Hugo entró en la casita intentando quitarse de encima toda la nieve que había caído sobre su cabeza mientras sujetaba un tupper con caldo, que la encargada del camping había preparado para ellos. Él miró extrañado el interior de la casa, cuando no vio a Julia por ninguna parte y se preocupó.
Habían pasado dos días desde que habían llegado al camping y Julia había estado muy angustiada por no saber nada de Iker, hasta que pasó la borrasca y volvió la señal de los teléfonos móviles.
Julia había podido comunicarse con su abuela, y ya sabía que Iker se encontraba bien, pero irse de aquel lugar todavía era algo imposible, porque estaban en lo alto de una montaña y todas las quitanieves de la ciudad estaban siendo utilizados para despejar las carreteras y los hospitales, no había forma de abandonar el camping y ni siquiera un helicóptero podía ir a buscarlos.
–¿Todavía estás en la cama bebé? –Preguntó Hugo preocupado entrando a la habitación, viendo a Julia en la cama enrollada en una manta. – Nuestro hijo está bien mi vida y aunque la señal no es buena para hacer una videollamada, podemos escucharlo. No deberías seguir en la cama.
–Es que no estoy en la cama por eso, Hugo. – Murmuró Julia con la voz suave y Hugo sonrió con ternura cuando la vio hacer un puchero.
–¿Qué tienes mi amor, te encuentras mal? –Preguntó Hugo sentándose a su lado en cama y Julia asintió con la cabeza.
–Me duele, la “cosita”. –Susurró y Hugo esbozó una sonrisa maliciosa. – No te rías Hugo, eres una bestia, ahora me duele porque no sabes hacer el amor.
–Esto es algo que ya lo sabías bebé, pero te di un analgésico, ¿no te hizo efecto? –Preguntó Hugo acariciando las mejillas sonrojadas de Julia.
–Sí, hizo su efecto, pero igual sigo dolorida ahí abajo.
–A ver bebé, déjame darte una miradita. –Pidió Hugo forzando una mirada inocente y Julia lo miró con desconfianza.
–No Hugo, si la miras, la vas a querer. – Habló Julia con el ceño fruncido y Hugo se rio porque en el fondo sabía que tenía razón.
–Si no me dejas ver la “cosita” no podré ayudarte bebé. ¡Vamos, solo será una miradita! –Pidió Hugo apartando la manta y colocándose entre las piernas de Julia.
Hugo le quitó las bragas con suavidad, intentando apartar de su cabeza los pensamientos impuros, porque ver a su mujer con las piernas abiertas y desnuda delante de él, era una fuerte tentación, pero tenía centrarse en lo más importante.
Hugo levantó la mirada para ver a Julia cuando la escuchó gemir, después miró aquellos delicados pliegues que estaban rojos por toda la pasión que Hugo les había dedicado.
–Lo tienes muy rojito bebé. –Murmuró Hugo haciendo un puchero inconscientemente y Julia asintió. – Voy a hacer algo para aliviar un poco el dolor, ahora vengo. – Avisó levantándose de la cama para salir de la habitación mientras que Julia lo miraba intrigada.
Julia escuchó como Hugo rebuscaba algo en el pequeño congelador que había en la cocina y después lo vio regresar a la habitación con algo en la mano que llamó su atención.
–¿Hugo para que quieres este trozo de hielo? – Preguntó Julia con el ceño fruncido sin entender que pretendía hacer.
–El hielo es para aliviar el dolor amor, estás así porque…bueno, porque soy muy grande para ese coñito tan pequeño y tanto amor que le di te ha pasado factura.
–¡No me has dado amor Hugo Torres, me has penetrado como una bestia en celo! – Se quejó Julia y lo vio reírse mientras que se colocaba entre sus piernas. – ¡Ayy! – Gimió mordiéndose los labios cuando Hugo rozó aquella cosa fría en sus pliegues.
–Tranquila bebé, será despacito. –Murmuró Hugo pasando el hielo por la vagina de Julia con delicadeza, de vez en cuando levantando la cabeza para mirarla cada vez que la escuchaba gemir.
–Ohh, Hugo está muy frío. –Jadeó Julia y Hugo pudo ver la contracción involuntaria de su sexo.
–Pues lo estás casi derritiendo con este agujerito caliente amor, esta cosita apretada parece la entrada del infierno. –Susurró Hugo mordiéndose los labios, mirando como el hielo se derretía entre aquellos pliegues mojados. –Tienes el coñito tan rosadito y se ve tan apetitoso.
Julia sintió un cosquilleo en su vientre y la excitación recorrer todo su cuerpo cuando escuchó la voz ronca de Hugo que miraba su sexo con lujuria mientras que abría sus pliegues con un dedo, tanteando la entrada de su vagina.
–Hugo eres un pervertido, estoy toda roja por tu culpa y tú estás mirándome como si quisieras devorarme. – Habló Julia mirándolo fijamente y lo vio sonreír humedeciéndose los labios.
Entonces Hugo bajó la mirada para volver a mirar la intimidad de su mujer, viendo lo húmeda que estaba y sabía que no era solamente por el hielo que él estaba pasando por su vagina. Hugo se aventuró y pasó aquel pequeño trocito de hielo que le queda por el clítoris de Julia, y la vio retorcerse gimiendo.
Para Hugo tener a su mujer delante de él, con las piernas abierta y su vagina mojada, era una explicita invitación al placer, entonces lamió sus pliegues mojados turnándose entre lamer y pasar el hielo.
La mente de Julia se nubló por el placer, cuando aquella lengua tan experimentada mojó su sexo, dejándola entera empapada, mezclando el agua con la saliva de Hugo y sus fluidos. Era la mejor sensación del mundo, era tan excitante que se olvidó del dolor que sentía y de lo irritada que estaba su piel, en aquella zona tan sensible de su cuerpo.
–Mmmm cariño, creo que tu coñito necesita algo más que solo mi lengua. –Gruñó Hugo viendo cómo su vagina se lubricaba y Julia abrió mucho sus ojos mirándolo, cuando él se arrodilló sobre la cama quitándose la camiseta y abriendo su pantalón. –No sabes lo mucho que me pone verte así, con las piernas abiertas y este agujerito palpitando, suplicando por mí.
Hugo sacó su miembro endurecido empuñándolo y Julia se quedó boquiabierta mirándolo. Ella no se cansaba de pensar que era la polla más bonita que había visto en su vida. Aquella cabeza hinchada y rosada, las venas bien marcadas que se extendían por todo su miembro, el grosor y el tamaño la convertía en la polla perfecta. Entonces Hugo se acostó sobre ella, apoyando su peso sobre uno de sus codos, mientras que con la otra mano posicionaba su polla en la entrada de Julia.
–¡Hugo me va a doler! – Murmuró Julia sintiendo aquel trozo caliente de carne, rozando su vagina y se mordió los labios, pero no sabía si lo hacía por el miedo o por el deseo de recibirlo.
–Sí bebé te va a doler, pero también sentirás mucho placer. Puedes estar segura de que te haré disfrutar tanto con mi polla, como con mi boca.
Julia lo miró sin entender lo que quería decir, pero Hugo metió su lengua en la boca de Julia que seguía entreabierta y ella ya no pudo pensar en nada más que no fuera en él. Entonces Hugo comenzó a enterrarse dentro de ella, haciéndola gritar.
Quemaba sentir como se abría el camino en su vagina, pero también era placentero y la lengua de Hugo, que no dejaba de moverse dentro de su boca, solo aumentaba el deseo de someterse a sus deseos.
Hugo entraba y salía de su vagina despacio, controlando las ganas que tenía de penetrarla salvajemente, porque en aquel momento solo quería hacerla disfrutar. Cuando Julia comenzó a gemir en su boca, Hugo salió de dentro de ella, para volver a bajarse hasta su sexo para chuparlo otra vez.
Julia agarró las sabanas de la cama con fuerza cuando lo sintió chupar su clítoris y después lamer sus pliegues como si estuviera besando su boca. La lengua de Hugo se movía con rapidez sobre su pequeño punto de placer y cuando él sintió la tensión en su clítoris volvió a penetrarla con su enorme polla, empujándose dentro de ella con más fuerza.
Julia se retorcía, gritando debajo de Hugo que la follaba sin piedad mientras que lamía y mordisqueaba sus pezones con hambre.
–¡¡¡Ay, amor me voy a correr…Ahh Hugo estoy casi!!!– Jadeó Julia sintiendo como su vagina apretada aquella enorme polla, como si quisiera devorarla y Hugo salió de ella otra vez.
Julia lo miró con deseo y Hugo comenzó a lamer una vez más su vagina, está vez con posesividad, lamiendo y chupando todo lo que se encontraba entre las piernas de su mujer, hasta que Julia comenzó a correrse en su lengua y él saboreó todo lo que su orgasmo le había entregado.
El cuerpo de Julia temblaba sintiendo aquella fuerte liberación cuando Hugo volvió a empujarse dentro de ella, moviéndose en su interior como si quisiera perderse dentro de su cuerpo. Julia gritaba escuchando los gruñidos de Hugo y clavó las uñas en su espalda sudada disfrutando de ser follada por él. Entonces sintió la tensión de su hombre entre sus piernas y enredó sus piernas en la cintura de Hugo para retenerlo, sabiendo que estaba a punto de correrse.
–¡¡Pide la leche de papi!! Vamos amor quiero que me la pidas. – Gruñó Hugo mirándola con malicia. – ¡¡Dime amor, dime que quieres que me corra dentro de tu coñito…Ahh …Pide!! ¡¡Vamos amor…Ohhh!!
–¡¡¡Sí, sí dame leche papi, córrete dentro de mí, dame amor… dame todo!!!– Gimió Julia escuchando el dulce sonido de sus pieles chocándose y el fuerte rugido de su hombre cuando comenzó a derramarse dentro de ella.
Hugo gruñó de placer mientras que llenaba el vientre de su mujer con todo su semen, después cayó sobre ella cansado, entonces los dos se miraron sonriendo y se besaron entre risas.
–Me encantaría aprender a hacer el amor, pero creo que cuando llegue ese día dejarás de ser mi mujer. – Murmuró Hugo acostándose al lado de Julia y ella bajó la mirada, entonces él se imaginó lo que estaría pensando. – No importa el tiempo que pase amor, no dejaré de luchar por ti.
–Lo que más me duele Hugo es justamente que tengas que luchar por mí, cuando en su momento me había entregado completamente a ti. – Contestó Julia sentándose en la cama, tapando su cuerpo desnudo con la sabana.
–Lo sé mi amor, y ahora entiendo lo estúpido que he sido. Grité delante de miles de personas lo mucho que te amaba y que te quería para ser mi esposa, pero cuando llegó la hora de la verdad te defraudé. –Habló Hugo mirándola fijamente, deseando que Julia pudiera ver en sus ojos cada uno de los sentimientos que él sentía por ella. – Te fallé y perdí lo más precioso que tuve en mi vida por no saber confiar, porque te pedí que te entregarás a mí de cuerpo y alma cuando yo no fui capaz de hacer lo mismo, permíteme hacerlo ahora Julia. – Suplicó y ella volvió a bajar la mirada porque sabía que todavía lo amaba, pero era difícil volver a confiar.
–No sé si quiero volver a revivir nuestro amor Hugo, porque ese amor me hizo mucho daño.
–No tenemos porque revivirlo bebé, vamos a dejarlo en el pasado. Quiero volver a enamorarte Julia, vamos a crear juntos un nuevo amor. –Pidió Hugo y los ojos de Julia se cristalizaron sin que ella pudiera darse cuenta.
–El amor es algo que puede esperar, de momento empecemos por la confianza, porque eso es lo que nos ha faltado. – Habló Julia sintiendo aquellas maldit*as mariposas en su estómago, que se revolucionaron cuando Hugo esbozó su hermosa sonrisa y sus ojos verdes comenzaron a brillar intensamente.
–¿Estoy a prueba? – Preguntó Hugo esperanzado y Julia asintió.
–Estás a prueba Hugo Torres. – Suspiró y él la envolvió entre sus brazos sintiendo la felicidad llenando su corazón. – Pero ya sabes, la confianza debe ser nuestra mayor prioridad ahora, no solo por nosotros, sino que también por nuestro hijo.
–Me parece perfecto bebé y ya que es así, hay unas cuantas cosas que debo contarte. Debemos hablar sobre mi ma…sobre Adara.