–¿Puedes prometerme que no me harás daño? – Suplicó Julia con los ojos empañados y el corazón en la garganta mirando a Hugo que estaba metido entre sus piernas acariciándola sin apartar la vista de sus ojos.
–Te puedo prometer que no le haré daño a tu corazoncito, pero no puedo decirte lo mismo del resto de tu cuerpo. –Murmuró Hugo y ella lo miró con incomprensión.
–¿A qué te refieres Hugo? –Preguntó Julia con expectación mientras que él solo podía fijarse en sus labios entreabiertos.
–Pues que quiero hacerte daño y a la vez matarte de placer. Tengo tantas ganas de hacerte mía que estoy seguro de que no seré capaz de controlar mi lado más primitivo. –Suspiró apretando los muslos de Julia y deslizó sus manos hasta meterlas por debajo de su trasero para alzarla y después meterla en la piscina junto a él.
Julia se llevó una mano a su boca para ahogar un grito cuando sintió el agua tocar su piel, y Hugo la abrazó con un gesto posesivo pegando su frente a la de ella.
–Acabo de confesar lo que siento por ti, pero aún no sé lo que sientes tú por mí, a parte de ese miedo de ser mía. –Susurró Hugo y Julia lo miró fijamente a los ojos. –Yo también necesito saber que no me harás daño Julia, aquí los dos estamos arriesgando nuestros corazones. –Lo pidió y Julia sonrió con esa versión tan dulce y vulnerable de Hugo que ella desconocía.
–No sé lo que estoy sintiendo Hugo, y eso es lo que me da miedo, temo lo desconocido y no puedo evitarlo. De lo único que estoy segura es de que quiero estar entres tus brazos, pero quiero descubrir a tu lado que es este sentimiento que está creciendo dentro de mí que nubla todos mis sentidos. – Declaró Julia acercando su boca a la de Hugo, abriendo sus labios esperando por un beso que no llegaba, pero que los dos deseaban.
–Quiero besar tus labios sin excusas, sin que esto sea una actuación o una obligación, pero quiero que tú lo hagas, que seas tú la que tome esa decisión de entregarte a mí. Necesito saber si ese miedo que sientes es más grande que tu deseo de estar en mis brazos. ¡Bésame, con esas ganas que sé que me tienes! –Suplicó Hugo rozando su nariz en la de ella.
Julia no pensó en nada más, quería volver a probar sus labios y lo hizo. El beso empezó lento como si estuvieran descubriéndose y después Hugo lo profundizó con su necesidad de poseer hasta el alma de la mujer que tenía en sus brazos. Introdujo su lengua en la boca de Julia buscando la suya con desesperación. Julia podía sentir la humedad de su beso lleno de deseo. Las manos de Hugo recorrían su cuerpo hasta llegar al nudo de su bata para soltarlo.
Hugo quería tenerla desnuda en sus brazos sentir hasta el último centímetro de su piel, entonces le quitó el fino camisón para dejarla solamente en bragas, sintiendo los pequeños y endurecidos pezones rozando contra sus perfectos pectorales.
La arrastró hasta la escalera romana de la piscina, sin dejar de besarla y tocarla con sus manos ansiosas. Subieron las escaleras hasta el último escalón de arriba y la hizo sentarse en él. Se puso de rodillas delante ella, ignorando el dolor de su tobillo y pasó las manos por sus piernas, disfrutando de sentir como su piel delicada se erizaba con su toque.
Hugo deslizó sus manos por su cuerpo hasta llegar a las bragas de Julia para tirar de ellas y quitárselas. Ella abrió sus piernas para Hugo como una invitación con su mirada completamente nublada por el deseo de sentirlo.
Él besó primero su boca, la lamió y mordisqueó como había estado deseando desde que la había conocido, después bajó a sus senos y los devoró con hambre, jugando con su lengua en unos de sus pezones mientras que con sus dedos apretaba el otro.
Julia solo gemía sintiendo todo lo que Hugo le estaba haciendo. Era un hombre extremadamente apasionado y entregado cuando se trataba de dar placer a una mujer. ¡Sabía jugar tan bien en el campo de fútbol, como en el sexo!
Su boca bajó por el vientre de la chica y ella no pudo evitar levantar un poco sus caderas y abrirse más para recibirlo. Su sexo deseaba desesperadamente por sentir aquella boca sobre él.
Hugo besó la parte interna de sus muslos con parsimonia para torturarla y al ver el hermoso puchero que ponía Julia, sin previo aviso metió su boca entre sus pliegues mojados y se dio un festín con su clítoris.
Julia se retorcía presionando su vagina en la boca de Hugo. Él se alimentó de ella hasta sentir la tensión de su cuerpo y levantó la mirada para deleitarse con la visión de verla alcanzando el clímax perfecto. Ella gimió alto, casi gritaba por el fuerte orgasmo que atravesaba su cuerpo y explotaba desde su sexo hasta llegar a la boca hambrienta de Hugo.
Cuando Julia terminó de correrse Hugo se deslizó por su cuerpo hasta llegar a su boca para besarla y cuando ella sintió su enorme miembro duro pulsando contra su vientre, metió la mano dentro de su bañador para mastúrbalo y Hugo gruñó de placer al sentir su tacto.
–Me muero por follarte, pero no lo haré ahora. –Habló Hugo disfrutando de la pequeña mano de Julia que acariciaba su miembro.
–¡¡Te necesito Hugo!! Ya me duele esa necesidad que tengo de tenerte dentro de mí. –Suplicó Julia nublada por deseo que tenía de sentir su enorme p***a moviéndose dentro de ella y él la miró con una sonrisa maliciosa.
–Todavía no bebé, para mí la primera impresión es muy importante, y hasta que no pueda romper tu rosado co****o como es debido no entraré en ti. –Explicó Hugo y Julia puso un puchero, pero luego lo miró con una sonrisa traviesa en sus labios que lo hizo derretirse.
Julia agarró el miembro de Hugo para presionarlo contra su vagina húmeda y lo vio gruñir cuando sus pieles rozaron la suave piel de eje endurecido. Él la miró con sus ojos nublados por el deseo que sentía por ella y apartó la mano de Julia de él para masturbarla con la punta de su miembro que estaba mojada por el agua de la piscina y el liquido preseminal que comenzaba a salir.
Hugo movía su mano frenéticamente hasta que Julia gritó anunciando la llegada de otro orgasmo y cuando Hugo sintió sus fluidos empapando su endurecido miembro no soportó más y derramó su espesa liberación sobre la intimidad de Julia.
Después se sentó a su lado en el escalón y se tumbaron en el suelo con sus piernas todavía dentro del agua, Julia se derritió en sus brazos y Hugo no podía dejar de sonreír, porque sentía que parecían dos adolescentes iniciándose en sexo, pero igualmente era una sensación increíble tenerla solamente para él. Mientras que unos avanzaban en el partido, otros seguían en el calentamiento.
En la mañana siguiente al otro lado de la ciudad Felipe entraba al bar donde trabajaba Kelly esbozando una bonita sonrisa y ella lo esperaba con una taza del asqueroso café bien fuerte, que lo obligaba a tomar cada mañana cuando se presentaba en el bar dispuesto a hacer lo que sea con tal de lograr ganarse su perdón.
–Ya no me sabe tan mal tu café. –Afirmó Felipe con satisfacción, tomando del líquido humeante sin inmutarse. –Es más, hasta creo que me estoy acostumbrando, a partir de ahora solo tomaré el café bien fuerte y sin azúcar. –Continuó con la mirada fija en Kelly que giraba los ojos con sus brazos cruzados delante de él al otro lado de la barra.
–¿Ah no me digas?, pues creo que entonces debería empezar a buscar algo más fuerte para darte y más letal también. –Lo amenazó Kelly forzando una sonrisa inocente.
–Por mi perfecto, me encanta probar nuevos sabores. –Contestó Felipe mordiéndose el labio inferior.
–No te darás por vencido, ¿verdad? –Indagó Kelly mirándolo con desconfianza.
–¡¡¡Jamás!!! No importa lo que tenga que hacer, pero haré que me perdones y demostrarte el hombre que soy de verdad y que estoy dispuesto a luchar por tenerte en mi vida. –Respondió con sinceridad y Kelly sintió su corazón saltar dentro de su pecho. Estaba lista para contestar cuando la llegada de alguien la impidió de hablar.
–¡¡¿Habéis visto el Ferrari que hay en la puerta?!!–Vociferó Genaro el jefe de Kelly, entrando en el bar con una sonrisa maliciosa y Felipe al ver la incomodidad de Kelly con la presencia del hombre se giró para mirarlo.
Genaro era un hombre gordo, con un aspecto sucio y descuidado. Felipe no pudo evitar sentir un mal sabor de boca viendo al hombre, era asqueroso.
–Preciosa prepárame un café anda, que sea igual de rico que tú. –Demandó el hombre mirando a Kelly y Felipe lo fulminó con la mirada. El hombre al verlo se impresionó con la figura tan elegante y sombría de Felipe, no tardó en imaginar de quien era el Ferrari que estaba aparcado fuera, porque si el trajeado tenía dinero para un reloj tan caro, tenía para un coche de aquel calibre. – Me imagino que el coche será suyo, ¿verdad, jefe? –Preguntó Genaro acercándose a Felipe que lo miró con desagrado sin contestar, pero al hombre pareció no importarle su actitud tan seria.
–Aquí tiene su café señor. –Habló Kelly con una voz seria y Felipe la miró dándose cuenta de que ni siquiera miraba a su jefe a la cara, parecía sentir cierto asco por su presencia y él hombre al ver como Felipe miraba a Kelly habló.
–¡Veo que has atraído la atención de un buen cliente ehh, guapa! –Se burló el hombre y la mirada de Felipe se oscureció.–¡Ella es el mejor adquisición del año jefe!–Afirmó Genaro tocando el hombro de Felipe que se dio cuenta de que Genaro olía a alcohol y su músculos se tensaron por debajo de su elegante traje de diseñador.–Es que aparte de estar buena también es eficiente y eso que las rubias suelen ser tontas.–Se rio el hombre y Felipe lo miró enfurecido, pero el hombre estaba distraído inclinándose sobre la barra para ver a Kelly que les daba la espalda par atender a otro cliente.– ¡Nada como una trasera como esa para atraer la buena clientela!–Murmuró y Felipe se puso de pie encarando al hombre.
–¡¡¡¡¿Repite lo que acabas de decir si tienes cojones?!!!–Vociferó Felipe sorprendiendo a Genaro y asustando a Kelly que podía ver la desgracia que estaba punto de suceder.
–¡Perdón jefe, no le quería molesta! –Explicó el hombre levantando las manos en señal de rendición y giró la cabeza para mirar a Kelly que estaba petrificada viendo a Felipe que parecía estar sumergido en la ira. –Veo que tienes a los hombres locos preciosa, el jefe quiere tu trasero…
El dueño del bar no pudo terminar la grosería que estaba a punto de decir, porque Felipe estampó su puño contra la mandíbula del hombre con toda su fuerza haciendo que un implante dental de la boca de Genaro saltará lejos y su boca no tardó en llenarse de sangre por el golpe. Kelly corrió para llegar hasta ellos y uno de los clientes del bar se interpuso entre ella y los dos hombres porque Felipe parecía un ángel vengador dispuesto a iniciar una masacre.