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Amor en juego

Capítulo 84: Almas gemelas.

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–No entiendo porque has decidido acompañarme. – Murmuró Adela caminando por el largo pasillo del hospital al lado de Tony.

–Porque él que está siendo investigado aquí soy yo y esa vieja sabe demasiadas cosas sobre mí, gracias a ti que no sabes elegir bien a tus aliados. –Respondió Tony haciendo una mueca de asco y Adela sonrió con sorna.

–Dice el estúpido que ha metido a una de sus víctimas en nuestros planes. –Espetó Adela y Tony giró los ojos molesto porque sabía que estaba hablando de Camile. –Solo espero que la WAG cornuda mantenga la boquita bien cerrada.

–Por supuesto que no abrirá la boca, porque si lo hace le quito el niño que tenemos, aparte de que destrozaría su matrimonio contar todo lo que sabe, Camile es una cobarde, no sería capaz de enfrentarme. – Afirmó Tony y los dos se pararon delante de la puerta de una de las habitaciones. – ¿Es esta la habitación dónde está la vieja?

–Según lo que me ha dicho la enfermera, sí. –Habló Adela mirando de un lado a otro para asegurarse de que nadie estuviera cerca. – ¿Has conseguido lo que te pedí?

–Sí, aquí lo tengo. – Susurró sacando un frasco pequeño del bolsillo de su chaqueta. – Según me ha dicho mi contacto de Holanda será una muerte rápida y limpia. ¿Tienes la jeringuilla? –Preguntó mirándola fijamente y Adela asintió, entonces los dos entraron a la habitación donde estaba Adara.

Tony y Adela se taparon la nariz cuando entraron en la habitación donde estaba la madre de Hugo acostada sobre una cama con un aspecto horrible y olía extremadamente mal. Adara se negaba a bañarse y insistía en mearse en la cama para molestar a las enfermeras.

–¿Qué estás haciendo tú aquí? – Preguntó Adara con recelo mirando a Adela con desprecio y ella se encogió de hombros.

–Bueno querida, ya que insistes en no contestar a mis llamadas, como buenos amigos que somos, Tonito y yo, hemos venido a visitarte para saber cómo estás. – Contestó Adela forzando una sonrisa.

–Tú no eres amiga de nadie perra, me dejaste sola cuando Hugo me dio la espalda, pero me alegra saber que estamos en las mismas condiciones, porque ahora tú ya no eres nadie, no tienes dinero y tu apellido no vale nada. – Escupió Adara y Adela se acercó a ella mirándola con indiferencia.

–No estamos en las mismas condiciones querida porque yo soy bella y joven mientras que tú estás prácticamente muerta, pero como buena amiga que soy, he venido aquí para adelantar tu trágico final. –Escupió Adela con una sonrisa satisfactoria mientras que Tony comenzaba a preparar la jeringuilla con el pentobarbital.

–¿No me digas que has venido aquí para matarme? – Preguntó Adara fingiendo estar sorprendida llevándose una mano al pecho, haciendo gesto dramático. – Déjame adivinar, los muy cobardes quieren estar seguros de que no contaré nada que os incrimine a Hugo.

–Exactamente querida y hasta creo que te estamos haciendo un favor. – Afirmó Adela mirándola mientras sonreía, pero la carcajada de Adara borró la sonrisa de su rostro.

–¿Qué es tan gracioso vieja asquerosa? – Preguntó Tony desconfiado, viendo como Adara lo miraba con la burla retractada en su rostro.

–Es gracioso ver lo previsibles que son, podéis matarme si queréis, pero vuestro final también está muy cerca y estoy segura de que será mil veces peor que el mío. – Murmuró Adara pensando que era mejor no ponerles sobre aviso. Ellos no tenían idea de que ella había contado toda la verdad a Hugo y esa sería su venganza. – Miraros por favor, el fracasado que jamás logro superar a Hugo Torres y la mujer que fue despreciada por él. En eso debo confesar que estoy orgullosa de Hugo, por saber demostrar que es superior a vosotros dos.

–¿Y tú le quieres dar a esa vieja miserable una muerte tranquila? –Preguntó Tony enfurecido acercándose a la cama.

–Ella no puede vivir, pero tampoco le daré el gusto de morir con una sonrisa en la cara. – Murmuró Adela y Adara intentó incorporarse para gritar al ver la mirada asesina de la periodista, pero Tony le calló la boca con una mano mientras que Adela agarraba la almohada que estaba debajo de la cabeza de Adara.

Entre los dos pusieron la almohada sobre el rostro de Adara para asfixiarla mientras que ella se debatía con desesperación intentando liberarse, sintiendo como poco a poco se quedaba sin aire. Entre los dos presionaron la almohada contra la cara de la mujer aplicando toda la presión necesaria hasta que la dejaron completamente sin aire, quitándole la vida. Cuando Adara por fin dejó de moverse los dos se miraron sonriendo con satisfacción.

Después Tony colocó la almohada debajo de la cabeza de Adara mientras que Adela le bajaba los parpados con la punta de sus dedos. Los dos se pararon delante de la cama de Adara para ver lo que habían hecho juntos y Adela preguntó.

–¿Parece estar durmiendo verdad?

–¡Sí, está durmiendo el sueño de la muerte! – Se burló Tony y Adela sonrió satisfecha. – Un problema menos para mi lista.

Tony guardó otra vez la jeringuilla en el bolsillo de su chaqueta y después salieron de la habitación. Los dos vieron que había un pequeño grupo de enfermeros hablando alegremente justo delante de los ascensores, entonces decidieron bajar por las escaleras para no llamar mucho la atención.

No había nadie en las escaleras del hospital y Adela se dirigió a los escalones para bajar cuando Tony la agarró del brazo con brusquedad y la puso de cara a la pared.

–¿Qué estás haciendo Tony, esto no es un buen momento para tus juegos? – Preguntó Adela sintiendo como el hombre se pegaba a su espalda con la respiración acelerada. –Debemos irnos de aquí, en este exacto momento, antes de que descubran que la vieja está muerta.

–Lo sé, pero lo que hicimos me la puesto muy dura, no sabes cuanto me ha excitado ver el placer en tus ojos mientras matabas a esa vieja. –Murmuró Tony pasando la lengua por lóbulo de la oreja de Adela que gimió mientras sonreía con malicia.

–¡Eres un maldit* enfermo! – Jadeó Adela y Tony comenzó intentando bajar el pantalón que ella llevaba puesto.

–Los dos lo somos querida, somos dos putos enfermos y esto nos convierte en almas gemelas. –Susurró desnudándola de la cintura para abajo dispuesto a tener sexo con Adela allí mismo.

Había pasado a penas un día desde que Hugo y Julia habían regresado a sus casas y él no había podido ver a su hijo porque tanto Julia como él necesitaban estar con sus familias, que habían estado ansiosos esperando por ellos. Aunque Hugo no quería alejarse de Julia tuvo que acceder porque sabía que ella necesitaba su espacio, después de estar encerrada con él diez días, pero en la mañana siguiente Hugo saltó de la cama con toda la actitud, dispuesto a ver a su familia.

A primera hora Hugo aparcó su todo terreno delante de la mansión de la Duquesa de Lugo, sin previo aviso. El jardinero estaba en la entrada limpiando la nieve del jardín, entonces Hugo aprovechó para entrar a la propiedad sin anunciarse y tocó el timbre. Cuando el ama de llaves abrió la puerta pensando que era el jardinero que necesitaba algo, se quedó atónita al ver el rostro sonriente de Hugo.

–¡¿Señor Torres qué está haciendo aquí?!–Preguntó Laura con el rostro desencajado por la sorpresa.

–¡He venido a ver a mi hijo Laura! – Contestó dejando un beso en la mejilla de la mujer como si tuvieran confianza. – Ahora dime dónde está mi conejito, que estoy loco para darle mil abrazos y llenarlo de besos. – Habló con entusiasmo entrando a la casa sin pedir permiso. – Me imagino que estará en la sala esa de juegos, ¿verdad? – Preguntó con curiosidad y la mujer se sobresaltó.

–Señor Torres déjeme primero avisar a la señorita que está aquí, ella neces…

–¡Señorita no Laura, señora, ahora Julia es la señora Torres, quiera ella o no! – Afirmó Hugo con seguridad adentrándose en la mansión mientras que Laura intentaba detenerlo sin éxito.

Laura estaba casi corriendo detrás de Hugo, que no se detuvo a pesar de las suplicas de la mujer. De cierta forma Hugo estaba molesto con la insistencia de la mujer, que no dejaba de decir que él tenía que haber avisado a Julia sobre su visita.

Hugo no entendía todo aquel protocolo, sobre todo después de lo que había pasado entre él y su mujer, pero cuando abrió la puerta de la sala de juegos ignorando las protestas del ama de llaves, comprendió porque debía avisar con antelación cada vez que quisiese visitar a su hijo.

–¡Hugo! – Exclamó Julia sorprendida mientras que Iker comenzó a dar palmitas al ver a su padre, pero no fue su hijo lo que llamó la atención de Hugo, sino que la pequeña niña de cabellos oscuros que estaba en los brazos de Kelly. –¡Hugo no deberías venir sin avisarme, era una de mis condiciones!

–¿Tus condiciones o las de ella? –Preguntó Hugo con seriedad mirando a Kelly directamente a los ojos y la chica se puso de pie abrazando a su hija con un gesto protector mientras que Julia estaba boquiabierta sin saber que hacer en aquella situación.

–No es su hija…

–¡Por favor, Kelly, no te molestes en intentar engañarme! – Avisó Hugo acercándose a ella y Kelly dio dos pasos hacia atrás con Zoe que lo miraba con curiosidad. – Felipe y yo crecimos juntos, reconocería estos ojos en cualquier parte. –Murmuró mirando a la pequeña Zoe con ternura. –Felipe tiene una hija, el bebé que tanto deseaba que estuviera vivo y no lo sabe.

–¡Y jamás debe saberlo!

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