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Amor en juego

Capítulo 32: ¿Quién eres tú?

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Los cuatro regresaron a Madrid después del increíble fin de semana que significaría un antes y después para las parejas. Lo habían disfrutado al máximo sin preocuparse por nada, sin pensar en nada ni en nadie.

Hugo y Julia estuvieron lo que quedaba del viaje burlándose de sus amigos por la aventura que habían tenido en la terraza del Burj Khalifa, y de cómo el guardia de seguridad le había dejado su propia camisa a Kelly para que pudiera abandonar el lugar, ya que el carísimo vestido de diseñador de Bea había quedado inservible después de su momento de pasión con Felipe.

Dubái se había resumido en fiestas, sexo, turismo, y varios momentos románticos para las parejas, pero lo bueno siempre pasa rápido y llegó momento de regresar a la realidad. Ya de vuelta a la ciudad la ciudad la rutina les volvía a tocar la puerta, sobre todo la de Hugo.

–¿De verdad que no te importa quedarte sola? Bueno estarán los demás empleados de la casa, pero Merche está visitando a su madre y yo no sé cuanto tiempo durará mi reunión con Fernando. – Preguntó Hugo agarrando el rostro de Julia entre sus manos para mirarla a los ojos, no había ningún problema en dejarla sola, pero él no quería separarse de ella. Hugo se había acostumbrado a estar pegado a Julia, las veinte cuatros horas del día.

–No te preocupes por mí, todo estará bien. Me gustaría hacerle una visita a Aurory, pero prefiero esperar a que termine tu reunión y así podríamos ir juntos quiero que la conozcas bien ya que es como una mamá para mí. Pero ya lo haremos cuando regreses con una buena noticia, estoy segura de que volverás muy pronto a jugar. – Respondió Julia dejando un suave beso en sus labios y Hugo le sonrió.

–Cualquier cosa que necesites me llamas de inmediato, y por favor espérame sin braguitas ¿sí? –Suplicó con una mirada pícara y Julia puso los ojos en blanco. Se besaron apasionadamente y ella colocó su corbata antes de despedirse de él en la puerta de la mansión.

Julia estaba tan entretenida en el despacho buscando información sobre una fundación benéfica creada por la esposa de uno de los compañeros de Hugo, que no se había dado cuenta de que ya había pasado una hora desde que Hugo se había marchado a la reunión. Miró el reloj y pensó que estaría bien preparar una cena romántica.

Se fue a la cocina y buscó entre los armarios los ingredientes para cocinar algo rico para los dos. Empezó a cocinar y de repente decidió hacer una tarta de queso, porque sabía que era la favorita de Hugo. Mientras cocinaba escuchó el timbre de la entrada, y pensó en ir a ver quién podía ser, pero sabía que Mari, una de las chicas del servicio llegaría antes que ella porque la había por el salón. Por la hora que era pensaba que seguramente sería Felipe o Diego, pero estaba muy equivocada

–Hugo si que sabe elegir bien sus empleadas, ya me gustaría tener una cocinera así en mi casa. –Habló un hombre entrando a la cocina mirándola de arriba abajo y Julia se giró bruscamente para ver quien era.

–¿Quién eres tú? –Preguntó Julia con nerviosismo mirando al hombre alto y rubio que estaba parado en la puerta de la cocina, recordaba su cara, pero no sabía dónde lo había visto.

–Yo soy Tony princesa, Hugo y yo jugamos en el mismo club. –Respondió humedeciéndose los labios y a Julia le pareció repugnante la forma como la devoraba con los ojos. –¿Dime cómo te llamas?

–Yo soy Julia la novia de Hugo. Él no está aquí en este momento, te aconsejo que regreses otro día. –Contestó mirándolo con desagrado y él esbozó una sonrisa maliciosa.

–Así que tú eres la noviecita misteriosa. La argentina, ¿cierto? No puedo negar que Hugo tiene buen gusto para las mujeres.

–Si has terminado de hacer tú analices de su buen gusto, ya te puedes retirar. –Respondió pasando por él para acompañarlo hasta la salida y Tony la agarró de la muñeca.

–No importa, puedo esperar por él princesa, mientras que me haces compañía. Te puedo asegurar que disfrutarás mucho de pasar un rato conmigo. –Murmuró con la voz ronca y Julia se soltó de su agarre con brusquedad.

–Creo que no me has entendido bien, ya te dije dos veces que Hugo no está y que regreses en otro momento, con eso estoy dejando bastante claro, casi transparente, que no tengo la más mínima intención de hacerte “compañía”, así que o bien se retira ahora mismo por sus propios pies, o llamaré a la seguridad. – Contestó Julia con vehemencia.

–Vamos princesa, no te hagas la dura, yo sé muy bien lo que buscan mujeres como tú y te aviso que yo también puedo darte muchas cositas bonitas solo me tienes que decir cual diseñador te gusta más, y seguro disfrutarás mucho más de estar conmigo que con “el niño bonito”. –Respondió acercándose a Julia que dio dos pasos hacia atrás para alejarse de él.

–¡¡Hugo es todo un hombre, cosa que claramente tú no eres, ahora retírate!! –Exclamó Julia apuntando a la salida de la cocina con la mano y Tony después de escuchar como lo rechaza por Hugo, se enojó tanto que la agarró del brazo pegándola a su cuerpo y la besó.

Julia no tuvo ni siquiera un segundo para reaccionar, cuando el cuerpo de Tony se separó de suyo como si un huracán lo hubiera llevado por delante y vio a Hugo agarrándolo con furioso.

–¡¡¡¿QUÉ M***A ESTÁ PASANDO AQUÍ?!!!–Exclamó Hugo tirando de la chaqueta de Tony para apartarlo de Julia y sin pensarlo dos veces le propinó un puñetazo en la cara, que lo hizo caerse al suelo llevándose una mano a la boca sintiendo como empezaba a llenarse de sangre.

–¡¡¡ELLA SE OFRECIÓ!!!–Gritó Tony enfurecido mirando a Julia y Hugo la puso detrás de él para protegerla.

–¡¡ESO NO ES CIERTO CERDO MENTIROSO!!–Vociferó Julia con rabia después de escuchar la mentira tan descarada de Tony, que intentaba levantarse del suelo un poco mareado.

–¡¡FUERA DE MI CASA AHORA TONY, SI NO QUIERES QUE TE MATE EN ESTE PRECISO MOMENTO!!– Ordenó Hugo apretando sus puños con fuerza girándose hacia a Julia para mirarla. –¿Estás bien? ¿Te hizo daño ese miserable? –Preguntó Hugo recogiendo su cuerpo con la mirada preocupado y pudo ver una marca en su brazo, justo donde Tony la había agarrado y eso le hirvió la sangre.

–¡¡Deberías de controlar mejor a esa p**a barata, parece una perra en celo buscando macho!!–Espetó Tony mirándolos con rabia y Hugo no se aguantó las ganas de molerlo a golpes.

Hugo parecía más la “La Ira de Dios” que un hombre normal, golpeaba a Tony sin descanso, sin darle una oportunidad para defenderse y Julia tuvo que salir corriendo de la cocina para buscar a Hernán, porque ella sola no sería capaz de separarlos.

Cuando Hernán entró a la cocina acompañado de Julia no dudó en agarrar a Hugo por la chaqueta de su traje para tirar de él y empujarlo hacia un rincón de la cocina colocándose entre él y Tony. Hugo caminaba detrás de Hernán con los ojos llenos de ira y los nudillos ensangrentados mientras que el otro seguía en suelo con el rostro lleno de moratones y sangre.

–¡¡VETE DE MI CASA M*****A BASURA!!¡POR ESO NUNCA SERÁS NADIE! NO PASAS DE UN PU**O ENVIDIOSO FRUSTRADO. –Gritó Hugo y el guardia de la casa entró para ayudar a Hernán a sacar a Tony de la casa.

–¡¡TE ASEGURO QUE ESTOY NO SE VA A QUEDAR ASÍ, ESTA ME LAS A PAGAR TÚ Y TU PU**A!!–Escupió Tony mientras el guardia lo levantaba.

 Hugo apartó a los dos hombres de su camino y agarró a Tony por la solapa de su chaqueta arrastrándolo hasta la entrada principal de la mansión. Lo tiró en el medio de la calle mirándolo asqueado.

–¡¡Si te vuelvo a ver cerca de mi mujer lo que te acabo de hacer parecerá con un cariñito!!–Lo amenazó Hugo y después entró en la propiedad dejando al hombre tirado en el suelo.

Julia estaba en la puerta de la casa dando vueltas de un lado a otro, hasta que Hugo apareció entre los árboles del jardín, caminando hasta ella mientras se quitaba la chaqueta de su traje y se aflojaba la corbata. Ella corrió hacia él y lo abrazó, sintiendo como todo su cuerpo se tensaba, entonces Julia levantó la cabeza para ver si estaba bien y su mirada parecía fría y distante

Hugo la miró a los ojos recordando el beso que había visto y la forma como Tony la había acusado de ofrecerse a él. Entonces respiró profundamente y recordó que la mujer que tenía en sus brazos no era como las que él había conocido, ella no era como su madre.

La abrazó con fuerza durante un minuto entero y después se apartó de ella buscando su brazo donde había un moretón rojo y lo presionó con suavidad viendo como Julia hacía una mueca de dolor.

Hugo la levantó en brazos y la cargó hasta el salón donde la sentó sobre el sillón y se fue a buscar algo de hielo. Cuando regresó la sentó sobre su regazo y puso un pañol con hielo sobre el moretón.

–Hugo no hace falta que me pongas hielo, no es para tanto. –Murmuró Julia y Hugo levantó la cabeza para mirarla. –Más bien eres tú quien que necesita cuidados. – Habló tocando sus nudillos y él apretó los dientes recordando como había dejado la cara de Tony. Julia cuidó sus heridas mientras que Hugo que no apartaba la vista de ella.

–No quería que me vieras así, lo siento mucho. –Murmuró Hugo apenado porque sabía como era cuando perdía la cabeza y que no era una escena bonita de ver.

–¿Me estás pidiendo perdón por protegerme? ¿Por no querer que nadie me haga daño? –Preguntó Julia y él la miró detenidamente. –Yo creo que le has hecho un favor, unos golpes en la cara es mejor que perder los huevos. –Lo consoló y Hugo sonrió sabiendo que lo decía de verdad, recordaba bien la bofetada que le había dado cuando la besó sin su permiso y no se quería imaginar como debía ser recibir una patada de su mujer.

–Recuerdo muy bien que pegas duro para ser una enana, pero si puedo protegerte lo haré sin pensarlo dos veces. Ahora eres muy importante para mí Julia, no permitiré que nadie te haga daño. –Murmuró Hugo antes de besar su boca con ternura.

Un par de horas más tarde Hugo estaba metido debajo de la ducha después de haberse desfogado en el gimnasio de la casa entrenando. Dejó el agua caer sobre su cuerpo con los ojos cerrados, intentando olvidar lo que había pasado antes, para él no había nada peor que perder el control, porque por lo menos en eso sabía que era exactamente igual a su madre, disfrutaba haciendo daño cuando alguien lo atacaba y eso le hacía sentirse culpable.

Estaba sumergido en sus pensamientos cuando sintió unas pequeñas manos acariciando su pecho y un cuerpo suave pegándose al suyo. Hugo podía sentir los pezones endurecidos de Julia rozando su espalda y se dio la vuelta para mirarla.

–Todavía estás muy tenso amor, no me gusta verte así. –Murmuró Julia dejando un beso en su pecho.

–Pues déjame hacerte el amor, dentro de ti siempre encuentro la paz. –Contestó levantándola y envolviendo sus piernas alrededor de su cadera, besando su boca con desesperación pegando su espalda a los azulejos del baño para poseerla allí mismo como tanto necesitaba.

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