En la fiesta todos querían acercarse a Julia, conocerla y hablar con la nieta de la Duquesa de Lugo, que era una de las mujeres más importantes de la sociedad española. Julia recibía toda la atención como si fuera una verdadera princesa, se sentía bien y pensó que tendría una noche tranquila, pero un Bugatti que aparcó en la entrada del Palacio del Pardo demostraba que esa noche estaría muy lejos de ser tranquila.
Hugo entró al palacio vestido elegantemente con un traje de diseñador, pero no se sentía cómodo por más que lo trataran bien, sabía que en aquel lugar lo único que importaba era la sangre y él solo era un barriobajero.
Cuando entró a la fiesta acaparó la mirada de la mayoría de las mujeres y se maldijo a sí mismo por haberse metido en cualquier agujero que se le había cruzado por delante, porque en aquella fiesta había unas cuantas de sus examantes, que habían hecho lo imposible por mantener la relación que tenían con él oculta. Hugo pensó que era normal, él no era suficiente para ninguna de aquellas mujeres. Él estaba distraído cuando de repente la imagen de una hermosa mujer apareció en su campo de visión.
Hugo sintió su corazón detenerse, sus piernas se hicieron mantequilla, estaba paralizado mirando a la mujer de vestido rojo que no sabía si era su corazón jugando con su cabeza o si era un fantasma.
–No puede ser…–Murmuró Hugo para sí mismo mientras caminaba alrededor de la pista de baile, donde ella bailaba alegremente con el… entonces Hugo se quedó aturdido dándose cuenta de quién era el hombre que estaba bailando con aquella mujer que era la viva imagen de su Julia. Él todavía recordaba el policía que había golpeado a Tony en Valdebebas y se preguntó que hacía aquel hombre allí, con una mujer que era idéntica a Julia.
Hugo quería acercarse a aquella mujer, pero el hombre que estaba con ella de repente se dio cuenta de su presencia y la sacó de la pista de baile. Hugo caminó por el salón detrás de ellos, necesitaba verla de cerca y hablar con ella. Sentía un nudo enorme en la garganta y unas ganas insoportables de llorar de felicidad, aunque no estaba seguro de sí era o no su mujer.
Abraham quería contarle a Julia que Hugo estaba presente en la fiesta, pero el coronel jefe de la Guardia Real lo abordó para ofrecerle otra vez un puesto entre sus mejores hombres, diciendo que necesitaban un talento como el suyo para proteger al Rey de España.
Abraham seguía a Julia y a María Eugenia de lejos mientras que hablaba con el coronel pendiente de que Hugo no pudiera acercarse a ellas, entonces él se giró un momento para rechazar la oferta del coronel y cuando se fue a buscar a Julia encontró a María Eugenia sola.
–¿Mary dónde está Julia? –Preguntó Abraham mirando alrededor y María Eugenia lo miró intrigada.
–Mi niño, ella me dijo que necesitaba respirar un poco, y me pareció de lo más normal la estaban agobiando aquí adentro. –Contestó María Eugenia y Abraham la miró preocupado. –¿Por qué cariño, está pasando algo?
–Hugo Torres está aquí, Mary. –Respondió Abraham y María Eugenia se llevó una mano a la boca asombrada. –Tenemos que encontrarla antes de que lo haga él.
–Sí, sí vamos a buscarla. Es mejor que nos separemos para encontrarla antes, Julia no puede estar sola cuando él la encuentre.
Julia estaba en una zona oscura del jardín, pero alta, desde donde podría ver los fuegos artificiales que habían preparado para el baile. Cuando comenzaron ella se sobresaltó llevándose las manos a la boca y sonrió cuando vio el cielo lleno de colores brillantes disfrutando de ver una imagen tan bonita, pero estaba tan embelesada mirando el cielo que no se dio cuenta cuando alguien se acercó a ella.
–Julia…
Cuando Julia escuchó aquella voz, fue como si una película entera pasará por su cabeza. Su memoria la obligó a recordar cada momento, cada segundo en los que la había escuchado, cada momento de felicidad. Entonces ella se giró y se encontró con ellos, con aquellos hermosos ojos verdes que tanto había amado y se maldijo cuando sintió las mariposas resucitando en su interior.
–Julia, ¿Eres tú? –Preguntó Hugo con los ojos acristalados mirándola como si fuera lo más bonito que había visto en toda su existencia. –Bebé…
–¡No te acerques! –Exclamó Julia cuando Hugo intentó acercarse a ella. Era bonito recordar, volvía a sentirse viva, pero con los recuerdos de felicidad, también volvieron los momentos más difíciles, la forma como la había tratado, como había intentado abusar de ella. –No quiero que te acerques a mí.
–Julia no sabes cuanto te he buscado, te busqué todos los días amor me hiciste tanta falta. –Habló Hugo emocionado sintiendo un nudo en la garganta y los latidos de su corazón cada vez más acelerados. –¿Dónde estabas? –Preguntó mirándola de arriba abajo. –¿Qué estás haciendo aquí amor?
–¿Por qué me estabas buscando? ¿Quieres recuperar los veinte euros o estás pensando en ofrecerme algo más? –Escupió Julia dolida aguantándose las ganas que tenía de llorar, porque no pensaba demostrar debilidad delante de él.
–No, no mi amor cometí un error, pero ya sé toda la verdad bebé. Sé lo que pasó en el antro de Buenos Aires, que tú solo habías trabajado allí una noche y que han metido en las noticias, también…también sé lo que te hizo Tony…amor lo sé todo. – Habló Hugo con desesperación y Julia sintió un aprieto en su corazón al escuchar la angustia que había en su voz.
–Supongo que alguien al que sí has querido escuchar te ha contado toda la verdad. –Habló Julia mirándolo con rabia y Hugo volvió a intentar acercarse a ella, pero Julia retrocedió. –Te dije que no te acerques a mí, Hugo.
–Perdóname mi vida, perdóname por no darte una oportunidad para que me contarás tu versión de los hechos, perdóname por no haberte protegido de Tony, por dejarte sola. –Suplicó Hugo llorando y Julia negó con la cabeza.
–Todo lo que pasó fue un engaño Hugo, una mentira manipulada por otros…
–Sí, sí mi amor y yo no…
–Pero el hecho de que intentarás abusar de mí no lo fue, nadie te obligó a tratarme como si fuera una prostituta, no te obligaron a ofrecerme dinero para que me acostará contigo. Todo lo que me hiciste fue tu decisión, y esto jamás te lo pienso perdonar. –Habló Julia y Hugo sintió que se estaba muriendo por dentro porque sabía que Julia tenía razón, entonces ella se alejó de él y Hugo la agarró del brazo.
–También sé que estabas embarazada, ¿Has tenido al bebé? ¿Tenemos un hijo? –Preguntó Hugo con la voz rota y Julia se soltó de su agarre con brusquedad.
–¡¿Crees que sería capaz de traer al mundo un hijo tuyo, después de todo lo que me hiciste?! –Escupió Julia y Hugo se llevó las manos a la cabeza con desesperación sintiendo que se ahogaba en un intenso dolor, porque había soñado tantas veces con su bebé, un bebé que no existía.
Cuando Hugo intentó volver a acercarse a ella, un golpe en su rostro lo tiró al suelo. Abraham estaba detrás de un árbol escuchando todo lo que habían hablado. Él sabía que Julia había sufrido por Hugo, pero no sabía los detalles, ni la forma como la había tratado y saber que Hugo había intentado abusar de ella después de lo que había vivido en manos de Tony para él fue demasiado.
–¡¡¡NO LA TOQUES O TE JURO QUE TE MATO!!!–Gritó Abraham abrazando a Julia y Hugo los miró aturdido viendo como otro hombre protegía a su mujer.
–Julia…
–¡No la mires, ni la hables maldit* infeliz! –Exclamó Abraham y Julia se quedó mirando a Hugo que parecía no saber que hacer intentando levantarse del suelo. Entonces Abraham la llevó de vuelta al palacio dejando a Hugo solo con su dolor y su remordimiento, pensando en todo el daño que le había hecho a su mujer y que ahora no tenía ni siquiera el derecho de acercarse a ella.
Cuando ya estaban dentro Abraham miró a Julia que parecía estar aturdida, y agarró sus manos que estaban temblando por el nerviosismo.
–¡Lo siento Julia, cuando lo vi ya era demasiado tarde y no pude avisarte! ¿Te encuentras bien? –Preguntó Abraham agarrando su rostro entre las manos y Julia asintió.
Después buscaron a María Eugenia que decidió que era mejor regresar a la mansión por si Hugo intentaba acercarse a Julia otra vez, ella pensó que su nieta no estaba bien para seguir en la fiesta
Cuando ya estaban en la casa, María Eugenia le preparó la bañera para que Julia se diera un baño. Su nieta no había pronunciado ni una sola palabra durante el trayecto de regreso a casa, se notaba que el reencuentro con Hugo la había afectado. Si María Eugenia pensaba que Julia seguía enamorada de Hugo, ahora estaba segura, entonces pensó que era mejor no presionarla y se mantuvo en silencio mientras la ayudaba a lavarse sus cabellos.
Horas más tarde Julia estaba acostada en su cama mirando a Ike, que estaba a su lado bien dormidito después de haberle dado el pecho. Julia pasó el dedo suavemente por la manchita que tenía en su brazo y se sintió culpable por darle a entender a Hugo que su hijo no había nacido, cuando escuchó alguien tocar la puerta y dio permiso para que pasará.
–¿Cómo te encuentras Julia? –Preguntó Abraham entrando a la habitación y Julia se levantó de la cama para caminar hasta la terraza.
–Supongo que ahora estoy bien Abraham, no te preocupes. Estaba claro que tarde o temprano esto pasaría. –Afirmó Julia y Abraham asintió.
–¡Hay algo que necesito contarte! –Anunció y Julia lo miró intrigada porque pudo ver la preocupación en su rostro.
–Sí, claro. ¿Es algo sobre la investigación? –Preguntó Julia preocupada y Abraham asintió.
–Cuando mi amigo me entregó la información sobre Tony, también me entregó algo más. –Habló Abraham sacando de su bolsillo una memoria USB y Julia la miró intrigada. – En esta memoria USB está la investigación completa de dos denuncias importantes.
–¿Denuncias contra Tony? –Preguntó Julia mirando la memoria esperanzada porque cualquier información sería de gran ayuda.
–No Julia, no son contra Tony, contiene las denuncias por violación contra Hugo.
–Me acuerdo de esto Abraham, yo todavía no lo conocía, pero Hugo me contó que las dos chicas mintieron acusándolo y que él ganó los juicios demostrando que era inocente. –Murmuró Julia pensativa recordando lo que Hugo le había contado.
–Julia miré los informes y contacté con cada uno de los médicos que atendieron a estas dos chicas.
–¿Y qué pasa Abraham dime de una vez? –Preguntó Julia nerviosa y Abraham tragó saliva antes de responder.
–Los informes no mienten Julia, estas chicas realmente fueron violadas.