–¿Tienes alguna idea de lo que quiere tu padre? No es que no quiera verlo, pero es que tengo una reunión importante. –Preguntó Felipe sentado en el sofá con una copa de whisky en la mano.
–¡No sé ni donde está! Se fue hace una semana de viaje y no me ha querido decir a donde se ha ido. –Afirmó Hugo sirviéndose una copa para él. –Lo único que me ha dicho es que debíamos estar aquí para cuándo llegará.
–También ha pedido las fotos de Julia. –Habló Felipe frunciendo el ceño, porque no tenía ni idea de para qué Diego quería aquellas fotos.
–¿La echas en falta? – Preguntó Hugo con tristeza mirando a su amigo que negó con la cabeza sabiendo quién se refería. – ¿No ha intentado contactar contigo ni una sola vez?
–Después de lo que pasó delante de aquella clínica creo que sería capaz de matarla con mis propias manos si la encuentro, ni la echo en falta, ni quiero saber nada de ella, para mí Kelly está muerta y espero que pienses lo mismo de Julia. –Afirmó con vehemencia antes de tomar un trago de su copa.
–¿Estás seguro de que el niño que esperaba no era tuyo? –Preguntó Hugo mirándolo extrañado por escuchar a su amigo hablar con tanta frialdad de Kelly.
–¿Tú le creerías a Julia si ahora mismo te dijera que está embarazada de un hijo tuyo? –Preguntó Felipe mirándolo por el rabillo de ojo y lo vio negar con la cabeza.
Hugo bajó la cabeza recordando todas las veces en la que Julia y él habían planeado tener un bebé, su conejito, el que jamás llegaría a tener.
Los dos estaban perdidos en sus pensamientos cuando Diego entró por la puerta y se sobresaltaron cuando vieron al hombre alto y muy delgado de cabellos rizados, que entraba al salón detrás de Diego.
–Papá, ¿se puede saber dónde te habías metido? –Preguntó Hugo con un tono de reproche y su padre se giró para mirar al hombre que estaba detrás de él.
–Hijo quiero presentarte a Juan Manuel Díaz. –Anunció Diego y Hugo lo miró extrañado, pero le estrechó la mano al hombre educadamente. –Conocí al señor Díaz en Buenos Aires…
–¡¡¿QUÉ?!!–Exclamaron Hugo y Felipe a unísono.
–Juan Manuel es el periodista detrás de la cámara que grabó las imágenes que hemos visto de Julia. –Continuó Diego y miró al hombre que dio un paso hacia adelante para hablar.
–¿Cómo que grabar? Solo son fotos. –Habló Felipe mirando al hombre con recelo.
–Lo que habéis visto son apenas imágenes sacadas de un video que tengo, donde se ve realmente lo que pasó entre esa chica y el exministro. –Explicó Juan Manuel y Hugo se acercó a él con un gesto amenazador.
–¿Y se puede saber dónde está ese video? – Preguntó Hugo exasperado y el hombre levantó la mano sujetando un pen drive.
–Lo tengo justo aquí. –Anunció el hombre mientras que Hugo y Felipe se miraron con expectación.
Diego sacó un portátil y lo puso sobre la mesa del comedor para que Juan Manuel pudiera utilizarlo. El hombre conectó el pen drive al portátil y abrió una carpeta que estaba repleta de videos e imágenes mientras iban explicando todo a los hombres que estaban de pie detrás de él.
–Había recibido la información de que el exministro visitaba ese antro buscando servicios especiales, ya lo saben, sexo a cambio de dinero. Pero lo que muchos no sabían es que en ese lugar el dueño tenía a varias chicas menores de edad trabajando para él y por eso atraía a tantos hombres poderosos. –Explicó Juan Manuel mientras iba buscando el video. –Lo estaba grabando en una mesa con dos chicas que no aparentaban tener más de diecisiete años cuando pasó esto. – Anunció antes de reproducir un video.
Hugo sintió un nudo subir por su garganta cuando vio a Julia en las imágenes con un disfraz que no le llegaba ni a la mitad de los muslos sirviendo la mesa donde estaba el exministro. Pudo ver el momento exacto en el que Julia colocó una botella sobre la mesa delante del hombre y este aprovechó para intentar meter la mano debajo de su falta y ella se sobresaltó tirando todo al suelo. Acto seguido comenzó a gritar y cuando el hombre se puso de pie ella le pegó una bofetada en la cara.
–Esto no puede ser posible, en las imágenes…–Murmuró Felipe aturdido, pero el periodista lo interrumpió.
–Por lo que me ha enseñado Diego en esas imágenes que salieron en las noticias de aquí, no sale ni el veinte por ciento de lo que realmente ha pasado aquella noche. Solo se aprecia a la chica sirviendo la mesa y cuando el hombre intenta tocarla, y ella gritando después. Así cualquiera podría mal interpretar lo que sale en esas fotos sacadas de contexto. – Afirmó el hombre encogiéndose de hombros.
–Pero ella estaba trabajando en ese antro, esto sí es un hecho. –Habló Hugo apretando los puños con fuerza.
–Usted mismo lo ha dicho señor Torres, trabajando. Estaba trabajando de camarera, eso no la convierte en prostituta. –Afirmó Juan Manuel poniéndose de pie.
–Ella estaba en ese lugar, entonces eso significa que se dedicaba a lo mismo ¿Sino qué estaría haciendo una mujer decente rodeada de este tipo de personas?. –Espetó Felipe enojado porque no terminaba de creer que Julia fuera inocente.
–Sinceramente caballero, si esa niña se dedicaba a lo mismo que las demás, desde mi punto de vista esa no es la forma correcta de tratar al mejor cliente del antro. Más bien le hubiera dado lo que estaba buscando. Bueno, después de esto intenté buscar a la chica para convencerla a denunciarlo de forma pública, pero había desaparecido. Entonces intenté hacerlo solo por mi cuenta y fue cuando perdí mi trabajo. –Murmuró el hombre con los dientes apretados recordando como el exministro había acabado con su carrera.
–Entonces esto significa que Julia…que Julia es inocente…que no es cierto lo que están diciendo sobre ella. –Habló Hugo con la voz rota y la mirada perdida.
–¡Recuerda las fotos Hugo! Sus fotos con Tony, independiente de lo que estuviera haciendo en ese antro, existen evidencias de que te ha engañado. –Afirmó Felipe acercándose a Hugo que seguía aturdido pensando en lo que había visto en aquel video.
–Sobre esas fotos Felipe, ¿las tienes aquí contigo? – Preguntó Diego mirando a Felipe con seriedad y este asintió agarrando una carpeta que tenía sobre la mesita de centro para entregársela.
Diego sacó las fotos y se las entregó al periodista que comenzó a revisarlas de una en una levantando las cejas con algunas veces de forma sugerente.
–¡He visto muchas fotos como estas Diego! –Afirmó Juan Manuel y Hugo se acercó a él.
–Me imagino que habrás visto muchas fotos de dos amantes viviendo una noche de pasión. Eres de la prensa, ustedes son expertos en registrar momentos como ese. –Lo increpó Hugo y el hombre negó con la cabeza.
–Señor Torres este tipo de fotos yo las vi en comisarías. –Afirmó el hombre y Hugo frunció el ceño mirándolo mientras que Juan Manuel seguía mirándolas. –Existen diversas redes que comparten pornografías de este tipo, en las imágenes se puede apreciar perfectamente que a esta mujer la han drogado. En ningún se la ve la cara, el hombre sujeta su cabeza todo el tiempo. –Explicó y Hugo dio dos pasos hacia atrás casi perdiendo el equilibrio, entonces Diego se acercó a su hijo para darle apoyo. – Y miren sus brazos en las fotos, están inertes. Me atrevo a decir con seguridad señor Torres que a está mujer la han drogado.
Entonces Hugo recordó las palabras de su compañero cuando le había contado sobre lo que Tony les hacía a las mujeres. Recordó como Julia le había asegurado no tener recuerdos de la gala y que se sentía extremadamente mal al día siguiente. Hugo se llevó las manos a la cabeza con desesperación caminando de un lado a otro sintiendo como el aire escapaba de sus pulmones, no podía ser cierto lo que estaba escuchando, ¿Y cómo había sido tan estúpido para no darse cuenta? ¿Si Julia había sido violada, entonces por qué le había confirmado a Felipe que todo aquello era verdad, que ella lo había engañado con otro hombre?
Entonces fue cuando Hugo se giró para mirar a Felipe que parecía estar tan aturdido cuanto él. Estaba pálido y boquiabierto con la mirada perdida. Entonces Hugo se acercó a su amigo y lo miró directamente a los ojos.
–Felipe si todo esto es cierto, si a mi mujer la han drogado ¿Por qué Julia admitió haberme engañado con Tony? –Preguntó Hugo mirando a su amigo que parecía no saber que decirle con la cabeza baja.
–Julia no me ha confesado nada Hugo…yo … yo …– Balbuceó Felipe y entonces Hugo entendió lo que había hecho su mejor amigo.
–¿Mentiste Felipe? ¿Es esto lo que me quieres decir? –Preguntó Hugo apretando los dientes con los ojos acristalados, viendo como su mejor amigo no podía ni siquiera mirarlo a los ojos. –¿Tú me has engañado Lipe? ¿Tú?
–Lo siento hermano…yo solo quería protegerte…pensaba que todo esto era cierto. –Murmuró Felipe con un nudo en la garganta porque nada le había dolido más en su vida que la mirada llena de decpeción de su mejor amigo.
Hugo le dio la espalda pasando las manos por su cabeza con frustración y caminó con pasos firmes en dirección a la salida, pero su padre lo siguió para detenerlo.
–¿Qué vas a hacer hijo? –Preguntó Diego preocupado mirando a su hijo que estaba visiblemente mal.
–Voy a buscarla papá, necesito verla. Necesito pedirle perdón por no estar a su lado, por haberla tratado tan mal. No quiero imaginar como habrá estado en todos estos días sabiendo que ese miserable ha abusado de ella y yo solo empeoré la cosas. –Afirmó Hugo con lágrimas en sus ojos.
–¡Yo iré contigo hijo, está vez no pienso dejarte solo, así que no intentes impedírmelo! –Habló Diego con vehemencia y los dos caminaron hacia la puerta, pero antes de salir Hugo se giró para mirar a Felipe.
–Es mejor que te vayas de aquí Felipe, no quiero volver a verte y si es posible nunca más. – Habló Hugo y cuando estaba a punto de volver a girarse retrocedió y caminó hasta su mejor amigo. –Reza de que mi mujer esté bien Felipe Herráez, como algo le haya pasado a Julia por nuestra culpa te juro que acabo con mi vida, pero no me iré solo, te llevaré conmigo. –Susurró para solo que Felipe pudiera escucharlo y este levantó la cabeza mirándolo asombrado.
Cuando Hugo y Diego llegaron al edificio de Julia una vecina de ella les dejó subir. Hugo tocó la puerta con desesperación y un hombre que vivía enfrente al escuchar la insistencia con la cual llamaba a la puerta salió al pasillo para hablarles.
–Aurory ya no vive ahí caballero. – Habló el hombre mirándolos con curiosidad y abrió mucho los ojos al darse cuenta de que se trataba de Hugo Torres.
–¿Cómo que ya no vive aquí? –Preguntó Hugo con nerviosismo y el hombre lo miró un poco asustado porque no parecía estar bien.
–Aurory y sus hijas se han marchado de aquí hace unos cuántos días, y ya no volverán. Lo sé porque el dueño del piso es mi hermano y me ha contado que ellas han entregado las llaves.
Entonces en ese momento Hugo se dio cuenta de que el infierno que había vivido en los últimos días no era nada comparado al que esperaba por él después de escuchar aquellas palabras.