SEMANAS DESPUÉS.
Felipe estaba tirado en el sillón de su salón con una botella de whisky vacía en la mano. Estaba demacrado, descuidado y con una terrible depresión, los últimos días habían sido un infierno. Pasaba el día intentando impedir que Hugo cometiera alguna estupidez y por las noches se dedicaba a pensar en Kelly, no quería recordarla, pero su cabeza lo torturaba constantemente con sus recuerdos.
Felipe estaba buscar fuerzas para levantarse para buscar otra botella cuando su teléfono móvil comenzó a sonar otra vez aumentando su dolor de cabeza, entonces decidió contestar la llamada para que lo dejarán en paz de una vez por todas.
–¡¡¿Qué es lo que quieres Henri?!!!–Preguntó Felipe con fastidio intentando incorporarse.
–¡¡Felipe tienes que venir a mi departamento de Gran Vía, ahora mismo!!–Exclamó Henri alterado y Felipe puso los ojos en blanco.
–¡¡Ya te dije que no me interesa ir a tu fiesta Henri, así que déjame en paz!!–Vociferó Felipe sentándose en el sillón mientras tiraba al suelo la botella vacía.
–¡¡HUGO VA PUESTO!!–Exclamó Henri y entonces Felipe se dio cuenta por su tono de voz que estaba nervioso.
–¡¡¿Qué quieres decir con eso Henri? ¡¡¿Qué mierda estás diciendo? –Preguntó Felipe atónito levantándose rápidamente del sillón, no podía ser cierto lo que estaba escuchando, Hugo no sería capaz de hacer algo así.
–¡¡Te estoy diciendo que Hugo está completamente drogado!!Tienes que venir para acá inmediatamente Felipe. Lo tengo encerrado en la habitación para que nadie lo vea en este estado. Sabes muy bien como esto podría llegar a afectar su carrera si alguien llega a enterarse. Tienes que venir cuánto antes, no podré ocultarlo aquí por más tiempo. ¡¡ Así que por el amor de Dios si es que crees en él, date prisa!!–Henri colgó la llamada y Felipe se levantó rápidamente del sillón para buscar a Hugo.
Cuando Felipe llegó al departamento estaba lleno de personas, había muchos conocidos suyos que lo miraban asombrados y él sabía que era porque tenía un aspecto horrible en aquel momento, pero no le importaba. Felipe llegó a la puerta de la habitación principal, donde había estado diversas veces con varias mujeres y tocó la puerta avisando a Henri que era él.
–¡¿Por qué has tardado tanto?!–Exclamó Henri molesto mirándolo fijamente.
Felipe no le podía decirle que se tuvo que duchar con agua fría para quitarse la borrachera que llevaba encima, así qué no contestó y solo se preocupó de ver dónde estaba Hugo y no tardó en encontrarlo en un rincón de la habitación con los codos sobre las rodillas y la cabeza entre las manos. Felipe se agachó para verlo y levantó su cabeza.
Hugo parecía perdido, sin ganas de vivir y Felipe no pudo evitar sentirse mal por ver a su hermano en un estado tan triste, sabiendo que no podía hacer nada para ayudarlo porque él estaba igual.
Hugo no le dijo nada solo se dejó guiar por Felipe. Henri despejó la salida para que nadie pudiera ver a Hugo y los dos amigos abandonaron la fiesta. Felipe lo llevó directo a la mansión y lo subió a su habitación. Hugo no había pronunciado ni una sola palabra en todo el camino y Felipe tampoco porque había nada que decir, por lo menos nada bueno.
Cuando entraron Felipe vio un vestido de mujer dorado sobre la cama, y sin tener que preguntar sabía que era de Julia. Hugo se acostó en la cama y agarró el vestido abrazándolo, como si la estuviera abrazando a ella.
–No puedo vivir sin ella Felipe, soy capaz de ofrecerle todo lo que tengo si es esto lo que ella quiere…no me importa, solo quiero volver a tenerla en mis brazos. –Murmuró Hugo con la voz rota y Felipe lo dejó desahogarse sabiendo que era lo que necesitaba, podía esperar al día siguiente para encargarse de lo que había pasado esa noche.
Hugo se quedó dormido y Felipe no lo dejó solo hasta estar seguro de que su amigo estaba bien, le partió el corazón escucharlo llamar por el nombre de Julia mientras dormía y se preguntó si él hacía lo mismo con Kelly. Salió de la habitación y se sentó en las escaleras donde no pudo soportar más el dolor que sentía en su corazón y comenzó a llorar.
Julia estaba limpiando la entrada del centro comercial donde una amiga de Aurora le había conseguido un puesto de trabajo como limpiadora. No sabía si era por el trabajo o porque últimamente no se encontraba bien, pero en aquel momento mientras pasaba la fregona por el piso sintió como todo empezó a dar vueltas a su alrededor y perdió el equilibrio, pero una de sus compañeras que estaba cerca corrió hasta ella y la llevó hasta las escaleras para que se sentará.
–¡Dios mío niña ya es la segunda vez en esta semana que te pasa esto! –Afirmó Rosa mirando a Julia con preocupación porque desde que había empezado a trabajar en el centro comercial su estado de salud parecía empeorar cada día, entonces se le ocurrió algo. –¿Niña no será que estás embarazada? –Preguntó y Julia la miró extrañada negando con la cabeza
–No, no claro que no eso sería impos…– Comenzó a hablar Julia, pero no pudo continuar cuando se preguntó mentalmente cuando había sido su último periodo y no lo recordaba. Entonces se llevó la mano a la boca asustada. Ella y Hugo habían estado intentando tener un bebé, pero con todo lo que había pasado se había olvidado por completo de eso. –Dios mío…no puede ser. –Murmuró Julia y su compañera tiró de ella para llevarla hasta el cuartito que había para ellas.
Rosa dejó a Julia sola unos minutos y se fue a una farmacia que había en el centro comercial para comprarle una prueba de embarazo y después regresó con ella. Cuando Julia vio la cajita de la prueba se quedó aturdida mirándola. Le aterraba saber el resultado, pero Rosa la animó.
–Vamos tienes que hacerte la prueba, si existe una posibilidad de que estés embarazada, cuanto antes lo sepas mejor. –Habló Rosa con vehemencia y Julia asintió agarrando la prueba de embarazo.
Julia entró al baño y siguió cada uno de los pasos que indicaban las instrucciones, después se sentó en váter sujetando la prueba en la mano, sin apartar la vista de ella. Podía ver como las lágrimas mojaban sus brazos y como sus manos temblaban sujetando la pequeña prueba. Tenía que haber sido un momento bonito y especial para vivirlo al lado de la persona que amaba, pero en aquel instante era una verdadera pesadilla, una que se hizo realidad cuando dos pequeñas líneas rosas aparecieron delante de ella. Julia se llevó las manos a la cabeza desesperada. ¡¿Cómo iba a cuidar de un bebé en aquella situación?!
Salió del baño limpiándose las lágrimas con la prueba en la mano y se encontró con la mirada asustada de Rosa que parecía intentar decirle algo, pero una mano agarrando la prueba para quitarla de su mano hizo que Julia girará la cabeza con brusquedad encontrándose con la mirada fulminante de la encargada.
–¡¡¿Estás embarazada?!!–Preguntó la mujer enojada y Julia se quedó boquiabierta sin saber que decirle.
–Acabo de enterarme, no lo sabía. –Murmuró Julia nerviosa intentando explicarse, pero la mujer no le dio oportunidad.
–¡¡¡Ilegal y embarazada, la que me faltaba!!!–Exclamó la mujer riéndose con sarcasmo. – Deja tu uniforme, recoge tus cosas y vete de aquí ahora mismo.
–¡¡¡No me puede echar de esa manera!!!–Afirmó Julia indignada viendo como la mujer sacaba sus cosas de la taquilla donde las tenía guardadas.
–Todavía no hemos firmado ningún contrato contigo y solo estás aquí para cubrir la baja de una mis limpiadoras, así que puedo hacer contigo lo que se me pegue la gana. ¡¡FUERA!!–Gritó la encargada tirando la pequeña mochila de Julia, que ella la agarró antes de que cayera al suelo.
La mujer ni siquiera se molestó en pedir otra vez el uniforme de Julia, solamente quería que se marchará del centro comercial cuanto antes.
Julia abandonó el lugar sintiéndose humillada por ser tratada como si fuera poca cosa. Ya estaba cansada de ver como las personas la pisoteaban como si fuera no valiera nada. Como Hugo lo hizo y ahora estaba cargando un hijo suyo. Se subió al autobús para regresar a casa preguntándose como le contaría eso a Aurora y a Kelly, que en ese momento estaba teniendo una seria conversación.
–¡Dios mío mi vida, ¿no se supone que te estabas cuidando? –Preguntó Aurora preocupada agarrando las manos de su hija.
–Sí mamá, pero sabes que soy un desastre para estas cosas…
Kelly se calló cuando Julia entró en el departamento con el rostro mojado por las lágrimas mirándolas avergonzada y Aurora no dudó en ir hasta ella para saber que le había pasado.
–Lo siento mucho…lo siento muchísimo Aurora. –Murmuró Julia con la voz rota después de contarles todo lo que había pasado en el centro comercial. –Buscaré la forma para volver a Argentina, ustedes me acogieron y yo no quiero ser una carga para vosotras. –Continuó disculpándose, intentando secarse las lágrimas.
–No repitas esto nunca más mi niña. Ya te dije que para mí tu también eres mi hija. – Afirmó Aurora agarrando el rostro de Julia entre sus manos. –Ese pequeño es mi nieto, y a mi pequeño no le faltará de nada. ¡¡Te lo aseguro!!–Afirmó abrazando a Julia que se refugió en sus brazos mirando a su hija con lágrimas en los ojos.
Cuando por fin Julia se había quedado dormida Aurora entró a la habitación para ver como estaba y se encontró con Kelly pasando la mano por los cabellos de Julia mientras que ella dormía con la cabeza en su regazo. Entonces Aurora llamó a su hija para que hablarán en la cocina. Kelly acomodó a Julia en la cama y después salió de la habitación certificándose de cerrar la puerta.
–¿Por qué no se lo has contado? –Preguntó Aurora intentando bajar la voz y Kelly negó con la cabeza con vehemencia.
–Si le cuento que yo también estoy embarazada ella querrá marcharse, y no puedo imaginarla sola con un bebé. –Contestó Kelly sentándose en una silla que había en la cocina con la cabeza entre las manos. –De cierta forma todo lo que está pasando es mi culpa, yo la convencí a venir a España y mira como ha sido su vida desde que ha llegado. Ella no tiene por qué sufrir más, Julia no tiene por que saber que estoy embarazada. Me ocuparé de esta situación.
–¿Qué me quieres decir con esto Kelly? –Preguntó Aurora aturdida mirando a su hija con miedo a escuchar su respuesta.
–No voy a tener este bebé mamá. –Contestó ahogando un sollozo con un nudo en la garganta que parecía quitarle el aire.
–No cariño, no tienes por qué hacer eso…
–Ya está decidido mamá, porque si no lo hago serán dos niños pasando hambre y eso si no podría soportarlo. –Afirmó Kelly tapándose el rostro con las dos manos recordando las palabras de Carla, la mujer que le había ayudado en el polígono cuando Felipe la dejó tirada en la calle casi desnuda. –Lo siento mucho mamá, espero que puedas entenderme.