No había nada que le volviera más loco a Hugo que estar encerrado en un hospital, pero tampoco podía decir que estaba deseando volver a su casa, porque sabía que allí no había nada para él.
–El doctor dice que volverás a jugar hijo, que con el desfibrilador que te han implantado volverás a tu vida normal, pero con ciertos cuidados. –Habló Diego para intentar reconfortar a su hijo, pero Mercedes le dio un codazo suave y levantó la cabeza señalando a Hugo para que se fijará bien en lo triste que estaba.
Hugo estaba mirando por la ventana perdido en sus pensamientos, estaba claro que volver a jugar era lo último que le importaba en aquel momento.
–¿De verdad estuvo aquí papá? –Preguntó Hugo sin apartar la vista de la ventana.
–Sí, Julia estaba aquí y solo se marchó después de estar segura de que estabas bien. –Habló Diego acercándose a él.
–¿Te dijo algo sobre mi hijo papá? ¿Iker está bien? –Preguntó Hugo girando la cabeza para mirar a su padre y lo vio asentir sacando el teléfono móvil de su bolsillo.
–Nuestro campeón está perfectamente, puedes estar tranquilo. –Aseguró Diego y le entregó el teléfono a su hijo que lo miró extrañado. –Julia me ha enviado esto, para que lo tuviera.
Julia le envió a Diego el mismo video que le había enseñado cuando estaba en el hospital, donde Iker jugaba con un balón de fútbol y Hugo se emocionó al verlo. Él tenía los ojos cristalizados mientras lo miraba, preguntándose si aquello era real, si de verdad tenía un hijo tan hermoso. Por más que hubiera intentado imaginar tantas veces a su hijo, ver la carita de Iker y saber que era una pequeña copia suya provocaba un verdadero torbellino de emociones dentro de él.
–¡¡Mi conejito es precioso, papá!!–Habló Hugo sonriendo orgulloso de ver a su pequeño jugando con un balón de fútbol. – Y parece ser que no es solamente parecido a mí en el físico, creo que tendrá la misma pasión que tengo por el fútbol. –Bromeó Hugo y su padre asintió.
–¡Nuestro niño dejará aparcado su futuro como duque, para ganarse un Balón de Oro, ya lo verás! – Afirmó Diego y los dos se abrazaron mientras miraban el video y Hugo pasó la punta del dedo índice por la pantalla cuando Julia apareció al lado de su hijo.
–Perdí mi familia papá. –Habló con la voz rota y Diego besó la cabeza de su hijo con cariño.
–Nadie entiende los caminos de la vida hijo, debes tener fe. Sí algo es para ti, nadie te lo va a quitar y más tarde o más temprano lo tendrás. –Habló Diego para reconfortarlo y después apoyo la cabeza sobre la de Hugo.
El día que recibió el alta, Hugo salió del hospital rodeado de seguridad, era algo que no soportaba, pero el asedio de la prensa y de los fans era prácticamente imposible de controlar. Para todos era como si el futbolista estuviera bendecido ya que este era su segundo milagro.
Hugo estaba más que agradecido y a la vez avergonzado, con todo lo que había pasado en su vida. Se había relajado muchísimo en su carrera, hasta el punto de llegar a consumir drogas, pero estaba determinado a recuperarse y ser un ejemplo para su hijo, aunque fuera de lejos.
Cuando el coche de Hugo aparcó delante de la casa, Hernán se bajó para abrirle la puerta. Hugo intentó disimular su disgusto de tenerlo cerca, porque tanto él como Merche sospechaban de que estuviera involucrado en lo que le había sucedido a Julia con Tony, pero disimulaba para mantenerlo cerca, hasta pudiera actuar.
Hugo se detuvo delante de la entrada mirando la puerta y sintió un vacío enorme dentro de él, porque lo único que había en aquella enorme mansión era soledad. Entonces Diego se puso a su lado y lo animó.
–Vamos hijo entra, y alégrate porque finalmente estás en casa.
–Estoy agradecido de estar vivo, pero no puedo decirte que soy feliz papá, todavía me falta algo muy importante para alcanzar la felicidad. –Habló Hugo y entró en la casa cabizbajo, sin imaginar que estaba siguiendo el camino hacia la felicidad.
Hugo caminó hasta el salón y cuando llegó a la puerta se puso pálido y boquiabierto cuando vio quienes lo estaban esperando. Él pestañeó un par de veces deseando que no fuera una ilusión creada por su corazón desesperado, pero era real, Julia estaba en su casa con Iker en sus brazos en medio del salón, esperando por él.
Entonces Hugo caminó hasta ellos con los ojos llenos de lágrimas por tener a su pequeño justo delante de sus ojos, tan cerca de él y entonces Julia pudo ver en su rostro la enorme emoción que Hugo estaba sintiendo en aquel momento.
–¡Despacio Hugo y respira por favor! Acabas de salir del hospital después de un paro cardíaco, debes tener mucho cuidado ahora. –Habló Julia mirándolo con preocupación y él asintió limpiándose las lágrimas.
–Creo que no soy capaz de controlarme ahora mismo, teniendo a mi hijo tan cerca…mi conejito. –Murmuró Hugo pasando la mano por la cabecita de Iker que lo miraba con curiosidad con el dedito en la boca. –No sabes lo feliz que me estás haciendo en este momento. ¡Dios mío mi niño hermoso!
–¿Quieres cargarlo en tus brazos? –Preguntó Julia sintiendo un nudo en la garganta.
–¿Puedo hacerlo? ¿Crees que no se asustará? –Preguntó Hugo preocupado mirando a su hijo. –Para él soy un extraño.
–No te preocupes, yo estoy cerca así que él estará bien. –Aseguró Julia entregándole a Iker y Hugo levantó la mirada como si estuviera agradeciendo a los cielos por aquella oportunidad intentando controlar sus ganas de llorar como un niño, porque no quería asustar a su hijo, pero en aquel instante Hugo sintió como el vació que había en su corazón desaparecía.
Julia miraba atentamente cada reacción de Hugo con Iker, y tuvo que morderse el labio inferior para poder controlar sus propias emociones. Ella recordaba perfectamente todas las veces en las que había soñado con ese momento desde que se enteró que estaba embarazada y por más que las cosas entre Hugo y ella habían terminado, era hermoso ver a padre e hijo juntos.
Julia y Hugo se sentaron en la alfombra del salón con Iker, para jugar con él con los juguetes que su madre había llevado para el pequeño. Julia evitaba mirar a Hugo mientras que él intentaba centrarse a penas en su hijo, pero era difícil teniendo también a su lado el amor de su vida.
Después de un rato Julia miró a Hugo de reojo, viendo como jugaba con el pequeño y hablaba con él como si fuera un pequeño hombrecito, entonces ella sintió que se derretía por dentro con esa maravillosa escena, pero por fuera intentaba mantener la compostura.
–¿Espero que no te haya dado mucha guerra en el parto? –Habló Hugo mirándola con expectación y la vio sonreír como si estuviera recordando algo.
–¡Te puedo asegurar que fue la mayor batalla de mi vida! – Habló orgullosa, pero Hugo la miró preocupado.
–¿Fue muy difícil? –Preguntó Hugo mirándola fijamente mientras que Iker agarraba la mano de su padre mirándola con curiosidad. –¿Tuviste alguna complicación?
–No tuve ninguna complicación para dar a luz, pero las condiciones no fueron las mejores. –Murmuró Julia y Hugo frunció el ceño todavía más preocupado y entonces ella le contó cómo había pasado todo.
–¿Entonces estabas sola cuando nuestro hijo nació? –Preguntó Hugo asombrado y Julia dudó unos segundos si debería o no contarle esta parte de la historia, pero sabía que él terminaría enterándose y no tenía motivos para ocultarle la verdad.
–Abraham estaba conmigo, él me acompañó durante el proceso. –Confesó Julia y lo vio bajar la cabeza mirando a su hijo y ella sabía que aquella información no le había agradado mucho.
Hugo se sintió extremadamente mal al saber que otro hombre había ocupado su lugar en el momento en que su mujer dio a luz a su hijo, y estaba intentando por todos los medios controlar sus ganas de preguntar que había entre Abraham y ella, pero sabía que no tenía el derecho de hacerlo, entonces solo se centró en seguir jugando con su hijo.
Julia y Hugo estaban disfrutando tanto de estar con Iker que no vieron el tiempo pasar. Merche prácticamente la había obligado a comer con ellos y después habían salido al jardín con el abuelo Diego para que también pudiera disfrutar de su nieto, hasta que Julia se dio cuenta de empezaba a anochecer.
–¡Debemos irnos a casa ya! –Anunció Julia acercándose a Hugo que tenía a Iker en sus brazos jugando con Diego y él se puso pálido.
–¿Por qué Julia, si todavía es muy pronto? –Preguntó Hugo abrazando a su hijo y Julia lo miró apenada.
–Llevamos aquí casi todo el día Hugo, este pequeño necesita su bañito y descansar.
–¿Volveré a verlo? –Preguntó Hugo con nerviosismo, porque le daba miedo volver a apartarse de su hijo y ella asintió con una sonrisa condescendiente.
–Es tu hijo también Hugo, a partir de ahora podrás verlo siempre que quieras, pero te aviso que debes avisarme con antelación. – Habló Julia con seriedad y lo vio asentir esbozando una enorme sonrisa.
–¿Podría verlo mañana? –Preguntó Hugo mientras hacía reír al pequeño mientras que Julia los miraba con ternura.
–¡Hugo acabas de salir del hospital, deberías descansar! –Lo aconsejó Julia y Hugo la miró haciendo un puchero.
–No te quiero asustar hija, pero conociendo a mi hijo si le dices que no podrá ver a su hijo mañana seguramente volverá al hospital. –Murmuró Diego encogiéndose de hombros.
–Escucha la voz de la razón Julia, ella jamás te engañará. –Habló Hugo sonriendo con satisfacción. –Además, estoy convaleciente todavía, me duele mucho el pecho. –Habló haciendo un puchero y Julia giró los ojos.
–Sigues siendo un chantajista Hugo, pero no me esperaba que Diego te apoyará en tus chantajes emocionales. –Habló Julia mirando a Diego de reojo mientras que fingía estar molesta.
Después Hugo se despidió de su hijo todavía sintiendo miedo de no volver a verlo, pero en la mirada de Julia podía ver que le decía la verdad, que le permitiría estar cerca de Iker y esto lo tranquilizó. Después Hugo los acompañó hasta la entrada, donde esperaba el chofer que había ido a recogerlos. Hugo la ayudó con la sillita de Iker y se despidió de su hijo dejando varios besos en su cabecita, pero cuando Julia ya estaba a punto de subir al coche, Hugo la agarró suavemente de la muñeca y ella sintió esa electricidad que solo él podía provocar en su cuerpo.
–Gracias por esto, no sabes lo que ha significado para mí estar con nuestro hijo. –Murmuró Hugo y Julia le sonrió con amabilidad. –Espero que algún día puedas perdonarme por todo, Julia.
–Ya te he perdonado Hugo, lo hice por el bien de nuestro hijo.
–¿Entonces esto significa que tú y yo…?
–Esto no significa nada para nosotros dos. Tú y yo somos solamente los padres de Iker y nada más. – Lo interrumpió Julia sabiendo lo que quería preguntar y después se subió al coche.
Hugo se quedó pensativo por unos segundos y después levantó la cabeza viendo el coche en el que su mujer y su hijo se marchaban y habló para sí mismo.
– Pues yo no nací para darme por vencido futura duquesa, si la vida me dio una segunda oportunidad, habrá sido para recuperar a mi familia y no pienso parar hasta lograrlo.