Categorías
Amor en juego

Capítulo 56: Tiene los días contados.

Log in or Register to save this content for later.

Hugo estaba aparcado cerca de la ciudad deportiva de Valdebebas dándose ánimo para entrar en aquel lugar. Se sentía avergonzado después de haber pedido a Julia en matrimonio delante de todo el mundo, para después descubrir que su prometida no pasaba de una prostituta y también le dolía recordar que sus compañeros le habían visto en las peores condiciones en las últimas semanas. Hugo se sentía como si fuera un despojo humano, pero Fernando Palacios había sido muy claro, tenía que volver a los campos si quería la renovación de su contrato, entonces allí estaba.

Hugo entró a los vestuarios que por suerte estaban vacíos, porque todos sus compañeros ya estaban entrenando, entonces se cambió de ropa rápidamente y después respiró profundamente antes de salir al campo, pero lo que no se esperaba era recibimiento tan calurosos que sus compañeros tenían para él, felices de volver a verlo.

–¡No sabes lo feliz que me hace volver a tenerte con nosotros mi capitán! – Exclamó Sergio antes de abrazarlo.

–Ya me imagino a todos nuestros rivales cagados cuando te vean otra vez en campo hermano. –Habló Henri dando una palmadita en su hombro y Hugo esbozó una sonrisa, la primera después de tanto tiempo, porque la última vez que había sonreído fue cuando habló con Julia mientras estaba en Alemania.

Hugo estaba bien saludando a sus compañeros y se sentía más animado, pero cuando vio la envidia personificada justo delante de él la sonrisa que había en su rostro se esfumó, dando paso a una ira casi imposible de controlar. Ver a Tony le hizo recordar cada una de las fotos que había visto de Julia en sus brazos, pero tenía que controlarse, por más que quisiera matarlo allí mismo no podía hacerlo o él sería el único que terminaría mal.

Hugo lo ignoró, pero Tony sabía que debía tocar su debilidad si quería romper su imagen delante del equipo. Entonces no dudó en utilizar un trofeo que se había guardado de aquella noche en el hotel Riu.

–¡¡¿Qué pasa Huguito?!!¿A mí no me vas a saludar? – Preguntó Tony con sarcasmo acercándose a Hugo, que estaba de espaldas apretando sus puños intentando controlarse.–Vamos Huguito no me ignores, además necesito preguntarte algo sobre NUUUESTRA argentina favorita.–Lo provocó y Hugo se giró deseando poder matarlo apenas con la mirada y Tony sacó su pequeño trofeo.–Quería saber que debo hacer con esta joyita.– Habló enseñando la cadena que había en su cuello con el anillo de compromiso que Hugo le había dado a Julia y Hugo sintió toda la ira dominarlo.

–¿Por qué lo tienes tú? –Preguntó Hugo apretando los dientes y Tony se encogió de hombros.

–Supongo que habrás elegido mal la talla, y con tanto movimiento sobre mi cama Julia lo habrá dejado caer. –Contestó Tony burlándose y Hugo ya no pudo controlarse más.

Hugo lo agarró por la camiseta y estampó el primer puñetazo en la cara de Tony deseando ver su sangre correr, era lo único que quería en aquel momento, golpearlo y lo hizo una y otra vez sin parar. Sus compañeros intentaban apartarlos, pero Hugo estaba enganchado a Tony y la mano con la que Hugo lo golpeada estaba llena de la sangre mezclada de la cara de Tony y de los nudillos de Hugo. Tiraron de Hugo con tanta fuerza para apartarlo de Tony que la camiseta de este se rompió en la mano de Hugo.

–¡¡¡ESTÁS LOCO MALD**O CORNUDO!!!–Gritó Tony escupiendo la sangre que había en su boca mirando a Hugo con odio.

–¡¡¡¡TE VOY A MATAR INFELIZ!!!–Gruñó Hugo forcejeando con Henri para que lo soltará. –¡¡SUELTÁME HENRI!!!

–¡¡Te voy a denunciar por esto Torres!! Te aseguro que esto no se va a quedar así. – Espetó Tony mirándolo con desprecio y fue cuando Hugo se relajó un poco mirando alrededor dándose cuenta de lo que había hecho, con aquello era más que suficiente para que lo echarán del club y Tony lo sabía.

–¡¡Acabaré contigo Torres!! Esto que me has hecho no tiene vuelta atrás. – Habló Tony sonriendo con malicia ganándose la mirada de reproche de sus compañeros. –¿Qué están mirando? Me ha atacado lo habéis visto y ahora mismo voy a ponerle una …

Tony no pudo continuar porque un puño que lo golpeó de la nada lo hizo callarse, le había pillado completamente por sorpresa aquel ataque. Cuando Tony levantó la cabeza se encontró con la mirada fulminante de Sergio.

–¡Esto es para que vayas a meter la denuncia con más ganas put* envidioso! –Escupió Sergio y Hugo lo miró impresionado porque no se esperaba eso de su compañero, que siempre había sido tan pacífico.

–¡Si intentas mover un pie fuera de este campo para hacer algo en contra de Hugo, te aseguro que entre todos te vamos a pegar la paliza que te mereces! –Afirmó Henri acercándose a Hugo para demostrarle a Tony que estaba de su parte.

–¡¡No pueden hacer esto!! Maldit*s por eso siempre estarán bajo su sombra y jamás llegarán a ser alguien. –Escupió Tony mirando a todos sus compañeros con desprecio.

–¡¡Cállate la boca de una buena vez o te voy a pegar una sola ostia tan buena que te vas a caer tres veces!!–Exclamó Sergio riéndose de él y Tony se arrancó la cadena con el anillo de su cuello con la rabia y la tiró a los pies de Hugo.

–No creas que por esta amenaza me voy a quedar callado, ya te puedes ir despidiendo de tus amiguitos Torres, tus días en este club están contados. – Lo amenazó Tony, pero una voz detrás de él lo dejó estupefacto.

–Sí sales de aquí para denunciar a Hugo te aseguro que antes de que llegues a la esquina él que tendrá una denuncia en su contra serás tú. –Afirmó el entrenador y Tony lo miró enojado. –Todos somos testigos de cómo atacaste a Hugo, que lo único que hizo fue defenderse. ¿Verdad que así fue como sucedieron las cosas, muchachos? –Preguntó el entrenador mirando a su equipo y todos asintieron poniéndose de acuerdo con él para apoyar a Hugo.

Entonces Tony gruñó con rabia y abandonó el campo para marcharse a su casa, estaba cansado de ver como todo el mundo le hacía la pelota a Hugo, pero no pensaba dejar las cosas así. Hugo ya estaba destruido y sabía que con la ayuda de Adela podría terminar de hundirlo.

Hugo agradeció a sus compañeros todo el apoyo que le habían brindado y después se agachó para recoger el anillo que tenía una hermosa piedra de diamante de color amarillo. Hugo recordó el momento en el que se lo había regalado a Julia y sintió su corazón romperse un poco más, si es que era posible.

–¿Estás bien hermano? –Preguntó Henri al ver la expresión tan triste de su amigo y Hugo asintió para darle a entender que sí, que estaba bien. 

–No sabes cuanto agradezco lo que acaban de hacer por mí. –Murmuró Hugo mirando a sus amigos que se acercaban a él. –Pero tampoco quiero que se metan en problemas por mí.

–Hey hermano tranquilo, yo llevo un tiempo deseando pegarle un par de ostias a ese imbécil desde que me he enterado de lo que hace a algunas chicas. –Afirmó Sergio llegando junto a ellos y Hugo frunció el ceño.

–¿De qué estás hablando Sergio? –Preguntó Hugo intrigado.

–Ese miserable, droga a las chicas para acostarse con ellas. – Habló Sergio mirándolo a la cara. –¡Pensaba que tú también lo sabías!

–Por supuesto que yo no sabía esto, sino lo hubiera denunciado hace mucho. –Aseguró Hugo.

–Una vez me había ofrecido unas cuantas pastillas para que las utilizará con alguna chica, casi se las meto por ya sabes dónde. –Murmuró Sergio haciendo una mueca de asco y después se alejó de Hugo para volver a entrenar cuando el entrenador los llamó, dejándolo pensativo mientras miraba el anillo.

Después Hugo entró al vestuario para sacar su teléfono móvil y llamar a Felipe para contarle lo que le había pasado con Tony para que estuviera al tanto de todo, por si llegaba a pasar algo, pero este no contestaba.

Felipe estaba en una reunión con su primo que había ido a Madrid únicamente para verlo. Eros caminaba de un lado a otro en el salón de su primo mientras escuchaba lo que él tenía para pedirle.

–¿Entonces lo que quieres es que me encargue de los resultados de antidopaje de Hugo? –Preguntó Eros mirando a Felipe con el ceño fruncido.

–Así es, ya existen rumores de que Hugo estuvo utilizando drogas en las últimas semanas y se me hace muy raro que quiera adelantar sus exámenes ahora, así porque sí. –Afirmó Felipe apoyado en el respaldo de su sillón.

–¿Tan mal está Hugo? –Preguntó Eros extrañado porque jamás había imaginado que Hugo tocaría tan fondo y menos por una mujer.

–Sí está muy mal, ¿entonces lo harás?– Preguntó Felipe deseando que su primo dijera que sí, porque esto era algo que no podían hacer por de forma legal, entonces necesitaría su ayuda.

–Sí Lipe, no te preocupes por esto yo me encargo. –Afirmó Eros sirviéndose un trago de una botella de whisky. –Pero ya sabes cuales son los métodos que suelo utilizar, así que después no quiero que te sientas culpable.

–Lo sé muy bien, por cierto… ¿No crees que te has pasado un poco está vez? –Preguntó Felipe y Eros puso una media sonrisa porque sabía a lo que se refería, entonces negó con la cabeza.

–¡Han muerto quince policías en Finisterre! –Afirmó Felipe asombrado con el poco respeto que tenía su primo por la vida humana.

–Me han jodido un buen cargamento, era para se distribuido en los puntos más importantes de Asia, ¿tienes idea de cuánto dinero hemos perdido? –Preguntó Eros tomando la copa y Felipe negó con la cabeza. – Además, los policías son como las hormigas, matas diez y aparecen otras cien. No van a echar en falta unos cuantos.

–No te ha servido de mucho si Alonso Herrera no estaba entre ellos. –Se burló Felipe y Eros levantó la copa apuntándole con el dedo índice dándole la razón.

–Él y su amiguito ya me tienen harto. Está como loco detrás del catalán y por ello también jode mis negocios. No sé cuál de los dos es más insistente. – Escupió Eros sin revelar ninguna emoción en su rostro.

–¿Se puede saber de quién estás hablando? ¿Quién es ese tal “amiguito”? –Preguntó Felipe con curiosidad y Eros hizo una mueca de asco.

–Abraham Guerrero, otro policía imbécil que se cree justiciero, pero al igual que Alonso ese también tiene los días contados.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *