acá después del juicio. – Escupió Abraham molesto escupiendo la cascara de una de las pipas de girasol que se estaba comiendo mientras esperaba. – Ni un político recibe tantas atenciones.
–Porque los políticos no tienen un sequito de fans tan amplio como el de un jugador de fútbol. – Contestó Alonso quitándole de la mano la bolsita de pipas con brusquedad, para llevarse unas a la boca. – Fue orden del juez que lo trasladaran por la noche, además nos viene bien para lo que queremos hacer. – Explicó apoyando la espalda en una pared cuando de repente vieron llegar el furgón donde llevaban a Tony. – Ha llegado el reparto de muñecas hinchables. – Se burló y Abraham sonrió con malicia.
Cuando Tony se bajó del furgón estaba temblando de miedo, pero al ver a Abraham entró en pánico porque lo recordaba muy bien, entonces intentó salir corriendo, pero uno de los policías que lo llevaba lo agarró con fuerza del cuello.
–¡¡No me hagas nada por favor!!– Suplicó Tony asustado recordando la paliza que Abraham le había metido. – Ya estoy aquí, no tienes porque hacerme nada más. – Habló con la voz temblorosa y Abraham sonrió girándose para ver a Alonso que hacía lo mismo.
–Siempre es lo mismo con cerdos como tú, van de muy machitos con las mujeres, pero cuando tienen a un hombre de verdad delante se cagan de miedo. – Escupió Abraham asqueado y agarró a Tony de los cabellos. – Te aseguro que mi cara será lo más similar a la paz que tendrás esta noche. – Afirmó y después lo agarró del brazo para arrastrarlo adentro.
Tony gritó desesperado cuando Alonso lo ató en una silla mientras que Abraham se acercaba a él con una maquinilla para raparle la cabeza.
–¡¡¿Por qué me vas a hacer esto…POR QUÉ?!!– Preguntó Tony atemorizado y Abraham sonrió encogiéndose de hombros. – ¡¡¡Dios… por favor te lo pido suéltame, no entiendo porque me haces esto!!!
–No entiende porque lo hago Alonso, la muñeca no entiende porque está pasando por todo esto. – Habló Abraham fingiendo estar escandalizado mirando a Alonso que solo se reía con aquella escena.
–Pobrecita, no sabe que todo esto se lo merece por ser un enfermo…ops, digo, una enferma que hizo tanto daño a personas inocentes. – Contestó Alonso levantando la cabeza de Tony y Abraham comenzó a raparle. – Tranquila muñeca, no estarás calva por mucho tiempo, tenemos algo especial para ti.
Abraham con la ayuda de unos compañeros lo llevó a las duchas y entre tres policías, amigos de Abraham, desnudaron a Tony para bañarlo con una manguera de alta presión y cuando Abraham se dio por satisfecho después de escuchar los gritos de Tony, lo arrastró desnudo por la cárcel hasta llegar al largo pasillo donde estaban las celdas de los criminales más peligrosos y Alonso caminó delante de él mientras que Abraham exhibía a Tony desnudo para que lo vieran los demás presos.
–¡¡Señores e hijos de la grandísima p*ta, quiero anunciar que está noche tenemos una nueva adquisición y me importa una mier* si es de vuestro agrado o no solo, tenéis que hacer con ella lo que se os pegue la gana!!! – Vociferó Alonso caminando por el pasillo y Tony perdió las fuerzas en las piernas por el miedo.
Abraham miró a Tony asqueado cuando vio que se estaba meando encima dejando por donde pasaban un rastro de orina y Alonso abrió la celda que estaba reservada para el futbolista. Cuando Tony entró vio encima de la cama un vestido rojo, una peluca rubia y al lado un pintalabios.
–¡¡¡No pueden hacerme esto, yo no debería estar aquí…esto va contra la ley!!! – Gritó poniéndose en un de las esquinas de la celda asustado mirando a los dos policías.
–¡La ley aquí soy yo! – Exclamó Abraham mirándolo con desprecio y señaló el vestido. – Si no te lo pones por tu propia cuenta, lo harán otros por ti y te aseguro que no serán ni un poquito cariñosos.
Después Abraham salió de la celda y dos de sus compañeros entraron para forzar a Tony a vestirse. Abraham y Alonso se quedaron en la entrada del pasillo esperando a los presos más especiales que habían en el lugar, para darles la primicia.
–Una pena que no seas tú, Guerrero. – Escupió un búlgaro enorme pasando por delante de Abraham para ir a la celda donde estaba Tony y detrás de él iban otros catorce presos.
–Pues ya sabes lo que debes hacer Vlad, piensa en mí mientras estés con la muñequita. Dale lo mejor de ti, seguro que le encantará. – Se burló Abraham mirando al preso que él mismo había metido en la cárcel.
–En el fondo no eres tan diferente a Adriano, cuando quieres eres más sádico que él. – Espetó Vlad riéndose y Abraham lo miró con asco.
–Quince de los peores delincuentes que tenemos en esta cárcel. – Murmuró Alonso observando como los presos comenzaban a entrar en la celda de Tony. – Déjame adivinar, ¿uno por cada víctima? – Preguntó y Abraham asintió dándole la espalda para marcharse del lugar. – ¿Debo avisar en enfermería que se preparen para recibir a Pujols? – Se aventuró y Abraham se giró para verlo.
–Con lo que pasará aquí esta noche mañana estará en un hospital. En la enfermería no tendrán los recursos necesarios para arreglar lo que quedará de Tony Pujols. – Contestó y volvió a girarse para irse.
Alonso echó un último vistazo a aquel pasillo donde comenzaban a retumbar los gritos de Tony y se rio mientras que sacaba la bolsa de pipas del bolsillo de su chaqueta. Después siguió a Abraham para abandonar aquella cárcel que a partir de aquel momento sería el infierno de Tony.