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Amor en juego

Capítulo 30: En la cima del mundo.

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–¿Y se puede saber quién eres tú? –Se dio la vuelta Julia mirando al hombre grande y fuerte que había detrás de ella, vestido con un esmoquin entero negro, su camisa abierta revelando los músculos de su pecho y de su cuello colgaba un collar que tenía un dije en forma de sol y en su centro una piedra de color rojo. El hombre parecía muy seguro de sí mismo con su sonrisa “quita bragas” que volvería loca a cualquier mujer.

–Me llamo Paris De Oliveira, y creo que acabo de encontrar a mi Helena. –Respondió con la voz ronca devorándola con la mirada.

–Pues yo ni me llamo Helena ni soy de Esparta, pero una cosa si tenemos en común yo tampoco estoy disponible. –Respondió con seriedad llevándose las manos a la cintura.

–Pues dime donde está ese Menelao para ir a matarlo y robarte, para llevarte a mi reino hermosa. –Replicó el chico mirándola con desafío y eso le molestó mucho a Julia, estaba a punto de decirle que se fuera con su celo a otra parte, pero una voz detrás de ellos llamó la atención de los dos.

–¡Primero ve a cambiarte ese pañal antes de soñar con intentar quitarle una mujer al maestro, Paris! –Exclamó Hugo imponiéndose delante del otro hombre y Julia los miraba con todas sus alarmas encendidas.

–¡¡Hugo Torres!!¿Así que ella es tu novia?

–¡¡ES MI MUJER!!–Contestó Hugo rodeando la cintura de Julia con su brazo para pegarla a su cuerpo como si fuera su propiedad y ella lo miró con el ceño frunció porque no era un objeto, pero no opuso resistencia.

–Si él hubiera dicho “mi novia” no dudaría en lucha por ti hermosa, pero cuando un hombre dice “mi mujer” con todas sus letras, sé que es mejor alejarme y no arriesgar mi vida. –Afirmó Paris mirando a Julia y después le estrechó la mano a Hugo para saludarlo como debidamente. –Estoy muy feliz de verte bien hermano, nos diste un buen susto.

–Ya volví a dar guerra, y no me volverán a derribar con tanta facilidad. –Afirmó Hugo y le presentó Julia. Felipe y Kelly se unieron a ellos, y en menos de dos minutos Paris ya les había conseguido la mejor mesa del salón.

Hugo y Felipe decidieron arrastrar a las chicas hasta la pista de baile. Los cuatro bailaron frenéticamente al ritmo de la música y tanto Hugo como Felipe tenían cada uno en la mano una botella del champagne más caro y las bebían entre los cuatro en medio de la pista.

Julia se movía alrededor de Hugo de forma sensual restregándose en su cuerpo cada vez que podía insinuándose para él. Ella miró alrededor viendo que no había ni una pizca de pudor en aquel ambiente entonces se acercó a Hugo metiendo sus manos dentro de la chaqueta de su esmoquin para quitárselo y Hugo no tardó en entender lo que ella quería. Julia estaba buscaba sentir más piel, más contacto sin importarse con nada ni nadie, como si solo estuvieran ellos dos en la pista.

Hugo bailaba sexi mientras se quitaba la camisa sin apartar la mirada de Julia, ella pasó las manos por su torso ya completamente desnudo y se acercó a él para lamer su cuello. Hugo ya estaba perdido en la lujuria que le provocaba ella. La agarró por el cuello y la besó como un poseso en medio de la pista de baile y Julia se entregó por completo a sus besos. Juntos incendiaron la maldita pista de baile…no, la pista de baile no, El Burj Khalifa entero.

Al lado de ellos Felipe también se quitaba su camisa hipnotizando a Kelly con su cuerpo bronceado, con cada uno de sus músculos tensos por la excitación de tenerla tan cerca. Él se acercó a ella para pegarla a su cuerpo y junto su frente a la de ella mientras bailaban dejándose llevar por el ambiente y por aquella tensión sexual que los mataba lentamente.

Kelly no aguantó tener su cuerpo tan cerca de ella, porque era como un imán, ella quería sentirlo, probar cada centímetro de él y sabía que tarde o temprano caería en las garras de su depredador. Entonces se apartó él con tan brusquedad que Felipe sintió algo romperse dentro de él por su rechazo.

Ambos abandonaron la pista de baile cada uno por su lado, y pasaron la mayor parte de la gala separados, Felipe se había dedicado acompañar a su primo en el palco privado, y no se preocupó por Kelly, que estaba en la compañía de Perseo el pequeño de los Oliveira, que se estaba encargando de ayudarla a disfrutar de la noche. Felipe no se preocupó de que estuviera con otro hombre porque conocían bien los gustos de su primo.

Felipe observaba el salón y una imagen llamó su atención de repente. Kelly estaba encima del escenario del Dj con otra chicas y Perseo bailando de forma sensual, y eso le hirvió la sangre porque podía ver como había varios hombres babeando por ella.

 Caminó hasta el escenario con los puños apretados y se subió detrás de ella, todavía estaba con su torso desnudo y no le importaba, la agarró del brazo y Kelly se giró para mirarlo con reproche, claramente había bebido.

–¡¡Kelly no hay ningún concurso de strippers aquí para que te pongas a bailar exhibiéndote de esa manera!!– Exclamó Felipe pegándola a su cuerpo y ella contestó.

–No sé si hay, pero si hubiera, ya te digo que sería medalla de oro. ¿No ves lo sexi que me muevo? –Contestó Kelly contoneándose con la mirada desafiante y Felipe no soportó verla tan suelta, entonces la levantó y la colgó sobre su hombro para sacarla de la fiesta.

–¡¡¡¿Qué piensa que estás haciendo Felipe Herráez?!!!¡¡BÁJAME AHORA MISMO SI NO QUIERES PERDER ESO QUE TE HACE SER UN HOMBRE!!!–Gritó Kelly pataleando para que la bajará, pero Felipe no la hizo ni caso.

–¡¡¡Ya deja de amenazar mis huevos que tú eres la mayor tortura que han sufrido desde que decidí utilizarlos por primera vez!!!–Exclamó Felipe bajándola en el suelo del ascensor y Kelly no se aguantó una carcajada. –¿Te hace gracia lo que acabas de hacer? –Preguntó enojado mientras que ella solo se reía.

–Pues sí me hace gracia que te pongas así solo porque estaba bailando en ese escenario, no me imagino como te hubieras puesto si supieras que no llevo bragas. – Contestó llevándose una mano a la boca para callar una risita y Felipe la miró aturdido.

–¿Estás bromeando verdad? –Preguntó apretando los dientes.

–No, no eso es una broma ¿No ves el vestido que llevo puesto? Una obra de arte como esa no se puede estropear con unas bragas. –Respondió caminando para salir del ascensor cuando llegaron a la planta del departamento, pero Felipe la agarró del brazo y la pegó a la pared del ascensor para besarla como un poseso. Y empezó a presionar uno de los botones del ascensor con desespero mientras lamía los labios de Kelly con deseo.

–Tú sí que debes de ser una obra de arte sin bragas, y pienso admirarte ahora mismo. Volvió a besarla y Kelly se entregó a él, porque no servía de nada seguir huyendo de Felipe cuando más tarde o más temprano caería en sus redes.

Llegaron donde Felipe quería y él tiró de Kelly para que lo siguiera. Llegaron a planta 125 del mayor rascacielos del planeta y un guardia que estaba custodiando la entrada que los miraba sorprendido y Kelly no entendía dónde estaban, ni qué estaban haciendo allí.

–Señor Oliveira. –Saludó el guardia a Felipe cediendo el paso a la pareja.

Ellos entraron y todo estaba rodeado con enormes cristaleras. Kelly podía ver todas las luces de la ciudad de Dubái encendidas y se llevó las manos a la boca por la sorpresa.

–Felipe estamos…estamos…–Balbuceaba mirándolo a los ojos aturdida porque una cosa era subir allí en hora de visita y otra muy distinta era hacerlo con tanta privacidad y Felipe se acercó a ella para envolverla en sus brazos.

–¡¡Estamos en la cima del mundo ahora mismo, y desde aquí quiero tocar el cielo contigo!!–Murmuró con la voz ronca antes de devorar su boca hasta besar su alma.

Kelly tenías las manos de Felipe por todas partes, su cuerpo ardía por ganas que tenía de ser poseída por él. Felipe la besaba y la tocaba sintiendo la misma necesidad que tenía ella. Desde que la había conocido no se había acostado con otra mujer. Su miembro necesitaba sentir su calor y su interior apretado. Se masturbaba cada noche pensando en ella, pensando en lo que sería estar entre sus piernas y por fin cumpliría su sueño.

La giró hacia la cristalera para que mirará a la ciudad y rompió la unión de su vestido de un tirón, estaba tan desesperado por ella que quitarle la ropa no era una opción y si Felipe no le hubiera roto el vestido la mismísima Kelly lo hubiera hecho.

–¡¡Dime que quieres ser mía!! ¡¡Qué quieres que te folle aquí y ahora!! Sabes que necesito escucharlo de tu boca. –Rogó Felipe girando el rostro de Kelly para seguir besando su boca y bajó la mano hasta el medio de sus piernas. Cuando separó los pliegues de su vagina con sus dedos sintió que ella estaba chorreando. Kelly interrumpió el beso apenas para contestar.

–Quiero ser tuya, ¡¡necesito que me folles ahora!!¡¡ Ahh por favor hazlo, ya no soporto más esperar, te necesito dentro de mí ahora!!¡¡Fóllame ya!!–Suplicó Kelly porque ellos no tenían tiempo para ser cariñosos, para los preliminares, nada de eso era necesario en aquel momento. Felipe solo necesitaba hundirse en ella y Kelly necesita sentirse poseída por él.

Felipe terminó de romper su vestido y la desnudó por completo en medio de la terraza más alta del planeta. Sacó su miembro y dudó por un segundo si hacerlo o no, porque sabía que era grande y la haría daño, pero Kelly miró hacia atrás bajando los ojos a su miembro erecto y empinó su trasero para él con ganas de sentir todo dentro de ella.

–¡¡Lo quiero todo!!–El pedido de Kelly parecía más una orden.

 Felipe se posicionó detrás de ella. Colocó la punta su p**a en la entrada de su sexo y se empujó hasta el fondo casi enloqueciendo por sentirla mojada y apretada recibiéndolo con tantas ganas.

Cada embestida de Felipe la hacía flotar, y él presionaba su clítoris mientras se empujaba dentro de ella una y otra vez hundiéndose por completo en su interior. Los dos gritaban y Kelly se agarra la barandilla como si su vida dependiera de ello.

–¿Te gustan las vistas? –Preguntó Felipe jadeando detrás de ella.

–¡¡Me gusta verlas siendo penetrada por ti…!!¡¡Ahh…Aaah Felipe sigue!!–Kelly suplicaba mientras que Felipe aceleraba el ritmo sabiendo que la hacía daño, pero lo estaba disfrutando como jamás lo había hecho en su vida.

Ella lo necesitaba y él estaba dispuesto a dar todo lo que ella quisiera. Felipe agarró los cabellos de Kelly en un puño y tiró de ellos mientras se empujaba con fiereza en su interior, con tanta fuerza que el sonido de sus pieles chocando sonaba por la terraza junto con sus gemidos que sonaban cada vez más altos.

Felipe sintió la presión de su sexo alrededor de su miembro y los dos explotaron juntos en un clímax glorioso.

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