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Amor en juego

Capítulo 41: Mi cuento favorito.

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Julia se presentó a la gala vestida como una verdadera princesa, cargando en su cuello una de las joyas más conocidas del planeta y no tardó en acaparar todas las atenciones. Los periodistas y fotógrafos la rodeaban con sus cámaras haciendo mil preguntas, que Felipe ya había ensayado con ella, para que supiera contestar a cada una sin sentirse agobiada.

La pregunta principal era sobre la fecha de su boda con Hugo, que la pareja todavía no había elegido. Julia posó para las fotos con El Diamante Tiffany tal y cómo Bea le había enseñado. Después entró a la gala donde fue muy bien recibida por Esther Palacios, que se dedicó a presentarla a todos sus invitados más importantes.

–¿Así que eres profesora? –Preguntó Esther maravillada y Julia asintió mientras caminaban por el salón de eventos, acompañadas por otras tres señoras.

–Sí, pero no puedo ejercer mi profesión todavía, cuando tenga toda mi situación en España arreglada espero poder dedicarme a ello. –Respondió Julia con una sonrisa.

–Mi Fundación es para ayudar a las personas sin hogar y muchos de ellos son ancianos que no tienen familia o que terminaron en la calle abandonados por sus propios hijos. –Habló Esther acercándose a Julia, dándole el brazo para caminar junto a ella. –En nuestro centro enseñamos a algunos de ellos a leer y a escribir, también preparamos diversas actividades. Si quieres puedes ayudarnos con eso, nos vendría muy bien tener a otra profesora en el equipo.

–¡Oh, Esther, estaría encantada! He visto un poco de lo que hacen en la Fundación y de verdad que me gustaría muchísimo ayudar con lo que sea. –Habló Julia con entusiasmo mirando a Esther, con un intenso brillo en sus ojos.

–Te aviso que no será un trabajo fácil cariño y no es remunerado. –Explicó Esther tocando la mano de Julia con cariño y la vio asentir gustosa.

–Pues me parece perfecto, estoy dispuesta a unirme al equipo y ayudar en todo lo que sea necesario. –Afirmó Julia con seguridad y Esther asintió dando la noticia a una de las mujeres que estaban con ellas, que la Fundación tenía un nuevo fichaje en su equipo.

La gala transcurría con tranquilidad y mientras bailaba con uno de los socios de Hugo que estaba presente en el evento, Julia pudo ver unos ojos que no apartaban la vista de ella y sintió como su estómago se revolvía al ver la cara de Tony, pero decidió ignorarlo y mantenerse lo más alejada posible de él.

Tony sabía que Julia no le daría una oportunidad para acercarse a ella, así que necesitaría una ayuda extra para su plan. Recorrió el salón con la mirada y sonrió con malicia a ver a la persona perfecta para hacer el trabajo sucio por él.

Caminó hasta una hermosa rubia que cuando lo vio intentó rápidamente alejarse de él, pero Tony la agarró del brazo arrastrándola disimuladamente a un rincón del salón detrás de una enorme columna donde nadie pudiera verlos.

–¿Cómo está mi francesita favorita? –Murmuró Tony pasando el dedo pulgar por el rostro de Camille que lo miró asqueada intentando apartarse de él.

–¡¡Suéltame m****o infeliz!!–Exclamó intentando controlar su tono para no llamar la atención de los demás invitados, porque no quería ser vista con Tony. –No te quiero cerca de mí, me das asco. –Escupió Camille mirándolo con desprecio.

–No pienso perder mi tiempo discutiendo contigo nenita, así que iré directo al punto. –Murmuró Tony mirando hacia la pista de baile donde Julia estaba bailando alegremente. –Quiero que me ayudes con la prometida de Torres, ya sabes, la argentina. –Habló mirando a Camille por el rabillo de ojo y la mirada de la chica fue directo a Julia.

–No pienso ayudarte en absolutamente nada, eres un miserable asqueroso. –Escupió Camille intentando empujarlo, pero Tony la agarró con más fuerza.

–Vamos a ver una cosa cielito, voy a ser muy claro contigo ahora. Si no me ayudas llamaré a tu querido marido Henri, nuestro adorado portero y posible Balón de Oro de este año, para decirle que su hijo pequeño, esa cosita tan bonita que tiene contigo no es suyo, ¿Qué te parece ma chère? –Preguntó Tony con una sonrisa maliciosa. –No sé cómo todavía no se ha dado cuenta de que ese niño es una copia mía.

–¡¡Has abusado de mí m****o enfermo!!– Murmuró Camille con los ojos acristalados por la impotencia que sentía, apretando los dientes con fuerza aguantándose las ganas de escupirle en la cara.

–Pues a ver como se lo explicas a tu marido cariñito, y si decides soltar la lengua te aviso que nadie creerá en ti, y haré hasta lo imposible para quitarte al mocoso ese. No será una tarea difícil cuando cuente delante de un juez que eres adicta a las pastillitas, ya que tuviste una depresión terrible en tu segundo embarazo, aunque no entiendo el porqué, si durante la fabricación disfrutamos mucho, por lo menos yo lo hice. –Espetó Tony pegándola a su cuerpo para acercar su boca a la de Camille que giró la cara asqueada con su cercanía. –¿Vas a ayudarme o puedo sacar mi teléfono y contarle a tu marido la aventura de una noche que tuvimos?

–¿Qué es lo que tengo que hacer? –Preguntó aguantándose las lágrimas por que no había forma de luchar contra Tony, sabía que si llegaba a contar la verdad sobre la paternidad de su hijo ella terminaría en la calle, y seguramente terminaría perdiendo a sus niños.

Tony le explicó todo el plan y le entregó unas pastillas que debería echar en la copa de Julia. Camille asintió y caminó hasta la chica para iniciar una conversación con ella.

Cuando Julia la vio se sintió incómoda, ya que su primer encuentro con la “WAG” no había sido una de sus mejores experiencias e intentó marcharse, pero Camille la agarró del brazo con suavidad.

–No te vayas cielo, sé que no empezamos con buen pie y siento mucho la forma como hablé contigo en aquel partido. – Se disculpó Camille y Julia la miró con recelo, pero le pareció sincera entonces accedió a hablar con ella.

–Está bien, yo también pienso que empezamos mal, pero no me parece bien juzgar a alguien solamente por una primera mala impresión. –Contestó Julia sonriendo con condescendencia.

–Me alegra escuchar eso, mira hasta te traje una copa de champagne, así hablamos un poco mientras tomamos el mejor champagne del mundo, según Esther Palacios. –Aseguró entregándole a Julia una copa, que ella dudó por unos segundos si aceptar o no, pero ante la insistencia de Camille decidió agarrar la copa que estaba preparada con la droga que Tony le había entregado la francesa.

Camille la invitó a dar una vuelta por la terraza del hotel, desde donde se podía ver toda la ciudad de Madrid mientras que Tony las seguía de lejos, sin que Julia se diera cuenta.

Las chicas estuvieron tomando de sus copas y hablando durante un buen rato, hasta que de repente Camille se dio cuenta de que Julia comenzaba a balancear la cabeza, indicando que la droga estaba haciendo su efecto, y como la terraza estaba vacía por el evento de esa noche, los tres estaban solos y Tony podía actuar sin preocuparse por nada.

Tony se acercó a ellas cuando Julia se quedó dormida y la levantó en sus brazos mientras que Camille la miraba con los ojos empañados por la culpa que sentía. Entonces ella decidió marcharse, pero Tony la impidió.

–¡No pienso ayudarte en nada más, ya hice lo que me has pedido! –Contestó Camille mirando a Tony con desprecio mientras que él miraba a Julia embelesado.

–¡Tú harás lo que yo te diga y todavía te necesito! Ahora acércate a la puerta y mira a ver si hay un empleado del hotel está esperando adentro. –Ordenó Tony y Camille obedeció sus órdenes sin protestar, porque no le quedaba más remedio.

Camille se acercó a la puerta que daba acceso a la entrada del hotel y se encontró con un chico joven que parecía estar esperando por alguien, entonces ella le hizo una señal a Tony con la mano y él caminó hasta la entrada cargando a Julia. Él empleado los guio sin que nadie pudiera verlos hasta la habitación que Adela había mandado preparar para ellos.

Cuando estaban dentro Tony colocó a Julia sobre la cama dandóle ordénes a Camille para que la desnudará que le quitó el vestido a Julia, dejándola solamente en ropa interior y después se apartó de ellos.Tony la miraba fascinado mientras comenzaba a quitarse el esmoquin mordiéndose los labios sin apartar la vista del cuerpo de Julia. Camille se puso en un rincón de la habitación mientras lloraba sintiéndose culpable e impotente, sin poder hacer nada para ayudar a Julia.

Tony se desnudó completamente y acto seguido se posicionó entre las piernas de Julia mirando a Camille con lascivia, y eso le revolvió el estómago a la chica que lo miró con desagrado.

–No te pongas triste nena, tú seguirás siendo mi favorita. Ahora solo me voy a divertir un poco con esta bella durmiente, ¿te he contado alguna que ese es mi cuento favorito? – Murmuró Tony mirando a Julia que estaba adormecida y completamente indefensa.

 Camille vio cómo Tony pasaba su lengua por el rostro de Julia y se giró para no tener que ver lo que estaba a punto de suceder en aquella habitación.

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