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Amor en juego

🔒 Capítulo 60: Un previo aviso.

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Kelly y Julia estaban delante de la enorme puerta del salón que daba al jardín del palacio, rozando sus pancitas mientras hablaban con sus bebés entre risas.

–No entiendo, si yo estoy de veinticuatro semanas y tú de veinte, ¿Por qué tu pancita está más grande que la mía? –Preguntó Kelly mientras que Julia y ella se ponían lado a lado para medir el tamaño de pancitas de embarazadas.

–No lo sé, me imagino que mi bebé comerá más que el tuyo. Últimamente tengo mucha hambre. – Habló Julia mientras se reía.

–Y yo soy testigo de ello, cada mañana en la nevera falta algo. Hace unos días desapareció una tarta entera de chocolate. –Afirmó Laura, el ama de llaves compartiendo una mirada cómplice con Julia.

–Tengo mi teoría de que el tamaño de tu vientre no es solo por la comida mi vida. –Habló Aurora mirando a María Eugenia como si compartieran el mismo pensamiento.

–He visto muchos embarazos Aurory, y creo que tenemos la misma teoría. –Habló María Eugenia sentada con las piernas cruzadas en un sillón, sujetando una taza de té.

–¿Y no me piensan contar que teoría es esa? –Preguntó Julia cruzando los brazos mientras fruncía el ceño y vio a las dos mujeres mirarse y reírse. Después María Eugenia hizo un gesto con la mano en la boca como si la estuviera cerrando con un cierre.

Después de un rato Aurora se fue a la cocina con Laura para enseñarle algunas recetas típicas de Argentina, ya que el ama de llaves quería tener a las dos futuras mamás bien mimadas y Kelly las siguió muerta de hambre, entonces Julia se sentó al lado de su abuela en el sillón y le susurró algo en el oído.

–Qué sepas abuelita que yo no comí la tarta de chocolate sola, Abraham se ha comido la mayor parte.

–No lo dudo, sé perfectamente que Abraham tiene una obsesión por atacar la cocina de madrugada, lo hace desde que era un niño. –Se rio María Eugenia recordando las travesuras de su niño, que una vez casi incendió la cocina intentando hacer tortitas de madrugada.

–Por cierto, abuela ¿dónde está Abraham? –Preguntó Julia intrigada y su abuela la miró directamente a los ojos, sabía que Abraham se había convertido en un gran apoyo para su nieta en las últimas semanas. –Es que hace dos semanas que se ha ido y todavía no hemos vuelto a saber de él.

–Parece ser que está siguiendo un rastro muy importante para su investigación cariño. –Habló María Eugenia mientras que Julia acariciaba su vientre.

–Por lo que me has contado lleva muchos años dedicándose a esa investigación.–Murmuró Julia y María Eugenia asintió. –Debe ser muy importante para él.

–Lo es cariño, digamos que necesita acabar con eso para seguir adelante con su vida y olvidar el pasado. –Habló María Eugenia colocando la mano sobre el vientre de su nieta. –Al igual que tú, Abraham también ha perdido a sus padres de una manera horrible, cuando apenas tenía diez años.

–¿Entonces sus investigaciones están relacionadas con la muerte de sus padres? Esto no lo podía haber imaginado.

–Cuando Abraham cumpla con su objetivo sus padres finalmente podrán descansar en paz.

Julia se quedó pensativa pensando en las palabras de su abuela sobre Abraham y no dejaba de preguntarse que había en su pasado que lo atormentaba tanto. Ella sabía que perder a sus padres había sido un golpe muy duro para él, porque ella había sentido lo mismo cuando perdió a los suyo, pero Abraham no le había contado como fallecieron y su abuela parecía respetar su decisión, porque tampoco hablaba sobre el tema.

Ya de madrugada, Julia estaba leyendo un libro en el salón cuando escuchó el sonido de una camioneta en la entrada y se levantó para mirar por la ventana. Era Abraham, que había llegado de madrugada.

Julia vio su expresión y parecía estar enojado y frustrado, entonces cuando vio que entraba al palacio prefirió no saludarlo quedarse quieta en el salón, desués lo escuchó dirigirse a las escaleras para subir a las habitaciones.

Julia se quedó pensativa por unos minutos y recordó todas las veces en la que él se había quedado despierto con ella para darle ánimo y decidió hacer lo mismo por él, ya que cuando lo vio fuera aparcando la camioneta parecía estar frustrado.

Julia caminó hasta la cocina y miró dentro de los enormes cajones del congelador buscando helado de fresa, que era el sabor favorito de los dos y después se fue a la habitación de Abraham para buscarlo.

Tocó la puerta de su habitación un par de veces, pero no obtuvo ninguna respuesta. Julia dudó un par de minutos si debería o no entrar, pero quería saber si Abraham estaba bien y no dormiría tranquila sin estar segura de cómo estaba, entonces entreabrió la puerta y miró adentro. Julia se fijó en la pared que había al lado de la cama, donde había una lámpara encendida encima de una mesa que estaba pegada a la pared y algo le llamó la atención.

En la pared habían varios artículos de periódicos recortados, entonces Julia entró en la habitación y se acercó a esa pared para verla mejor. Entonces vio un hilo rojo que parecía conectar una decena de noticias, un mapa con algunos círculos dibujados y varias fotos, todas del mismo hombre. Era hombre hermoso con unos penetrantes ojos verdes, pero con una mirada sombría que daba miedo y Julia pensó que aparentaba tener casi la misma edad de Abraham.

–¡Julia ¡–Preguntó Abraham saliendo del baño con los cabellos mojados apenas con una toalla que cubría el octavo pecado capital y Julia se sonrojó cuando lo vio, entonces decidió girarse para no verlo y observó una de las fotos que había en la pared.

–¿Quién es este hombre Abraham? –Preguntó Julia intrigada y Abraham miró la imagen que ella estaba viendo.

–¡Es el demonio! Ahora dime, ¿qué estás haciendo aquí Julia? –Preguntó Abraham con el ceño y Julia volvió a girarse para mirarlo.

–Bueno, yo…yo pensé. –Balbuceó Julia mordiéndose el labio inferior un poco nerviosa y levantó el helado de fresa para enseñárselo. –Te traje helado de fresa, ¿quieres? –Preguntó y Abraham esbozó una hermosa sonrisa.

–Veo que tu intención es engordarme. –Bromeó Abraham sonriendo y Julia se encogió de hombros, él pensó que cuánto más crecía su pancita más hermosa se veía y el brillo de sus ojos aumentaba cada día más, era la mujer más hermosa que había visto en su vida. –Déjame vestir algo y ahora vengo. – Habló acercándose a su vestidor para sacar un pantalón de pijama y después se encerró en el baño.

Cuando Abraham salió del baño vestido apenas con el pantalón negro de pijama Julia se acostó en la cama y él se acomodó a su lado. Ella le entró una cuchara y se quedó con otra y mientras saboreaban el helado hablaban sobre cosas triviales. Julia llevaba puesto un top corto de tirantes dejando desnudo su vientre y Abraham lo delineó con la yema de los dedos mirándolo embelesado.

–¡Yo creo que es un niño! –Afirmó Abraham levantando la mirada para verla y Julia sonrió.

–¿Estás seguro? Puede que sea una princesa más para volverte loco. –Bromeó Julia y lo vio poner los ojos en blanco.

–¡No por el amor de Dios! Necesito un compañero, en este palacio ya hay demasiadas mujeres. –Habló Abraham con la mano sobre la pancita de Julia y los dos se sobresaltaron cuando sintieron una patadita, entonces Abraham y Julia se miraron riéndose y él se acercó al vientre de Julia para hablar con el bebé. – Tranquilo campeón, que yo estaré aquí para protegerte de todas estas locas que viven en este palacio y serás un príncipe muy mimado, yo me encargaré de que sea así. –Susurró Abraham sobre el vientre de Julia que se quedó pensando en aquella palabra, “campeón” y recordó a Hugo que había sido su campéon y el amor de su vida, pero salió de su ensimismamiento cuando escucharon unos gritos que venían del pasillo.

Los dos se levantaron rápidamente de la cama y salieron de la habitación encontrándose con Kelly que intentaba apoyarse en la pared del pasillo con una mano en su vientre mientras hacía una mueca de dolor y respirando con dificultad.

–¿Kelly qué está pasando? ¿Qué tienes? –Preguntó Julia angustiada por verla de aquella manera y Abraham se puso a su lado para que se apoyará en él.

–No lo sé…yo empecé a … a sentir una… angustia… inexplicable…cómo…cómo si algo malo estuviera pasando …y mi … mi pecho comenzó a doler… siento un dolor fuerte en el corazón y ahora mi vientre duele mucho… no sé que me está pasando.–Habló Kelly con dificultad y cuando otro gemido de dolor salió de su garganta Abraham la levantó en sus brazos para llevarla directo al hospital mientras que Julia corrió a su habitación para cogerle un par de deportivas y una camiseta, pero lo que está sintiendo Kelly era un previo aviso de lo que estaba sucediendo en Madrid.

Hugo estaba acostado en su cama mirando el techo, sin poder conciliar el sueño pensando en Julia y su bebé, en las ganas que tenía de encontrarlos, cuando su teléfono móvil comenzó a sonar otra vez. Lo agarró y se quedó intrigado cuando vio que era Bea la que lo estaba llamando, algo que le resultó ser muy raro porque era muy tarde y ella jamás le había llamado aquellas horas.

–Bea, ¿Va todo bien? ¿Necesitas algo?

–¡¡Hugo…Hugo necesito que vayas a ver a mi hermano por el amor de Dios!!

–Bea no quiero tener nada que ver con Felipe…

–¡¡Ya lo sé Hugo, lo sé…él me ha contado lo que ha pasado entre vosotros, pero por favor ve a verlo, te lo suplico!!–Habló Bea desesperada y Hugo se incorporó dándose cuenta de algo de verdad estaba pasando. –Yo no estoy en Madrid por eso te llamo a ti. Hugo Felipe me acaba de enviar un mensaje muy extraño…me ha dicho algo sobre que papá tenía razón que él es un monstruo y que ya no quiere hacerle daño a nadie más…Hugo por el amor de Dios ve al departamento de Felipe, siento que algo muy malo está a punto de suceder.

Hugo colgó la llamada y saltó rápidamente de la cama, se puso rápido unas deportivas y bajó corriendo las escaleras en dirección al garaje. Se subió al Bugatti más rápido que tenía y se fue directo a la Torre de Madrid donde vivía Felipe, que por suerte estaba a apenas diez minutos en coche d su casa y él estaba seguro de que podría llegar antes que eso.

Felipe soltó en el suelo una botella de alcohol vacía sintiendo un fuerte dolor y algo que comenzaba a mojar sus manos, pero no le importaba porque sabía que su tormento estaba muy cerca de terminar. Felipe se metió en la bañera que estaba llena sintiendo el agua fría atravesar la tela de su ropa hasta llegar a su piel mojándola y apoyó la cabeza en un lado de la bañera viendo como poco a poco el agua transparente se iba manchando de rojo.

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