En Dubái, los cuatro organizaron todo lo necesario para la reunión con el jeque, en un departamento que el príncipe había reservado exclusivamente para ellos en el Burj Khalifa. Después los acompañó hasta la sala de reuniones donde los esperaba su padre, y el príncipe se ofreció amablemente para hacerle compañía a Julia, y Hugo a regañadientes accedió a dejarlos solos.
–¿Así que te llamas Julia Rivarola Astrar? –Preguntó el príncipe intrigado por la historia de Julia que ella le había contado mientras paseaban por el edificio.
–Así es, “Astrar” era el apellido de mi mamá. –Contestó Julia paseando por la terraza del Burj Khalifa acompañada del príncipe.
–Paso mucho tiempo en España porque tengo varios amigos allí, y podría jurar que “Astrar” no es un apellido muy típico. –Habló el príncipe y se paró de repente, dejando que Julia siguiera adelante sola, cuando ella se dio cuenta de que el príncipe se había quedado atrás, y regresó a su lado mientras que él repetía un par de veces su apellido. –¿Astrar? ¿Astrar? ¿De qué me suena ese apellido? –Se preguntó el príncipe pensativo, pero una voz llamando por ellos lo sacó de su ensimismamiento.
–¡¡JULIA!!!–Exclamó Hugo llamando la atención de la chica, y ella se dio cuenta por el brillo que traía en su mirada que estaba muy feliz, eso significaba que tenía buenas noticias.
–¡¡Por tu cara de felicidad supongo que mi padre esta de acuerdo con tu proyecto, Torres!!– Afirmó el príncipe palmeando el hombro de su amigo y Hugo asintió con felicidad levantando a Julia en brazos.
–¡¡SIIIIÍ!! Y no solamente lo ha aprobado, sino que también quiere invertir en él y no lo hará solo. Convencerá a otros inversores para que nos apoyen en este proyecto. –Contestó Hugo con alegría abrazando a su chica mientras que Felipe y Kelly llegaban junto a ellos para unirse a la celebración. Los cuatro se abrazaron.
–¡¡Pues habrá que celebrar ese nuevo éxito por todo lo alto!!–Anunció el príncipe compartiendo una mirada maliciosa con Felipe, mientras que Hugo los miraba intrigado.
–¿Ustedes dos se traen algo? –Preguntó desconfiado mientras que les apuntaba con el dedo índice.
–Los Oliveira estarán aquí esta noche, así que no me hace falta decir que habrá una de sus exclusivas “galas”. –Contestó el príncipe y Hugo levantó las manos al cielo para agradecer, porque sabía que fiesta no faltaría ese fin de semana, pero una gala de los Oliveira era un regalo de los cielos.
–Pues señoritas van a tener que prepararse, porque nos espera una larga noche. –Aseguró Felipe sonriendo con satisfacción, loco por ver a Kelly otra vez con el maldito vestido turquesa.
–¿Larga? –Preguntó Hugo con sarcasmo. –Más bien será corta, porque todo lo bueno pasa rápido.
Para esa gala las chicas no necesitaban un día princesas, sino de reinas. Hugo se encargó de conseguir a los mejores maquilladores y peluqueros de Dubái para ellas.
Era un evento importante que se celebraba cinco veces al año. Una por cada cumpleaños de los cuatros hermanos Oliveira y otra sin previo aviso, cuando se les pegaba la gana y solía ser la mejor de todas y la que se celebraban ese día era una de esas, solo estaban invitados los amigos más cercanos y las mujeres más hermosas.
Julia eligió un vestido dorado con más aberturas que tela y una bonita caída que alzaba su figura, un prominente escote en pico y una abertura lateral hasta la cadera, combinado con unas sandalias negras de tacón. Tanto el maquillaje como el recogido de su cabello tenían un toque afrancesado, romántico y sexi a la vez.
Kelly pensó en sorprender a Felipe optando por dejar a un lado el vestido que se había probado en el atelier en su momento de debilidad con él. Entonces se puso un vestido azul oscuro de mangas largas cerrado hasta el cuello, con una hermosa abertura en la espalda realzando sus curvas y con dos aberturas laterales hasta la cadera, con un detalle de unión a cada lado que hacía el efecto óptico de una liga. Su cabello suelto ondulado que la llegaba hasta los hombros y zapatos de tacón negros.
Cuando las chicas se asomaron en el salón del departamento, tanto Felipe como Hugo se quedaron boquiabiertos porque no sabían si estaban viendo delante de ellos dos mujeres o diosas.
Julia y Kelly estaban exactamente igual que ellos. Los dos amigos iban elegantemente vestidos con sus esmóquines. Los dos eran hermosos, cada uno con su belleza, eran prácticamente polos opuestos, pero tenían algo en común, la seguridad.
–¡¡Es oficial señorita Rivarola, Kelly y Felipe se pueden ir a la gala, mientras que tú y yo nos vamos a encerrar en una habitación hasta que se acabe el fin de semana!!– Afirmó Hugo mirando a Julia con picardía.
–Pues te puedes encerrar tu solito señor Torres, porque yo me veo hermosa y hoy solo quiero exhibirme. –Contestó Julia con una mirada desafiadora contoneándose.
–¡No me provoques o te castigaré! Te aviso que un analgésico no será suficiente, vas a necesitar la farmacia entera! –La regañó Hugo y Julia le dio la espalda caminando hacia la puerta, cuando llegó a la salida lo miró por encima del hombro y contestó.
–Ya lo veremos “papi”–Contestó saliendo del departamento y Hugo fue detrás de ella como una bestia en celo, después de escuchar aquella palabra salir de su boca.
La pareja abandonó el departamento dejando atrás a sus amigos que se reían de ellos, porque al parecer Hugo y Julia eran tal para cual. Cuando Kelly se dirigió a la salida Felipe la agarró de la muñeca y ella se giró para mirarlo.
–¡Estás hermosa esta noche! – Murmuró Felipe acercándose a ella deslizando su mano desde la muñeca hasta la mano de Kelly, y la acarició con delicadeza, solo la cercanía entre ellos era suficiente para perder el aliento. –Espero que hayas pensado en lo que hablamos en el atelier de mi hermana. –Murmuró Felipe y Kelly sentía que él se estaba controlando para no volver a besarla cómo lo había hecho en Madrid ya que no apartaba la vista de su boca.
–Sí lo pensé, pero mi decisión final dependerá de las ganas que tengas de conquistarme, de hasta donde estarás dispuesto a llegar por mí y si posible esperar. Pero no quiero hablar de esto ahora. ¡Vámonos que hoy solo quiero disfrutar de la noche! –Respondió Kelly dejando a Felipe con una enorme sonrisa en el medio del departamento, porque estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de tenerla.
En la entrada del enorme salón de eventos había una cantidad desproporcionada de seguridad, había por lo menos unos veinte hombres de pie por todo el pasillo custodiando la enorme puerta de la entrada.
Las parejas pasaron por los enormes hombres algunos trajeados y otros que parecía más mafiosos que simples guardaespaldas, pero cada uno de ellos le hacía una reverencia a Hugo y a Felipe.
Las chicas estaban impresionadas y también preocupadas, ¿qué clase de gala o invitados necesitaban tanta seguridad? Los cuatro se pararon en la entrada, donde uno de los guardias sacó dos hermosos antifaces venecianos para las chicas. Ambos eran dorados con varias piedras incrustadas, parecían verdaderas joyas y Julia levantó la cabeza interrogando Hugo con la mirada.
–Las mujeres solo pueden entrar con un antifaz, fue algo impuesto por la amante secreta del príncipe. Ahí adentro estarán presente modelos, periodistas, cantantes, una serie de mujeres conocidas que prefieren disfrutar la fiesta de incógnito. –Explicó Hugo a las dos chicas mientras que Felipe y él las ayudaban a ponerse los antifaces.
–¿Qué clase de fiesta es esta Hugo? –Preguntó Julia con ansiedad y él solo contestó con una sonrisa maliciosa abriendo la puerta dejando a las mujeres asombradas por lo que había en aquel lugar.
El salón era enorme con luces de distintas composición e intensidad, generando diferentes efectos lumínicos al combinarlas con la oscuridad. El techo brillaba como si todas las estrellas del firmamento estuvieran allí adentro.
Julia se apoyo en la barandilla en lo alto de las escaleras impresionada viendo como varias mujeres se movían en los trapecios que colgaban del techo, haciendo las más atrevidas acrobacias.
Todo el ambiente era de lo más erótico, pero a la vez elegante. Julia se fijó en los invitados que bailaban frenéticamente en la pista de baile, algunos hasta medio desnudos. Aquello definitivamente no era una gala normal. Julia y Kelly miraban todo hipnotizadas por la música y las luces.
–Felipe porque estamos vestidos así, si algunos de los invitados están casi desnudos. –Preguntó Kelly y Felipe no pudo evitar reírse mirando como la mayoría de las personas estaban elegantemente vestidas, pero algunos hombres se había quitado la parte de arriba de sus esmóquines y algunas mujeres iban vestidas tan provocativas que, al envés vestidos de gala, parecían llevar apenas lencería.
–Digamos que esto. –Señaló como iba vestido él. –Es solo una fachada porque no podemos gritar a los cuatro vientos la fiesta que están celebrando aquí, todo se hace con muchísimo sigilo. Eso sin contar que no basta con ser rico para entrar aquí, la belleza es el requisito principal para ser invitado. –Explicó y Kelly comprendió lo privada y exclusiva que era aquella gala. –Acompáñame que acabo de ver a uno de mis socios y quiero presentártelo.
Felipe y Kelly bajaron por una de las dos escaleras que se unían en la entrada del salón, dejando sola a la pareja. Hugo envolvió a Julia en sus brazos mientras ella que miraba deslumbrada el movimiento de las personas por el salón y él dejó un beso en su mejilla mirando a la cristalera, desde donde lo saludaba el príncipe.
–Bebé tengo que saludar al príncipe que está allí arriba. –Avisó Hugo señalando en la dirección del enorme palco acristalado, que había sobre el escenario donde estaba el DJ. En el centro del palco había dos tronos, en uno estaba el príncipe y a su lado había un hombre extremadamente atractivo grande y fuerte con una mirada oscura que imponía mucho respeto.
–¿Quién es el otro hombre que esta sentado a su lado Hugo? –Preguntó Julia con curiosidad, porque debía de ser alguien muy importante para estar al lado del príncipe en un trono exactamente igual al suyo.
–Ese es uno de los primos de Felipe bebé, es el mayor de los cuatro hermanos que estarán aquí esta noche, se llama Eros De Oliveira. – Explicó Hugo mirando en la misma dirección que Julia. –Debo ir a saludarlos, pero están en compañía de alguien que me resulta desagradable, prefiero que te quedes aquí donde pueda verte, voy hablo con ellos y regreso. –Pidió Hugo y ella asintió.
Hugo se marchó dejándola sola en lo alto de las escaleras y Julia observaba desde donde estaba cada uno de los movimientos de Hugo y no tardó en saber quién era la persona desagradable que él había mencionado.
Un hombre grande y musculoso con un traje que parecía estar hecho entero de cuero, con barba y una larga trenza que le llegaba hasta el pecho, hablaba con el príncipe apoyado en su trono, era un hombre hermoso, pero la ambición en su mirada era casi palpable.
Julia estaba tan absorta observando a Hugo en palco acristalado que no sintió la enorme figura llegar detrás de ella y se sobresaltó cuando el aliento de esa persona rozó su cuello mientras le hablaba cerca de su oído.
–Dame un solo motivo para no secuestrarte ahora mismo y llevarte bien lejos de aquí para hacerte mía.