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Amor en juego

Capítulo 76: Voy a marcar mi territorio.

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–¿Felipe qué estás haciendo aquí? –Preguntó Kelly sorprendida, pero Felipe no apartaba la mirada asesina del hombre que estaba detrás de ella, que lo miraba como si estuviera viendo al mismísimo demonio.

–¡¡Señor Oliveira, es un placer verlo!!–Exclamó el hombre con la voz temblorosa, pero Felipe no le contestó solo giró la cabeza para mirar a Kelly, que tenía el ceño fruncido sin entender el nerviosismo del invitado ante el padre de su hija.

–¿Qué estás haciendo aquí Felipe? –Preguntó Kelly enojada llevándose las manos a la cadera.

–¡Estoy aquí para prestigiar a la gran empresaria en la que te has convertido! –Afirmó Felipe mirándola con una sonrisa sincera, porque era cierto lo que decía, él quería ver un poco más de esa nueva Kelly.

–No necesito que lo hagas, en verdad preferiría que te fueras de aquí. – Habló Kelly con tanta vehemencia que Felipe sintió un aprieto en su corazón, pero la figura del hombre detrás de ella lo impedía de alejarse.

–¡¡Pues me da igual si me quieres aquí o no, porque no pienso marcharme para que otro baboso como este se acerque a ti!!–Exclamó Felipe celoso y Kelly lo miró sorprendida sin entender de donde él había sacado tanto atrevimiento para querer custodiarla como si fuera de su propiedad mientras que el invitado aprovechó la distracción de la pareja que parecía estar lista para entrar en una batalla y se marchó despacito sin llamar mucho la atención.

–No llamo a seguridad para que te saquen ahora mismo de esta gala porque la entrada está llena de periodistas, que deben estar centrados en asuntos más importantes que en un escándalo con el apellido Oliveira de por medio, pero no te atrevas acercarte a mí. –Habló Kelly dándose la vuelta para marcharse, pero no pudo aguantarse las ganas de decirle algo más. –Por cierto, esta fiesta esta llena de hombres y yo soy una mujer bella y libre, así que dudo mucho que seas capaz de mantener a todos ellos alejados de mí. –Habló sonriendo con satisfacción y Felipe sintió como toda la sangre que corría por sus venas comenzaba a hervir.

Kelly se apartó de él contoneándose, pero no pudo ir muy lejos cuando Felipe la agarró de la muñeca y la pegó a su cuerpo con tanta fuerza que Kelly se estampó contra el pecho duro del español. Él la envolvió en sus brazos y la besó en el medio del salón sin importarse con el hecho de que estuviera arriesgando su vida en aquel momento, porque sabía que su mujer era una fiera. 

Kelly intentó de todas formas resistirse a su beso, a la fuerza de sus brazos, su calor, su perfume que la embriagaba, pero fue imposible porque en el fondo sabía que su cuerpo lo necesitaba. Ella no quería recibirlo, pero la lengua de Felipe jugando sobre sus labios era irresistiblemente deliciosa. 

Kelly quería aferrarse a los malos recuerdos, al daño que le había hecho para mantenerse alejada, pero ese lado dominante de Felipe, su posesividad era una tentación para ella, era su mayor debilidad. Entonces por un minuto se entregó aquel beso, hasta olvidándose de donde estaban y saboreó aquella lengua que tantas veces la había llevado al paraíso, pero cuando su cuerpo pidió algo más que solo un beso Kelly mordió el labio de Felipe apartándose de él con brusquedad y él se llevó una mano a su labio sintiendo el sabor de la sangre en su boca mirándola fijamente.

–¡¡Ahora te puedes ir de paseo por el salón fiera, porque después de este beso no habrá loco en este lugar que tenga la audacia de acercarse a la mujer de un Oliveira!!–Escupió Felipe viendo las llamas del infierno en la mirada de Kelly ocasionadas por la rabia que estaba sintiendo, cuando de repente ella levantó la cabeza mirando por encima del hombro de Felipe con una sonrisa traviesa.

–Como “audacia” es prácticamente mi apodo me atrevo a preguntarte, ¿Quieres bailar conmigo nena? –Preguntó Abraham con una sonrisa en su rostro y Felipe se giró enojado para verlo.

–¿Te has vuelto loco, es que no sabes quién soy? –Preguntó Felipe con la voz tan grave y autoritaria que Kelly se estremeció.

–Por supuesto que lo sé, eres uno mocoso Oliveira estúpido que cree que con su apellido puede amedrentar a todo el mundo, pero fíjate que no es mi caso. – Espetó Abraham acercándose a Kelly ofreciéndole su brazo.

–¿Se puede saber quién eres tú? –Preguntó Felipe mirándolo fijamente y Abraham sonrió con satisfacción.

–Puede que no conozcas mi cara “proyecto” de Oliveira, pero sé que conoces perfectamente mi nombre, me llamo Abraham Guerrero. Ahora vámonos a bailar nena, que con lo guapa que estás es un verdadero desperdicio verte parada. –Habló con orgullo dejando a Felipe estupefacto porque sabía perfectamente quien era el policía y también que se dedicaba a cazar a su familia junto con los Herrera.

–Estaré encantada de bailar contigo Ojitos. –Contestó Kelly sonriendo, pero antes de tomar el brazo de Abraham se acercó a Felipe.

–Vuelve a besarme y te arranco los huevos “proyecto de Oliveira”–Susurró Kelly y después se agarró al brazo de Abraham gustosa contoneándose mientras se alejaban de Felipe, que se quedó enojado con el labio sangrando.

Felipe decidió buscar una copa de whisky para despejar un poco la rabia que estaba sintiendo y vio a Julia que estaba hablando con unos invitados, para no buscar más problemas decidió alejarse de ella, pero no pensaba marcharse de la fiesta porque todavía tenía temas pendientes que solucionar con su mujer.

Hugo estaba paseando por el salón vigilando a Julia de lejos y cada vez que ella lo veía, lo fulminaba con la mirada, pero él no se daría por vencido, porque estaba allí para recuperar a su mujer y no se marcharía sin antes lograrlo.

–Sí tú sigue así bebé, estoy muy seguro de que estoy cerquita de volver a tocar tu corazón y si no llego a él por lo menos alcanzaré tus bragas. –Susurró Hugo para sí mismo viendo como todas las miradas femeninas del salón se dirigían a él, hasta que de repente comenzó a sentir que compartía la atención alguien más.

 Hugo no tardó en encontrarse con la figura de Felipe que estaba tomando un trago de su copa como si quisiera tragar hasta la copa. La mirada de los dos hombres se encontraron y ambos levantaron una ceja de forma sugerente mientras que se analizaban, entonces Felipe se acercó a Hugo mirándolo de arriba abajo.

–Vienes vestido para matar. –Murmuró Felipe con una sonrisa sarcástica y Hugo lo miró detenidamente.

–Sí, pero me está costando y por cómo te has puesto esta noche puedo asegurar que estás de cacería. –Afirmó Hugo mirando alrededor y después vio a Felipe asentir con la cabeza.

–Pues sí, pero me está costando porque mi presa está siendo custodiada. –Escupió Felipe recordando como Abraham lo había enfrentado y se tomó otro largo trago de su copa.

–Déjame adivinar, ¿tiene pegado a su falda un pitbull con cara de princeso? –Preguntó Hugo resoplando con fastidio y Felipe giró los ojos asintiendo. –Pues infelizmente tenemos el mismo enemigo, pero mi situación creo que peor que la tuya, porque puede que esté pegado a la falda de Kelly, pero está detrás de las bragas de mi mujer. –Murmuró y Felipe se sintió de cierta forma aliviado, pero mal por Hugo. –Bueno, te deseo suerte en tu cacería, Lipe.

–Yo también te deseo suerte en tu reconquista, hermano. –Habló mirándolo y Hugo sonrió con tristeza antes de alejarse.

Después de un rato Felipe vio como Kelly sonreía hablando con el sobrino del Rey y le entró un arrepentimiento enorme de haberse presentado en aquella gala sin una pistola. Él caminó hasta ellos con los pasos firmes y se puso entre los dos sin previo aviso, sin importarse con el hombre que había dejado boquiabierto detrás de él.

–Necesito hablar contigo ahora. –Habló Felipe intentando no sonar como un hombre celoso desesperado y giró la cabeza de lado mirando por el rabillo de ojo como el otro hombre que estaba detrás de él daba dos pasos hacia atrás.

–Tiene mucha gracia lo que dices, necesitas hablar conmigo ahora, pero no cuando me dejaste sola en el peor lugar de Madrid, de madrugada, casi desnuda y sin tener como volver a mi casa.

¿Te acuerdas de esto o es que tus celos te hacen olvidar también todo el daño que me hiciste? – Espetó Kelly mirándolo a los ojos y Felipe negó con tristeza.

–Jamás me olvidaré de eso, puedes estar segura de que es algo que me atormenta cada día, pero esto no cambia que te amo y que no pienso permitir que ningún otro hombre se acerque a ti. –Afirmó Felipe acercándose a ella, y Kelly sintió su respiración acelerada cerca de su rostro.

–No soy tu propiedad Felipe Herráez, y no tienes ningún derecho de querer marcarme como tu territorio, no después de que tú mismo me dejaste sola en un lugar donde cualquier otro hombre podría haber intentado aprovecharse de mí. –Habló Kelly intentando disimular sus emociones, porque aquel no era el lugar para tener una conversación de ese tipo con Felipe. – Debes aceptar que no volveré a ser tuya y que algún día seré feliz al lado de otro hombre.

–Esto jamás lo aceptaré Kelly Dumas, siempre serás mi mujer y no importa lo que tenga que hacer para tener tu perdón, porque estoy dispuesto a hacer lo que sea para volver a tenerte a mi lado. –Habló Felipe agarrando su mano. –Cuando llegué aquí tenía dudas de esto, pero después del beso que te di, ahora estoy seguro de que todavía hay algo ahí dentro de ti que me pertenece. –Murmuró y Kelly levantó la mirada con una sonrisa sarcástica dejando a Felipe desconcertado.

–No te preocupes, porque a pesar de tu intento de marca territorio besándome, me iré a bailar con todos los hombres que están en esta fiesta, hasta que alguno de ellos arranque esto que tengo adentro que tú crees que todavía es tuyo. –Murmuró con un tono de desafío que Felipe no pudo soportar.

–No lo harás, y menos llevando puesto este vestido que está tan pegado a tu cuerpo y no me gusta ni un poco ver cómo te mueves con tanta “libertad” dentro de él. –Habló pegándola a su cuerpo y Kelly sonrió con satisfacción confirmando lo que Felipe estaba pensando. – Dime en este exacto momento que llevas unas bragas puestas.

–¿Tú que crees Felipe De Oliveira? –Preguntó Kelly desafiándolo con la mirada y entonces Felipe tiró de ella llevándola hasta un pasillo que estaba apartado.

–¡¡¿Se puede saber qué estás haciendo?!!¡¡SUELTÁME AHORA MISMO FELIPE!!–Exclamó Kelly luchando por liberarse.

–¡¡Voy a marcar mi territorio, es lo que pienso hacer!!

–¡¡¡¿Vas a mearme encima como los perros?!!!

–¡¡No, no voy a marcarte como un perro, lo haré como tu hombre y no será encima de ti, será dentro!!

Felipe entró en un pequeño salón para reuniones con Kelly, que forcejeaba intentando alejarse de él y la pegó a una pared poniéndose delante de ella con la respiración acelerada y entonces la besó como un poseso sin importarse con nada, ni con su culpa, ni con el rencor que sentía Kelly por él. Felipe necesitaba sentirla y hacerla saber que era suya.

Kelly aprovechó lo distraído que estaba Felipe devorando sus labios y deslizó la mano entre los dos, hasta llegar a su entrepierna y apretó los huevos de Felipe con fuerza escuchándolo gruñir, pero Kelly no se esperaba que volver a tocar aquella parte tan importante del cuerpo de Felipe despertará en ella sus deseos más primitivos y sin darse cuenta dejó de apretarlos.

–Kelly, si tu intención era agarrarme de los huevos para hacerme daño, déjame decirte que estás haciendo todo lo contrario. –Gruñó Felipe sintiendo como la delicada mano de Kelly despertaba su erección que llevaba tanto tiempo adormecida.

–Es que no recordaba que fuese tan…tan…tan. –Balbuceó Kelly extasiada, deslizando la mano por la enorme extensión que tenía Felipe en su entrepierna.

–¿Tan grande? –Preguntó Felipe con la voz ronca y Kelly asintió mordiéndose los labios, intentando controlar la excitación que estaba sintiendo. –¿Y no quieres recordar lo que sentías cuando tenías todo esto enterrado dentro de ti?

–No…no…quiero…porque eres…un…un miserable. –Murmuró sin poder apartarse de él, del calor que desprendía su cuerpo.

–Y tienes toda la razón, soy un maldit* miserable, pero este miserable sigue siendo tu hombre.

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